¿Alguna vez te has sentido exigida por alguien?
Sí, la típica persona que siempre te pide más y más, que nunca está satisfecho con lo que haces y que nada le parece suficiente.
Es muy probable que sí, que hayas tenido unos padres exigentes, un jefe exigente o un profesor exigente.
¿Cómo te hacía sentir? Triste, frustrada, desmotivada, enfadada, insegura, tonta, con miedo a fallar…
Sea como sea, seguro que no te hacía sentir nada agradable.
Pues así es como, ahora, te haces sentir a ti misma cuando te exiges demasiado.
Ahora eres tú quien te hace sentir triste, insegura, frustrada, desmotivada… ¡Con tu maldita exigencia!
Siempre mirando a tus carencias, a tus errores, a todo lo que deberías hacer y no haces, a todo lo que deberías ser y no eres…
¿Te suena? ¿Quieres saber cómo dejar de ser tan exigente contigo misma?
A menudo, en una primera sesión de Coaching, escucho cosas como “no me gusta nada de mí”, “tendría que ser capaz de hacer mucho más” o “todo lo hago mal”.
¡Madre mía! ¿Cómo puede alguien ser tan duro consigo mismo? Porque ya te digo yo que seguro que hay muchas cosas buenas en ti y que seguro que tienes muchos motivos de los que sentirte orgullosa.
Pero con tanta exigencia, ¡no los puedes ver!
En el post anterior te conté cómo son las personas demasiado exigentes consigo mismas y por qué ser así es tan dañino para su bienestar.
Y en éste quiero contarte cómo salir de ese castigo que te impones cada día con tu manera de tratarte.
Sea quien sea de quien hayas aprendido a tratarte así de mal, o aunque un día tratarte así te sirviera para algo (por ejemplo, para obtener el reconocimiento de los demás), ya es hora de que dejes de hacerte tanto daño.
Ya es hora de que aprendas a quererte, a tratarte bien, a darte permiso para hacer lo que te apetece, a disfrutar de la vida y a premiarte por ello.
¿Te apuntas? Pues empezamos.
Doce claves para acabar con la autoexigencia.
1.Toma conciencia.
No puedes cambiar algo de lo que no eres consciente, así que lo primero para dejar de ser tan exigente contigo misma es que te des cuenta de que lo eres.
Por eso al final del último post te propuse observar tu dialogo interno durante una semana para darte cuenta de si estabas siendo demasiado crítica y exigente contigo misma.
Si estás aquí supongo que sí lo eres, así que sigamos…
2.Observa cómo te hace sentir eso que te dices.
Y date cuenta de que eres tú quien se está haciendo sentir así. De que ese malestar, ¡te lo provocas tú!
Cuando una persona se escucha a sí misma y se da cuenta del daño que se hace con cómo se está tratando, es como que una luz se encendiera delante de ella. Como si de repente se hiciera la dueña de su bienestar.
Esa toma de conciencia es lo que te permitirá cultivar el amor a ti misma y empezar a tratarte con cariño.
3.Acepta lo que sientes, ¡porque tienes derecho a sentirlo!
Si sientes envidia, miedo, odio, rabia, tristeza o lo que sea… ¡está bien! ¡No pasa nada! Todas las emociones están ahí para algo, todas son igual de sanas y de necesarias, ¡no las rechaces ni te rechaces a ti por sentirte así!
Por ejemplo, un día, después de una discusión con mi pareja, empecé a sentirme insegura y al momento empecé a criticarme y a juzgarme por sentirme así. Hacía mucho que no me hablaba así de mal a mí misma y me sentí fatal. ¿Solución? Dejar de exigirme sentirme segura, aceptar lo que estaba sintiendo y ser compasiva conmigo.
Porque, y esto es de cajón, si alguien se siente inseguro, ¿cómo va a dejar de sentirse así si no es capaz de comprenderse?
Así que, lo que sea que sientas, deja de juzgarlo, deja de juzgarte por sentir eso, deja de repetirte que no deberías sentirte así y aprende a ser compasiva contigo misma. Porque solo así podrás empezar a sentirte bien.
Por ejemplo, si estás agotada, ¿cómo vas a descansar si no dejas de exigirte más y más?
O si estás desmotivada, ¿cómo vas a motivarte desde la exigencia?
O si tienes miedo, ¿cómo vas a superarlo si no eres capaz de tratarte con amor?
De verdad que no te mereces tratarte así, ¡nadie se lo merece!
Y hasta que no lo entiendas y empieces a tratarte con amor y compasión, como tratarías a alguien a quien quieres mucho, no vas a sentirte bien.
4.Comprende qué hay detrás de tanta exigencia.
¿Qué necesidad pretendes satisfacer exigiéndote tanto? Tal vez sea para conseguir la admiración de los demás, tal vez para sentirte válida, tal vez para tener una falsa sensación de autoestima, tal vez para no decepcionarles…
¿Y qué creencias te llevan a exigirte así? Por ejemplo, “tengo que ser la mejor”, “tengo que dar el máximo”, “tengo que hacer lo que se espera de mí”, “tengo que hacerlo lo mejor que pueda”, “debería ser más xx”.
Reconoce tus creencias limitantes y decide por cuáles quieres cambiarlas. Por ejemplo, “me merezco disfrutar”, “elijo lo que me hace sentir bien”, “tengo derecho a hacer lo que me haga feliz”, “me merezco hacer lo que me apetezca”, “soy estupenda como soy”.
En cuanto cambies la creencia sobre la que se sostiene tu autoexigencia, cambiará tu manera de tratarte. Ipso facto.
5.¡Déjate en paz de una vez! ¡Déjate vivir!
¿Ves cuando le dices a alguien “déjame en paz”? Pues eso mismo, ¡pero tú contigo!
Deja de castigarte tanto, de ser tan dura y exigente, de ser tan estricta y de machacarte tanto.
Empieza a hablarte con todo el cariño del mundo, aunque al principio te parezca forzado. Imagínate que se lo estás diciendo a alguien a quien quieres mucho y que sabes que se merece lo mejor.
Es decir, si quieres quererte, empieza por hablarte como si ya te quisieras.
Y si de repente te das cuenta de que tu parte exigente ha vuelto a coger las riendas, ¡te pones seria y le dices que te deje en paz! Como lo harías, espero, con cualquiera que te lleve tiempo tocando las narices ;-).
6.Convéncete de que te lo mereces.
¿Por qué será que somos mucho más duros con nosotros mismos de lo que lo somos con los demás? Por ejemplo, hay quien se exige saberlo todo y saber de todo, pero no piensa nada malo porque otra persona no sepa algo o no sepa de algo.
¿Por qué no nos tratamos igual que a los demás? ¿Será porque no nos sentimos igual de merecedores?
Bueno, pues sí, esto bien alto te lo digo yo: ¡TE MERECES LO MISMO QUE LOS DEMÁS! ¡TE MERECES LO MEJOR! ¡TE MERECES QUERERTE Y DISFRUTARTE COMO ERES!
Lee despacito y toma conciencia de todo lo que te mereces: te mereces decir que no si no te sientes bien con algo, te mereces priorizarte y pensar en ti, te mereces hacer lo que te apetezca en cada momento, te mereces hacerlo a tu ritmo y te mereces disfrutarlo (y muchas cosas más que ahora no vienen a cuento).
7.Escúchate y reconoce lo que quieres, lo que deseas y lo que necesitas.
Y si no encaja con lo que crees que debería ser, ¡da lo mismo! Valida lo que quieres y lo que deseas por el simple hecho de que es tuyo, de que es tu deseo y tienes derecho a satisfacerlo.
Si no quieres hacer deporte, si no te apetece ir a esas comidas tan aburridas, si no tienes ganas de hacer ese examen para ascender en tu trabajo, si no te apetece arreglarte tanto como las otras mamás del cole…, ¿qué tiene esto de malo?
¿Qué crees que resuelves con exigirte hacer algo que no te apetece, porque crees que deberías hacerlo? ¿No sería mucho más sencillo aceptar y reconocer tu necesidad, para que después puedas responder en base a ella?
8.Date permiso para ser como eres, ¡aunque no seas perfecta!
¿Cómo dejar de ser tan exigente contigo misma si no te das permiso para ser como DE VERDAD eres?
Permiso para ser tú, como te de la gana, y para dejar de querer ser la mejor, de hacerlo todo muy bien y de impresionar a todo el mundo. ¡No necesitas nada de eso para sentirte bien!
Que estamos aquí para ser felices, no para ser superinteligentes, ni megaextrovertidos ni hipertalentosos.
De verdad que creo que cada persona debería vivir como si hoy fuera el último día de su vida. ¡Cuánto cambiarían las cosas! Estoy segura de que entonces priorizaríamos lo importante y nos dejaríamos de tantas exigencias y tantas chorradas.
Que por supuesto que hay obligaciones y hay cosas que nos toca hacer cada día aunque no nos apetezca. Pero eso también puedes aprender a hacerlo sin exigirte. Animándote, tratándote bien, relajándote y dejándote fluir en cada cosa. ¡Hasta donde llegues!
9.Diferencia cuándo es momento de exigirte más y cuándo no.
No creo que la exigencia, tal y como la hemos aprendido, sea buena nunca. No creo que sea bueno estar siempre pensando en lo que te falta, pidiéndote más y más y diciéndote una y otra vez “esto podría hacerlo mejor”.
Pero es cierto que cuando tenemos confianza en nosotros mismos y estamos de buen humor nos apetece ponernos retos que nos hagan superarnos. ¡Es como que te sale solo! Y ahí sí, ahí sí merece la pena que te exijas. O, mejor dicho, que te comprometas.
Es decir, si las cosas te van bien y te sientes bien sí es momento de pedirte y comprometerte a dar un poco más, en lo que sea.
Pero si no te sientes bien, si las cosas no están siendo fáciles para ti o si te falta confianza en ti NO es momento de ponértelo más difícil. Al revés, es momento de ponértelo fácil. Tan fácil como seas capaz, ¡facilísimo!, mientras resuelves eso que te pasa, aprendes a sentirte bien y recuperas la confianza en ti.
10.Esfuérzate cada día por priorizar tu propia Voz Interior.
Esa voz compasiva, amorosa y disfrutona que, estoy segura, todos tenemos deseando salir en nuestro interior.
El problema es que hay muchas personas que la han sepultado para dejar paso a todas esas voces, la mayoría aprendidas, que les dicen que las cosas se hacen así, que lo correcto es asá, que lo que está bien es esto y que aquello está fatal…
Personas que jamás se han preguntado lo que de verdad piensan, sienten o quieren sobre algo, como si su propia voz quedara anulada una y otra vez por la de todos los demás.
Pues que sepas que tu auténtica voz interior tiene sus propios criterios sobre lo que está bien y lo que está mal, lo que es correcto o incorrecto, lo que es justo o injusto, moral e inmoral. Y no le importa ir a contracorriente, ¡porque se siente segura, auténtica, grande y poderosa!
Por ejemplo, tal vez tu voz interior te anime a ser compasiva contigo en momentos en los que hasta ahora creías que tenías que ser firme.
O te puede animar a poner límites en momentos en los que antes habías aprendido a callarte.
O a reconocer lo que vales en momentos en los que te habían enseñado a ser humilde.
Ella conoce tus valores, lo que de verdad es importante para ti…
Y cuando la estés escuchando lo sabrás porque sentirás una especie de liberación y de paz interior que no habías sentido antes.
11.Date permiso para disfrutar.
Nos han enseñado a hablarnos con reproches, como si tuviéramos que castigarnos por lo que no hacemos “perfecto” según nuestros parámetros. ¿Qué es perfecto? No es lo mismo para ti o para mí. De hecho, cada uno elige donde pone el listón.
Además de que lo perfecto aburre, ¡de que la perfección no te va a hacer feliz!
Lo que te hará feliz es aprender a ser flexible, a dejar a un lado las normas y los “debería” y a disfrutar todo lo que puedas de cada instante de tu vida.
Y lo que te hará sentirte bien es hablarte y tratarte con toda la compasión y el amor del mundo. ¡Tanto como seas capaz!
Date permiso para elegir tus normas, para ser flexible, para hablarte con cariño, para ser compasiva, para tomar una decisión sin que tenga que ser la mejor, para comprenderte, para hacer lo que en este momento te apetece, para priorizarte y pensar en ti, para decir que no, para hacer lo que te haga sentir bien, para equivocarte y dejarlo estar, para disfrutar de cada cosa que hagas, para valorar lo bueno, para hacerlo y disfrutarlo tantas veces como quieras…
Para creerte y recordarte que lo estás haciendo bien, que todo va a ir bien y que puedes confiar en ti.
En resumen, ¡date permiso para sentirte bien!
12.Dales permiso a los demás.
Para lo mismo, para que disfruten, para que hagan lo que les haga sentir bien, para que sean flexibles y compasivos consigo mismos…
Porque el que se exige a sí mismo también suele exigir a los demás. Tal vez no siempre o no con la misma dureza, pero de alguna manera acaba haciéndolo.
Tres ideas para poner en práctica ahora mismo
De verdad que nunca, nunca, nunca, vas a ser demasiado permisiva contigo. Te lo garantizo. Y también te garantizo que cuanto más lo seas mejor te sentirás, más ganas tendrás de hacer cosas, más te querrás y más feliz serás.
Así que, aquí y ahora, decide por qué palabra quieres cambiar la exigencia. Elige una palabra que te guíe y que te sirva de faro en este nuevo camino… Por ejemplo, disfrute, flexibilidad, ilusión, fluir…
Después aprende a cuidarte y a disfrutar. ¿Cómo? Póntelo fácil. Muy fácil. Tan fácil como puedas, en todo lo que puedas. Ten siempre un plan B, date permiso para no hacerlo bien y no condiciones el que te salga algo a lo que tú vales o lo que mereces. ¡No tiene nada que ver!
Y, por último, aprende a disfrutar de la vida. Recuerda que ya te lo mereces, que no necesitas hacer nada para ganarte ese derecho, que ya te mereces divertirte y ser feliz por el simple hecho de existir. ¡Y diviértete!
…
¿Qué me dices? ¿Te gustaría disfrutar más de tu vida? ¿De qué área especialmente? Me encantará que me lo cuentes en los comentarios aquí debajo.
Increíble. Me dejas sin aliento. Necesito interiorizarlo todo, del punto 1 al 12. Cuanta energía y sufrimiento esteril. Mil gracias.
Qué bien, Penélope. Disfrútalo mucho :-).
Un abrazo,
Vanessa
Amé!!! Lo leí en el momento justo, gracias! 💖
¡Genial! Me alegro mucho.
Un abrazo,
Vanessa
Me encantó!! Qué buena forma de explicar para qué estamos en esta vida!!!
Gracias!!!!
Me alegro mucho de que te haya gustado :-).
Un abrazo,
Vanessa
Hola, soy Mercedes, muchas gracias, ya lo he leído 2 veces. Mi psiquiatra me dijo el martes que era muy exigente conmigo misma, pues algunas veces no puedo dormir o me despierto a las 4 1/2 h de la mañana y ya no cojo el sueño, pues hace tres años que he empezado a aprender a tocar la guitarra, a veces estoy muy motivada por las mañanas, pero llega la noche y me pasa factura mi exigencia. Hasta ahora no sabia que era exigente y te he leído varias veces y no paro de llorar, quiero cambiar, por todo, por mi salud, por mi felicidad, por mi tranquilidad. Y si no aprendo contigo, tendré que hacer un curso para poder resolver esto, que tanto me angustia ahora.
Un abrazo y gracias
Mercedes
Hola Mercedes,
Me alegro de que lo que has leído te haya servido. La super exigencia es una de las principales causas de malestar de las mujeres con las que trabajo, y algo completamente contario a una autoestima sana. Por eso es tan importante que lo cambies, porque siendo muy exigente contigo es imposible que te sientas bien. Y así es normal que te pase eso de despertarte y no volver a coger el sueño.
Escribo mucho sobre la autoexigencia y cómo dejar de serlo contigo misma. Puedes apuntarte a la newsletter aquí, y además los primeros días te llegarán una serie de emails más específicos para que leas sobre el tema de la autoexigencia y cómo tratarte a ti misma con cariño y respeto.
Y si decides hacer un curso para trabajarlo, el infalible para que dejes de ser tan exigente contigo misma y aprendas a quererte bien es éste.
Ya me contarás tus avances :-).
Un abrazo,
Vanessa
Gracias, lo he recibido en el momento exacto.
Qué bien, Natalia, me alegro mucho.
Un abrazo,
Vanessa
Ayyyyy… No sé cómo lo haces, pero después de una semana de altibajos, este post me ha venido requetebién 😃
Muchas gracias!! 🤗🤗
¡Cómo me alegro! :-).
Besos y sonrisas,
Vanessa
Gracias Vanessa, por explicarlo tan bien. Qué buena y qué generosa eres ayudándonos. Eres un regalo…
Qué ganas de grabarme esto en mi cabeza, y escribirlo para que no se me olvide 🙂
Creo que la exigencia es el origen de la mayoría de mi malestar, y si sanamos en el origen todo fluirá, seguro.
Muchas gracias, Mónica. Sí, la exigencia es el origen de muchos malestares… Relee el post tantas veces como lo necesites, y disfruta dejándote en paz :-).
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola, gracias por este magnifico post, es cierto que nos deberíamos de dar más permiso a nosotras mismas para disfrutar y también nos tendríamos que permitir ser imperfectas, porque después de todo es en la imperfección donde se encuentra la magia y es una forma de que nos relajemos.
Exacto, Ana. No necesitamos ser perfectos para ser felices, necesitamos ser felices para ser perfectos. Cuando te das cuenta de eso, se abren multitud de posibilidades ante ti. Ahí está la magia :-).
Un abrazo,
Vanessa
Gracias Vanessa por este estupendo post; mucho de estos puntos es verme a mi misma; y es verdad que exigirse mucho al final no conduce a nada; pensamos mas en el qué dirán, dejamos pasar el presente; voy a fortalecerme más en darme permiso y ver que a la única que importa es a mi misma.
Qué bien, Nelly. Celebro tu decisión, disfruta mucho de ese darte permiso.
Un abrazo grande,
Vanessa
Me encantó!!! A ponerlo en práctica ! 💚
Muchas gracias :-).
Un abrazo,
Vanessa
Exclente post. Autoexigirse es completamente fatal en estos tiempos. Uno puede comprometerse con algun objetivo, pero autoexigirse solo nos lleva a estrés, ansiedad y preocupación. Debemos aceptarnos tal como somos, ser benévolos consigo mismo; y en vez de preocuparnos por lo que no tenemos o sabemos, debemos enorgullecernos de lo que sabemos, somos y hasta donde hemos llegado; darnos una palmadita y felicitarnos por lo que hemos logrado hasta ahora; y ahora por el bien de nuestra salud, relajarnos un poco y disfrutar de lo hasta ahora conseguido. Saludos
Muchas gracias, Carlos. Se nota que lo tienes muy interiorizado, me alegro. Comparto lo que dices, en el blog encontrarás muchos post sobre este tema si es que te interesa.
Un abrazo,
Vanessa