¿Alguna vez te has parado a pensar que muchas de las cosas que haces estropean tus relaciones personales, ya sea con tu pareja, con un amigo o con alguien de tu familia?
Lo cierto es que todos hacemos cosas que dificultan que nos llevemos bien con los demás y no nos damos ni cuenta. Les echamos la culpa a ellos, pero muchos de los problemas que tenemos en nuestras relaciones personales son la consecuencia de nuestra manera de pensar y comportarnos.
¿A que no lo habías pensado así? ¿A que normalmente cuando tu relación con alguien no fluye o no consigues llevarte bien, piensas que el problema lo tiene el otro?
Pues no te adelantes. Porque seguro que tú también te identificas con alguno de estos doce errores:
1.Los juicios. Etiquetamos a los demás cuando no encajan en nuestros valores o en nuestra forma de hacer las cosas. Pensamos que las cosas están bien o mal porque las comparamos con cómo las haríamos nosotros. “Es que es un egoísta” o “es que pasa de todo” son maneras de juzgar a alguien cuando no encaja en lo que nosotros creemos que debería ser.
Por ejemplo, si mi pareja necesita más atención o palabras bonitas que yo le tacharé de exigente o de empalagoso. En cambio, si soy yo quien necesita más atención y palabras bonitas que mi pareja, seguramente le juzgue como alguien frío y distante.
Es decir, queremos que el otro se comporte como nosotros lo haríamos y le tachamos de incorrecto si no es así. Pensamos que la causa de todo está en el otro.
Solución: deja de calificar las cosas y a las personas como buenas o malas. Si alguien no te está dando lo que necesitas prueba a pedírselo. Explícale con honestidad y sin juicios lo que te gustaría, centrándote en comportamientos concretos. Por ejemplo, “me gustaría mucho que me dieras un beso antes de irte a dormir”. Sin juzgar y sin etiquetar.
2.La rigidez mental. Relacionado con lo anterior, nos pensamos que las cosas sólo se pueden hacer de una forma. Obviamente, la nuestra.
Nos falta flexibilidad para escuchar a los demás, ponernos en su lugar y entender que su manera de hacer las cosas puede ser tan correcta como la nuestra. Simplemente es la suya.
Solución: Date cuenta de que no hay sólo un camino y de que la mirada de embudo no sirve ni en la vida ni en las relaciones. Es mucho más útil tener una mirada de abanico que nos permita ver las miles de posibilidades que tenemos delante ante cualquier situación.
3.Las comparaciones. Ya he comentado muchas veces que compararnos con los demás, en el aspecto que sea, nos hunde y nos brinda una imagen errónea de nosotros mismos. En una sana autoestima no cabe la comparación con otros, sino la superación personal de uno mismo.
Y lo mismo pasa cuando comparamos a los demás con terceras personas. “La pareja de María es mucho más cariñosa que tú”, o “fíjate en tu amigo Lucas, lo responsable y estudioso que es”.
Comentarios como éste hacen que la persona que los recibe se sienta inferior e incapaz de cumplir con lo que le pedimos.
Solución: es mucho más efectivo decirle a esa persona lo que nos gustaría que hiciera, pero sin compararla con nadie. Por ejemplo, “me gustaría mucho verte estudiar dos horas por las tardes”.
4.Querer cambiar a esa persona. Querer a alguien no es quererle como a mí me gustaría que fuera, sino como es. Cuando nos empeñamos en cambiar alguien lo único que conseguimos es que esa persona se resista. En cambio si le aceptamos como es y probamos a comprenderle tenemos muchas más posibilidades de que esa persona se de cuenta de en qué medida podría mejorar nuestra relación y de que cambie, si así lo desea.
Además de que forzando a alguien a cambiar tal vez consigamos que esa persona sea como nosotros queremos que sea, pero no será un cambio auténtico, sino basado en el miedo, la culpa y la necesidad de satisfacernos. Y eso. tarde o temprano. generará en él rencor porque no le estamos dejando ser como es.
Solución: Las personas no cambian a no ser que lo elijan ellas mismas. Así que lo útil es mirar dentro de ti, de lo que tú necesitas. Bien sea para resolverlo y satisfacer tú mismo esa necesidad, o bien sea para transmitírsela al otro. Recuerda que nadie es tu esclavo ni tiene que hacer algo porque tú se lo pidas, lo mismo que tú tampoco eres esclavo de nadie.
5.Echarle la culpa al otro. De cómo nos sentimos o de lo que hacemos. Por ejemplo, “me haces sentir culpable cuando me hablas así” o “siempre que vamos de viaje tengo que conducir yo”.
No, ni los demás te pueden hacer sentir de una forma que tú no quieres ni nadie puede hacer que hagas algo con lo que no estás de acuerdo.
Todos y cada uno de nosotros elegimos en cada momento cómo sentirnos (es la consecuencia de lo que hemos pensado sobre eso que nos está pasando… así que, si quieres sentirte de otra forma, cambia lo que estás pensando).
Y también elegimos lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Nadie nos obliga a ir a trabajar, a comer los domingos con nuestra suegra o a recoger la mesa. Cada uno elige lo que hace, y siempre tiene algún motivo. Por ejemplo, en el caso del trabajo puede ser tener un sueldo y en el de la suegra podría ser tener una buena relación.
Solución: asume, con tu lenguaje, la responsabilidad de tus sentimientos y de tus actos. Porque los estás eligiendo en cada momento, incluso cuando crees que no eliges nada.
6.El rencor. Nos cuesta mucho pasar página y mirar hacia adelante. Entramos en círculos de venganza y de que “si tú me haces esto a mí, yo te hago esto a ti”. Y no, en las relaciones personales el ojo por ojo no funciona.
Por ejemplo, como me decía un día una Coachee hablando de alguien a quien quería mucho pero con quien estaba todo el día a la gresca, “como sé que le fastidia que le diga esto delante de todos pues se lo digo delante de todos. Y si le da vergüenza mejor”.
Solución: comprende a esa persona, acepta que se haya podido comportar así y, si de verdad quieres arreglar lo que te ha pasado con ella, deja de comportarte con rencor y sé capaz de perdonar como te gustaría que te perdonaran a ti.
7.Las exigencias. En vez de pedirles a los demás lo que necesitamos, tendemos a exigirles. Y no sólo lo hace un jefe o una madre, sino que también lo hacemos con nuestras parejas, nuestros amigos y nuestra familia.
Cualquier “tienes que” o “deberías” van en esa línea de exigencia. Y eso sólo sirve para que el otro se sienta mal por no cumplir. Incluso, aunque cambie por evitar el conflicto, no será un cambio auténtico.
Además de que cuanto más les exijas a los demás, más te exigirás a ti. Si les culpas a ellos cuando fallan, también te culparás a ti. Y ya te habrás dado cuenta de que tratarte así no sirve de nada… Y de que para aceptarte a ti, incondicionalmente, también tienes que aceptar a los demás y comprender que todos seguimos siendo igual de valiosos incluso cuando nos equivocamos.
Solución: Si quieres que alguien haga algo sugiérele lo que te gustaría que hiciera y acepta su decisión. Por ejemplo, “me gustaría que nos turnáramos para conducir porque me cansa mucho”.
8.Malinterpretar. Qué poco nos ayuda eso de “piensa mal y acertarás”… Tendemos a pensar que sabemos por qué el otro ha hecho algo y, por supuesto, que lo ha hecho con mala intención. Pero no. Cada uno hace las cosas basado en sus propias motivaciones, en sus miedos y en sus inseguridades, y eso tiene mucho más que ver con ellos que con nosotros.
Por ejemplo, recuerdo a una Coachee que estaba comenzando una relación con un chico y me decía “me dijo que la próxima semana buscaría un hueco para vernos y me pareció curioso que lo pensara con tanto tiempo de antelación, cuando hay personas que te dicen de quedar de un día para otro. Me pareció que estaba pasando y le respondí que si se sentía obligado a quedar conmigo que no había problema. Y ya no me volvió a contestar”. Es un caso muy claro de presuponer o malinterpretar lo que el otro hace o dice. Y ya ves que muchas veces, sin darte cuenta de ello, puedes atraer lo que estás pensando…
Solución: Ponte en el mejor de los casos. Si sale bien estupendo, y si no al menos no será porque tú lo hayas atraído. Y, sobre todo, ¡pregunta! Pregúntale al otro para aclarar lo que está pasando en vez de dar por hecho lo que pasa.
9.Ver solo las rayas negras. Cuando nos formamos una imagen de alguien tendemos a ver sólo lo que encaja en esa imagen. Y, aunque todos somos cebras con rayas negras y blancas, si queremos ver las rayas negras de alguien eso será lo único que veremos.
Solución: aprende a mirar más allá de las apariencias, a dejar a un lado las expectativas y a ver lo bueno que hay en esa persona. Cuando acostumbras la vista a ver las rayas blancas dejas de ver las otras y eres mucho más capaz de ver lo bueno de los que te rodean, aunque también haya cosas que no te gustan.
10.Desconfiar. Cuando alguien nos ha jugado una mala pasada nos ponemos a la defensiva por miedo a que la siguiente persona que llegue a nuestra vida nos haga lo mismo. Y así es como nos comportamos con desconfianza y atraemos que a la vez esa nueva persona perciba que no confiamos en ella… Y otra vez la profecía autocumplida.
Solución: desconfiar te impide sentir, compartir y disfrutar de las relaciones. Sólo desde la confianza, en ti y en los demás, podrá surgir el verdadero amor y la verdadera amistad.
11.Ver las cosas desde tu punto de vista. Eso de “tener la razón” es uno de los grandes enemigos de nuestras relaciones. Y nos pasa cada vez que nos empeñamos en ver las cosas solamente desde nuestro punto de vista. Creemos que ese es el único posible, pero no.
Porque la razón absoluta no existe, porque nadie la tiene, porque cada uno vive las cosas desde sus experiencias y aprendizajes… ¿O acaso alguna vez te has encontrado a alguien que te contara un conflicto diciendo que la razón la tenía el otro? ¿A que no? ¿Será entonces que siempre te encuentras con la persona que tiene la razón? No, es que si sólo vemos las cosas desde nuestro punto de vista siempre tendremos la razón.
Solución: Aprende a ver las cosas desde el punto de vista del otro. Imagínate que tienes que defender su postura y criticar la tuya. ¿Cómo lo harías? ¿Qué dirías para comprenderle?
12.Ser quien no eres. Deja de cambiar para que otros te quieran, deja de seguir sus consejos para evitar hacerte responsable de tu vida y deja de ser como crees que los demás esperan que seas.
Solución: La autenticidad es una de las cosas que más valoramos en las personas y una de las más difíciles de aparentar. Si no eres auténtica los demás lo notarán, lo mismo que tú percibes cuando alguien aparenta ser quien no es.
Y ahora obsérvate para darte cuenta de cuáles de estos doce errores estás cometiendo en tus relaciones personales. Tomar conciencia de ello es el primer paso para cambiarlo, así que vas por buen camino ;-). Después te tocará buscar maneras de llevarte mejor con esa persona, pero de eso ya te hablé aquí…
Y si quieres puedes compartir conmigo, en los comentarios aquí debajo, con cuál de estos doce errores te identificas más.
Hola Vanessa,
Mi problema tiene que ver más con mis exigencias.. que luego me llevan a los juicios.
¿Sabes? Luego de leer tu post escribí un wp a mi esposo, diciéndole “me gustaría que… me gustaría que… ” y desocupé mi lista!! La lista mental que estaba cargando a todas partes y que me daba tanto mal genio, por el inconformismo de que él no tuviera la iniciativa de hacer esas cosas. ¡Pero por Dios! Si no se lo había dicho y es muy probable que él ni siquiera se imaginara cómo me molestaba grr..
Lo más importante, es que mientras la hacía, me dí cuenta de que antes no estaba siendo concreta y que no estaba pidiendo sino exigiendo, juzgando y etiquetando.
Puede que lo que hice no funcione y que no pase nada… Pero mira, la tranquilidad que tengo ahora, el quitarme esa lista, ese pendiente, dejar de rumiar esa lista … ufff, ya lo valió.
Muchísimas gracias por cada post Vanessa, te mando un abrazo gigante.
SandraL
Qué bien Sandra, felicidades por ese gran paso que has dado con tu esposo, espero que no hayan sido muchos “me gustaría” de golpe :-). Y sí, tienes razón, muchas veces damos por hecho que los demás saben lo que necesitamos. Y no, no lo pueden saber si no se lo decimos, de forma concreta y sin exigencias.
Ahora refuérzale, reconócele y agradécele cada paso que dé :-).
Un abrazo gigante para ti también,
Vanessa
Hola Vanesa, el articulo de hoy me viene que ni pintado.
Casi desde el principio de nuestra relación comercial (es el inquilino de un local de mi madre y soy yo quien trata con él, de momento) hemos chocado. Es una cuestión de piel, pero también de otras cosas. Percibo su talante machista, me parece que va de “listo”, en más de una ocasión ha usado el recurso de “donde dije digo, digo Diego”. He intentado hacer las cuestiones de algunos cobros lo mas imparcial posible. Pero veo que le genero desconfianza y cuando le rebato alguna cosa sale con otro tema. En fin, que no es posible el entendimiento entre nosotros, nos enervamos mutuamente. He intentado ver algo detrás de su fachada pero no he sido capaz. Así las cosas le he pasado el relevo a mi hermana, creo que ahora mismo es la mejor solución y una gran suerte contar con ella (que es Elena).
Hay ocasiones que la solución de relacionarse con otra persona es alejarse, si eso es posible…
Muchas gracias por compartir tu historia, Rosa. Sí, hay veces en que alejarse es la mejor opción. De todas formas recuerda no dejarte llevar por los juicios a la hora de relacionarte con alguien ;-).
Y por supuesto, es una gran suerte contar con Elena.
Un abrazo muy fuerte,
Vanessa
Hola, yo soy la hermana soltera que vive con mamá aún. Y noto que los hermanos casados y cuñadas se relacionan cada vez más de forma esporádica y forzada, cosa que no entiendo pues de solteros y recién casados teníamos más relación. Ahora para ver a los sobrinos les tenemos que invitar o tengo que ir a verlos cuando puedo. Eso sí cuando lo necesitan esperan contar contigo, sino parece que hay tiranteces. Como si yo o mi madre no tuviésemos otra vida u elección. Cansa y duele esta forma de relaciones. Evitas discutir por los niños o generar incomodidades. Pero tampoco me apetece que las cosas sean tan absurdas y egoístas.
Muchas gracias, Mara. Por lo que cuentas, y en el caso de que aun no lo estés haciendo, estaría genial que trabajaras tu asertividad para saber expresar lo que quieres y lo que necesitas, defender tus derechos y poder decir que no de una forma asertiva (ni sumisa ni agresiva).
Muchas veces los demás no saben o no se paran a pensar cómo nos estamos pudiendo sentir con lo que ellos hacen. Y a veces, simplemente por hablarlo con ellos con humildad y respeto, el otro se da cuenta y cambia su comportamiento.
Besos y sonrisas,
Vanessa
Excelente post, como siempre!!!
Saludos Vanessa.
Muchas gracias, Laura :-).
Besos y sonrisas,
Vanessa
Hola Vanesa. Encantada de leer este post. Como siempre me vuelvo a ver identificada y creo que tendría que empezar a trabajar sobre todo en los diez primeros. ¿Por cuál de ellos empezaría para entender y hacer con más facilidad a los demás para llegar a tener una gran autoestima?
Muchos besos y de nuevo gracias
Hola Vanessa. Cometi los 12 errores con mi ex y conste que siempre me decía “asi como sos no se puede”. Creo que no lo queria entender y queria tener la razón porque siempre fui mas centrada y tranquila y él muy “alocado”… Después me empecé a dar cuenta que él no se sentía cómodo conmigo para ser él sin que yo lo presione. Supongo q fue el factor para que se aleje… La verdad no sé si se pueda reparar el error.
Hola Alexandra,
Felicidades por haberte dado cuenta y ser capaz de reconocer tus errores, no todo el mundo lo hace :-). Yo tampoco sé si se puede reparar el error con tu ex, tal vez podrías hablarlo con él, decirle de lo que te has dado cuenta y lo que estás dispuesta a cambiar…
Sea como sea, seguro que esto te sirve como un aprendizaje para saber cómo quieres ser de aquí en adelante. Eso es lo más importante, que aprendamos de nuestras experiencias :-).
Un abrazo,
Vanessa
Vanessa eres, simplemente, una crack!
Gracias,
Núria
¡Jajaja! Muchas gracias, Nuria :-).
Un abrazo,
Vanessa