¿Tienes miedo a que los demás dejen de quererte? ¿A que no aprueben lo que haces? ¿A que te critiquen?
Entonces seguramente hayas dejado de ser tú misma (o tú mismo) y a menudo hagas lo que sea necesario con tal de gustar a los demás.
¿Crees que así es posible que te sientas bien? ¿Qué seas feliz? ¿Qué tengas un buen concepto de ti? No, no lo es. La búsqueda de aprobación es una trampa sin fin en la que nunca conseguirás sentirte bien…
Lo sé porque yo caí en ella durante muchos años.
Cuando aparentas ser diferente a como de verdad eres, cuando haces algo que no quieres hacer, cuando no expresas tus opiniones, cuando no dices que estás enfadada, cuando te callas las cosas que te molestan, cuando haces como que no pasa nada, cuando te tragas lo que quieres y lo que te apetece… Cuando haces todo eso es como si te estuvieras traicionando a ti misma una y otra vez.
Una y otra vez faltándote al respeto, una y otra vez siéndote infiel y una y otra vez alimentando el dolor, el rencor y la culpa que crecen dentro de ti cuando sabes que no estás siendo quien quieres ser.
Cuando te censuras por miedo a que te dejen de querer.
Cuando temes hacer algo que en tu entorno no aprueban y que después te digan “ya te lo dije”.
Cuando sueñas con ir contracorriente, pero te aterra que los demás no lo acepten.
Cuando piensas que te vas a quedar sola.
Cuando te duele que te critiquen o el simple hecho de imaginarte que puedan hacerlo.
Cuando te recriminas por algo que pasó, por algo que crees que deberías haber hecho o por algo que hiciste y que no querías hacer. Y siempre piensas que fue culpa tuya.
Y vives con impotencia, con la sensación de no valer y de no ser suficiente para los demás.
¿Cuándo aprendiste a ser así?
Claro, de pequeñas escuchábamos tantas veces que teníamos que estar ahí para los demás, que teníamos que hacer lo que nos pidieran, que no les lleváramos la contraria, que nuestras prioridades después…, que terminamos olvidándonos de nuestras propias necesidades y de nuestras propias ilusiones.
Sí, tenemos mucho miedo a que nos rechacen.
Y proyectamos nuestra falta de autoestima en los demás. Acudimos a ellos en busca del reconocimiento que nosotros no nos damos. Necesitamos que nos digan cosas buenas de nosotros para sentirnos valiosos.
Sí, vivimos desde la necesidad de que nos quieran y nos acepten por encima de la necesidad de ser felices y vivir una vida plena.
Nos olvidamos de nosotros mismos con tal de agradar a los que nos rodean.
Y terminamos siendo marionetas en manos de los demás. No porque ellos lo pidan, ojo. Que a menudo ellos ni siquiera están siendo conscientes de lo que nos pasa (aunque podamos creer que sí, que nos manipulan).
Cuando la necesidad de que te quieran deja de ser sana
A ver, está claro que a todos nos gusta gustar. Y no se trata de negar eso, porque es normal. La diferencia es que eso te permita vivir tu vida como tú quieres o esté haciendo que la vivas pensando en los demás más que en ti.
¿Con cuál de estas dos opciones te identificas tú?
Hace tiempo conté en un post cuáles son las doces creencias irracionales que recogen todas las demás. ¿Sabes cuál es la que más me encuentro en mis Coachees? La de que “para un adulto es absolutamente necesario tener el cariño y la aprobación de sus semejantes, familia y amigos”.
Recuerdo a una clienta con la que trabajé por skype que me contaba que llevaba varios meses quedando con sus amigas los sábados por la mañana sin que le apeteciera lo más mínimo. Eran sus amigas de siempre, pero ella ya no se sentía tan a gusto con ellas como antes. Así que iba sin ganas, como si fuera una obligación, una auténtica carga y la consiguiente sensación de no estar siendo fiel a sí misma. “¿Qué pasaría si no fueras?”, le pregunté. “Bueno, no sé lo que podrían decir de mí”, me respondió.
Y así sábado tras sábado, siendo alguien que no quería ser por miedo a lo que sus amigas pudieran decir de ella.
“¿Y qué dices tú de ti cuando te comportas así?”, le dije. Pronto se dio cuenta de que le estaba dando más importancia a lo que sus amigas decían de ella que a lo que decía ella misma. Y, con mucho cariño, respeto y asertividad, les dijo que dejaría de asistir a las reuniones de los sábados.
También me acuerdo de un chico que a toda costa evitaba los enfrentamientos. Dejaba que los demás hicieran y deshicieran en su vida porque no quería discutir. ¿Falta de asertividad? Eso es lo que él pensaba, pero en realidad era algo más profundo. ¿Sabes qué? Que su autoestima era tan baja y tenía tanto miedo a que no le quisieran -por lo poco que se quería él- que era capaz de lo que fuera con tal de recibir cariño y aprobación. Y la única forma que conocía para obtener ese cariño y esa aprobación era ser quien los demás esperaban que fuese.
No son casos aislados. De hecho, trabajo con personas así continuamente.
Personas que se sienten como si estuvieran en deuda con alguien y tuvieran que ser la persona que ese alguien espera que sean.
Personas que aparentan ser muy seguras y en realidad tienen tanto miedo a que dejen de quererlas como el que más…
Personas que se montan películas y se sienten fatal porque creen que no caen bien o porque se preocupan demasiado por lo que piensan los demás.
Todos hacemos cosas para gustar
En realidad todos hacemos cosas para gustar y para que nos quieran.
Desde tirarnos una hora delante del espejo decidiendo qué nos vamos a poner, cuánto gustaremos con esto y qué pensarán de nosotros con aquello.
Hasta engancharnos a una tos que nunca desaparece porque gracias a ella conseguimos que los demás estén pendientes de nosotros.
Pasando por ocultar a nuestro Yo más auténtico, sus sueños, sus deseos y sus aspiraciones más profundas, por miedo al qué dirán.
Construimos vidas tristes carentes de ilusión.
Porque nos falta amor propio y nos sobra mucho miedo.
Miedos que traemos en mochilas muy pesadas desde quién sabe cuándo…
Todos tenemos un temor a algo en nuestra historia, que nos hace creer que si enseñamos ciertos aspectos de nuestra persona no nos van a querer y nos van a rechazar. Es como que para sobrevivir te transformaras en un experto en ocultar ciertos aspectos que tú crees que te van a poner en peligro. Sin saber que, justamente desnudando esos aspectos y sintiéndote orgulloso de ellos, es como por fin empezarás a quererte y a aceptarte cómo eres… Ese es el único camino para dejar de hacer cosas pensando en los demás.
Pocas personas se dan cuenta de esto. Puede que sientan que algo en su interior no va bien, que no encaja, que no se sienten felices. Pero no se dan cuenta de que el problema es que no están siendo ellas mismas, que no están viviendo su propia vida… O en el fondo lo saben, pero tienen miedo a reconocerlo. Y sin tomar conciencia de lo que pasa es imposible que deje de pasar…
Si no reconoces que no eres libre nunca podrás llegar a serlo…
Todos deseamos la libertad de sentirnos nosotros mismos, de ser como queramos ser, de mostrarnos tal y como somos… Y, a pesar de ello, si observas tu vida tal vez te des cuenta de que, en lugar de vivir alineado con esa libertad, continuamente haces cosas para complacer a los demás y para que otros te acepten.
Y, como me pasaba a mí, una y otra vez obtienes los mismos resultados…, porque no estás aprendiendo la lección…
Sí, la vida te pone delante la misma lección, una y otra vez, hasta que la aprendes.
La mía, la lección que la vida me puso delante cientos de veces hasta que me di por enterada, fue la de que debía ser quien quisiera ser. La de que ya valía vivir suplicando que los demás me aceptaran. La de que el amor del que más necesitada estaba era el mío propio… Tuve que caerme, que golpearme, que levantarme, que llorar, que hacerme la víctima, incluso que disfrazarme durante años de quién no era, para por fin entenderlo y conseguir cambiar…
Pero de eso, de mi historia, y de lo que necesitas hacer tú si quieres dejar de vivir con miedo a que no te quieran, a que no te acepten o a no gustar, te hablaré en el próximo post, porque este ya se está haciendo demasiado largo…
La próxima semana te cuento cómo conquistar la magia de ser quien quieras ser (y que los demás te quieran). No faltes ;-).
Mientras tanto puedes contarme en los comentarios aquí cuando has dejado tú de ser quien querías ser.
Buenas Vanesa, muy lindo post es verdad muchas veces sacrificamos cosas para encajar pero en verdad quedamos desencajados con nosotros mismos.
Tengo una inquietud y me gustaría compartirla tenes algún mail o lugar donde pueda contarla.
Saludos.
Desencajados de nosotros mismos… qué bien lo has dicho, Gastón. Muchas gracias.
Sí, puedes escribirme a vanessa@coachingtobe.es
Un abrazo
Magia son tus palabras, gracias por compartir estas maravillas.
Gracias a ti, Reyes, por tu generosidad. También hay magia ahí… ;-).
Un abrazo,
Vanessa
Hola! Muchas gracias por el post, está muy interesante. Para mí el cariño y, sobre todo, la aceptación de las personas es algo muy importante. Cada vez que conozco a nuevas personas quisiera hacer todo bien para caerles muy bien. Siempre pienso: ¿y si hago algo que no sea de su agrado?, ¿y si la hago sentir mal?. Caray! Es algo super fastidioso hacer esto, pero sólo quiero que no me critiquen. Con este post estoy segura que mis pensamientos negativos pasarán a hacerse positivos. Muchas gracias, que esté bien. Hasta pronto.
Que nos quieran y nos acepten siempre es importante, y es lógico, porque somos personas con corazón. No pasa nada por eso :-). El problema es cuando se convierte en un lastre que te impide ser tú, que hace que dejes de valorarte y de gustarte, de estar tranquila y feliz contigo misma, con tal de gustar a los demás. Como tú dices, eso es muy fastidioso. Yo lo viví durante veintitantos años y lo sé bien :-).
Un abrazo fuerte y sigue así.
Vanessa
Gran post Vanesa!! Lea el que lea, siento tal grado de identificación…que a la vez me vuelvo a sentir incapaz de cambiar, por que tengo tanto miedo a no ser capaz…es como el pez que se muerde la cola una y otra vez…
En fin, te felicito!
Un saludo
Muchas gracias, María. Tal vez la manera de salir de ahí sea arriesgarte a no ser capaz y darte cuenta de que no pasa nada… Hay miles de oportunidades, una detrás de otra, para ti. Estoy segurísima de que en alguna de ellas serás capaz :-).
Un abrazo,
Vanessa
Me pasa bastante a menudo no poder decir que no… Me siento culpable… Entonces ya no me respetan… Y cuando digo que no o muestro que algo me molesta o me hiere soy la mala… Tengo que aprender a no sentirme culpable por decir “no quiero”, “no tengo ganas”, “no sos mi amiga lo suficiente para aguantarte”… jajaja
Hola Alexandra,
Recuerda que el “tengo que” nos ata a esclavitudes y a reglas que no nos hacen sentir bien… Prueba a cambiarlo por “quiero” o “voy a”. Y observa también cómo dices las cosas y cómo podrías decirlas para facilitar que te puedas sentir comprendida y entendida por la otra parte.
Su respuesta no depende de ti, sólo tu forma de actuar está en tus manos.
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola Vanessa! Quería comentarte lo que me pasa a ver si puedes ayudarme… Cuando estoy con mi pareja y su familia me cuesta mucho expresarme… Digo palabras mal dichas, cambio letras… En cambio, cuando estoy con otras personas no tengo ningún problema… ¿Por qué puede ser?
Un saludo
Hola Zarbore,
Lo siento pero no puedo decirte qué te pasa sin conocerte… Pueden ser muchos motivos, desde el miedo a la opinión de tu familia política a algún tipo de creencia limitante que hace que no estés del todo suelta con ellos… Te animo a que, si es algo que te preocupa y no logras cambiar por ti misma, consultes con un profesional para que te ayude.
Un abrazo,
Vanessa
Felicidades Vanesa. Me he sentido totalmente identificado. Ha sido mi mayor fallo toda mi vida laboral, aceptar cosas que no debería solamente por tener la aprobación de los demás. Gracias por tus consejos.
Muchas gracias, Miguel. La toma de conciencia es el primer paso para cambiar lo que nos está limitando… Espero que desde ahí estés dando pasitos para resolverlo y dar prioridad a tu propia aprobación.
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola Vanesa,
Me ha gustado. He buscado algo parecido por Internet y lo primero que leí fue tuyo y me siento identificada. Soy muy miedosa a decir lo que siento, opino, etc. Me cuesta mucho que las personas me conozcan quién soy y no me aprueben!! Pero, ¿cómo cambiarlo? Lo he intentado muchas veces pero siento que hago algo mal y vuelvo a ser más timida y callada.
Muchas gracias por compartir, Yana. Creo que el primer paso es que te quieras y te gustes tú, que te aceptes como eres, para que así no necesites que los demás te aprueben. Es un camino largo, y puede que te ayude buscar a un profesional que te acompañe a andarlo. No pasa nada por ello. Está bien que sea así, muchos lo hemos necesitado.
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola Vanesa,
Con respecto al post, me siento identificado con el punto de “sentirse infiel a uno mismo”. Sucede que mi pareja tiene actitudes que a mí no me gustan, de coqueteo con otras personas, con las que me siento inseguro, por lo tanto celoso, y al final termino estallando, con una recriminación poco asertiva, a veces hasta gritando y siendo sarcástico. ¿Parte de mi inseguridad o de mí desconfianza hacia ella? Esos comportamientos no son de mi agrado, si bien son propios de su persona y no los hace para que me sienta mal. Las veces que traté de hablarlo no se llegó a ningún punto de arreglo, más que yo cediendo ante el argumento de que es un coqueto de juego, por lo cual yo no tendría que sentirme inseguro.
Esta situación se repite de hace tiempo, y si bien ambos nos queremos no siento que sea saludable para mí, pues me siento desganado y mi estado de ánimo es muy dependiente de su trato hacia mí, pero no puedo expresarme nuevamente por miedo a romper este acuerdo, con el que no me siento bien. Creo que mí pregunta sería sobre si, es un problema de inseguridad mía, o una incompatibilidad por nuestras diferentes actitudes de pareja.
Hola Julián,
Muchas gracias por compartir. Ojalá pudiera darte la respuesta que necesitas, pero me temo que no la tengo. No puedo saber qué te pasa sólo por lo que me cuentas. Puede haber personas que en tu lugar se sientan seguras y tranquilas y no le den importancia y otras que, aunque también tengan seguridad en sí mismas, sientan que su pareja está traspasando sus límites y no quieran estar en una relación así.
Es decir, se puede responder de muchas formas en una situación como la tuya y lo que me dices que te pasa no tiene por qué ser una señal de inseguridad. De todas formas, creo que lo que ha de importarte no es cómo respondes sino cómo quieres responder, si confiando porque no hay motivos para no hacerlo, y entendiendo que tu pareja juega a esto como podría jugar al tenis; expresando y poniendo límites y marcos a lo que tú quieres y necesitas en esta relación; o de otra forma.
Incluso, aunque fuera una inseguridad tuya, en mi opinión, adema´s de tomar conciencia de esa inseguridad, puedes pedirle a tu pareja lo que necesitas. En eso consisten las relaciones, en negociar y poner marcos y reglas sobre lo que queremos y lo que no, lo que me importa a mí y lo que te importa a ti, lo que te pido yo y lo que me pides tú, lo que te doy yo y lo que me das tú. Por ejemplo, podéis llegar a un acuerdo para que ella no tenga ese comportamiento delante de ti.
Todo está bien siempre y cuando os haga sentir bien a los dos. Y ese cuidado y ese respeto de hacer sentir bien al otro creo que también es muy importante, al menos para mí. Y con eso me vienen a la mente los valores, ¿cuáles son para ti los valores fundamentales en una relación? Saber eso es importante para encontrar respuestas y soluciones.
Espero haberte ayudado, pero sobre todo recuerda que las respuestas están dentro de ti.
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola Vanesa, desde Argentina.
Te quería decir que son muy Bellas tus palabras… qué lindas… me hizo muy bien leerlas.
Muchas gracias, Pamela. Me alegro mucho :-).
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Aunque siempre dices que hay que mostrarse uno mismo como realmente es, eso sería lo ideal, pero en muchos casos no es posible porque hay gente a la que le molesta y se ofende mucho porque seas auténtica, y lo que hacen es que “te dan la patada, te rechazan o te castigan con su indiferencia”. Eso es así y no se puede hacer nada más que ser una falsa y hacer el paripé para no quedarte sola, que también es muy triste y doloroso.
Gracias, Marisa. Es una cuestión de elegir: falsa para que me quieran (a mí y a mi falsedad) o auténtica y coherente conmigo misma (y quien me quiera como soy bien, y quien no, bien también). Cada uno es responsable de lo que elige, y es perfecto así.
Un abrazo,
Vanessa