¿Has tenido alguna pareja de las de “una de cal y otra de arena”?
¿Qué un día es el hombre encantador e ideal del que te enamoraste y al siguiente se convierte en alguien odiable a quien sientes que no conoces de nada?
¿Alguna vez te has enganchado a alguien así?
Pues en este post quiero contarte cómo es este perfil, al que todavía no quiero poner nombre, y, sobre todo, cómo es el proceso por el que te quedas enganchada a una persona así.
Al principio es la relación ideal
Una relación de este tipo suele empezar con lo que se llama el bombardeo de amor. Consiste en que cuando empezáis todo es maravilloso de la muerte. Todo son palabras bonitas, besos, detalles, atención, regalos, halagos, estar súper pendiente de ti, cuidarte, mimarte, siempre atento a lo que tú quieres y a lo que tú necesitas… Es decir, un todo por ti y todo para ti.
Y entonces tú te crees que la persona es así. Como nadie nos ha explicado que la fase de enamoramiento no cuenta a la hora de conocer a alguien, te crees que estás conociendo a la persona como es.
Pero no, en esa primera fase las personas, en general, y unas más que otras, damos nuestra mejor versión. Por ejemplo, si no te apetece hacer algo porque estás cansada, como todavía no tienes confianza, tal vez no lo dices. O si lo dices la otra persona se lo toma bien porque también te está dando su mejor cara.
Y si hay algo del otro que no te gusta, en esa fase ni lo ves. Si algo no encaja con lo que tú quieres en una pareja, la obnubilación del enamoramiento lo esconde, no te permite verlo y, lo poco que ves, lo justificas y le restas importancia.
Así que se suma que esa persona parece ideal de la muerte a que cada uno de los dos está dando su mejor cara y a que la química que se genera en el cerebro cuando estás recién enamorada no te deja ver a la persona como es. Y, con todo ese pack, tú te sientes de maravilla.
Claro, cuando una persona es todo halagos, cariño y atenciones, es normal que te sientas de maravilla. Esto no quiere decir que tengas una mala autoestima. Puede que sí, y que te sientas así de bien porque esa persona está cubriendo una falta tuya de amor. Que te está dando lo que tú no te das y que está cubriendo las carencias de lo que otros no le dieron a tu niña. Porque, cuando de niña no te has sentido querida, aprobada ni reconocida, y de adulta tienes un concepto negativo de ti, en cuanto aparece alguien que te dice cuatro cosas bonitas, te quedas prendada. Y esa es la parte del problema que tiene que ver contigo, que idealizas a alguien porque te está haciendo sentir como tú no te haces sentir a ti misma.
Pero también puede ser que tu autoestima sea buena y que te puedas quedar enganchada con un perfil así porque confíes en esa persona y nunca antes hayas conocido a alguien igual. Claro, ¡es que a todos nos gusta que nos quieran y nos digan cosas bonitas! Otro tema es que te sigas quedando ahí cuando el título de la película cambia y donde todo era amor pasa a haber cada vez más cal y menos arena, hasta que un día casi todo es sufrimiento.
(Si ya estás en ese punto de más cal que arena, te ayudará mucho leer mi ebook de regalo Lo Que Necesitas Saber cuando No Estás Bien con tu Pareja. Lo tienes gratis AQUÍ).
Cuando todo cambia y empiezas a confundirte
La siguiente fase no llega de un día para otro, sino que es tan sutil y progresiva que tú casi no te das ni cuenta. Esa persona empieza a cambiar poco a poco: primero un enfado sin importancia, después que parece que está menos pendiente de ti, después una mala palabra, otro día que le molesta algo que nunca le había molestado… Todo ello salpicado todavía con momentos de bombardeo de amor en los que vuelves a ver a la persona que conociste.
Pero, poco a poco, cada vez hay menos cosas bonitas y más que te generan malestar. Que te habla mal, que cada vez te escribe menos, que te pega un grito sin venir a cuento, que ya no te dice de hacer cosas juntos, que ya no se interesa por ti, que discutís por tonterías, que cada vez se enfada por más cosas y estalla más fácilmente, que sientes que no te respeta, que te rechaza o que no tiene en cuenta tus sentimientos, que cada vez piensa más en lo que él quiere y en lo que él necesita… Y así es como se desmonta la película, poco a poco la persona se va dejando ver más como es y tú cada vez entiendes menos qué es lo que está pasando.
No entiendes por qué ya no te da todo eso que antes te daba ni es todo maravilloso de la muerte, pero te agarras a que todavía sigue habiendo pequeños momentos de bombardeo de amor.
Por ejemplo, donde antes si decías que estabas cansada te abrazaba y te daba unos mimos, ahora en cuanto lo dices se pone a la defensiva, te culpa, te critica o te dice que contigo no se puede hacer nada.
O donde antes te daba cien abrazos al día sin que pidieras ninguno, ahora le pides uno y te dice que no, que “es que ahora no me apetece darte un abrazo”.
Claro, ahora ya no está haciendo ningún papel ni tiene que aparentar nada, como al principio. Porque un perfil como éste del que te estoy hablando es muy egocéntrico, y lo ha sido desde el principio, solo que entonces no se dejaba ver así.
Es en esta segunda fase cuando se desmonta el maltrato y cuando empieza el juego del “una de cal y otra de arena”, donde la arena es el refuerzo positivo que estaba tan presente al principio y la cal es el refuerzo negativo que, a medida que pasa el tiempo, va apareciendo cada vez más.
Y precisamente eso es lo que más malestar te genera y a la vez lo que más te engancha. Porque ese “hoy sí y mañana no” hace que no sepas qué pensar y que cada vez estés más confundida. Porque no lo entiendes y no sabes lo que está pasando ni cuál de los dos es el real. Pero, como hasta ahora recibías tanto y te sentías tan bien con ello, sabes que esa persona puede hacerte sentir así y te esfuerzas por volver a recibir aquello. Quieres volver a tener ese refuerzo positivo que tenias antes.
Y aquí, justo aquí, es donde la persona que tiene una baja autoestima se queda atrapada. Este es el momento en que lo que antes era sano se convierte en un enganche. Porque la persona que se quiere y se valora, no depende del otro para sentirse bien ni permite que alguien le haga daño. Así que en una situación como ésta, a la primera o a la segunda que no se siente bien, se va.
En cambio, la persona con carencias y falta de amor a sí misma se engancha a ese refuerzo intermitente, un día positivo y otro negativo, y a esa necesidad de que el otro vuelva a ser como era antes. Es como que necesita que el otro le vuelva a dar su dosis para poder sentirse bien.
Y así es como cada vez vas estando más enganchada y más confundida… Por un lado están todos esos hechos con lo que no te sientes querida, ni respetada, ni valorada, ni importante ni nada. Pero por el otro están todas esas palabras bonitas que tú te quieres creer.
Que perdona, que fue sin querer, que tú eres todo para mí, que no puedo estar sin ti, que eres lo mejor que me ha pasado en la vida…
Justificaciones, disculpas, arrepentimientos, victimismos, dar pena, regalos, cariño, detalles, ternura, amabilidad y mil perdones, que hacen que vuelvas a caer otra vez más. Tanto que llega un momento en que el simple hecho de que esté normal y no te trate mal ya actúa como un refuerzo positivo en ti. Incluso normalizas la conducta del otro y te cuentas que “es que es así”.
Le quieres entender y le quieres creer y que vuelva a ser como al principio, como tú te has creído que es. Y te esfuerzas por que vuelva a ser así, porque te has tragado que eso depende de ti. Pero, por más que haces, vuelven los momentos de castigo. Y cada vez son más y duran más, mientras que los momentos de premio duran menos. Y tú te vuelves medio loca, o loca entera, porque no entiendes nada.
No entiendes qué pasa porque todavía piensas que la persona real es aquella a la que conociste, y estás empeñada en que vuelva a ser así. Porque todavía no eres capaz de mirar atrás y recordar que, incluso en la etapa de enamoramiento ya hubo episodios a los que en ese momento no diste importancia pero que ahora, si lo piensas, encajan con la persona en la que se está convirtiendo.
Así es como te has quedado enganchada
Este es el proceso por el que una persona se queda enganchada a un perfil con rasgos narcisistas (ese es el nombre que no quise poner al principio). Que, por cierto, ni es alguien que siempre te trata mal, porque si lo fuera sería mucho más fácil irse (de hecho muchas veces te trata como a una princesa y mejor de lo que nunca te ha tratado nadie), ni todos se dan cuenta de cómo es (al revés, de puertas para afuera suele dar una imagen de persona maravillosa y encantadora).
Como te decía, así es el proceso por el que el otro, consciente o inconscientemente, te mantiene atada a él.
Como él alterna los momentos de amor con los momentos de desgaste, te enganchas a esa sensación de que en cualquier momento puede volver la luna de miel. Pero, como no sabes cuándo va a haber premio o cuándo castigo, te vuelves loca en esa espera.
Como no hay coherencia en el comportamiento del otro, tú te vuelves loca porque necesitas entender. Y aquí un peligro habitual es que asocies su conducta contigo, pensando que es culpa tuya, y necesitando que cambie y vuelva a darte el refuerzo positivo para quedarte tranquila y saber que no hay nada malo en ti.
Y otro peligro es que te creas que lo que te genera malestar es que el otro no te de tu premio, sin darte cuenta de que es ese ciclo de una de cal y otra de arena lo que te está volviendo loca…
Que si tú estuvieras con una pareja sana con la que siempre recibieras un refuerzo positivo, vivirías tranquila y no estarías pendiente de eso. Pero cuando los refuerzos pasan a ser intermitentes el enganche hace que sólo puedas pensar en conseguir otra dosis de refuerzo positivo. ¡Justo esa incertidumbre es lo que hace que te enganches!
Y, cuando vuelve a tocarte premio, el subidón es más grande cada vez. Pero el bajón, cuando toca castigo, también es más grande cada vez.
Y empiezas a obsesionarte, a rayarte, a sentirte insegura (lógico y normal, ¿o crees que alguien puede sentirse segura con un perfil así?), a preocuparte, a montarte películas…
Y el otro aprovecha esa inseguridad porque también juega a hacerte dudar de ti: que si eres tú que siempre estás igual, que siempre te estás quejando, que yo ya no puedo más, que es que esto no me había pasado con nadie, que eres demasiado sensible, que era una broma y mira cómo te pones, que olvídalo ya, que tú tienes un problema, que yo nunca dije eso, que te lo estás inventando, que te imaginas las cosas…
Es como que te reta para ver dónde está tu umbral de aguante y va subiendo el grado de lo que te va diciendo, hasta que tú explotas y te culpa a ti de haberte puesto así (ojo, ya te conté en otro post que en una relación de maltrato no importa si tu reacción fue exagerada o no, y que lo más importante es que siempre escuches y legitimes cómo te estás sintiendo, porque, en cuanto tú dudas de ti, le estás dando al otro lo que él quiere).
Y así es como, aunque parezca increíble, cada vez te sientes más unida a esa persona. Como si con cada bronca y cada reconciliación se fortaleciera el vínculo, por esa sensación de todo lo que estáis viviendo y superando juntos y de que lo que tienes con esa persona es tan intenso que nada podría igualarlo… Y así es como cada vez estás más desgastada y cada vez tienes menos fuerzas. Pero, a pesar de ello, cada día que pasa estás más volcada en la relación y más obsesionada con que vuelva a ser como antes. Sin saber que, con un perfil así, ya nunca volverá a ser como antes. Con alguien así, no.
Cómo te sientes después del abuso
Esto que he querido contarte de la forma más sencilla que he sido capaz tiene un nombre: se llama ciclo del abuso.
Y cuando estás metida dentro cuesta mucho darse cuenta (ya te he contado más veces que he pasado por dos relaciones así, y hasta la segunda no me di cuenta de lo que en realidad me estaba pasando).
Cuesta mucho aceptar que a veces el otro disfruta de esos momentos de premio y de castigo porque te vuelve loca y ve que cada vez dependes más de él. Cuesta mucho aceptar que alguien que crees que te quiere, en realidad no lo hace. Cuesta mucho aceptar que no hay dos caras, sino una sola, y es la que menos te gusta…
“He perdido la cuenta de cuantas veces ha pasado esto. Me dice que va a cambiar pero seguimos igual”, que me decía una coachee después de más de un año sufriendo en esa relación.
Por eso, por todo eso que cuesta tanto aceptar, quieres cambiar tú. Para que no tener que abandonar y no tener que rendirte. Así que te callas y cedes porque tienes miedo a como vaya a reaccionar si dices algo, a que se enfade o volváis a tener una bronca y se acabe esa pseudotranquilidad con la que ya hasta te conformas.
Cuesta mucho porque hay una parte de ti que sigue queriendo comprender, entender, ponerse en el lugar del otro, y que hace que cada vez estés más confundida.
“Por un lado me alivia pensar en separarme y por el otro empiezo a pensar que ojalá me llame, que a ver si vuelve”, que me decía otra coachee como un ejemplo muy bueno de esas dos partes que están enfrentadas dentro de ti: la que no puede más y la que se sigue resistiendo a soltar.
Y no es solo que tú no seas capaz de irte. Es que muchas veces es el otro quien no te deja ir. Quien vuelve con su bombardeo de amor en pleno apogeo cada vez que siente la amenaza de perderte. Pero tampoco ahí importa si él va o viene, lo importante es si tú le dejas. Porque una persona no puede jugar si la otra no juega. En realidad, desde el primer día que hubo un refuerzo negativo fue así, que el otro solo podía jugar con quien entraba en el juego…
Por eso es tan importante que una y otra vez vuelvas a ti y que te preguntes si tú tratarías así a alguien a quien quieres. ¿Le darías rosas un día y espinas y escupitajos al siguiente? ¿Qué le dirías a tu mejor amiga si te contara que alguien la está tratando así? ¿Querrías para ella a alguien que un día la trate muy bien y al otro la trate como a una mierda?
Espero de corazón que, si te has sentido identificada, este post te haya servido para empezar a contarte una nueva película sobre lo que te está pasando.
…
¿Qué me dices? Si te apetece compartir tu experiencia conmigo en los comentarios aquí debajo, me encantará leerte y responderte.
gracias
Muy bien explicado.
Muchas gracias :-).
A ti 🙂
Uff, según iba leyendo, la ansiedad x lo conocido empezaba a despertar.
Gracias x describir paso a paso mi desastrosa relación, que casi me hizo perder el norte.
2 años de pandemia, me ayudaron a librarme de mi abusador. Era mi jefe, con el que mantenía ” una relación”
Un abrazo
Gracias a ti por compartir, Gema. Me alegro de que hayas salido de ahí y de que estés aprendiendo lo necesario para no volver a repetir.
Un abrazo,
Vanessa
¿Y cuando “tu narcisista” no es tu pareja sino una amiga que ni siquiera es consciente de su narcisismo?
Gracias por este post. Me he sentido muy identificada, he vivido una relacion de este tipo por 4 años! Es una locura pensar en todo el tiempo que se me fue y siendo tan joven, pues la empece a los 19 años. La verdad la senti como un infierno porque ademas de volverme loca con su “un dia si y al otro no” siempre creia que cuando volvia a buscarme era por que “se dio cuenta de que en verdad me queria”, jajaja. Fue muy tormentoso ya que siempre me hizo sentir insuficiente, siempre me hacia criticas, bromas pesadas, me dejaba para salir con otras chicas y si no le funcionaba volvia a mí con la excusa de que con otras chicas se aburria y conmigo no. Cosa muy curiosa ya que al tiempo volvia a decirme que yo lo aburria y no sentia nada por mi, vaya. Como si mi autoestima fuera un juego para él. Terminamos la relacion a inicios de este año, siguió buscandome hasta hace 5 meses de forma intermitente con la excusa de ser amigos o que simplemente podiamos tener contacto y hablar de nuestras vidas, yo la verdad sentia cada vez más la necesidad de dejarlo y fui consciente de que esto no me aportaba nada, ya me sentia estancada hasta que logré dejárselo claro y a él, con una actitud de persona ofendida, le toco aceptar mi decision.
Admito que ahora me siento muy bien, pero me da mucho temor involucrarme nuevamente con alguien, ya que siento que le pareceré aburrida a esa persona, ya que mi ex era de lo que más se quejo o “le funciono” como insulto hasta el ultimo momento.
Hace unos dias por casualidades de la vida, me he dado cuenta que tiene una relacion nueva, más formal y con una chica 7-8 años mayor que él. Pues él tiene 25 años. El caso es que aunque no me duele, me causa curiosidad que conmigo nunca quiso involucrarse en un 100 %, de manera formal, como su prioridad, ademas de lo malo y cruel que fue conmigo. Ahora se le ve muy feliz. En fin en el fondo no le deseo el mal y supongo que lo que siento es normal, de todas formas estoy tranquila conmigo, he trabajado demasiado en mi, aun lo sigo haciendo y eso es lo importante.
Muchas gracias por tus post.
Te mando una abrazo Vanessa! Saludos desde Colombia
Hola Isabella,
Para cerrar por completo una historia así hace falta hacer un trabajo que te ayude a comprender qué ha hecho que cayeras ahí. En una relación de ese tipo tu autoestima se va haciendo cada vez más pequeña, y también hace falta fortalecerla. Sin eso, sin haber aprendido a valorarte y sin saber en qué momento te tendrías que haber ido, es normal que tengas miedo a no ser suficiente para la próxima persona a la que conozcas. Por eso te animaría a que hicieras ese trabajo de amor a ti misma, que también te servirá para acabar de cerrar lo que tienes pendiente con esa persona.
Un abrazo,
Vanessa
Hola María,
En realidad es lo mismo. Y la pregunta que has de hacerte, en mi opinión, es qué hace que sigas manteniendo a esa persona como amiga.
Un abrazo,
Vanessa
Brutal el post.
Gracias
Me alegro de que te haya gustado, gracias a ti por compartirlo.
Un abrazo,
Vanessa
Hola. ¿Que tal?
He vivido una relación así. Tal cual la explicas en el post. La relación duró dos años y desde hace 8 meses no lo veo. Pero seguíamos hablando por guasap. Desde hace una semana lo he bloqueado en el guasap (como él hacía durante nuestra relación cuando le daba la gana).
Es una lucha diaria. Pero considero que una persona asi no vale ni para amigo. Me siento más a gusto. Sin leer sus tonterías. Siempre escribiéndome. Muy pesado. Ahora es mi momento. Eso sí. Me ha costado y aún me sigue costando.
Gracias por los post.
Un abrazo
Hola Antia,
Y te costará todavía durante un tiempo. Si sólo hace una semana que no tienes contacto con esa persona, sólo hace una semana que has empezado tu proceso de desintoxicación. Justo ahora es cuando más necesitas tener presente por qué no quieres a esa persona en tu vida.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa, pues justo me encuentro en una relación asi, llevamos casi 5 años y aunque yo soy la que me voy cuando estoy al límite y sé que no puedo ni debo aguantar más, el siempre acaba viniendo a buscarme. Con el tiempo cada vez tarda más en venir y, claro, en ese momento yo lo echo tanto de menos que vuelvo con él, y así llevamos como 20 o 30 veces pero necesito acabar con esto. ¿Cómo lo hago??? Necesito ayuda urgente.
Hola Mónica,
Cuando hay un enganche, como lo que cuento en el post y lo que cuentas tú, casi siempre es necesario hacer un proceso para fortalecer tu autoestima, abrir los ojos, comprender qué te está manteniendo en esa relación y conectar con la dignidad y el amor a ti misma. Sin eso, en mi opinión, es muy difícil salir.
Si quieres que trabajemos juntas para que salgas de esa relación y aprendas lo necesario para no volver a caer en una similar, puedes rellenar este formulario y estaré encantada de ayudarte.
Un abrazo,
Vanessa
Qué bien contado! Fui víctima de un narcisista y ocurrió y sentí justamente así.
Un gran abrazo
Muchas gracias, Susana. Es fácil contarlo bien cuando lo has vivido y acompañas a personas que también lo han vivido a salir de ahí :-).
Un abrazo,
Vanessa
De verdad que te leo y me dejas grandes enseñanzas. Gracias por tus aportes, cuántas personas necesitan en el dia a dia una palabra que puede cambiar el rumbo de cada situacion vivida… gracias.
Qué bien, Juliana. Me alegro mucho de que te sirva lo que escribo, mil gracias por compartirlo.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanesa, me encantó lo q publicó, la felicito por ayudarnos a darnos cuenta de sacar la venda de los ojos… mil gracias.
Muchas gracias por decirme, me alegro mucho de que te haya servido :-).
Un abrazo,
Vanessa