Somos como máquinas de hacer cosas. Cada día una detrás de otra, pim pam pum, y otra más. ¿Nos paramos alguna vez a pensar para qué hacemos lo que hacemos? ¿Tú te paras? Creo que la mayoría lo hacemos pocas veces. Pues justo ahí, donde no miramos, está la brújula que nos guiará a la vida que deseamos. Y esa brújula son nuestros valores. Necesitamos guiarnos por ellos. Necesitamos conocerlos y ser coherentes con ellos. ¿Para qué? Para casi todo:
- Para fijar tus metas y objetivos, basados en ti y en lo que de verdad deseas, no en lo que otros te dicen que es lo mejor para ti o en lo que hace la mayoría de la gente.
- Para saber cuales son tus prioridades: el tiempo con mi familia antes que un ascenso en el trabajo, la libertad antes que tener pareja, el disfrute antes que ponerme a dieta…
- Para conocer tus necesidades, porque ya te he dicho otras veces que eres tú quien, en primer lugar, tiene que darse lo que necesita.
- Para decidir qué es lo que quieres en cada momento. Lo que quieres tú, lo que te apetece y lo que te va a hacer feliz. Nada de “es que tengo que”. Aquí lo que funciona es el “quiero” (¡sssshhhh! Calla al bichejo ese que dice “ya, ya, es que tú lo ves muy fácil”. Dile que se lea esto o esto).
- Y también para decidir qué es lo que no quieres, por todas esas veces en las que te cuesta hacer algo, lo postergas una y otra vez y sigue sin apetecerte. ¿Te has preguntado si de verdad quieres hacerlo? ¿Y para qué? ¿Estás seguro de que tiene que ver con tus valores?
- Para motivarte, porque no hay nada que te anime más que ir hacia algo con la conciencia absoluta de que vas en la dirección correcta y es lo que quieres.
- Para llevarte mejor con los demás, porque en cuanto conoces tus valores eres mucho más capaz de reconocer los del otro (que pocas veces coinciden totalmente, ni siquiera en las parejas). Y entonces te das cuenta de que tú te guías por los tuyos y él por los suyos, Y así, lógico y normal que a veces no estéis de acuerdo 😉 .
- Y para saber por qué no te llevas bien con algunas personas y aceptar que tenéis valores distintos y que tal vez tus valores son sus contravalores. Por ejemplo, si para ti el orden es muy importante y a la otra persona le rechina. O al revés.
- Para sentirte satisfecho y feliz con lo que haces. Eso que algunos llaman bienestar, otros plenitud, otros paz interior y otros simplemente estar a gusto.
- Para tomar una decisión. Este es genial. Desde que lo descubrí no he vuelto a tirar una moneda al aire 🙂 . Ahora simplemente me pregunto cuál de esas opciones me acerca más a mis valores y cuál me aleja.
Por ejemplo, en mi caso hace tiempo que sé que mis valores rectores son:
La libertad, para ser quien soy y quien quiero ser, para vivir sin ataduras que yo no he elegido y para dejar vivir a otros.
La tolerancia, para respetar y aceptar a los demás, sean como sean y hagan lo que hagan, y también a mi misma.
La humildad, para valorarme sin sentirme mejor ni peor que nadie. Sabiendo todo lo que sé y lo que me queda por aprender…
La justicia, en mi vida, en mis actos, en mis comportamientos y en mi pequeño mundo.
La coherencia, entre lo que siento, lo que digo, lo que pienso y lo que hago.
La honestidad, con los demás y también conmigo misma.
El amor a mi misma y a los demás: a las personas más importantes de mi vida y también a las que se cruzan una sóla vez en mi camino.
Y la felicidad, siempre, por encima de todo.
Al conocerlos me di cuenta de que me alejo de lo que me quita libertad, de que prefiero estar con personas que se muestran tolerantes ante las diferencias, de que necesito saber que estoy siendo coherente para sentirme bien, de que dar amor a otros (en forma de sonrisas, de cuidados, de interesarme por ellos o de acompañarles a diseñar a la persona que quieren ser en mi trabajo como Coach) me hace feliz…
Sabes que estás en el camino correcto cuando a cada paso sientes la alegría de vivir” (Jodorowsky)
Muy bien, a estas alturas seguro que ya te mueres de ganas de conocer los tuyos. ¿Y dónde están? Están en ti, en tu vida, pero tienes que prestar atención para verlos. Si no lo haces el coste que pagues puede ser muy alto. Es como navegar sin rumbo, sin brújula, sin saber para qué vas a donde sea que vas, como quien se deja llevar por la marea…
Así que mira. Mira a tu vida. Por algún lado estarán asomando tus valores:
- Por ejemplo, unos prefieren unas vacaciones tranquilas y relajadas, porque la tranquilidad o el descanso son uno de sus valores, mientras que otros las prefieren aventureras y arriesgadas porque valoran más eso.
- O en la pareja, uno de los lugares donde los conflictos de valores aparecen más a menudo. Porque tal vez para ti lo más importante en tu relación sea la comunicación, mientras que para tu pareja lo primordial es el respeto. ¿Incompatibles? No, si es algo que ambos sabéis, que conocéis del otro y de vosotros mismos, y lo habláis.
- O en el trabajo, donde unos prefieren la seguridad de trabajar para una empresa y otros la libertad de un trabajo por cuenta propia. O donde unos necesitan sentirse realizados y otros sólo buscan un modo de vida. ¿Cuál es la diferencia? ¿Hay alguno que esté equivocado? No. Sencillamente tienen valores distintos.
En mi opinión, los valores son la consecuencia de algo que sientes que ha faltado en tu vida en algún momento, algo que has echado de menos en otros o en ti, y que por eso mismo se vuelve esencial.
Y tus valores tampoco son los mismos siempre. Varían en función de tus momentos y experiencias, aunque los más importantes para ti casi siempre se mantienen ahí, como un faro que te alumbra el camino, si se lo permites.
No valoramos las cosas por que sean buenas, sino que son buenas por que las valoramos (Spinoza)
Así que, ¡manos a la obra! Te propongo un ejercicio muy sencillo, apto para playas, piscinas, chiringuitos y sofas con aire acondicionado 😉 . Debajo tienes una lista de valores. Escoge diez de ellos (puedes añadir alguno que eches en falta) y después clasifica esos diez en orden de importancia para ti. Si quieres hazlo eliminándolos uno a uno, empezando por el menos importante de los diez, hasta que solo te quede uno, tu valor principal.
Alegría | Confianza | Familia | Lealtad | Reconocimiento |
Amistad | Cooperación | Fidelidad | Libertad | Sabiduría |
Amor | Creatividad | Flexibilidad | Naturaleza | Seguridad |
Aprendizaje | Cuidado | Generosidad | Paciencia | Sencillez |
Autenticidad | Desarrollo | Gratitud | Participación | Sinceridad |
Aventura | Disfrute | Honestidad | Pasión | Solidaridad |
Bienestar | Educación | Humildad | Paz | Tolerancia |
Bondad | Empatía | Humor | Perdón | Tranquilidad |
Coherencia | Entrega | Independencia | Productividad | Trascendencia |
Comunicación | Equilibrio | Integridad | Realización | Valentía |
Compromiso | Éxito | Justicia | Respeto | Vitalidad |
Ahora, al menos con los cinco más importantes, pregúntate: Del 1 al 10, ¿cómo estoy de satisfecho con cuánto “xxx” hay en mi vida? ¿Qué podría hacer para estar más satisfecho? ¿Qué es aquello que me aporta “xxx”? ¿Qué actividades, comportamientos, personas, lugares, decisiones, actitudes de vida…?
Y a partir de ahora, cuando tengas un conflicto con alguien, un problema que te preocupe, cuando te sientas mal por algo, cuando no sepas qué hacer, cuando tengas que tomar una decisión, acude a ellos. Mírales y pregúntales. Decide a cuál de ellos quieres prestar atención en ese momento. Te será mucho más fácil encontrar respuestas. Este vídeo es una excelente muestra de ello:
Por favor, no te permitas no ser tus valores nunca más. Tenlos presentes cada día.
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Muy buen post, muchas gracias por compartir mi querida Vanessa.
Muchas gracias, Karina.
Un abrazo fuerte
Eres increible.
Muchas gracias, Reyes.
Un abrazo
Me ha encantado tu post. ¡Cuánta razon tienes.! Voy a revisar mis valores tambien. Muchas gracias por compartirlo.
Muchas gracias, María. Estoy segura de que te va a gustar el ejercicio y de que te va a resultar muy útil conocer tus valores.
Un abrazo cariñoso,
Vanessa