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Tres juegos tóxicos en las parejas

Pareja abrazándose

¿Alguna vez has jugado a un juego tóxico dentro de una relación de pareja?

Me atrevería a decirte que sí, porque es bastante habitual.

Dado que no nos suelen enseñar a querernos a nosotros mismos de una forma sana, más difícil todavía querer de una forma sana a tu pareja…

¿Y qué es un juego tóxico? Pues ese en el que cada uno está haciendo un rol que es tóxico para sí mismo y también para la relación.

En este post voy a hablarte de tres juegos tóxicos, los tres que más observo en mis coachees cuando trabajamos su relación de pareja.

  • El huidizo y el perseguidor.
  • El salvador y el salvado.
  • El verdugo y la víctima.

Ojo que no son excluyentes entre ellos. Vamos, que dentro de una misma relación de pareja pueden estar dándose varios de estos juegos.

(Si quieres saber más sobre esto, en esta página puedes descargarte el ebook gratutito “Lo Que Necesitas Saber Cuando No Estás Bien con tu Pareja”).

Y por supuesto que tampoco se da que en una relación juegue sólo una persona. No, cuando en una relación se establece un juego tóxico es porque están jugando los dos. Porque si uno de los dos dejara de jugar, el juego se terminaría. Ya no habría juego, así que si lo hay es porque los dos están jugando.

Entonces, ¿qué pasa cuando hay un juego tóxico dentro de la pareja?

Pues algo común, sea cual sea ese juego, es que se establece una relación asimétrica. Es decir, una relación en la que uno ejerce poder sobre el otro (aunque a veces se intercambien esos papeles).

Yo controlo y tú eres controlado.

Yo decido y tú asumes mis decisiones.

Yo me anulo para que tú ganes.

Yo me hago pequeña para que tú te hagas grande.

Yo te trato mal y tú te dejas tratar mal.

Sea como sea, sea el juego que sea, uno está por encima del otro. Uno tiene el poder y el otro lo pierde.

¿Qué cómo lo pierde? Pues entregándole al otro la llave de su bienestar.

En el momento en el que en una relación mi bienestar depende de ti, de que tú cumplas con mis expectativas o satisfagas mis necesidades, estoy perdida, porque me he abandonado a mí misma.

Por supuesto, esto no es algo consciente. Quien está dentro de uno de estos juegos no es consciente de estar jugando, a no ser que le ponga luz y decida serlo.

Porque lo primero para salir de ahí, siempre, es desenmascarar el juego.

Así que, dicho esto, te cuento estos tres juegos tóxicos en las parejas, para que veas si te identificas con alguno.

El huidizo y la perseguidora

Es el clásico en el que conoces a alguien y, cuanto más te acercas a esa persona, más se aleja él.

Normalmente al principio él te persigue y tú eres la que no se decide. Y venga a insistir y a decirte mil cosas bonitas, hasta que un día empiezas a sentir algo, te acercas, y, ¡chas!, el otro se aleja. Y cuanto más se aleja, más vas tú detrás.

Hasta que un día abandonas y el otro vuelve. Entonces es cuando se intercambian los papeles y donde antes tú perseguías, ahora es él quien te vuelve a perseguir.

Y esto puede darse también en parejas que lleven un tiempo, pero que una de las dos partes sienta que la otra no se termina de comprometer y que no recibe lo que le gustaría. Y se esfuerza y se esfuerza por hacerlo perfecto, por ser perfecta, por adaptarse a las necesidades del otro y por dejarle su espacio, aunque ella necesite más.

“Es como que me olvido de mí y sólo pienso en adaptarme a él y en satisfacerle”, que me contaba hace poco una coachee.

Y precisamente ahí, en ese perseguir al otro “para que me quiera” es donde se produce el enganche. Porque cuando no hemos tenido un apego seguro en nuestra infancia, cuando no hemos sentido un amor incondicional y hemos aprendido a esforzarnos para que nos quieran, de adultos esto se repetirá en la relación de pareja.

Voy detrás de ti, me esfuerzo, te demuestro, me adapto y hago lo que haga falta para que te quedes, para que no me abandones.

Igual que aprendiste a hacerlo de pequeña. Porque cuando has recibido un apego inseguro esto es a lo que estás acostumbrada, a vivir desde el miedo al abandono y a no sentirte segura del amor de los demás. Y, aunque no te guste, ahí es donde te sientes cómoda porque eso es lo que conoces y lo que has aprendido.

Has aprendido a renunciar a ti misma para que te quieran. Y, si no lo haces, te sientes culpable, como si no estuvieras siendo suficiente para que esa relación funcione.

Has aprendido a complacer para que te quieran. A hacer y hacer para que el otro te de tu recompensa. A esforzarte por ser quien tú crees que tienes que ser para que el otro te vea. A jugar estrategias en plan “que no me vea demasiado interesada”, mientras tú sufres porque el otro no te está dando lo que necesitas.

Has aprendido que el amor es esa excitación de no saber si el otro va a estar ahí mañana, de no sentirte segura, de no confiar… Y el día que sí está, guaaaau, ¡subidón! Y el día que no, bajonazo y más enganche…

¿Qué por qué te enganchas más cuando el otro se aleja? Pues por lo mismo, por ese apego inseguro que hace que tu niña sigue esperando que le den lo que de pequeña no recibió, y porque crees que lo que tú vales depende de que el otro te quiera.

Así es como le estás entregando a él la llave de tu autoestima y tu bienestar.

Es decir, si entras en este juego es porque estas esperando que el otro te demuestre algo, por ejemplo, “si tú me quieres, yo soy valiosa”.

En cambio, si hubieras recibido un apego seguro en tu infancia y de verdad te valoraras a ti misma, te alejarías de quien un día sí te quiere y al otro no.

Y que no te quepa duda: dar con un perfil huidizo es una historia interminable, porque va a seguir jugando a ese juego todo el rato, y se alejará cada vez que tú te acerques. Así que, si esto te suena, sal corriendo y trabájate lo tuyo para que ya no te enganches a relaciones en las que tengas que perseguir o ser perseguida para sentirte querida.

En un amor sano ni hay sufrimiento ni nadie persigue a nadie.

Y, por favor, ni se te ocurra conectar con la compasión hacia el otro, que si “ay pobre que tiene miedo al compromiso” o que “le han hecho daño” o que yo qué sé qué…

Vuelve esa compasión hacia ti, que eres quien más la necesita, para que de verdad puedas darte el amor que te mereces.

La salvadora y el salvado

Otro juego clásico es el de salvadora y salvado, en el que la mujer, adivina adivinanza… suele jugar el papel de salvadora :-(.

Claro, si es lo que nos han enseñado desde pequeñas, a cuidar de los demás y encargarnos de que estén bien…

Así que tú cuidas y el otro se deja cuidar. Tú salvas y el otro se deja salvar. Tú das mucho y el otro se deja dar.

Por ejemplo, recuerdo a una coachee cuya pareja tenía una adicción con las drogas. Ella intentaba salvarle y él se dejaba ayudar, aunque a la hora de la verdad no cambiara nada. Y cuando él seguía sin cambiar, ella se sentía culpable si pensaba en irse. “Ay pobre, que mira qué mal lo está pasando, ¿cómo le voy a dejar así?”.

¿Ves el rol de salvadora? En una relación simétrica nadie tiene que salvar a nadie. Los dos vienen salvaditos de casa o, en todo caso, se salvan a sí mismos.

Otro ejemplo: una coachee cuya pareja se sentía inferior, era muy inseguro, muy introvertido y dudaba mucho de sí mismo. Mi coachee sentía que su pareja dependía mucho de ella, así que se esforzaba por transmitirle confianza en sí mismo.

¿Lo ves? Y venga a salvar al otro y a que el otro cambie por mí… Que si cambia le irá mejor, así que la responsable de salvarle soy yo, con mi amor y mis cuidados.

¿Te das cuenta? En cualquier caso en el que sientas que estás haciendo de madre de tu pareja, dando más que recibiendo, adaptándote y estando pendiente de lo que necesita, ayudándole para que salga de donde está, que es por su bien y que a ver si cambia para que le vaya mejor, estás jugando el rol de salvadora.

Y puede ser que el otro se coloque en la víctima, en que no puede por sí mismo y necesita que le salven. O puede ser que ni siquiera te lo haya pedido. Pero, sea como sea, quien ha de hacerse responsable de cambiar es él.

Porque, como en cualquier relación en la que no hay un equilibrio, al final siempre se va a generar un malestar. Y llegará un punto en el que tú te cansarás y te enfadarás o te pondrás triste, porque estás dando más de lo que recibes y haciéndote responsable de lo que no es tuyo.

Así que, si esto te suena, empieza a pensar dónde aprendiste a querer así. Cómo aprendiste a recibir amor y dónde aprendiste que para que te quisieran tenías que cuidar y que salvar al otro. Porque si desde muy pequeña tuviste que encargarte de alguien, o si aprendiste a ser buena con los demás y a estar muy pendiente de ellos y siempre disponible, para sentirte necesitada y por lo tanto querida, eso será lo que hagas en tus relaciones de pareja.

Además, cuando esperas ser tú quien salve al otro, en el fondo también esperas que el otro te salve a ti. Y esto sucede incluso cuando no tienes pareja, que estás esperando a que llegue alguien que te salve y te haga feliz.

“Oh, qué bien, ¡has llegado para salvarme!”.

“Eres lo que siempre había esperado, siempre he soñado con alguien como tú”.

“Contigo mi vida va a ser completamente diferente”.

Y así es como, cuando tú no te sientes suficiente por ti misma y necesitas que venga alguien que te salve y te complete, entrarás en la prisa por conocer a alguien y tendrás muchas probabilidades de caer en una relación tóxica, porque estarás esperando que el otro satisfaga tus expectativas y te de algo que sólo puedes completar dentro de ti.

Ahí, de nuevo, has puesto la responsabilidad de tu bienestar en manos del otro, de que te salve.

En cambio, en una relación sana nadie viene a salvar a nadie y cada uno se hace responsable de sus necesidades, desde el adulto que es.

Así que deja de dar y de cuidar para que te quieran y deja de perderte a ti misma para salvar al otro, y empieza a cuidar de ti y a darte todo eso que hasta ahora les dabas a los demás.

La víctima y el verdugo

En este juego la víctima es la que vive desde la impotencia, la queja, el “pobrecita de mí que no he hecho nada para merecer esto” y el “no puedo hacer nada para que esto cambie”.

Y el verdugo es quien echa la culpa al otro, le señala los defectos, le castiga y le dice que “el problema lo tienes tú”.

Es decir, yo me quejo y tú me echas la culpa a mí.

Y lo más habitual es que estos papeles se intercambien. Que un día estés en la víctima y al día siguiente seas el verdugo y el otro haya pasado a ser la víctima.

Por ejemplo, puede ser que un día me queje de que no has hecho algo que te pedí y de que no valoras todo lo que me esfuerzo, y tú me respondas que la culpa es mía porque blablabla. Ahí yo estoy en la víctima y tú en el verdugo.

Pero tal vez al día siguiente intercambiemos los papeles y yo esté muy enfadada y te culpe a ti de que no haces esto y no eres aquello, y que cómo puedes ser así y que como puedes hacerme esto. Ahora yo estoy en el verdugo.

¿Lo ves?

Este juego, muchas veces, también tiene que ver con lo que has presenciado en tu infancia, con el tipo de relación que tenían tus padres y si también jugaban a la víctima y el verdugo.

Y, como en todos los juegos, suele haber mucho de necesidad de control, de manipulación, consciente o inconsciente, y de pretender que el otro se sienta de determinada manera para conseguir que me de lo que necesito.

Es el típico caso de “mira lo que haces, que es que tú no me escuchas, que es que yo te he pedido esto cien veces, que es que tú siempre te quejas de lo mismo, que parece que te gusta discutir, que es que tú no me haces caso, que es que tú no me prestas atención, y es que, y es que…”.

Son parejas que viven en ese círculo vicioso de quejas y culpas en el que la responsabilidad de mi malestar (y, por lo tanto, de mi bienestar) la tiene el otro. Como que si el otro no cambia yo no puedo estar bien.

Es decir, en vez de hacerme responsable de lo que estoy eligiendo, le echo la culpa al otro por ser como es. Hoy soy verdugo y mañana soy víctima, pero en ningún caso me hago responsable.

Me quejo y me quejo esperando que el otro cambie, pero yo no hago nada. Porque hacerlo implicaría tomar decisiones. Decir “vale, no estoy bien aquí, me voy”.

O poner un límite, cambiar yo, hacerme responsable de mí, y que pase lo que sea.

Porque, recuerda, en cualquier relación sana cada uno es responsable de sí mismo, de sus conductas, de sus decisiones y de su vida.

Tú no eres responsable de nadie y nadie tiene que serlo de ti.

Cada uno es responsable de su bienestar y de ser la persona que necesite ser para construir la relación que desee tener.

¿Qué me dices? ¿Te has sentido identificada con alguno de estos juegos tóxicos? Si es así me encantará que lo compartas conmigo en los comentarios aquí debajo.

Y si estás en una relación tóxica y quieres que te ayude a salir de ahí, puedes rellenar este formulario para tener una sesión de valoración conmigo.

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Acerca de Vanessa Carreño

Trabajo con mujeres que se sienten inseguras, no se valoran ni tienen confianza en sí mismas, le dan muchas vueltas a la cabeza y se preocupan mucho por lo que piensen los demás.

Con mis programas de Autoestima, Relaciones Personales y Dependencia Emocional consiguen ganar confianza en sí mismas y sentirse seguras y capaces de alcanzar sus objetivos. Aprenden a valorarse, se atreven a ser ellas mismas y empiezan a disfrutar de su vida y de sus relaciones.

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24 comentarios

24 comentarios
  1. Susana 21/01/2021

    Hola Vanesa

    Me siento muy identificada con lo que dices sí, acabo de salir de una relación tóxica con una persona que me sube al cielo, me hace sentir genial y luego me ignora. Tengo que trabajarme esto porque elijo mal a mis parejas, yo soy una persona muy positiva y no sé porque siempre me fijo en personas inseguras y vampiras. Me gustaría cambiar esto y quitarme esta sensación de soledad que tengo cuando no tengo pareja. Gracias

    Responder
    • Nancy 22/01/2021

      Hola, Vanesa, así es sin lugar a dudas yo creo que caigo en el papel de víctima, tal vez así me acostumbré a ser…, no lo sé, pero siento que el control de mi vida no lo tengo yo y eso es muy devastador, como que los demás me pueden regañar, decirme de cosas y pienso como si ellos tuvieran ese poder sobre mi y casi no me veo a mí tomando el control de mi vida, así es a los demás los veo como verdugos. Es un sentimiento de impotencia que no me gusta absolutamente. Así crecí sintiéndome muy desvalorizada, inferior.

      Responder
      • Vanessa Carreño Andrés 24/01/2021

        Hola Nancy,
        Es importante que comprendas de dónde viene eso, dónde aprendiste a actuar para los demás, dónde les diste a los demás ese poder, desde cuándo sientes que te pueden regañar y que tú no tienes el control sobre tu vida… Ten por seguro que es un patrón aprendido, que no pertenece a ti y que puedes cambiarlo y empezar a sentirte valiosa.
        Un abrazo,
        Vanessa

        Responder
      • Inma 01/02/2021

        ¿Y si te digo que he tenido todas? Con mi marido era la del verdugo, al separarme conocí un chico y era su salvadora, 6meses duré, no aguantaba más. Y el último, hace nada, el del huidizo, él huye yo lo busco, y así estamos 😭

        Responder
        • Vanessa Carreño Andrés 03/02/2021

          Hola Inma,
          Muchas personas hemos pasado por todas, está bien, no pasa nada. Y ahora que lo ves está en ti el poder para cambiarlo, si no lo hubieras visto no habría mucho que hacer :-).
          Un abrazo,
          Vanessa

          Responder
      • Liliana 21/02/2021

        Hola Vanesa. Me encuentro en todos esos pasos. Soy una mujer muy fuerte pero la soledad me hace enganchar de una persona y no puedo soltarla. Tuve una relación muy tóxica y después de eso encontré a un chico que está jugando conmigo.

        Responder
        • Vanessa Carreño Andrés 23/02/2021

          Hola Liliana,
          Muy bien, te estás dando cuenta de lo que te pasa y eso ya es un paso muy importante. Te animaría a que trabajes la autoestima y el amor a ti misma, para que puedas sentirte bien contigo y que el miedo a la soledad deje de ser un obstáculo para soltar a alguien que no te hace bien.
          Un abrazo,
          Vanessa

          Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 22/01/2021

      Hola Susana,
      Ahí está la clave, en por qué eliges a determinadas personas, en qué es eso que hace que te fijes en ellas… Cuando comprendas eso podrás soltar lo que ya no te sirve y aprender a elegir a alguien que de verdad encaje con lo que tú quieres para ti. En el blog encontrarás muchos post que te servirán para trabajar esto.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  2. Lucía 21/01/2021

    Hola Vanessa,

    Solo comento para decirte que me encanta el trabajo que haces y me pareces buenísima en ello.
    Hay muchas personas transmitiendo este mismo mensaje, pero siempre me da la sensación de que tú lo explicas mucho mejor, das en el blanco de manera concisa y fácil de entender.
    Sigue con todo esto porque, de verdad, marcas la diferencia.

    Un abrazo y feliz día.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 22/01/2021

      Hola Lucía,
      Mil gracias por tus palabras, me ha emocionado leerte y me alegro mucho de que lo sientas así.
      Un abrazo grande,
      Vanessa

      Responder
  3. Armind 21/01/2021

    Vanessa, querida, buen dia, mira en Bs As 9.13 hs am te cuento que de casualudad he leído este correo. He terminado anteayer uma relación que gracias a un malentendido pudo desenmascarar la verdadera escencia de la persona que estaba hace 10 meses insistiendo en tener una relacion de amor y hasta casamiento, insistente conmigo, controlador, con una frase cada vez que nos diferenciabamos en algo o se referia a una situación en que involucraba una actitud femenina decia y “mujeres”, como sentenciando pero sin mostrarse.
    Agresivo aunque si lo provocaba con preguntas el respondía con las cosas que le habian pasado, que tuvo tres parejas infieles. Mira es diabetico y se hace el yin yan, controladito y perfecto, sonrisita y amor, ahora me di cuenta que vive de una puesta en escena de un cazador, como un lobo. Te escribo esto porque me alegro mucho de leer tu mail, bendiciones. Army.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 22/01/2021

      Qué bien, Army. Me alegro mucho de que hayas dejado atrás a esa persona y de que leer este email te haya servido para reafirmarte. Felicidades por ello y muchas gracias por compartirlo.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  4. Alma 21/01/2021

    Hola, Vanessa. Bien dicen que no ha casualidades, ya que esto llegó en el momento justo y lo explicas de una manera que al leerlo podía verme en uno de los perfiles. Hay una persona que me gusta desde hace tiempo y al principio todo iba bien pero conforme pasó el tiempo comenzó el juego del huidizo. Los últimos días me he cuestionado sobre esta relación y estaba llegando ya a la conclusión de salir de ahí, porque como bien dices, cuando yo muestro desinterés, él regresa a llamarme o a escribirme; y cuando vuelvo a buscarlo, vuelve a huir. Anoche le comenté cómo me sentía al respecto y me respondió que no tenía sentido que me enojara por cómo es porque es así. Acabé por decepcionarme porque sé que no quiero a alguien así a mi lado. No puedo negar que me dolió pero también fue la gota que derramó el vaso.
    Con lo que acabo de leer, sé que tomaré la mejor decisión. Gracias.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 22/01/2021

      Hola Alma,
      Sí, este perfil suele justificarse diciendo que es así y haciéndote sentir culpable por no aceptarle como es. Te has dado cuenta a tiempo, siéntete orgullosa de ello y pon los medios necesarios para alejarte de esa persona.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  5. Laura 22/01/2021

    Hola Vanessa,
    Muchas gracias por tu artículo.
    Muy interesante porque me he visto reflejada en todos los papeles que has definido… lo que demuestra que el trabajo debo hacerlo yo para poder tener relaciones sanas… pero es impresionante porque son roles que identificaba yo en mis parejas, pero he acabado replicándolos al final, lo que me ha hecho replantearme muchas cosas… el proceso es frustrante y duro, debo reconocer.
    Un abrazo

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 24/01/2021

      Muchas gracias por compartir, Laura. En realidad es un proceso que comienza y termina en ti, conociéndote, comprendiendo de dónde viene y qué hace que te pase eso y conectando con el amor a ti misma que te permita poder identificar esos patrones en cuanto aparecen y elegir a personas con las que sí que puedas tener una relación sana.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  6. Mariona 23/01/2021

    Perseguido y perseguidor, me suena muchísimo. Y lo peor de todo, cuando dices basta, se ofenden y no sabes más de ellos, si dar ninguna explicación. Salgo de una relación así y pese a preguntarme por qué lo alargué tanto, me voy “perdonando” a mi misma.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 24/01/2021

      Hola Mariona,
      A ti es a la primera que necesitas perdonar, porque lo has hecho lo mejor que has sabido y que has podido en cada momento… Ahora se trata de trabajarte el amor a ti misma y de aprender de esa historia para que no te vuelva a pasar lo mismo.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  7. Ivanka Dimitrova 03/02/2021

    No es casualidad que acabamos chocando con la misma “piedra ” varias veces, repetimos patrones.
    Mas que enamorarnos, resonamos.
    .
    Nuestra pareja es un increíble maestro y espejo de lo que tenemos que sanar.
    Eso no es tarea fácil, pero una vez que te des cuenta de ello habrás dado el primer paso hacia tu sanación y bienestar… suerte.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 08/02/2021

      Muchas gracias, Ivanka. Yo también lo creo así, que la pareja es una gran escuela de sanación…
      Me ha encantado lo de que “más que enamorarnos, resonamos” :-).
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  8. Nagore 08/02/2021

    Uau… me he quedado muda… estoy en una relación tóxica, y aunque ya lo sabía, después de leerte se me ha helado la sangre…
    Ahora mismo quiero dejar la relación, se que no quiero ésto, se que tengo que sanar mis propias heridas, ya no tengo rencor o reproches hacia él. De hecho aún siento que le quiero muchísimo y esto me provoca mucho miedo de irme, dejarle y arrepentirme. La verdad es que me he sentido reflejada en los 3 juegos, él ahora a vuelto a drogarse y su madre está enferma recién salida del hostipal… pero no puedo sostener nada ya, quiero salir de ahí porque quedarme es machacarme de por qué no me voyy!!!!! Si puedes lanzar un consejo cuando se está en mi situación te lo agradecería… ❤️

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 09/02/2021

      Hola Nagore,
      Pues te diría dos cosas: la primera es que salgas de ahí lo antes posible. Sola o con ayuda (yo también necesité ayuda en su momento y ahora ayudo a otras personas a salir de este tipo de relaciones. Está bien, no pasa nada por pedir ayuda, lo importante es que salgas sea como sea), porque cuanto más tiempo pase más cuesta después salir.
      Y lo segundo es que una vez que salgas hagas un trabajo para comprender qué te enganchó en esa relación y para aprender a quererte. Es importante esto para que no te vuelva a pasar lo mismo.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  9. Sonja 14/05/2021

    Hola Vanessa,
    Muchas gracias por este post, una vez más has dado en el clavo.
    Me he sentido identificada con el patrón huidizo/perseguidora. Me interesé mucho en una persona pero cuando intentaba un acercamiento emocional se alejaba, luego me alejaba yo y él se acercaba, terminé enganchada, casi le entregué la llave de mi bienestar emocional. Ahora soy consciente de lo sucedido y estoy trabajando en sanar mis heridas.
    Tengo una inquietud, dices que el origen de estas actitudes puede estar en carencias de la infancia. En mi caso crecí en un ambiente feliz y fui una niña querida. ¿De dónde salen entonces estas inseguridades?
    Un fuerte abrazo y muchas gracias!

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 18/05/2021

      Hola Sonja,
      En la mayoría de los casos esto tiene que ver con haber vivido un apego inseguro en la infancia, cuando de niños no sentimos el amor como algo incondicional o hay alguna carencia en la que necesitamos protección y no la recibimos. Esto puede haberse dado en cualquier edad, también siendo bebé. Muchas veces el engancharnos con una persona huidiza tiene que ver con esto, pero también a veces por no tener una autoestima asentada o por no tener un concepto sano de la pareja o por no confiar en lo que sentimos…
      Ese perfil de “hoy te quiero y mañana no” es el que más engancha, por la incertidumbre de no saber qué va a pasar la próxima vez y por entrar en la necesitad de que vuelva a ser ese día “en que sí me quiera”. Igual que con una máquina tragaperras en la que no sabes cuándo te va a tocar premio, y justo eso es lo que engancha.
      A veces hace falta hacer un proceso para comprender, pero desde luego creo que lo más importante es hacerlo para aprender y que no te vuelva a pasar lo mismo.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder

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