¿Sueles dejar a medias las cosas que empiezas y los objetivos que te pones?
En un grupo, ¿eres de las que se queda callada y no da su opinión ni propone ideas?
Cuando haces algo mal, ¿te sientes fatal? ¿Cómo si fueras lo peor del mundo?
Entonces es posible que la creencia sobre ti misma que te esté limitando sea que tú no puedes o que tú no eres capaz.
Que tú no haces las cosas bien, que tienes pocos recursos y que eres poco competente.
Y, como todo lo que crees de ti misma, lo terminas creando.
Véase el caso de alguien que, después de un tiempo sin trabajar, le ha ido cogiendo miedo y cada vez se siente menos capaz.
¿Qué pasará? Pues que terminará materializando en su vida lo que piensa de si misma.
¿Cómo? Pues no es magia. Es simplemente que eso que crees de ti hace que te sientas de una determinada manera y que termines comportándote en base a eso.
¿El resultado? Pues que no conseguirás lo que te proponías y que eso reforzará tu creencia de que no puedes y no eres capaz de hacer las cosas bien.
Por ejemplo, si creo que no soy capaz de decir algo inteligente, que si hablo voy a decir una tontería, me sentiré insegura, conectaré con el miedo a meter la pata y me bloquearé. Así que no diré nada, fortaleciendo la creencia de que no puedo y no soy capaz.
Cómo afecta en tu vida creer que tú no puedes
Creer que no puedes o que no eres capaz te afecta sobre todo en lo que tiene que ver con hacer cosas que te permitan alcanzar tus objetivos.
Por ejemplo, si crees que tú no eres capaz de aprender una nueva habilidad, que eso no se te da bien y que te cuesta mucho aprender las cosas a la primera, te bloquearás ante cualquier situación que te saque de tu zona de confort.
Pensarás que no vas a poder, te sentirás mal, y no lo harás. Y así, inconscientemente, te estarás evitando la decepción de que te salga mal.
Puede que al principio sí que te esfuerces, pero en cuanto haya alguna dificultad, pensarás que eso no es para ti, te sentirás incapaz de seguir adelante y renunciarás.
Y como lo intentaste, pero no lo conseguiste, terminas confirmando lo que pensabas de ti misma.
Que no eres capaz de cumplir con lo que te propones…
Que no eres capaz de conseguir tus objetivos…
Que siempre te equivocas…
Que tú no puedes hacerlo bien…
Como me decía una amiga hace poco, “yo lo intento una vez y si no le sale ya no lo vuelvo a intentar”. Y claro, si cada vez está más convencida de que ella no puede, ¿cómo crees que lo va a intentar la próxima vez que lo intente? Pues con cero confianza, cero tolerancia a los errores y esperando el primer fallo para confirmarse lo que ella ya sabe de sí misma: que no es capaz.
O como me decía una coachee: “no hago cosas porque pienso que las voy a hacer mal. Y si no lo hago perfecto, pues no lo hago”.
Claro, cuando se junta la creencia de que no eres capaz con la exigencia de hacerlo todo perfecto, es como juntar el hambre con las ganas de comer…
Desde esa exigencia bestial, desde querer llegar a un ideal imposible, precisamente porque es imposible, pues te sientes incapaz. ¿Y qué haces? Nada. Como crees que no puedes cumplir con ese estándar tan alto, al final no das ningún paso, no tomas acción.
¿La consecuencia? Pues que al ver que no te mueves y que no haces nada te reafirmas en que, efectivamente, tú no puedes.
De ahí nace muchas veces la famosa procrastinación, de la suma de no creerte capaz y a la vez ser demasiado exigente y perfeccionista.
Y, así, la bola se va haciendo más grande…
Porque cuanto más crees que tu manera de hacer las cosas o tu forma de pensar no están bien, más te escondes y menos capaz te sientes.
Te pongo ejemplos de coachees para que lo entiendas mejor:
“Le doy mil vueltas a las cosas, me puedo tirar una semana pensando en cómo decir algo, aunque sea una tontería”.
“En las reuniones de trabajo me quedo callada. Veo a mis compañeros y pienso que yo no soy capaz de decir algo inteligente. Me entra mucho miedo a que desconecten cuando yo empiece a hablar, así que prefiero no decir nada”.
He aquí otro problema muy común: compararte con los demás.
Claro, si tú crees que no eres capaz de hacerlo tan bien como los demás, pues te sentirás insegura y lo reflejarás en tu comportamiento.
“Me siento como una impostora y me freno a la hora de dar mi opinión porque pienso que se van a reír de lo que yo diga”.
“A veces estamos en una reunión y se me ocurre una idea, pero por miedo a decir algo equivocado prefiero no decir nada”.
“Me cuesta mucho hablar con alguien nuevo porque no me veo capaz de tener una conversación interesante”.
“Miro a mis compañeras atendiendo al público tan tranquilas y pienso que yo lo hago todo mal. En esos momentos me siento muy culpable”.
Culpable, sí. Culpable es uno de los sentimientos habituales en quien cree que no puede o que no es capaz.
Una culpa muy muy tóxica y provocada por lo que esa persona se dice a sí misma.
Que soy lenta, que soy torpe, que soy una patosa, que soy una inútil, que no hago las cosas bien, que soy un desastre…
Creen que metiéndose mucha caña a sí mismas conseguirán sentirse capaces, cuando en realidad es todo lo contrario. Que a más te exiges, más te comparas y más te criticas, más pequeña y más incapaz te sientes.
Y los demás te lo reflejan…
Ya te he contado muchas veces que lo que te pasa con los demás y cómo te sientes en determinadas situaciones te habla de ti, de tus heridas, de tus creencias limitantes y de tus miedos.
Por eso, si tú crees que no eres capaz de tener una opinión fundamentada y otra persona opina diferente, empezarás a dudar de ti y de lo que tú piensas.
O si crees que tú no puedes hacerlo bien y otra persona te da un consejo, tal vez te sientas mal y te pongas a la defensiva, porque el hecho de que esa persona te de un consejo te conecta con tu herida de que tú no puedes resolver eso por ti misma.
“No me gusta que los demás me den consejos porque es como que me estuvieran diciendo que yo no sé hacer las cosas por mí misma”, que me decía una coachee.
Lo mismo que puede ser que te sientas mal cuando alguien consiga un reconocimiento que tú, en el fondo de ti, crees que no puedes conseguir.
Algo así era el caso de otra coachee a la que le dieron un puesto de más responsabilidad para el que en el fondo no se sentía preparada. Y hablando con su jefe de que estaba desbordada de trabajo, él le dijo “pues la que estaba antes que tú sí que podía”. ¿Qué contestó ella? Nada, se quedó callada sintiéndose fatal. Porque su jefe había metido el dedo en su herida, en lo que ella creía de sí misma.
Si en cambio ella hubiera pensado que era capaz de tomar esa nueva responsabilidad y, poco a poco, tener buenos resultados, habría aceptado sentirse desbordada en ese momento de cambio y no se habría tomado el comentario de su jefe como algo personal. Le podría haber parecido mejor o peor, y tal vez le habría dicho algo como “muy bien, pues ahora mismo yo no puedo con todo esto”, pero desde luego que no lo habría vivido como que ella podía menos que su antecesora.
O te exiges mucho, o te encierras en tu cueva
Cuando alguien cree que no puede y que no es capaz, pueden pasar dos cosas:
Una es que se exija un montón, como te contaba un poquito más arriba. Que quiera hacer muchas cosas, que no diga que no a nada y que no se perdone ningún fallo.
Cero quejas y cero debilidad, yo siempre fuerte y siempre perfecta.
“Cuando me equivoco o hago algo mal es horrible. Me siento como una inútil. Y si es otra persona la que me dice que no lo he hecho bien me siento como lo peor del mundo”, que me contaba una coachee.
Y lo otro que puede pasar es que se vaya al otro extremo y no haga nada. Que no se mueva y que no se atreva a casi nada.
Como no sé de lo que hablo, pues mejor me quedo callada.
Como no soy capaz de tomar buenas decisiones, pues mejor no decido nada.
Como no me siento capaz de poner límites, pues los demás se aprovechan de mí.
Así que me convierto en alguien que deja de hacer las cosas que le apetecen por miedo y que sólo se mueve en las rutinas en las que se siente cómoda y dentro de su zona de confort.
Por ejemplo, puede que me apetezca correr una media maratón, pero como antes de empezar ya estoy pensando que no lo voy a hacer bien y que qué vergüenza si la dejo a la mitad, pues al final ni correré ni haré nada.
¿Por qué crees que no eres capaz?
Puede ser que tenga que ver con tu infancia y con lo que aprendiste a creer de ti cuando eras una niña.
Si te exigían mucho y sentías que nada de lo que hacías estaba bien, que nunca te decían lo bueno y sólo te remarcaban los fallos.
Lo típico de corregírtelo todo, juzgarlo todo y criticarlo todo, pero sin decirte nada bueno, por eso de que no vaya a ser que te lo creas (tiene tela que hay adultos, muy adultos, que hacen consigo mismos exactamente lo mismo que sus padres hicieron con ellos…).
Si aprendiste que para que te quisieran tenías que hacer mucho, hacerlo todo perfecto y ser la mejor en todo.
Si te comparaban mucho, con algún hermano o con otros niños, y tú siempre eras la que salía perdiendo.
Si no te enseñaron a confiar en ti misma… Por ejemplo, en mi caso, cada vez que le decía a mi madre que iba a hacer algo, me decía que primero le preguntara a mi tío o que esperara a ver cómo lo hacía no sé quién. Es decir, en vez de enseñarme a confiar en mis decisiones, me transmitía que yo no era capaz de decidir por mí misma (no lo digo como un reproche, si ella tampoco había aprendido a confiar en sí misma era imposible que me lo enseñara a mí… ).
O, como una coachee, que sentía que su madre no confiaba en ella. “Igual me decía que lo hiciera, pero en su tono y por cómo lo decía yo notaba que no confiaba en mí. Sus dudas me las transmitía a mí, y así aprendí a creer que no era capaz”.
Si te sobreprotegieron mucho, si no te dejaban hacer cosas por ti misma y en todo te querían ayudar para que no te pasara nada, también habrás aprendido que tú no puedes y que no eres capaz.
O si viviste alguna experiencia impactante o dolorosa, en la que sentiste que no eras capaz… Por ejemplo, haber repetido algún curso a pesar de haberte esforzado mucho o no haber podido estudiar lo que tú querías.
Así es como puedes haber llegado a creer que no puedes y que no eres capaz.
Pasos para creer que puedes y que eres capaz
Vale, dicho lo dicho, ¿cómo haces ahora para creer que puedes y que eres capaz?
1. Lo primero es que te des cuenta de cómo llegaste a creer eso, de qué experiencias te condicionaron y te llevaron a creer que tú no puedes y que no lo haces bien.
Es muy importante que comprendas que no forma parte de ti, sino que de alguna manera lo aprendiste.
2. Observa cuáles son esas situaciones en las que conectas con el “no puedo” o el “no soy capaz”.
Es probable que haya algunas situaciones que se te repiten siempre. Identifícalas y pilla lo que te dices en ellas para poder empezar a cambiar ese diálogo interno.
3. Elige qué quieres empezar a decirte a partir de ahora en esas situaciones.
4. Acéptate imperfecta. Porque lo eres, y no pasa nada. Yo también lo soy, todos lo somos. Somos humanos, ¡no seres perfectos!
Acepta que tal vez digas algo que no guste o con lo que los demás no estén de acuerdo.
Acepta que puede haber cosas que no se te den bien, igual que habrá otras que sí.
Acepta que puedes meter la pata, que puedes equivocarte y que vas a cometer errores. ¡Y no pasa nada! No dice nada malo de ti. Recuerda que eres humana y que no puedes ni necesitas ser perfecta.
Es decir, y este es el punto más importante, ¡acéptate completa y aceptas tus límites!
5. Sigue convenciéndote de todo eso que sí puedes y de lo que eres capaz. Haz una lista para recordar todo aquello en lo que has podido en tu vida, desde lo más pequeño e insignificante, y todo lo que logras cada día.
6. Sal de tu zona de confort. Que sí, que está muy visto, pero es que es verdad. ¡Ahí adentro es imposible que ganes confianza en ti! Si quieres hacer algo, pero no haces nada, cada vez te sentirás menos capaz.
Por eso necesitas atreverte a hacer cosas nuevas y ponerte pequeñísimos retos. Porque, aunque a veces te salgan mal, al menos te sentirás satisfecha de haberte movido.
Y así es como, poco a poco, volverás a creer que puedes y que eres capaz.
…
¿Identificas esta creencia en ti? ¿En qué sientes tú que no puedes o que no eres capaz? Si quieres puedes compartirlo conmigo en los comentarios aquí debajo.
Hola Vanessa, hoy sí que me sentí tocada con tu post, muchas gracias por la información!
Me atreveré a hacer cambios!!
Saludos,
Cecilia
Me siento identificada, me culpaba por ser incapaz de moverme a otra ciudad, por trabajo luego de una mala experiencia que tuve de estarme moviendo cada vez que el proyecto terminaba.
Mi mamá me había enviado a casa de un familiar porque entonces aún me creo incapaz de vivir sola, creo que alguien debe cuidar de mí y eso se refleja en mis relaciones amorosas .
No me dio la seguridad de yo poder vivir sola, y las circunstancias no tuve empleo permanente así que cada vez que la empresa no tenía proyectos nos despachaba ahora me resisto a estarme moviendo, y veo la dificultad de lograr mi independencia, también sentía que alguien más debía cuidar de mi.
Lo que no es cierto, me he decepcionado por depositar mi seguridad en manos de un ángel o príncipe cuidador que no existe…
Muchas gracias! Que oportuno mensaje estoy agradecida…
Muchas gracias, Alma. Ese ángel cuidador sí existe, está dentro de ti, y es en ti misma en quien debes buscarlo para que siempre te acompañe, para que nunca más te abandones a ti misma.
Un abrazo,
Vanessa
Muchas gracias por compartir, Cecilia. ¡A por esos cambios!
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa
Soy una mega fans de tus post, siempre me llegan en el mejor momento, ¡te adoro!
Mil gracias, Seyram. Me emociono y me alegro muchísimo, de corazón :-).
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola Vanessa,
Muchas gracias por tus palabras: siempre hay que trabajar en una misma porque al fin y al cabo puedes llegar a ser tu propio fantasma.
De lo importante que es conocerse y trabajar en ello.
Gracias y mil gracias por el trabajo que haces.
Así es, Patri. Gracias a ti por compartirlo, me alegro de que te sirva.
Un abrazo,
Vanessa
Ésto me pego muy fuerte, justo en un momento de cambio.
Muchas gracias, Vanessa, por ser parte de la luz en mi camino.
Le tengo mucho cariño,
Bendiciones!♥️
Mil gracias, me alegro mucho de que lo que lees aquí ilumine tu camino :-).
Un abrazo,
Vanessa
Por un momento creí que el post es únicamente para mi jeje, me siento tan identificada. Reconozco limitarme a la hora de hacer algunas cosas o de proponerme objetivos (que realmente me gustaría cumplir) porque pienso que fallaré, que no vale la pena o que simplemente no se me da bien. Repetí primero de bachillerato y esa es una de las principales causas de la desconfianza que siento hacia mi misma a la hora de estudiar o hacer un examen. Siempre que intento algo al mínimo fallo lo dejo o simplemente me abstengo con obtener lo mínimo de algo ya que no soporto la desilusión. No me pongo expectativas muy altas ya que tengo miedo a no llegar a ellas y defraudarme.
Muchas gracias, Cristy. Entonces ya sabes qué es lo que está pasando, es muy bueno que lo hayas identificado. Ahora necesitas hacer un trabajo para recuperar esa confianza en ti y dejar de limitarte a ti misma por esas creencias.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa, estoy muy agradecida por este post. Soy bailarina. En un gran ámbito de la danza está lograr esa “perfección” y los muchos errores que cometemos los bailarines para lograrlo. También soy mamá de dos pequeños, a mis 26 años estoy en segundo año de la carrera.
Trato de recordar, ¿cuando empecé a sentir que no era capaz? cuando niña al bailar era que yo me sentía feliz, en mi lugar, en mi hogar. Ahora, danzar me hace sentir muy feliz también, pero tengo mis inseguridades. En esos años siempre sobresalía. Pero sí, fue cuando me vine a vivir a la capital y el colegio se puso más exigente, habían notas, malditas notas unas mejores que otras, la competencia, que mis padres se separaran, no saber hacer mis tareas y una competencia de gimnasia artística en la que todas mis amigas pasaron de nivel pero yo no porque estaba muy nerviosa.
En fin, este mundo individualista de competencia, de vigilancia y castigo, “el bien y el mal”, tantas limitantes y juicios nos hieren desde pequeñas, atentando contra nuestro auténtico florecimiento.
Quiero seguir siendo auténtica, pero realmente, no a medias tintas. Quiero atreverme a no ser perfecta, solo a ser yo. Soy muy humanista, entonces estoy en contra de muchas cosas, por las que necesito luchar a través de mi arte, no dejar que esas mismas cosas que no comparto me inseguricen. Estoy rodeada de injusticias. A veces prefiero callar a responder violentamente. Creo que en este caso a sido bueno practicar el silencio. Para poder reflexionar, entonces si alguien me dice algo que no me gusta, en lugar de enojarme o sentirme mal, decirle: “me dejaste sin palabras, aclaremos esto”.
Ahora estoy enfocada en florecer, pero al ser mamá tengo tan poco tiempo que procrastinar es lo menos que puedo hacer a veces jajajajaaja o poder dormir… Pero para tener más energía y hacer lo que vine a este mundo, debo ocupar esos pocos tiempos libres en mi cuerpo, estudiar, reflexiones y creaciones…
A veces me gana la ansiedad por querer verme brillar ahora, pero creo que hay un tiempo para cada flor. Tengo 26, tal vez a los 30, jejejejejeje, o ahora mismo mejor, valorarme por lo que ya soy, eso se me olvida muchas veces en las que no me atrevo a ser… solo confiaré en mi…
Muchas gracias por compartir tu historia. Sí, una profesión como la danza es muy exigente y es normal que afloren tus inseguridades… Pero ahí está la clave, en valorarte por lo que ya eres y en abrazar a esa niña que dentro de ti tuvo miedo a no ser capaz o no ser suficiente. En recordarle cada día que es maravillosa tal y como es y que si confía en ella puede conseguirlo, pero que lo que vale es independiente de eso. Ya es una flor preciosa, díselo de mi parte.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanesa, que razón tienes en todo, es curioso cómo nosotros mismos nos saboteamos, yo pase de esforzarme un 200%, a dejar de hacerlo, porque no veía que todo ese esfuerzo tuviese recompensa, total, como nunca alcanzaba la perfección… y la perfección no existe, a día de hoy estoy consiguiendo poco a poco recuperar la confianza en mi misma y sentirme capaz, aunque a veces cueste salir de la zona de confort, hay que hacerlo…
Gracias por el post! Me ha hecho reconectar conmigo misma.
Hola Marta,
Qué bien, me alegro mucho de que el post te haya ayudado a reconectar contigo misma. La perfección existe ya dentro de ti, ya eres perfecta y no necesitas demostrárselo a nadie, recuerda…
Un abrazo grande,
Vanessa