Muchas noches me duermo preguntándome qué nos pasa, qué pasa para que (casi) todos busquemos desesperadamente la aprobación de los demás. ¿Qué es eso que tenemos tan equivocado en nuestro interior? Porque vale que a todos nos guste sentir que los demás nos quieren, nos aceptan y nos valoran… El problema comienza cuando eso se convierte en un requisito imprescindible para poder valorarte tú. Cuando no te valoras hasta que no te valoran los demás. Y, aún peor, si alguien te desaprueba o no está de acuerdo contigo, piensas que es que no vales, que el fallo está en ti, que estás haciendo algo mal.
Ante eso, una solución que adoptan algunas personas es ponerse una máscara. No mostrarse tal y como son, sino tal y como creen que los demás quieren que sean. Piensan que así les aceptarán, que así les querrán, y que así podrán ser felices.
Y están infinitamente equivocados.
Es cierto que a todos nos puede subir el ánimo un halago, un cumplido, un “te veo”, pero esa no puede ser la llama que alimente tu percepción de ti mismo. No puedes valorarte por lo que te valoren los demás. No puedes necesitar que los demás “te vean” para “verte tú”.
No, así no.
Tú vales todo lo que vales, independientemente de lo que digan los demás.
Y si no te das cuenta de ello dejas de ser libre. Estás como enganchado a la droga de la aprobación ajena. Sin ella no eres nada, te hundes.
Piensas que cuando alguien no se comporta como tú esperabas es por tu culpa.
Tomas una decisión, pero si otro no está de acuerdo empiezas a dudar.
Y así empiezas a tomar tus decisiones dependiendo de cómo crees que van a reaccionar los demás.
Das explicaciones por todo: por lo que dices, por lo que haces, por lo que opinas, por lo que es importante para ti, por querer dedicarte tiempo, por decirle que no a alguien…
Te tomas a mal cualquier crítica o queja hacia tu persona porque lo interpretas como un signo de que los demás no te aceptan.
O te escudas en que eres tímida o introvertido. Yo también era tímida y ahora lo entiendo todo. ¿Qué es la timidez? Al menos en mi caso, no era más que miedo al rechazo. ¿Cuántas veces nos describimos como tímidos con las personas que no conocemos y en cambio nos consideramos abiertos con las que sí? Si tú eres la misma persona, ¿qué es lo que cambia? Solo una cosa: el miedo a que nos rechacen. El miedo a lo que opinen de nosotros. El miedo a no gustarles. Con los de siempre ya (casi) no tenemos ese miedo. Pero con los nuevos sí.
O con esas personas que no nos gustan porque sentimos que nos están juzgando, que nos miran por encima del hombro, como esperando a que nos equivoquemos o a que digamos algo que puedan rebatir. Ese tipo de personas que quieres ver lejos porque sabes que te hacen dejar de ser tú.
Y, al final, lo que crees y lo que opinas de ti es el resultado de lo que te dicen los demás. Y, en consecuencia, tu vida también lo es.
A muchos de mis Coachees les pasaba eso.
Creo que nos ha pasado a todos.
Siempre pensando en cómo va a tomarse alguien eso que has dicho o que has hecho.
Siempre con miedo a que alguien haga una crítica y nos quedemos cortados y dejamos de decir, de hacer y de ser…
Y pasan los años y seguimos haciendo las mismas cosas.
Nos adaptamos al entorno para ser aceptados.
Para que me quieran papá y mamá.
Para que me quieran mis compañeros.
Para que me quiera todo el mundo.
¿Hasta qué punto te falseas tú para que te quieran?
¿De verdad crees que le tienes que gustar a todo el mundo?
¿En serio piensas que eso es más importante que gustarte a ti?
¿Qué importa si en algún momento no te sentiste querido, o aceptada, o entendido, por tus padres, las personas que te educaron, tus compañeros de colegio…? Necesitabas que te aceptaran y hacías lo que fuese porque así fuera. Pero, ¿qué importa eso ahora? ¿No crees que es hora de pasar página? Porque ya no hace falta seguir repitiendo patrones tan lejanos y desgastados. Porque ya puedes abrazar a ese niño que está dentro de ti, dentro de cada uno de nosotros, y decirle que es hora de curar su herida para seguir adelante. Que no pasa nada, que no necesita a nadie, que tú vas a estar ahí con él, cuidándole y protegiéndole. Que ya es hora de que se haga mayor.
Porque la verdadera autoestima solo existe cuando depende de uno mismo.
Y para eso necesitamos darnos cuenta de que no puedes agradarles a todos.
De que vivir pensando en satisfacer a otros te genera una presión insoportable y muy difícil de saciar, porque nunca sientes que les gustes lo suficiente.
De que ese empeño en gustar a otros te vuelve falso y temeroso. Inseguro. Y esa inseguridad está completamente reñida con la admiración que buscas de los demás. Porque ellos, de alguna forma, también se dan cuenta.
De que al no permitirte ser tú, quien quieras ser y como quieras ser, nunca podrás estar feliz ni en paz contigo mismo.
Así que, por favor, deja de justificarte por todo, quítate el miedo a estar molestando y deja de pensar que no le vas a gustar a alguien o que le estás robando su tiempo. Porque el único tiempo que estás robando es el tuyo.
Y vale ya de creer que tienes que gustarle a todo el mundo, porque no es así. Porque nadie puede vivir tranquilo pensando eso. Porque te aseguro que les gustarás mucho más cuando te gustes a ti.
Acuérdate ;-).
Y, como siempre, cuéntamelo en los comentarios.
Genial, cada día más cómo escribes. Aprendiendo … Felicidades !!
Muchísimas gracias, Daniel. Me ha halagado mucho tu comentario. Es alucinante pensar que alguien aprende leyéndome. Mil gracias por compartirlo.
Que tengas un fin de semana lleno de sonrisas.
Un abrazo,
Vanessa
Hola! Buen día y gracias por esas palabras. Me siento viva ? de seguir adelante.
Muchas gracias, Margarita. Me alegro muchísimo :-).
Un abrazo grande,
Vanessa
Gracias Vanessa, buen trabajo, estás ayudándome mucho, tengo éste problema desde que tengo memoria y ya estoy cansado realmente, muchas gracias
Me alegro mucho de que te ayude lo que lees, Iván. Yo también tuve ese problema durante treinta años… Señal de que había algo que tenía que aprender…
Y, aunque creo que siempre me quedará algo de esa necesidad de aprobación, se llega a un punto en que eso deja de limitarte y dejas de hacerle caso porque se vuelve pequeño y sabes que no es más que tu heridita de siempre :-).
Muchas gracias por comentar.
Vanessa
Muchas gracias, me hizo reflexionar
Gracias a ti, Annie. Un abrazo
Maravillosa.
Leerte me da paz…
Gracias.
Mil gracias por tus palabras, Leticia. Me alegro muchísimo de esa paz…
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Muy buenas Vanessa, otro día más aprendiendo un poco sobre mí con tus posts. De verdad que estoy muy agradecido por lo que nos ofreces, es una gran ayuda para nuestro crecimiento personal tener este espacio.
El caso es que me he sentido muy identificado con todo lo que has ido diciendo. A veces me ocurre, que cuando estoy en mi círculo de amigos con los que me siento más cómodo, con que sólo llegue una persona con la que no tengo mucho trato, empiezo a cerrarme, a hablar cada vez menos. Llegando al punto de incluso quedarme totalmente callado, observando como ellos hablan y mientras yo, en mi cabeza analizando todo y comiéndome el coco.
Me considero una persona muy graciosa y divertida, siempre estoy buscando algún chiste, alguna ocurrencia con la que hacer a los demás reír porque es que me gusta, ver como se divierten, no por el hecho de aprobación, al contrario, es natural. Yo también lo paso bien. Pero claro, llega alguien nuevo y rompe mis esquemas. Es muy frustrante la verdad, que por esa timidez, pase en mi interior un mal rato.
Alejandro,
¿Y si le dieras a esa nueva persona la oportunidad de divertirse contigo? ¿Y si confiaras en que también se va a reír como lo hacen los demás? Tal vez pensando que le harán gracias tus chistes, lo mismo que le hacen gracia a los que ya te conocen… Y dándote permiso también para que si un día no te apetece, te quedes más callado ante alguien nuevo. Que no pasa nada :-).
Muchas gracias por tus palabras, me alegro mucho de que mis post te sirvan para aprender sobre ti.
Un abrazo grande,
Vanessa
Totalmente de acuerdo con lo que he leido, Vanessa.
Todo esto es lo que me pasa a mí, estoy alucinada, porque veo que tengo que aprender mucho.
Besos, Vanessa.
Carmen,
Todos tenemos mucho que aprender. Cada uno en su camino, todos tenemos mucho que mejorar de nosotros mismos… Y está bien que así sea, forma parte de la vida :-).
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Acabo de abrirme en canal al leerlo. Es como leer mi alma desde fuera…
Me está ayudando mucho tu blog. En mi caso, voy a cumplir 37 y ahora empiezo a conocerme, a aceptarme y querer cambiar. ¡Y lo que cuesta cambiar!
Gracias por tu ayuda
Hola Rubén,
Qué bien, me alegro mucho de que el blog te esté ayudando. Siempre es buen momento para empezar a conocerse, tengas la edad que tengas. Y a veces puede costar cambiar, pero merece la pena si te acerca a ser quien de verdad eres. Vívelo como un camino que disfrutar, más que como una meta a la que llegar.
Un abrazo grande,
Vanessa