Érase una vez una niña.
Una niña que soñaba con ser feliz.
Y con enamorarse. Y con vivir de algo que le apasionara. Y con viajar. Y con tener muy buenos amigos. Y con ser libre. Y con vivir tranquila. Y con aprender y crecer, por dentro y por fuera. Y con estar en paz, consigo misma.
¿Qué más soñaba esa niña? Dímelo tú. Esa niña está dentro de ti. Es la niña, o el niño, que todos llevamos dentro. Esa que sabía perfectamente cuáles eran sus sueños. Esa que estaba dispuesta a todo por alcanzarlos.
La misma que los ha enterrado entre opiniones ajenas, caminos prefijados, vidas establecidas y mareas populares.
Esa que cada vez que escucha “esto es así porque tiene que ser así, porque todo el mundo lo hace así, porque a todos les funciona así, porque nadie lo ha hecho diferente”, le entran ganas de levantarse y gritar que sí, que muchos lo han hecho diferente y que ella también puede hacerlo. ¡¿Por qué no?!
Porque, dime, ¿eres hoy la persona que soñaba ser esa niña que aún habita en ti?
Venga, hoy sí, hoy responde, con sinceridad. Solo por esta vez, no mires a otro lado. No nos escucha nadie… Aún te quedan muchos años por vivir. ¿Quieres vivirlos feliz y tranquila o sólo seguir tirando?
No tengas miedo a confesar que tus sueños no se han cumplido. No pasa nada. Solo ten miedo a renunciar a que se cumplan.
No te rindas. No renuncies a ellos. No renuncies a ser tú. No hagas como que ya no se puede.
No mires tu vida y te digas “bah, si no está tan mal. Tengo muchas cosas que otros darían lo que fuera por tener”. ¿Qué más da eso? ¿Tienes lo que tú querías tener? ¿Eres quien tú querías ser?
¿No? Entonces no te hagas la loca. Estás a tiempo de conseguirlo.
Piensa en quien quieres ser cuando tengas setenta años… ¿En quién te gustaría haberte convertido? ¿Qué tipo de persona quieres ser? ¿Con qué valores? ¿Qué vida te gustaría llevar? ¿Qué será lo más importante para ti?
Todos somos diferentes. Nuestros valores, nuestras experiencias, nuestros aprendizajes, las personas que nos han acompañado… todo es diferente. Cada segundo de nuestra vida es diferente. ¿Y pretendemos que después nuestras vidas sean todas iguales?
¿Por qué siempre queremos ir al son de los demás? Si todo el mundo hace esto, será porque es lo mejor. Que no son tontos. Así que yo también.
Si todo el mundo opina esto, está claro que tienen que tener razón, que no pueden estar tantos equivocados… Así que yo también.
Ala, todos como en fila como hormiguitas.
¿Por qué no nos permitimos ser diferentes? Si somos diferentes. Y no pasa nada.
En mi opinión una de las grandes claves de la felicidad, si no la mayor, es vivir en coherencia entre lo que piensas, lo que dices, lo que sientes y lo que haces… Ser honesta contigo misma y saber que no te estas engañando.
Que estás siendo tú misma.
Que estás rodeada de personas que te llenan, te aportan y te hacen feliz.
Que no cambias para agradar a nadie o para que otros te quieran.
Que todo lo que haces, lo que eres y lo que tienes es porque tú lo has decidido.
Que estás viviendo tu vida como tú quieres vivirla.
Así que, por favor, sí te estás dando cuenta de que aún no eres quien tú quieres ser, concédetelo. Hazte ese regalo. Permítete ser diferente.
Porque ya eres un ser único y especial, poderoso y maravilloso, y completamente irrepetible. Disfruta de ello. Deja de lado las etiquetas y cómo se supone que tienen que ser las cosas.
No caigas en prejuicios ni dejes que otros te prejuzguen a ti o te impidan ser quién quieras y cómo quieras.
No te rías de alguien ni le menosprecies por que no sea como tú.
Se tolerante como tú lo quieres que otros lo sean contigo.
¿Ves cuando estás en un grupo y tienes una opinión diferente al resto pero no te atreves a expresarla precisamente por eso, porque es diferente? ¡Nunca más! A partir de ahora, ¡déjate ser tú! Tienes derecho a ser quien quieras ser y como quieras ser, de la mayoría o de la minoría.
¿Crees que hace falta ser valiente para tirarse a la piscina? ¿Para dejar de ser quien los demás creen que eres y ser quien tú quieres ser? No sé si hace falta serlo o es que a veces eso nos sirve de excusa, cuando lo que en realidad sucede es que estamos demasiado acomodados en nuestra frustración y nuestra desmotivación como para hacer algo… De verdad que no creo que existan personas más valientes que otras. Estoy convencida de que todos tenemos a un valiente y a un cobarde dentro. Y que la diferencia está en a cuál de los dos le dejas tú tomar el mando.
De verdad, cuando tengas setenta años te arrepentirás mucho más de lo que no te atreviste a ser que de lo que sí.
Y quiero que sepas que nunca es tarde.
Que hoy puede ser el día.
Y que a los demás les va a parecer genial.
Igual hasta te aplauden. Como le ha pasado a Meryl Streep, cuando hace tres meses se atrevió a ser ella misma y a decirlo en voz alta.
Te dejo sus palabras por si no las has leído. Merece la pena.
Ya no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere.
No tengo paciencia para el cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza. Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme. Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular.
Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos. No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmerío.
No soporto conflictos y comparaciones.
Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible. En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición.
No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar. Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales. Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no merece mi paciencia.
¿Qué opinas? ¿Me lo cuentas en los comentarios? 🙂
Todos tenemos un valiente y un cobarde dentro ! tu decides a quien dejarle el mando !!!
Lo recordare para siempre !
Excelente post !
Un abrazo y mil sonrisas para ti también !
Muchas gracias, Mò. Me alegro de que te haya gustado y de que vayas a recordar siempre esa dualidad. Es cierto, se da en todo. Todos tenemos a un seguro y a un inseguro, a un tranquilo y a un intranquilo… Todos podemos serlo todo. Y saberlo nos permite movernos hasta encontrar el punto que más nos guste.
Sin etiquetas. Sin limitaciones :-).
Un abrazo y otras mil sonrisas,
Vanessa