Sí, ¿cuántas conversaciones tienes pendientes en tu vida?
Me refiero a que te haya pasado algo con alguien, algo que te ha molestado, algo que no entiendes por qué lo hizo, algo que quedó sin aclarar… Y no lo hayas llegado a hablar.
¿Cuántas de esas situaciones has dejado sin cerrar? Me atrevería a apostar que todos tenemos alguna conversación pendiente por ahí…
Es algo en lo que llevo tiempo pensando, porque últimamente estoy muy en confrontar y decirle al otro cómo me estoy sintiendo. Y cuanto más lo observo en mí, en mis coachees y en las personas que me rodean, más me doy cuenta de que el 90% de las dificultades en nuestras relaciones tienen que ver con no estarle comunicando al otro lo que nos pasa o con no hacerlo de una forma sana.
Es decir, o bien nos callamos, tragamos y seguimos adelante aunque nos haya molestado algo…
… O bien lo decimos de malas maneras, incluso sin darnos cuenta de ello.
Ni te imaginas la cantidad de veces que, en una sesión, alguien me cuenta un problema que está teniendo con otra persona y me dice que se lo ha expresado al otro con buenas palabras. Y cuando le pido que me diga cómo se lo ha dicho se da cuenta de que ella no se sentiría nada bien si alguien le dijera eso mismo. ¡Pensamos que estamos siendo asertivas y nada más lejos de la verdad!
Me refiero a que se lo decimos con expresiones tipo “siempre haces lo mismo”, “nunca te preocupas por mí”, “es que a ti todo te da igual”, “eres una egoísta” o “deberías ser más respetuoso”.
¿Cómo reaccionarías tú si alguien te dice algo así? ¿Te sentaría bien? Lo dudo mucho. Más bien creo que te sentirías atacada y juzgada.
En cambio, esperamos que los demás se sientan bien si les hacemos una queja negativa, un reproche o les juzgamos por cómo son. Porque eso es lo que solemos hacer cuando algo nos molesta, que en vez de decir lo que me está pasando a mí y cómo me estoy sintiendo con esto, lo que hacemos es señalar y acusar al otro.
Y sí, la comunicación es una herramienta fundamental para que una relación del tipo que sea funcione (no creo que te descubra nada nuevo con esto, seguro que lo has escuchado mil veces, pero lo importante no es que lo sepas, es que lo practiques ;-).
Es lógico y normal que con las personas que son importantes para nosotros o con las que compartimos mucho tiempo surjan roces y malentendidos y de vez en cuando necesitemos hacer aclaraciones. ¡Lo raro sería que esto no pasara!
Expresar lo que sientes y lo que te ha molestado, decir lo que es importante para ti, pedir lo que necesitas, aclarar un malentendido, solucionar un conflicto para que no vaya a más…
Hay mil situaciones cotidianas en las que es imprescindible que sepamos comunicarnos con los demás. Pero ¡no vale cualquier tipo de comunicación!
Así que, por un lado, necesitamos entender la importancia de decir las cosas y por el otro saber cómo hacerlo.
Por ejemplo, el otro día me molestó una cosa de la formadora de un curso al que asistí, que coincide que también es mi terapeuta. Salí enfadada de allí y cuando escuché dentro de mí lo que me había molestado me di cuenta de que estaba resentida con ella y de que eso estaba afectando a nuestra relación profesional. Así que decidí que cuando tuviera cita con ella se lo diría, y así lo hice: “Quería comentarte que el domingo me quedé mal porque sentí que si no me acercaba yo a despedirme no me habrías dicho que tenías que cambiar la cita del lunes”. Y así fue como ella pudo explicarme lo que le estaba pasando, yo lo entendí y dejamos el asunto zanjado y aclarado.
A este tipo de situaciones me refiero. A todas esas conversaciones que vamos dejando pendientes, que preferimos evitar y mirar hacia otro lado, pero que nos siguen generando malestar. Y pasa el tiempo y nos seguimos acordando, pero no hacemos nada. Y ni lo dudes que, cuando te sigues acordando de algo que te pasó con alguien, es que ese tema no está resuelto.
Pero, en vez de hablarlo con esa persona, nos lo seguimos callando. Dejamos que eso se enquiste, ignoramos que de alguna forma nos estamos sintiendo resentidas con esa persona, por ejemplo, que no tenemos tantas ganas de verla o que un día, sin venir a cuento, explotamos por una chorrada… O que incluso nos vamos distanciando porque algo se ha roto dentro de nosotras y no lo hemos resuelto.
Y el problema viene de que nos estamos callando algo que necesitaríamos hablar con el otro, y no lo estamos haciendo.
Por qué te lo tragas todo y las consecuencias de hacerlo
¿Por qué crees que tenemos conversaciones pendientes? ¿Por qué crees que preferimos tragarnos lo que no está pasando en vez de, simplemente, hablarlo con esa persona y liberarnos de esa carga?
Pues puede haber mil motivos: por miedo al rechazo, por miedo a lo que el otro pueda pensar, por vergüenza, por un sentimiento de inferioridad o de culpa, por no hacerle sentir mal, por miedo a que se moleste, por no saber cómo decírselo…
Y nos olvidamos de que alguien que de verdad nos respete, respetará también cómo nos estamos sintiendo con algo. Y que en la mayoría de situaciones la forma de decirlo para que el otro no se sienta atacado depende de nosotras. Pero, si aún haciéndolo bien y siendo respetuosa, el otro se lo toma mal, eso ya es suyo y no tiene nada que ver contigo.
Por ejemplo, si te molesta que tu pareja no recoja su ropa y se lo dices con un reproche y un juicio tipo “es que pasas de todo, ¡aquí la única que recoge y hace las cosas soy yo!”, lo más probable es que se sienta juzgado y se ponga a la defensiva.
Pero si le dices cómo te sientes y lo que necesitas, algo tipo “estoy cansada y sé que tú también. Para mí el orden es importante porque me da tranquilidad y me gustaría pedirte que recojas tus cosas antes de que yo llegue a casa”, será mucho más probable que te escuche y cambie su conducta.
También puede ser que te calles lo que te ha molestado porque pienses que el otro tendría que darse cuenta. Pero esa no es una forma ni sana ni clara de comunicarse con alguien. El otro puede pensar que si te ha molestado algo se lo dirás, o ni siquiera haberse dado cuenta de que algo te ha molestado. Y cuando no somos claros dificultamos nuestras relaciones, porque las cosas no se adivinan ni se presuponen, ¡las cosas se dicen! Lo mismo que si a alguien le molesta algo de ti tendría que decírtelo para que tú lo puedas saber.
También, muchas veces, nos callamos lo que nos molesta por miedo al conflicto. Pero es que, insisto, si sabemos decir las cosas no tiene por qué haber un conflicto. Y si, además de saber decirlas, el otro sabe recibirlas seguro que no lo va a haber. Cuando lo hay es porque uno no sabe decirlas o el otro no sabe recibirlas. Y, cuanto más cómoda te sientas en los conflictos, más libre te sentirás en tus relaciones.
Por ejemplo, una coachee a la que le molestaba cómo trataba otro niño al suyo en el parque (si tú también quieres trabajar conmigo, rellenar este formulario para tener una sesión de valoración). Y, en vez de decírselo a la madre del otro niño, se callaba y se iba para casa de mal humor, le pegaba una mala contestación a su pareja o a sus hijos y al día siguiente estaba irascible con la madre del otro niño… ¿No sería mucho más fácil decir “oye, mira, me siento un poco incómoda cuando tú hijo le hace esto al mío porque el mío no sabe defenderse y se queda callado”? ¿No le daría mejor ejemplo a su hijo si hiciera esto?
O nos callamos porque nos da miedo mostrarnos vulnerables ante el otro, que nos vea débiles, quedar por debajo o que sepa que nos duelen las cosas… Pero, ¿es que acaso hay alguien a quien no le duelan? ¡Pues no! ¡Claro que no!
La cosa es que, una vez que te callas algo que te ha molestado con la absurda idea de que te acabarás olvidando de ello, lo que pasa es que ya no puedes tener una relación fluida con esa persona, porque tienes piedrecitas en el zapato que no te dejan caminar a gusto en esa relación.
Incluso, muchas veces, no decimos lo que nos pasa, pero, como nos está pesando, somos agresivas con el otro, le castigamos de manera indirecta y dejamos de ser amables con él.
Es decir, estoy dolida, y en vez de expresarlo para liberarme de ello y liberar al otro, me lo guardo, pero me cobro esa deuda tratándole mal, unas veces de manera más consciente y otras más inconsciente.
Sí, cuando no le digo a alguien lo que me remueve de su comportamiento, genero una deuda emocional que por algún lado va a salir, ya sea hacia esa persona, hacia otra que no tiene nada que ver en la historia, o hacia mí misma.
En cambio, cuando lo expresas te liberas tú y liberas al otro de una carga, de la que tal vez ni siquiera se había dado cuenta, y le dejas que pueda explicarse.
Por ejemplo, recuerdo a una coachee que tenía una compañera de trabajo que se enrollaba mucho hablando y no la dejaba trabajar, pero no le decía nada. Unos días aguantaba, otros la cortaba con alguna excusa, otros tragaba y después estaba irascible con ella… ¿Sabes lo sencillo que le resultó, una vez que habíamos trabajado todo esto, expresarle a su compañera cómo se estaba sintiendo? ¡Y ni te imaginas lo liberada que se quedó!
O un coachee que hace dos días me contaba un montón de situaciones en las que antes se habría callado y se habría quedado mal por ello, y ahora se expresa libremente y con respeto, y se queda tan a gusto. Por ejemplo, con un compañero de trabajo que suele llegar tarde y al que antes no le decía nada, pues ahora se lo dice con un toque de humor, ¡pero se lo dice!
Pues sí, creo que todos tenemos cada día alguna conversación que podríamos afrontar, en vez de dejarla pendiente…
Si lo pienso seguramente la mayoría de mis relaciones que de alguna forma se han deteriorado ha sido por esa falta de expresarle al otro lo que me molestaba o lo que no me hacía sentir bien.
Esa falta de responsabilidad conmigo misma y de honestidad con el otro, que hace que después se te llene el zapato de piedrecitas y esa relación te acabe restando más que sumando, es lo que hace que ahora me haya propuesto no callarme (casi) nada.
Ayer mismo quedé con una amiga y le dije algo que me había molestado hace varias semanas y que no había tenido oportunidad de decirle antes. Le expresé cómo me había sentido y lo que me habría gustado que ella hiciera diferente, me entendió, me pidió disculpas y ambas quedamos liberadas de esa carga.
Y lo mismo cuando nos distanciamos de alguien porque sentimos que le faltó agradecernos algo o valorar algo que hicimos. Ahí también necesitamos comunicarle al otro lo que nos está pasando y soltar esa carga. No es el otro quien tiene que hacer algo, ¡eres tú! ¡La persona responsable de comunicar algo es quien tiene la necesidad de que el otro hubiera hecho algo diferente!
Cómo empezar a hacerte cargo de ti
Ojo, que te hagas cargo de ti no significa que no puedas esperar nada de los demás o que no te pueda molestar nada de lo que hacen. Significa que escuchas lo que sientes y te haces cargo de gestionar eso expresándole al otro lo que estás necesitando (y poniéndole un límite claro si después de habérselo dicho sigue haciendo lo mismo).
Y, ¿cómo se hace esto? Pues practicando, como todo.
1.Primero, explicándole los hechos de una forma objetiva, sin juicios ni interpretaciones.
2.Segundo, diciendo de una forma sincera cómo te has sentido con esos hechos, para que el otro pueda ponerse en tu lugar y comprenderte. Un truco: plantéate, antes de decirlo, cómo se puede sentir esa persona con lo que le vas a decir, y busca una manera con la que tú sepas que te sentirías bien si te lo dijeran a ti.
Y hablando de ti en primera persona, ¡no del otro! Porque esto va de lo que te ha removido a ti, no de señalar al otro, ni de decirle lo que tendría que haber hecho, sino de hablar de cómo tú te has sentido con lo que ha pasado.
Por ejemplo, “me siento mal con esto” habla de ti, pero “esto que haces no está bien” habla del otro, y lo único que vas a conseguir hablando así es que se lo tome como un ataque personal.
Y cuanto más concretes cómo te sientes mucho mejor. Aclara mucho más decir que estás “triste” o “enfadada” que algo tan general como “me siento mal”.
3.Tercero, di lo que necesitas y lo que quieres de una forma clara. Siendo lo más específica posible con lo que le estas pidiendo al otro, sin críticas, ni culpas, ni comparaciones y sin responsabilizarle a él de lo que te pasa. Por ejemplo, en vez de “estoy enfadada porque no me haces caso” decir “estoy enfadada porque necesito que me avises cuando no vas a llegar a tiempo a comer”, para que el otro pueda conectar mejor con lo que estás sintiendo y necesitando.
Y, sin enrollarme, te dejo algún punto más que me parece importante:
Presta atención a lo que dices más allá de las palabras. Al tono que usas, a tus gestos, a los movimientos de tu cuerpo… para que transmitan cercanía y dulzura y el otro pueda sentir compasión hacia lo que le cuentas.
Pregunta al otro para que te aclare, en vez de interpretar lo que ha pasado o de dar por hecho sus motivaciones o lo que te va a responder. Por ejemplo, “me duele cuando haces esto, me gustaría entender mejor por qué lo haces así”.
Exprésate con honestidad y desde el corazón. Y esto es super importante, porque para que en una relación haya una verdadera conexión empática con el otro es imprescindible que le expreses tus temores y tu dolor.
Que le dejes ver lo que te ha hecho daño, que le expreses lo que te da miedo, que reconozcas que tú también te puedes haber equivocado, que sepas pedir disculpas si es necesario…
Conecta con las necesidades del otro y entendiendo que puede haber hecho eso desde su necesidad y sin darse cuenta de cuál era la tuya. Y no pasa nada, las personas no podemos adivinar las necesidades de los demás, pero si podemos comunicarlas si sentimos que el otro no ha sido consciente de nuestra necesidad.
Y, también, entiende que el otro puede estar viendo esa situación de una forma distinta y practica el pensar bien de los demás. Porque cuando piensas bien de alguien con mala intención, el conflicto no se va a resolver y tarde o temprano la persona se descubrirá sola. Pero cuando piensas mal de alguien con buena intención, va a ser muy difícil que esa relación siga adelante. Y esto, de alguna manera, lo estás generando tú.
¿Va a ser infalible que digas las cosas (bien dichas) y dejes de tener conversaciones pendientes? Depende de para qué lo estés haciendo. Si es para sentirte bien contigo misma y tener relaciones más sanas y transparentes, sí, va a ser infalible.
Si es para que funcione una relación con alguien que no te está respetando ni tratando bien, no, no va a servir de mucho. Pero sí te dará información sobre cómo te sientes con esa persona y cuánto te merece la pena esa relación.
…
¿Has pensado ya con quién tienes una conversación pendiente y por qué? Si te apetece, puedes compartirlo conmigo en los comentarios aquí debajo. ¡Me encantará leerte y responderte!
Me encanta leerte siempre!!!
Eres como una buena amiga , muchas gracias por tus consejos , te expresas tan bien !!
Es muy fácil conectar contigo 😉
Mil gracias, Belinda. Me alegro mucho de que lo sientas así :-).
Un abrazo,
Vanessa
Enhorabuena. Qué artículo tan completo y valioso. Se aprende mucho de ti. Muchas gracias. Un abrazo!
Muchas gracias a ti por compartir, Angel.
Un abrazo,
Vanessa
Otro post que parece escrito para mi .. Enhorabuena Vanessa, eres un regalo !
Si Vanessa , esa conversación pendiente es con mi hermana. Las dos tenemos nuestras propias heridas. Estamos tratando de sanar una relación muy dañada. Tóxica. A mi me duele, entre otras muchas cosas, que me cuente sus problemas así de la nada (sin tener una relación de confianza actualmente) porque me hace sentir su saco de basura. Sin preguntarme por cómo me estoy sintiendo yo y por qué estoy yendo al psicólogo… Y yo me lo callo pero me siento resentida.
Es una persona que si le dices lo que piensas y ella no opina igual ya te deja de hablar para el resto de sus días o es pasivo agresiva. Siento que utiliza el enfado como arma de presión / manipulación. O se está contra ella o con ella. Y así es muy difícil… con decirte que he decidido no entregarle una carta contándole algo que sucedió en nuestra juventud que le molestaría tanto que no me compensa Vanessa por salud mental y porque ella no va a cambiar lo que piensa de mi.
Tengo tanta conversación pendiente con ella que no sé cómo afrontarlo Vanessa. Lo único que sé es que su relación cuando la tengo que hace daño y cuando no la tengo también ..
Y se que si se quiere avanzar hay que actuar teniendo una conversación fructífera, pues hacer como si nada pasara o dejar pasar el tiempo no vale para nada.
Hola Pilar,
En una historia como la que cuentas, que tengo la sensación de que tiene muchas piedrecitas sin resolver en el zapato, creo que es importante hacer primero un trabajo interno que te permita tener esa conversación desde un lugar sano y compasivo con el otro y contigo misma. Cuanto más hayas sido capaz de escuchar tus propias necesidades y comunicárselas a ella, más fácil te será comprender las suyas, por ejemplo, que tal vez necesita contarte sus problemas porque eres con quien más a gusto se siente al hacerlo, o que tal vez se enfada porque no sabe expresar lo que necesita de otra forma…
Un abrazo,
Vanessa
Muchas gracias, porque lamentablemente ahí estoy yo, callada y sumisa a mis 50 años, ¿por qué? Para tener la sensación de que así aquellos que me rodean puedan estar contentos conmigo… en fin, gracias.
Hola Maria Isabel,
Hay mucha falta de amor propio en lo que dices, en vivir para que los demás estén contentos contigo. En no ser tú y estar haciendo un papel… Espero que decidas cambiarlo, da igual la edad para ello.
Un abrazo,
Vanessa
Me ha encantado este post Vanessa. Coincido contigo en muchos puntos y estoy completamente a favor de la comunicación asertiva. Sin embargo, no siempre logro tenerla. Les comparto mi experiencia:
Justo este diciembre le pedí una cita a una persona porque tenía (aun tengo) una conversación pendiente. Quería que empezar 2022 sin piedras en los zapatos.
Pues le pedí la cita para conversar con calma (no quise sorprenderlo con una conversación inesperada). Le dije q era para conversar sobre cómo me sentía y para aclarar malentendidos. Prometió avisarme. Una semana después me llamó para disculparse porque no había tenido tiempo, le dije q espero a q tenga tiempo. Ya han pasado dos meses.
Es una persona evasiva y sé que no quiere enfrentar una conversación. Mi único objetivo era mantener una relación sana y transparente. Ahora pienso q no es posible y q tengo q sacarme las piedras de otro modo. Me resulta doloroso q sea así.
¿Algún consejo, Vanessa?
Un abrazo y mil gracias.
Hola Sonja,
Pues me viene que tal vez esa persona tenga miedo a tu reacción o a lo que le vas a decir, tal vez piense que vas a ser agresiva o que vais a discutir, y muchas personas se sientes incómodas con esto. Entonces, para que se sienta más cómoda, tal vez ayude que se lo escribas por algún otro medio, siempre desde cómo tú te sientes y sin reproches ni juicios, y que lo pueda leer tranquilamente. Eso te libera a ti y hace que dejes de tener eso pendiente. Después, si esta persona quiere seguirlo hablando y mantener una conversación, o tiene algo que decirte, podrá hacerlo porque ya habrá visto que vas en son de paz :-).
Un abrazo,
Vanessa
SIN DUDA, LO QUE NESECIABA LEER.
LO DISFRUTE MUCHO.
GRACIAS QUERIDA ❤️
Qué bien, me alegro un montón, gracias por decirme :-).
Un abrazo,
Vanessa
Gracias Vanesa por compartirlo, es muy clarificador.
¡A ti! 🙂
Hola Vanessa, quiero darte las gracias por todo lo que compartes conmigo, por tomar parte de tu valioso tiempo y compartir lo que has vivido a través de cada correo que obsequias, ya que me das herramientas para encontrarme cada día y saber lo que aun falta, Dios te bendiga siempre para que sigas ayudando a quienes lo necesitamos o nos sentimos de repente perdidos, infinitas gracias por todo lo que compartes y que razón tienes al decir que aprendemos a vivir callados a no opinar o decir lo que sentimos porque así nos educaron, por miedo o por cualquier otro motivo. A mi me gusta mucho leerte y aprender un poquito de todo lo que compartes, te mereces todo lo mejor.
Muchas gracias por tus palabras y tu reconocimiento, Fabiola. Me lo guardo con mucho cariño, encantada de que disfrutes leyéndome.
Un abrazo,
Vanessa