La vida cambia, tus circunstancias cambian, lo que te rodea cambia. Y, por si no te habías dado cuenta, no depende de ti que no lo haga.
La incertidumbre forma parte de la vida de cualquiera. Y, ahora mismo, más.
Por eso tu seguridad no tiene que venir de saber lo que va a pasar, sino de NO saberlo.
Ahí está el merito. En sentir confianza cuando no sabes lo que va a pasar.
Pero como nuestra mente no soporta la incertidumbre y no saber qué va a pasar, pues si no lo sabe, se lo inventa.
Que podría estar bien si lo que se inventara la mantuviera en un estado de calma, ilusión y confianza, pero muchas veces no es así.
Muchas veces se pone en lo peor y te lleva a un estado de miedo, desconfianza, negatividad, dramatismo, angustia, sensación de peligro, estrés, preocupación, etc., etc.
¿Para qué? ¿Qué resuelves? Pues nada, porque lo que vaya a pasar, lo externo a ti, sigues sin poderlo controlar.
Lo único que depende de ti eres tú, como piensas, como respondes a lo que te pasa, cómo lo interpretas…
Y si te bloqueas y entras en pánico, que no te quepa duda, será difícil que respondas con los pasos acertados.
Por ejemplo, si piensas “como me deje mi pareja, no sé qué va a ser de mí” (como si las cosas te pasaran sin que tú puedas hacer nada, como si no tuvieras la capacidad de responder a lo que te pasa).
O si te cuentas que te encantaría lanzarte a trabajar de lo que de verdad te gusta, pero “no sé si va a salir bien”.
Claro, es que no pretenderás hacer algo sabiendo con absoluta certeza que va a salir bien.
La vida no es eso. La vida no es ir caminando sobre seguro sin tomar ninguna decisión ni ningún riesgo y sabiendo siempre lo que va a pasar. En la vida se arriesga, y se supone que eso que quieres conseguir te merece la pena el riesgo.
Te garantizo que habrá dificultades en tu vida
Y otra vez que nos perdemos la vida…
Que no disfrutamos del camino, pensando en todo lo que puede ir mal.
Como si la vida fuera ese sitio al que vamos a llegar cuando todo vaya bien, y nuestra obligación fuera controlar que llegamos sanos y salvos.
¿¿¿Perdona??? La vida es esto, lo que te pasa hoy, cuando las cosas van bien y cuando no.
Y en ningún caso sabrás lo que va a pasar mañana, porque la vida es NO saber lo que va a pasar.
El futuro no se adivina. El futuro se vive cuando llega. Y mientras no haya llegado, vives el presente y vas dando pasos hacia el futuro que quieres.
Claro que habrá dificultades en tu vida, eso seguro. Pero tu poder está en construir la confianza necesaria en ti para saber qué te adaptarás y resolverás lo que sea.
¿Sabes? A veces he tenido miedo a transmitir una imagen positiva y edulcorada, como si el mundo fuera color de rosa y todo te fuera a salir bien simplemente por creer en ti y confiar en la vida.
Y no, no todo te va a salir bien sólo por eso.
La vida es cambiante, pasan cosas, muchas de ellas que no te gustan, y es imposible tenerlo todo previsto.
Y sí, es un fastidio no tenerlo todo previsto.
Ojalá pudiéramos saber que conseguiremos ese trabajo, que esa relación funcionará o que nuestros hijos serán felices.
Ojalá, pero no se puede. Por más que te empeñes, no se puede.
(Ojo que a mí esto me parecería muy aburrido. Y, si te paras a pensar lo que supondría, estoy segura de que a ti también…).
Así que, si no puedes saber lo que va a pasar, ¿qué es lo que sí puedes hacer? Pues generar esa seguridad dentro de ti, para dejar de tenerle miedo a la incertidumbre.
Eso es lo que hará que, sabiendo que puede pasar cualquier cosa, confíes en que sabrás responder a lo que pase. En que sabrás adaptarte y ser flexible ante los imprevistos.
Y así es como seguirás avanzando por la vida, mientras que si sólo te sientes segura en las certezas, lo llevas crudo para avanzar.
Diez claves gestionar la incertidumbre con confianza
Es perfecto que te ocupes del futuro, otra cosa muy distinta es preocuparse, eso sí que no resuelve nada.
Por eso, para que aprendas a ocuparte, para que tengas confianza ante la incertidumbre, te dejo diez claves:
1.Acepta lo que es.
Ni tienes ni tendrás una bola de cristal, así que una y otra vez te pasaran cosas que no esperabas y que no te gustarán. A ti y a todos. Acéptalo porque la vida viene con este componente incluido, y no va a cambiar por más que te resistas.
Y cuando pasa algo que no te gusta, acéptalo también. Porque no es que siempre te salga mal, que tengas mala suerte o que todo te pase a ti, y contarte eso lo único que hace es ponerte en una posición de víctima que secuestra sus capacidades para responder ante lo que le pasa.
Y lo que sientes, eso siempre, acéptalo también. No te juzgues por sentir miedo, porque te falte confianza o por estar preocupada. No lo escondas, ni lo reprimas. Al revés, sácalo, compártelo con alguien.
Compréndete y comprende lo que quiere hacer esa preocupación por ti. Tu cerebro anticipa para protegerte, es normal, está preparado para eso. Déjate sentirlo, pero no lo alimentes.
2.Trabaja la confianza.
Esta es LA CLAVE.
Porque el problema no es que no sepas lo que va a pasar, sino que creas que si pasa X no podrás soportarlo. Ese es el problema, la falta de confianza que hay detrás de eso que te cuentas.
Si tú confías en ti, te sentirás a salvo aunque no sepas lo que va a pasar, porque sabes que te tienes a ti, que te vas a tener siempre (como cuando hay alguien que te hace sentir segura y a salvo, pero contigo).
Y la confianza en ti se construye preparándote para ser la persona que necesitas ser.
Aprendiendo a confiar en tu capacidad de improvisación, en que sabrás responder, o buscarás la manera de saberlo, o pedirás ayuda o lo que sea. Pero que te las arreglarás.
Aprendiendo a ser flexible y a adaptarte a lo que te va pasando, a fluir con la vida, como el agua del río, be water, my friend.
Confiando en que en cada momento serás libre para elegir quien vas a ser, si la que se hunda en el pozo o la que vea la luz al final del túnel.
Y, también, confiando en la vida, en que todo viene para algo y se va para algo. Y en que siempre puedes decidir para qué te pasan las cosas que te pasan.
3.Resuelve los problemas que tienes hoy.
Los cotidianos, los de cada día, y los gordos, los puntuales.
Cuantos más problemas estés evitando, durante más tiempo, haciendo como que no pasa nada y esperando que se solucione solo, más perderás la confianza en ti.
Es de cajón: si no resuelvo mis propios problemas, si los evito, ¿aumentará la confianza en mí o disminuirá? Pues eso.
Así que sé valiente y hazte responsable de tu vida.
Si ya no eres feliz con tu pareja, encáralo.
Si no te sientes satisfecha con tu vida, resuélvelo.
Si tienes un problema con alguien, afróntalo.
Aprende a buscar soluciones y deja de negar lo que es.
Y así, cuando te vayan pasando cosas, sabrás que tú puedes resolverlas.
Y, si en algún caso no tienen solución, siempre podrás trabajar en los pensamientos y en las emociones que eso te provoca.
4.Aprende de los errores.
Lo sé, has escuchado esto quinientas veces, pero no por eso voy a dejar de decírtelo, si es verdad.
Deja de machacarte por cometer errores. No vas a acertar siempre, pero siempre podrás llevarte un aprendizaje de los caminos equivocados. Pregúntate qué paso, si es que no fuiste coherente con tus valores, qué necesitarías haber hecho diferente…
Cambia tu manera de mirar los obstáculos, porque no están ahí para que abandones ni dicen nada de ti.
Donde se cierra una puerta se abre otra… O lo que parecía una calamidad, de pronto se convierte en una bendición… Tópicos sí, pero verdades como casas, también.
Y si no, piensa en cuando empezó el confinamiento, en lo horrible que iba a ser y lo útil que ha sido en algunos aspectos, lo que te ha aportado, lo que te has quitado de encima (porque te sobraba) y lo que has introducido en tu vida (y ya no quieres que se vaya).
Además, ¿sabes qué es lo bueno de cometer errores? Que cómo respondes cuando te equivocas con una decisión o cuando algo sale mal también dice mucho de ti (si te criticas o te reconoces el haberlo intentado, si lo usas como una piedra o como un escalón, si te hundes o levantas la cabeza…).
5.Tus pensamientos no son hechos, no son realidades, son sólo pensamientos.
Cuando te pones en lo peor y prevés una catástrofe que aun no ha pasado, llegas a un punto en que te crees tanto eso que te estás contando que no eres capaz de distinguirlo de la realidad.
Así que céntrate y recuerda que tus pensamientos no son la realidad, ni cuando te pones en lo peor, ni cuando te pones en lo mejor.
Cuando algo no ha pasado, todo es posible.
Así que, si no tengo ni idea de lo que va a pasar, ¿para qué me pongo en lo malo? ¿Qué consigo con eso? ¿Podría pasar también todo lo contrario? ¿Y qué pensamiento me sirve más ahora mismo?
6.Suelta el control (a la vez que te agarras a la confianza).
Recuerdo que hace tiempo lo planificaba todo: a quien iba a ver tal día, donde iba a ir el otro, lo que iba a comer, a cenar y a merendar, lo que le iba a decir a no sé quién y lo que me iba a responder…
Si me iba de viaje, ya había hecho todo el viaje en mi cabeza antes de coger el avión, y no había dejado ni un solo hueco para la improvisación. Todo agendado y cuadriculado, como buena controladora que era.
¿Para qué? Para nada. Para perderme los momentos. Para no disfrutarlos por estar pendiente de que encajaran en mi guión de la historia.
Fíjate a dónde llega la necesidad de control que el otro día hablando con una coachee se daba cuenta de que, ante la incertidumbre de no saber si una nueva relación iba a funcionar, ella misma la había saboteado. Es decir, como inconscientemente no soportaba no tener el control y no saber lo que iba a pasar, se la había cargado con su comportamiento.
A ese extremo llega nuestra necesidad de controlar.
Pero no, controlarlo todo es imposible y no sirve de nada. Lo único que te va a servir siempre es creer en ti y en tus recursos, saber que contigo podrás ir donde quieras y resolver lo que venga.
Porque tú no puedes controlar ni cuándo se van a ir tus padres, ni qué va a pasar con el covid, ni cómo te va a ir en ese trabajo, ni si tu pareja te va a dejar, ni si conocerás a alguien y podrás ser madre a tiempo… Nada de eso lo puedes controlar. Tú solo puedes hacerte responsable de ti y de tu vida a día de hoy y construir esa confianza en ti que te permitirá soltar el control.
7.Acepta que la vida es incertidumbre (y no un cuento de hadas).
Hoy no sabes lo que va a pasar mañana. Aunque creas que sí, porque das por hecho que va a pasar lo de siempre, no lo sabes. ¡Nunca lo sabes! La vida es incertidumbre siempre, y no pasa nada, podemos ser felices con ello.
Así que acepta que es como es, y no como quieres que sea. Que te pasarán cosas que no quieres que te pasen, y que no puedes hacer nada para evitarlo. Que te dolerá, claro que sí. Que habrá obstáculos y fracasos, ni lo dudes. Que perderás mucho en el camino, dalo por hecho. Y que llegarán cosas nuevas, ¡por supuesto! Y que habrá alegrías, ilusión y crecimiento, ¡pues claro!
Todo eso, y mucho más, es la vida. Así que suelta, fluye y vívela como es.
8.Espera lo mejor, pero estate preparada para lo peor.
Es cierto: todo puede salir bien, pero también puede salir mal.
Lo que pasa es que eso de ponerte en lo peor para estar preparada puede servirte en un primer momento, pero a partir de ahí necesitas tener un pensamiento positivo.
Si quieres pensar en eso que te inquieta, dedícale un rato concreto y puntual. ¿Que voy a hacer si pasa esto o si pasa aquello? ¿Cómo lo voy a solucionar? ¿Para qué me puede servir?… Un ratito y ya. Después reconduce a la confianza y al pensamiento positivo, el que te da fuerzas y te motiva.
9.Salta por los precipicios.
Para que no te de un yuyu cuando la vida te tire, que te tirará, toma la iniciativa y salta.
Asume riesgos de vez en cuando, para aumentar la confianza en ti, para hacerte más resistente al fracaso y para que los miedos se vayan haciendo más pequeños.
Ten una lista de cosas que te dan miedo y de vez en cuando atrévete a hacer algo de esa lista.
Aciertes o te equivoques, el simple hecho de estarlo intentando te llenará de energía y motivación. Y, sobre todo, aumentará tu confianza ante la incertidumbre.
10.Disfruta de las cosas cuando van bien.
Pero disfruta de verdad, que hay quien ni en esasm porque vive con miedo a que dejen de ir bien, y se olvida de que así no va a disfrutar nunca, ni en lo bueno ni en lo malo.
Disfruta y agradece. Cada día. Cada instante. Cada oportunidad.
Y lo que venga, ya vendrá.
…
¿Qué me dices? ¿Cómo te sientes ahora, después de leer el post? Si te apetece, puedes compartirlo conmigo en los comentarios aquí debajo.
Qué bueno Vanessa, y justo a tiempo (como siempre). Justo me encuentro en una de esas situaciones cuya resolución se alarga… y medito y me pongo mi incienso, y mi música, y tal… pero la cabeza marcha sola. Como un caballo desbocado. Estoy tratando de aplicar lo que dices de la confianza y el dejar el control. Qué difícil me resulta parar la mente.
Muchas gracias por tu sabiduría y generosidad 🙌🏽✨
Hola Vicky,
Me alegro de que te haya llegado justo a tiempo. Hay muchos post en el blog para trabajar los pensamientos y el diálogo interno, espero que te sirvan.
Un abrazo,
Vanessa
Me parecen súper interesantes, justo estaba así tratando de trabajar la ansiedad por saber el mañana, me ayudó bastante a tener otra visión.
Qué bien, Jaquelina. Me alegro mucho de que te haya ayudado.
Un abrazo,
Vanessa
Muchas gracias, de todo corazón me ha ayudado mucho leer cada palabra y ojalá…que sea capaz de ponerlo en práctica.
Me cuesta mucho parar la mente.
Mil gracias
Muchas gracias, Natalia. En el blog hay muchos post para trabajar el diálogo interno y aprender a cambiar lo que te cuentas. Espero que te sirvan.
Un abrazo,
Vanessa
Como siempre, magnífica publicación, Vanessa. Me aplicaré muy especialmente los puntos 5 y 8 para tratar de manejar ciertos miedos atávicos que he ido acumulando con los años. Antes no los tenía. Estoy llegando a una edad en la que he descubierto que “madurar” significa ir coleccionando miedos… Ya una ha vivido y visto tanto, bueno y malo, que, en lugar de relativizar, me aterran cada vez más cosas. ¡Bendita juventud inconsciente! 🙂
Hola Alicia,
Muchas gracias por compartir, me alegro de que te hata servido. Si sientes que los miedos van a más tal vez te venga bien trabajarlo, estate atenta y tú misma irás viendo si lo necesitas.
Un abrazo,
Vanessa