El otro día no paré en un paso de peatones.
Sí, iba conduciendo y había un hombre esperando para cruzar en el paso de peatones. Pero yo no paré.
El hombre levantó las manos y empezó a gritar, bastante enfadado.
Me sentí mal por él, pero aun así supe que estaba haciendo lo correcto.
¿Quieres saber por qué? Porque llevaba a mi madre a urgencias al hospital, y en ese momento lo único que me importaba era llegar cuanto antes.
Esto me ha pasado varias veces últimamente. Incluso una de ellas me salté un semáforo, consciente de que se acababa de poner rojo. Y siempre fue por el mismo motivo, porque iba al hospital.
Me hizo pensar en todas esas ocasiones en que yo miro mal a un conductor por haber hecho eso mismo, pasar un paso de peatones a demasiada velocidad.
Y entonces me di cuenta de la cantidad de veces que juzgamos y condenamos a alguien por un comportamiento, sin valorar ni conocer cuál era su intención al comportarse así.
Y esto no pasa sólo en los pasos de peatones. Pasa continuamente en nuestras relaciones.
A hace una cosa que molesta a B.
B entiende que la intención de A cuando hizo eso era mala (molestarle, hacerle daño, quedar por encima, etc.).
Y ya está el lío armado.
…
Y nadie se para a pensar que la intención del otro podía ser buena. O, al menos, no ser mala.
Nadie se pregunta “¿Para qué lo estaba haciendo?”.
O, “¿para evitar qué lo estaba haciendo?”.
Es decir, ¿cuál era su intención haciendo eso?
Por ejemplo, recuerdo a un Coachee cuyo compañero de trabajo se había enfadado con él. El problema había empezado cuando mi Coachee terminó unos expedientes que su compañero tenía a medias. El compañero supuso que su intención era quedar por encima delante de la jefa, y se enfadó. Y, en cambio, la intención de mi Coachee simplemente había sido ayudar a alguien que tenía más carga de trabajo que él.
Lo mismo que una amiga que miente a otra sobre lo que va a hacer el fin de semana. Si la segunda se entera, puede pensar que su intención era engañarla o hacer planes sin ella, cuando el problema era que le faltaba asertividad para decirle que no le apetecía salir ese fin de semana.
Y lo mismo que otra chica que queda para tomar un café con una de sus mejores amigas y su hijo de dos años. Resulta que la que es madre se pasa la hora atendiendo al niño, y la otra amiga tiene la sensación de que pasa de ella por completo. “¿Para qué me habrá dicho de quedar si no me hace ni caso?”. Y mientras tanto la que es madre está feliz de haber sacado un rato para ver a su amiga, aunque haya tenido que ser con el niño. ¿Lo ves? La “amiga no madre” puede estar molesta porque no han podido charlar como antes, pero si piensa en la intención de la amiga que es madre, tal vez se de cuenta de que era positiva, de que lo hizo lo mejor que pudo porque quería verla.
Es decir, muchas veces las personas hacemos las cosas pensando en nosotras mismas, en evitar una situación que nos da miedo, en protegernos de algo, en hacer algo lo mejor que sabemos o que podemos en ese momento…, pero no con la intención de hacer daño al otro.
Y por supuesto que la conducta puede seguir siendo incorrecta, pero saber el motivo que puede haber llevado a alguien a comportarse así te ayuda a entender a esa persona y ponerte en su lugar.
Y, sobre todo, saber que la mayoría de las veces la intención del otro no es mala, como tendemos a pensar en un primer momento.
Recuerdo también a una Coachee que en un momento de tensión le dio una mala contestación a un compañero de trabajo y después no le pidió disculpas y hasta dejó de hablarle. El compañero se enfadó, pero seguro que lo habría visto de otro modo si hubiera sabido que ella estaba tan avergonzada por lo que había pasado que no sabía cómo resolverlo. Así que prefirió esconder la cabeza y ponerse en plan orgulloso.
¿Te das cuenta? ¿Cuántas veces te paras a pensar en la intención que se esconde detrás del comportamiento de alguien?
Quiero decir que tendemos a valorar los actos y a juzgar a las personas por ellos, pero nos olvidamos de la intención que ha llevado a esa persona comportarse así.
Que muchas veces una conducta que no tiene ninguna explicación para nosotros, para la otra persona es una balsa de salvación y lo único que en ese momento es capaz de hacer para protegerse de sus fantasmas.
Por ejemplo, si alguien te hace una crítica desde la rabia y a ti te sienta fatal. Cuando pasa esto tendemos a pensar que el otro lo hacía para hacernos daños, pero no siempre es así. De hecho, la mayoría de las veces es más un problema de no saber decir las cosas a tiempo y con las palabras adecuadas, o de haber interpretado mal algo que nosotros hemos hecho, que un problema de mala intención.
O la típica amiga que siempre hace un comentario inoportuno, por ejemplo la que cuando empiezas a salir con alguien te dice que “deberías tener cuidado, yo creo que te está mintiendo”. Y tú crees que lo hace por envidia, o porque no quiere que te vaya bien, y el problema es que está proyectando sus creencias y sus miedos en ti, porque a ella le ha ido mal en el amor y cree que a todo el mundo le va a ir mal.
Lo que quiero decir es que a todos nos iría mucho mejor en nuestras relaciones si nos dejáramos cegar menos por los comportamientos y pensáramos más en las intenciones que se esconden detrás de esos comportamientos.
Y, si no somos capaces con todas y cada una de las personas que nos rodean, al menos sí que lo hagamos con las que más queremos y nos importan.
Además muchas veces lo que hace alguien puede ser reprobable según nuestros ojos y nuestros valores, y no serlo para la persona que lo ha hecho, porque no le da importancia a lo mismo y no tiene los mismos valores. Con lo cual, algo que para nosotros está hecho con mala intención, no tiene por qué ser así para el otro.
Piensa en tu intención cuando te sientas culpable
Y lo mismo al revés, cuando nos sentimos culpables por algo que hemos hecho y dejamos que la culpa nos corroa.
Entonces también es buen momento para pensar en la intención, en cuál era nuestra intención cuando hicimos eso.
Por ejemplo, podemos haber mentido a nuestra pareja sin que nuestra intención fuera hacerle daño.
O podemos haberle fallado a un amigo sin que nuestra intención fuera hacerlo.
Y no se trata de que nos demos permiso para cualquier cosa por eso de que nuestra intención no era mala.
Si no de valorar y recordar esa intención cuando nos sentimos culpables por algo y necesitamos aliviar esa culpa.
Y después, por supuesto, enmendar el daño en la medida de lo posible.
Dime desde dónde haces algo y te diré lo que conseguirás
Pero la intención tiene un significado aun más poderoso que estos dos que ya te he contado.
Y es que todo en la vida es consecuencia de una intención.
Cada cosa que hacemos, cada paso que damos, cada palabra que pronunciamos… todo es producto de una intención.
La intención que le ponemos a la vida, a lo que deseamos, el desde dónde hacemos las cosas, el desde donde nos relacionamos…
¿Lo hago desde el amor o desde el miedo?
¿Lo hago desde la intención de acercarnos o desde la intención de quedar por encima?
¿Lo hago desde el pensar en el bien de todos o sólo en el mío propio?
Somos nuestras intenciones. Ellas condicionan lo que hacemos y lo que logramos.
Pero nos olvidamos de eso, ignoramos el gran poder que tiene nuestra intención.
Lo veo muchas veces cuando alguien me cuenta que no ha conseguido algo o que algo no le ha salido como esperaba.
Mi pregunta suele ser “¿desde dónde lo estabas haciendo?”.
¿Cuál era tu intención al hacer eso?
Y es que el Universo responde a nuestras intenciones.
Por eso hay veces que un mal resultado es fruto de una mala intención.
Por ejemplo, si busco una pareja para no estar sola.
O si le hago un favor a alguien para que me lo reconozca y me de las gracias.
O si me intereso por alguien desde la carencia y la necesidad de que esa persona me valore interesándose por mí.
En mi opinión, cada deseo que tenemos está conducido por una intención, y según cuál sea ésta, así será lo que consigamos.
Por ejemplo, si comienzas un proyecto nuevo, personal, profesional o del tipo que sea, pregúntate cuál es tu nivel de compromiso. Y no aceptes nada por debajo de 10. Porque, cuando nos ponemos en un 10, algo mágico sucede en el Universo.
Un 10 significa que lo deseas con todas tus fuerzas, que vas a poner todo de tu parte y que no tienes dudas de que lo vas a conseguir. Es decir, un 10 es una intención suprema.
Y cuando esto pasa los obstáculos se apartan de tu camino, porque saben que vas de cabeza. Y entonces el Universo hace el resto.
Así que sí, la intención es clave en nuestra vida.
Clave para entender y perdonar a los demás.
Clave para entendernos y perdonarnos a nosotros mismos.
Y clave para acercarnos a aquello que deseamos.
…
¿Qué opinas? ¿Cuál de estos tres significados de la intención es más importante para ti? Me gustaría mucho que lo compartieras conmigo en los comentarios aquí debajo.
Hola Vanessa,
A mí me pasó algo así a principio de año. Un amigo con el que compartía piso me dijo que me tenia que ir (él me alquilaba la habitación), y me dio solo dos semanas para hacer la mudanza. Le pregunte el porqué, y me dijo que no era nada, que no me lo tomara como algo personal.
Pero aunque él me dijo que no era nada personal, yo sigo enfadada. Porque me dio solo dos semanas y aun no sé el porque.
Un abrazo.
Hola Mireia,
El enfado es sano cuando sentimos que alguien ha traspasado nuestros límites. En mi opinión, se gestiona comprendiendo que esos límites son tuyos, que tú eliges si aceptar o no aceptar eso en un amigo. Y, por otro lado, compartiendo con él lo que sientes, lo que te ha molestado y lo que necesitarías. Puede ser un gran amigo por otros motivos, aunque en esto no haya respondido como a ti te habría gustado.
Un abrazo grande,
Vanessa
Las interpretaciones que hacemos de lo que nos sucede, les damos el valor de que son reflejo de la realidad, pero nuestras interpretaciones son en definitva pensamientos en los que añadimos un extra a la realidad, que es la información que nos falta para saber porqué una persona se ha comportado así. Muchas veces por nuestro ego no nos atrevemos a preguntarle o a dejar esas interpretaciones en “una cuarentena”, porque estas interpretaciones están apoyadas en nuestras creencias y nuestro estado de ánimo en ese momento, porque no reaccionamos de la misma manera ante el mismo hecho estando alegres o deprimidos. Como se dice, los pensamientos no son hechos, incluidos aquellos que te dicen que sí lo son.
Gracias por tu post de cada semana. Buen día.
Totalmente de acuerdo con lo que comentas, Andrés. Muchas gracias por compartir y aportar.
Besos y sonrisas,
Vanessa
Mi jefa me chilla a veces y me hace sentir muy mal.
Llevo poco tiempo con la meditación y sí funciona.
Pero mi jefa me estomaga.
Ojalá le tocase la lotería para no tener que vivir con ella nunca más, o que me tocase a mí.
Sí, la meditación es una herramienta maravillosa para nuestra paz interior. Y en mi opinión todo lo que nos remueve de los demás viene a enseñarnos algo de nosotros mismos, así que tal vez ahí tengas una maravillosa oportunidad de aprendizaje… De todas formas, siempre puedes elegir irte si ese atrabajo te resta más que te suma ;-).
Un abrazo,
Vanessa
Muchas gracias! Excelente artículo, muy cierto y, aunque un poco difícil, el ponernos en los zapatos de los demás es un buen modo de entender a los que nos rodean y de llevar una convivencia lo más armónica posible con uno mismo y con los demás. Que Dios te bendiga, y un enorme abrazo desde la ciudad de México.
Muchas gracias, Adriana. Recuerda que cuando nos decimos que algo es difícil es como que ponemos un muro entre eso y nosotros. En cambio, si te dices que es posible, derribas ese muro y abres opciones y caminos para lograrlo :-).
Un cariñoso abrazo,
Vanessa
Eso me recuerda a la serie famosa noruega SKAM.
Que en un capitulo la adolescente musulmana SANA (mi caracter favorito) le dice a Noora (que si mal no recuerdo pensaba dejar a su novio por romper una botella en la cabeza de un chico en una pelea de 2 grupos)…
A lo que SANA le dijo de que las guerras se inician por malentendidos y debemos tratar de preguntar y entender el porqué esa persona actuó de esa manera.
Y que era irónico porque Noora era en pro de la paz pero no lo aplicaba de la manera correcta en su vida.
La serie es muy buena. Por eso hicieron muchisimas adaptaciones de diferentes paises este año.
Qué buen ejemplo, Andres. No conozco la serie pero me ha encantado, muchas gracias por compartirlo. Así es, muchas personas tenemos la paz como un valor regente en nuestra vida y después no actuamos en consecuencia con ello a la hora de relacionarnos con los demás…
Un abrazo grande,
Vanessa
Entiendo, pero en el ultimo ejemplo de que la compañera le deja de hablar, el otro no está entendiendo nada… ¿Cómo va a saber que es por ese motivo por el que no le habla? ¿Qué debe hacer él? ¿Esperar? ¿O dar el paso y preguntar? Porque hay gente que nunca muestra nada, ni da un mínimo detalle de lo que le ha podido pasar, y hay que andar detrás de ellos… ¡¡¡Gracias!!!
En ese ejemplo cada parte ha de trabajar lo suyo… En el caso del chico, no dar por hecho el motivo por el que ella ha dejado de hablarle y no presuponer, porque si hace eso es fácil que él se aleje y la montaña se haga más grande… (cuando lo que le pasa a ella es que está insegura y avergonzada y no sabe cómo gestionarlo). En cambio, si da el paso y habla de lo que ha pasado puede resolverlo, o al menos entender los motivos de la otra persona y ponérselo fácil. Para esto hay que tener un ego lo más pequeño posible y ser una persona humilde, porque si no el orgullo nos puede y pensamos que el que ha de dar el paso es el otro…
Así que sí, Jess, yo (casi) siempre abogo por hablar las cosas. Es mucho más efectivo que montarnos películas o actuar sin tener todos los datos de lo que está pasando.
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa!
Siempre leo tus posts y me resultan muy útiles, pero el de hoy, además, me ha sorprendido por hacerme reflexionar sobre algo que nunca me había planteado. Sé que me va a servir de mucho.
Muchas gracias!
Qué bien, Salvador. Me alegro muchísimo.
Un abarzo grande,
Vanessa
No creo que el motivo de tener una buena intención te esculpe de hacer mal las cosas, reconocerlo así, y pedir unas disculpas. Sería lo que yo hubiera hecho con el hombre del paso de peatones.
Muchas gracias, Jj. En ese momento llevaba a mi madre a urgencias al hospital, y elegí no pararme para dar una explicación. No me arrepiento de ello, porque la salud de mi madre era más importante que lo que ese desconocido pensara de mí… Por eso que no siempre necesitamos conocer las buenas intenciones de los demás para elegir no juzgarles y sí comprenderles. Pero por supuesto que cuando sea posible también podemos pedir disculpas.
Un abrazo,
Vanessa
Totalmente de acuerdo, Vanesa… La intención es la que guía nuestros actos, en consecuencia nuestras decepciones de los demás y así.
El año pasado ya intenté tener contigo un apoyo, trabajando mi autoestima… Pero muchas veces estoy muy mal y no me apetece hablar con nadie.
Y teníamos que hacer una evaluación por teléfono y nunca me atreví…
Macarena,
Cuando te sientas mal es cuando más has de quererte y comprenderte, además de luchar y tirar de ti misma, como lo harías con tu mejor amiga. Por mi parte encantada de que hablemos cuando estés preparada, cuando sea el momento lo sabrás.
Un abrazo grande,
Vanessa
De verdad para mí la clave para entender y perdonar a los demás es ésta, es la que más se relaciona conmigo porque voy por la vida pensando de que la gente hace cosa con la intención de decirme algo o dejar en entre dicho las cosas. Y bueno, ya entiendo que no siempre es asi, que no debe existir un motivo aparente para hacer las cosas…
Así es, Maybelin. Cada persona tiene sus motivos y muchas veces, casi todas, no tienen nada que ver con hacernos daño.
Un abrazo grande,
Vanessa