¿Sabes cuáles son tus derechos asertivos? Es decir, los derechos que tienes cuando te relacionas con otras personas. ¿Los conoces? Porque, por no conocerlos, muchos vamos por la vida comportándonos como si los derechos sólo los tuvieran los demás. Sin decir lo que nos molesta, sin atrevernos a pararle los pies a alguien o pensando que no podemos cambiar de opinión… Son muchísimas los derechos a los que renunciamos en nuestro día a día. Sencillamente porque no los conocemos.
Así que aquí tienes tus derechos asertivos para que los guardes bien, para ti y para darte cuenta de que los que te rodean también los tienen ;-).
1. Derecho a decir la verdad.
2. Derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
3. En ocasiones, derecho a ser el primero. Que sí, que no hace falta que dejes pasar a los demás. Que tú también puedes llegar el primero, porque también tienes derecho a ello.
4. Derecho a equivocarte y a hacerte responsable de tus propios errores. Que no pasa nada porque te equivoques. Lo mismo que yo me equivocaré otro día y tampoco pasará nada.
5. Derecho a tener tus propios valores, opiniones y creencias. Sean los mismos que los míos o no.
6. Derecho a tener tus propias necesidades y que éstas sean tan importantes como las de los demás. Vaya, que nadie tiene que renunciar a sus necesidades por las de otro.
7. Derecho a experimentar y a expresar los propios sentimientos y emociones, haciéndote responsable de ellos. Vaya, que tienes derecho a decirme lo que sientes, siempre y cuando te hagas responsable de eso que estás sintiendo y no me culpes a mí por ello. Porque tú has elegido sentirte así.
8. Derecho a cambiar de opinión, idea o línea de acción. Aunque ayer dijeras una cosa, hoy puedes decir la contraria.
9. Derecho a protestar cuando eres tratado de una manera injusta.
10. Derecho a cambiar lo que no te es satisfactorio. Si algo no te gusta o no te sienta bien puedes hacer lo que necesites para cambiarlo.
11. Derecho a detenerte y pensar antes de actuar. Tómate el tiempo que necesites, porque tienes derecho. Y yo no voy a pedirte que corras, porque no tengo derecho a ello.
12. Derecho a pedir lo que quieres. Lo mismo que yo tengo derecho a decirte que no a eso que me pides.
13. Derecho a ser independiente.
14. Derecho a superarte, aun superando a los demás. Tienes derecho a crecer y a mejorar cada día, sin miedo a que eso pueda hacer daño o molestar a otras personas. Porque yo me alegraré por ti si creces y te superas. Y también si me superas. Así que, si eres de esos, vale ya de estarte limitando para no hacer daño a otros.
15. Derecho a que se te reconozca un trabajo bien hecho. Si lo malo se dice, ¿por qué no se iba a decir también lo bueno? Y si no te lo dicen, pídelo (ver derecho 12).
16. Derecho a decidir qué hacer con el propio cuerpo, tiempo y propiedades.
17. Derecho a hacer menos de lo que humanamente eres capaz de hacer. No tienes que darlo todo siempre, no tienes que llegar siempre a todo ni que esforzarte hasta el final. Puedes parar cuando lo necesites.
18. Derecho a ignorar los consejos de los demás. Yo puedo darte un consejo, pero eso no significa que tengas que hacer lo que te digo.
19. Derecho a rechazar peticiones sin sentirte culpable o egoísta. El famoso “decir que no”. Esa palabra que tanto nos cuesta al principio, a pesar de que todos tenemos derecho a decirla. No, no y no. No quiero eso. Te lo agradezco mucho, pero no.
20. Derecho a estar solo aunque otras personas deseen tu compañía. Si quiero estar contigo, pero tú quieres estar solo, lo respetaré, porque tienes derecho a ello.
21. Derecho a no justificarte ante los demás. Si quieres puedes darme explicaciones, pero que sepas que no tienes por qué hacerlo.
22. Derecho a decidir si quieres o no responsabilizarte de los problemas de otros. Tus problemas son tuyos y los míos son míos. Y nadie tiene derecho a hacer responsable de sus problemas a nadie, sea su padre, su hijo, su marido o el vecino del quinto.
23. Derecho a no anticiparte a las necesidades y deseos de los demás. ¡Qué importante éste! Porque muchas veces esperamos que el otro adivine lo que queremos. Y no, el otro tiene derecho a no tener ni idea. Y eso no significa que te quiera menos o que te preste poca atención. Simplemente significa que no se lo has dicho :-).
24. Derecho a no estar pendiente de la buena voluntad de los demás.
25. Derecho a elegir entre responder o no hacerlo.
26. Derecho a sentir y expresar el dolor. Puedes estar triste, puedes llorar, puedes expresar tu enfado, puedes mostrar tu malestar… Puedes hacer lo que sientas y necesites con tu dolor.
27. Derecho a comunicarte con animales sin sentirte despreciado.
28. Derecho a hablar sobre un problema con la persona implicada y, en los casos límite en los que los derechos de cada uno no estén del todo claros, llegar a un compromiso viable. Muchas veces tus derechos pisan mis derechos, o los míos pisan los tuyos. Es normal, y no pasa nada. Lo importante es que juntos podamos llegar a un acuerdo que sea satisfactorio para ambos.
29. Derecho a comportarte de forma asertiva o socialmente hábil.
30. Derecho a no comportarte de forma asertiva o socialmente hábil. Pues sí, resulta que también tienes derecho a esto. Porque, aunque no sea lo mejor, también en esto tenemos derecho a no ser perfectos.
30. Derecho a establecer objetivos personales y a tomar decisiones propias. Tus objetivos y tus decisiones, los de nadie más.
31. Derecho a obtener aquello por lo que has pagado.
32. Derecho a gozar y disfrutar. Este al que tantas personas renuncian en favor de otros.
33. Derecho a no necesitar la aprobación de los demás. No, no sigas actuando como si la necesitaras, porque no es así.
34. Derecho a hacer cualquier cosa mientras no violes los derechos de otra persona.
35. Derecho a tener derechos. Obvio, ¿no?
36. Derecho a renunciar o a hacer uso de estos derechos. Por supuesto, aunque aceptes que los tienes, tú eliges si quieres hacer uso de ellos o no.
¿Te ha gustado conocer tus derechos?
Te aseguro que, si los tienes bien claros siempre y te das permiso para hacer uso de ellos, tus relaciones personales y tu vida serán mucho más sencillas y tranquilas. Y si tienes alguna duda puedes contármelo en los comentarios :-).
Qué cantidad de normas y de corsés tenemos impuestos y autoimpuestos. Me sorprenden estos 36 derechos, porque a veces yo misma los vulnero, y porque dejamos pasar tantas y tantas cosas que lejos de ser percibidas como talante conciliador, nos van haciendo cada vez más pequeños.
Muchas gracias por tu comentario y por tu reflexión, Elena. Efectivamente, nos vamos poniendo corsés los unos a los otros y todos a nosotros mismos, que nos ahogan sin darnos cuenta y nos van haciendo más pequeños.
Como siempre en la toma de conciencia está el primer paso. Y en ello estamos ;-).
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Fantástico!!! lo explicas con una sencillez, naturalidad y una chispa de humor para “quitar hierro al asunto” que haces que sea muy muy muy ameno. Anima a seguir leyendo hasta el final. No es ese estilo tan protocolario de otros profesionales, que de tanta profesionalidad y vocabulario técnico, no comprendes la mitas de las cosas que explican, se te hacen pesados, y lo abandonas.
Según iba leyendo era el retrato de mi propia vida, con mis mismos pensamientos y reflexiones… como si estuvieras contando mi historia. Me he visto completamente identificada, incluso con expresiones que yo también uso.
Y lo mejor, que he visto que se puede conseguir, no soy un bicho raro, explicado de esta forma tuya tan cercana, es un placer leerte, y releerte. Ves la luz al final del tunel…
Muchisimas gracias por explicarlo con este estilo que llega tan bien a las personas, te sientes identificada, y por una vez… te sientes comprendida!!! no eres un bicho raro!!! Y por hacerlo público, para que pueda llegar ahí donde se necesite la ayuda.
A seguir leyendo todo lo que tengas… que con tu estilo me encuentro muy cómoda, me anima a continuar, y siento que alguien comprende por lo que estoy pasando, sin que tenga que avergonzarme por ello.
Vanessa, un millón de gracias por el trabajo que haces
Un millón de gracias a ti también, Sara. Creo que hemos hablado hoy por teléfono. Y con el entusiasmo que me transmites al leer tu comentario estoy segura de que conseguirás creer en ti para poder transmitirles tu valía a los demás. Yo la VEO y estoy segura de que otros también la verán. Usa ese mismo entusiasmo y esas ganas que le pones cuando me lees a conseguir tu objetivo. Y mucha, mucha suerte. De la que viene de fuera y de la que sale de dentro ;-).
Un abrazo cariñoso,
Vanessa
Hola Vanesa,
He leído los derechos y es cierto que muchas veces no sabemos ni que los tenemos. Mi marido tiene unos padres que siempre benefician al otro hermano, hacen diferencias de regalos sin ningún motivo incluso a su mujer y dinero. Bueno, en todos los aspectos, y cuando no consigue lo que quiere discute y hasta nos ha insultado cuando se lo hemos dicho que eso está mal, pero los padres le consienten su mal comportamiento y consigue lo que quiere, pero tiene 35 años y sigue igual!! ¿Como puedes hacerles ver que no es un trato correcto hacia el otro hermano y que nos hace daño? ¿Algún consejo? Gracias.
Hola Soraya,
Es una situación complicada la que planteas, un tema familiar cuyos detalles desconozco y en el que entiendo que han sucedido muchas cosas entre cada parte. Te diría que “hacer ver” a alguien viene a ser algo así como convencerle de que está equivocado, y que alguien no esté haciendo lo que yo considero que sería correcto no significa que esa persona esté equivocada. O sí, pero tiene derecho a equivocarse, igual que yo a que me duela. Así que, como normalmente lo que funciona no es cambiar a los demás sino gestionar lo que nos mueven y expresarles cómo nos sentimos con ello, te diría que legitimes la rabia o el enfado que te produce la situación y que expreses (tú, o tu marido, que entiendo que es el más implicado) cómo te sientes con ella, pero respetando que el otro el libre de tomar sus propias decisiones.
Un abrazo,
Vanessa
Tengo uno al respecto de los derechos. Recientemente se me ha presentado un dilema. Un amigo reciente, de hace un mes y medio o asi, está en apuros. Le ofrecí ayuda, pero en realidad no quiero implicarme. ¿Cómo conjugas el deber moral de ayudar a alguien que conoces, aunque sea desde hace poco, con mi derecho asertivo a no implicarme en sus problemas? No quiero más problemas en mi vida, pero no hacerlo me hace sentir mezquina.
Hola Carmen,
Entiendo que eso que llamas deber moral y ese de que si no lo haces te sientes mezquina es una creencia limitante que te aleja de lo que te hace sentir bien. Si por el motivo que sea ayudar a esa persona no te hace sentir bien, en mi opinión tu deber es priorizarte a ti y tu bienestar. Si fueras honesta contigo misma, ¿le ofrecerías tu ayuda? Parece que hubiera un conflicto de valores, y entonces has de decidir qué valor está por encima para ti.
Un abrazo,
Vanessa
Gracias. Infinitas gracias por todos estas palabras de aliento. Me siento muy identificada con todo lo plasmado en estas lineas. Me sorprendo porque es lo que vivo. He llegado a un extremo que por evitar confrontamientos he tenido que aceptar cosas con las que no estoy de acuerdo muchas veces, con el trato que recibo, y me duele muchisimo porque viene del ser que para mi es lo mas querido (familia). Me siento muy identificada con sus post. Y gracias porque muchos profesionales en estas materias muchas veces utilizan unas formas de que aun asi no les llegan a las personas. Y eso hace que uno pierda el interes en sus publicaciones. En cambio con lo plasmado por su persona una se siente muy identificada… A mi me está pasando todo esto que usted ha plasmado.
Muchas gracias, Teresa. Me alegro de que el post te haya servido para reconocer tus derechos. Recuerda que no tienes que aceptar cosas con las que no estás de acuerdo para evitar confrontamientos. Que puedes elegir no aceptar y poner límites. Eso no te garantiza cómo va a responder el otro, pero sí que tú te estarás respetando a ti misma. Y piensa que cada vez que permites que alguien traspase tus límites es como si le estuvieras diciendo “conmigo puedes hacer lo que quieras que te lo voy a permitir”. Sea quien sea esa persona, tienes unos derechos que nadie te puede quitar, solo tú misma.
Un abrazo,
Vanessa