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Cuando te callas las cosas y al final explotas

Chica enfadada

¿Eres de esas personas que se callan lo que les molesta de los demás?

¿De esas que un día explotan y terminan diciéndolo todo sin pensar y de malas maneras?

Es algo bastante habitual en las personas que hacen mis programas de Coaching.

Por ejemplo, supongamos que te molesta que una amiga te diga que te va a llamar para tomar algo y al final no lo haga. Si no le dices nada y su conducta se sigue repitiendo lo más probable es que cada vez te vaya molestando más. Hasta que un día, sin venir a cuento, le pegas una contestación bastante seca y borde.

¿Te suena esto?

¿Te das cuenta de que así es como tú también estás contribuyendo a crear un conflicto, cuando desde tu punto de vista el problema es sólo lo que está haciendo la otra persona?

Esto es lo malo de no decir las cosas cuando pasan… porque crees que se te va a pasar, porque no sabes cómo decirlo, porque no quieres que a la otra persona le parezca mal, porque te cuesta decir lo que te ha molestado, porque no quieres tener problemas, porque no sabes cuál es el mejor momento para hacerlo o por lo que sea.

Excusas puede haber muchas, pero motivos reales, ninguno.

Porque cada vez que no dices algo es como si te dejaras una piedrecita en el zapato y siguieras caminando. Sigues y sigues hasta que un día el zapato te hace tanto daño que terminas saltando, poniéndote a la defensiva y diciendo las cosas sin pensar.

Como un vaso que se va llenando gota a gota, hasta que se desborda, con toda la carga emocional acumulada.

Y así es como después te quedas pensando ¿qué habrá pensado de mí?, ¿le habrá molestado?, me he pasado, no tenía que haberlo dicho así…

Eso es lo malo de salirte de tu centro y dejarte llevar por tus emociones, que ya no eres tú quien elige lo que está diciendo, sino la ira, la rabia y todo lo que tenías ahí acumulado.

Por ejemplo, tuve una clienta a la que no le gustaba el tono con el que le hacía bromas un compañero de trabajo. Para ella era incómodo y poco respetuoso, pero no se atrevía a decirle nada porque decía que no tenía suficiente confianza con él. Hasta que un día le soltó de golpe todo lo que llevaba acumulando varios meses, y la relación entre ellos se tensó.

Me acuerdo de una Coachee a la que le pasaba esto con su hermana. A mi clienta le molestaba mucho que su hermana estuviera siempre metiéndose en su vida y opinando de todo lo que ella hacía. Pero, como de normal no se lo decía, el día que ya no aguantaba más y explotaba se pasaban varios días sin hablarse.

Y lo mismo puede darse con la pareja o con los hijos. Por ejemplo, me acuerdo de una Coachee cuya pareja solía organizar planes para el fin de semana sin preguntarle a ella si tenía algo pensado. Ella iba tragándose lo mal que le parecía esto, hasta que un día, cabreada por un plan que no le apetecía nada, le soltó que fuera él solo.

Como te puedes imaginar, en situaciones así la otra persona se queda sorprendida, porque no se espera esa reacción de repente. Claro, si no sabe todo lo que te viene molestando de atrás, es lógico que le pueda parecer una reacción exagerada.

Y así es como cada uno de nosotros contribuye a crear sus propios conflictos…

De la pasividad a la agresividad

Si ser asertivo es decir las cosas en el momento adecuado, de la manera adecuada y a la persona adecuada de una forma clara y respetuosa, el que no ha aprendido a ser asertivo puede ser pasivo o agresivo.

Pues bien, las personas que se callan las cosas y al final explotan, van de un extremo al otro. Es decir, empiezan siendo pasivas y callándose lo que les molesta o les incomoda de alguien. Pero llega un punto en que explotan y terminan diciendo lo que no habían dicho de forma agresiva.

Es decir, por no ser asertivos y decir las cosas a tiempo terminamos explotando con ira, con rabia y con reproches.

Y así es como el vaso se desborda.

Por eso muchas veces alguien a quien consideras una persona calmada te sorprende con una salida de tono que no te esperabas.

Y por eso tantas veces nos sentimos mal después de haber dicho algo. Porque es cierto que todos tenemos derecho a expresar lo que nos ha molestado, pero perdemos ese derecho cuando lo hacemos dando un grito, insultando o atacando al otro.

Y por eso solo hay una manera ecológica de decir las cosas: UNA POR UNA.

Esa es la única forma de que no traigas la carga emocional de lo que no habías dicho hasta ahora y de que después no te arrepientas de lo que dijiste.

Diciendo lo que no te ha gustado en este momento, y dejando en paz lo que no dijiste cuando ya pasó tu oportunidad.

Además de que cuando esperamos a decir las cosas hasta que perdemos la paciencia y nos enfadamos de malas maneras, generamos resentimiento en el otro. Es como si por cada una de esas veces que hemos explotado se hiciera una herida en nuestra relación.

Y después hace falta mucho cariño para curar esas heridas y mucho compromiso para no seguir generando otras nuevas.

¡Con lo fácil que se vuelve todo cuando dices las cosas una por una!

Qué hacer para dejar de explotar

Lo primero y fundamental es decir las cosas en el momento.

Porque esa es la manera de que las digas desde lo que está pasando y lo que estás sintiendo aquí y ahora, con tranquilidad y con el tono de voz adecuado.

¿Cómo? Utilizando una fórmula asertiva sencilla, tipo a la que te conté en este post.

Diciendo las cosas de una forma clara, directa y respetuosa con el otro y contigo mismo.

Por supuesto, sin generalizar y hablando solo de lo que ha pasado ahora.

Y pidiendo o sugiriendo, en vez de quejarte o de exigir.

Verás qué bien te sientes cuando te acostumbres a hacerlo…

Pero, ojo, que tampoco se trata de que haya que estar haciendo una crítica cada dos por tres. No se puede criticar todo de alguien, hay que saber elegir lo que de verdad es importante para ti.

Y si tienes cerca a una persona de la que todo el rato te está molestando algo, con la que estarías saltando a todas horas, háztelo mirar, porque esto dice más de ti que de esa persona.

Además de que cuando no dices lo que te molesta es imposible que la otra persona lo sepa, así que es lógico que lo siga repitiendo.

Lo mismo que cuando te acostumbras a no poner límites, los demás entienden que pueden seguir haciendo lo mismo porque a ti no me molesta.

Por ejemplo, recuerdo a una amiga a la que le costaba mucho decir que no. Total, que se pasaba los días haciendo cosas que no quería hacer, y encima se quejaba de que los demás abusaban de su amabilidad.

Pero en realidad el problema era suyo, ya que con su tendencia a decir que sí contribuía a crear eso de lo que después se quejaba. Los demás no podían adivinar lo que le pasaba y simplemente veían que decía que sí sin problema y que podían seguir pidiéndole cosas.

¿De quién crees que era la responsabilidad de haber llegado a este punto?

Y por supuesto que puede ser que digas lo que piensas en el momento y aun así la otra persona siga comportándose igual. Porque no tiene la motivación para cambiar, porque no sabe cómo hacerlo o porque no quiere.

Pero esto no va de cómo responden los demás, sino de cómo lo haces tú y de cómo decir las cosas para no terminar explotando de malas maneras.

Que, una vez más, esto no es para que los demás se sientan mejor, sino para que tú te sientas mejor con cómo gestionas tus emociones y tus relaciones.

 

Piensa bien lo que quieres decir. Antes de decir algo párate a pensar. Cuando dejamos que sea nuestra carga emocional la que tome en control de la situación, es muy difícil controlar los impulsos.

Por eso es mejor esperar unos segundos y decir las cosas cuando te has enfriado, que decirlas en caliente. O incluso esperar unos minutos o una tarde entera, porque así puedes reflexionar sobre lo que vas a decir para que sea lo que de verdad quieres decir.

Y así es como habrá veces en que decidas que sí quieres decirlo y otras en las que, pasado un rato, te des cuenta de que no merece la pena y de verdad lo dejes pasar.

Pero, si decides dejarlo pasar, ya está. Tema zanjado y no vale volver a pensar en ello.

 

Dilo como si hubiera alguien delante. En el fondo todos sabemos cuándo estamos diciendo algo desde la rabia y cuando desde la calma. Lo que pasa es que a veces es más cómodo dejarte llevar por lo que sientes en ese momento que esforzarte por hacerlo bien. Pero es cierto que si hay alguien delante solemos esforzarnos más por hacerlo bien.

Por eso un buen truco si no quieres pasarte de agresivo es decir las cosas como si hubiera alguien más delante.

 

Aprende a diferenciar lo que de verdad te ha molestado de lo que no. Si ha pasado tiempo y te sigues acordando de algo, es que necesitas hablarlo con esa persona. No te sigas engañando diciéndote que para ti aquello no tuvo importancia.

Y si te sigues engañando haciendo como que no pasa nada, tal vez sea momento de preguntarte qué es lo que te está impidiendo hacer esa crítica. ¿Qué temes que pueda pasar si expresas lo que te ha molestado?

 

Y lo mismo para las cosas buenas. Que no se trata sólo de decir las malas, también hay que saber cuándo valorarle algo a alguien, cuando darle las gracias por algo o cuando hacerle un reconocimiento.

Sobre todo con las personas con las que más convivimos, que muchas veces también son a las que más criticamos, merece la pena esforzarse por equilibrar la balanza diciendo también las cosas buenas.

¿Qué me dices? ¿Qué más crees que podría ayudarte a decir las cosas de una en una para no terminar explotando?

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Acerca de Vanessa Carreño

Trabajo con mujeres que se sienten inseguras, no se valoran ni tienen confianza en sí mismas, le dan muchas vueltas a la cabeza y se preocupan mucho por lo que piensen los demás.

Con mis programas de Autoestima, Relaciones Personales y Dependencia Emocional consiguen ganar confianza en sí mismas y sentirse seguras y capaces de alcanzar sus objetivos. Aprenden a valorarse, se atreven a ser ellas mismas y empiezan a disfrutar de su vida y de sus relaciones.

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12 comentarios

12 comentarios
  1. Marta 21/03/2019

    A mi ex marido le pasó exactamente esto. Nunca ha sido asertivo, y cosas pequeñas que le molestaban se le fueron haciendo bola durante años hasta que explotó, y no hubo manera de arreglarlo. Estas cosas eran problemas cotidianos y, desde mi punto de vista, sin importancia. Estoy convencida de que se hubieran podido solucionar simplemente hablándolo, pero llegando a este extremo, no. Además cuando explotan, y como tú bien dices, a la otra persona le deja en una posición totalmente descolocada, no llegando a entender que ha pasado y sin tener apenas margen de maniobra.

    Por favor, ¡decid las cosas! Hablando se entiende la gente.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 22/03/2019

      Muchas gracias por compartir, Marta. Es cierto, hay personas que lo llevan acumulando mucho tiempo, llegando a afectarles incluso a la salud. Tenemos demasiadas creencias equivocadas al respecto, como que hay que callar, que hay que ser sumiso, que no es bueno decir las cosas, que hay que evitar los conflictos… Y con todo eso al final generamos daños que muchas veces ya es difícil reparar.
      Gracias de nuevo por compartir tu historia.
      Un abrazo grande,
      Vanessa

      Responder
  2. Io Vanka 22/03/2019

    Hola,

    Estoy totalmente de acuerdo con el post. Pero, a veces, hay personas que a pesar de que hables con ellas de manera asertiva y empática les entra por un oído y les sale por el otro.

    Lo sé por experiencia. No sé si es porque creen que “lo que dicen va a misa”, si les da igual lo que siente la otra persona o porque no saben ponerse en el lugar del otro; a mí esto antes me repateaba, ahora paso olímpicamente porque si a pesar de que le dices que te ha molestado esto y lo otro, lo siguen repitiendo… ¿Qué más puedes hacer?

    De manera que he optado por pasar de personas así sin que me afecte lo más mínimo lo que digan o puedan pensar y, como dice una frase cuya autoría desconozco, ” las mentes cerradas siempre tienen la boca abierta” 😃.

    Saludos 🙋

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 23/03/2019

      Sí, lo sé, es cierto que hay personas que aunque les digas que algo te molesta no lo cambian. Por el motivo que sea, porque no estan motivadas para ello, porque no saben cómo hacerlo o simplemente porque no quieren. Están en su derecho, lo mismo que tú de pedírselo.
      De todas formas, el decir las cosas una por una en vez de callarnos y acabar explotando, es una manera de ser asertivos y gestionar mejor lo que nos pasa. Es decir, es para ti, y el beneficio te lo llevas tú. Después el otro ya hará lo que quiera, pero a ti nadie te quita el sentirte mejor habiendo sido asertiva.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  3. Silvia 23/03/2019

    Me siento identificada, mi problema es que a veces me molestan cosas y no sé muy bien el qué. Me pasa con frecuencia, determinados comportamientos de la gente me parecen mal y a veces es solo un sentimiento que a nivel consciente no sé muy bien en qué se traduce, hasta que me lo hacen varias veces y ya soy capaz de verbalizarlo y entonces exploto. A veces pienso que tampoco puedo ir diciéndole a todo el mundo cómo debe comportarse y me callo… pero me pasa mucho, es como si la mayoría de la gente de mi alrededor no se comportara como yo considero que debe hacerlo, un compañero de trabajo o un amigo.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 23/03/2019

      Muchas gracias, Silvia. Entonces parecen dos cosas diferentes. Por un lado, el aprender a observarte y a identificar lo que estás sintiendo y lo que te ha molestado de alguien. El darte cuenta sin que tenga que repetirse varias veces, y poder verbalizarlo antes de una forma más calmada.
      Y, por otra parte, tal vez en vez de verbalizarlo quieras trabajarlo contigo misma, reflexionando sobre si eso que te ha molestado en realidad es tan importante y sobre el derecho de esa persona a comportarse así, aunque no sea como tú lo harías. Ser comprensiva con los demás y contigo misma :-).
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  4. Ana Onieva 11/04/2019

    Gracias Vanessa por tu post. Es cierto que muchas personas en vez de enfrentarse con sinceridad, se quedan mudas o estallan y lo único que consiguen es perder relaciones, además de que sienten remordimientos.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 13/04/2019

      Así es, Ana. Muchas gracias por comentar.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  5. Vanessa 13/06/2019

    Hola, ¿y si después de expresar tu opinión tienes sentimiento de culpa? Cuando después piensas “no lo tenía que haber dicho”, “he quedado como una quejica o cuestionadora, egoísta”,…

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 15/06/2019

      Todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión sobre algo. Es un derecho fundamental poder expresar lo que sientes, piensas o necesitas. Si lo has hecho de una forma asertiva, hablando de ti, de lo que tú piensas, siendo respetuosa con el otro, sin juzgarle y basándote en hechos, no habría motivo para sentirte culpable. Y si no lo has hecho así, puedes pedir disculpas y reflexionar sobre cómo te gustaría hacerlo la próxima vez.
      No sé si lo que comentas puede tener algo que ver con la respuesta del otro, pero tu derecho a expresar lo que piensas es independiente de cómo respondan los demás :-).
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  6. Yris 15/08/2019

    Hola Vanesa,
    Me identifico con todo lo que comentas, soy una persona que siempre me quedo callada cuando no me gusta algo y voy acumulando cosas y dejo pasar. No sé si es por miedo a no saber defenderme y no saber hablar con palabras conceptuales (esto no quiere decir que soy grosera, me considero una persona con muchos valores y principios) y los nervios me atacan, el corazón parece que se me va ha salir del pecho y es por eso que me quedo callada y cuando me lleno de fuerza y hablo las personas no me escuchan y no me dejan hablar. Esto lo quiero cambiar en mí, y muchas cosas más. Esto me sucede sobretodo en mi trabajo. Ayúdame!!!!!

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 28/08/2019

      Hola Yris,
      La asertividad, el aprender a comunicarnos respetando nuestros derechos y respetando a los demás, es algo que se puede aprender en cualquier momento de la vida. En primer lugar, cambiando lo que tú te dices a ti misma en esas situaciones. Puedes pedir ayuda a un profesional o bien ir dando pasos por ti misma. En este caso te recomiendo un libro que te ayudará un montón: “Asertividad, expresión de una sana autoestima”, de Olga Castanyer.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder

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