¿Cómo sabes cuánto vales?
¿Cómo puede saber alguien cuánto vale?
¿Dónde se mira eso? ¿Quién te lo dice? ¿Cómo se mide tu valor como persona?
Cuando alguien me dice que siente como si no valiera nada, suelo invitarle a hacerse este tipo de preguntas, a reflexionar sobre lo que determina la valía de una persona.
¿Será el trabajo que tenga? ¿Sus ideas políticas? ¿Su formación académica? ¿La cantidad de amigos que tiene? ¿Cuánto dinero gana al mes?
¿O lo que vales depende de lo que los demás dicen de ti? ¿De cuánta cultura general tienes? ¿De lo interesantes que son tus temas de conversación? ¿De la cantidad de cosas que haces cada día? ¿De que los demás te den la razón?
¿Crees que algo de esto determina la valía de una persona?
¿O crees que lo que vales depende de cuánto les gustes a los demás, de lo mucho que te admiren o de que siempre cuenten contigo para todo?
Muchas opciones, ¿verdad?
Y todas equivocadas…
Ojo, porque aprendemos a relacionar la valía personal con aspectos que NO tienen nada que ver…
Y precisamente por eso un día te despiden, o te separas de tu pareja, o fracasas en un objetivo que era muy importante para ti, o alguien te hace una crítica, y sientes que no vales nada.
Sin darte cuenta de que tu valor como persona no tiene nada que ver con lo que sabes, lo que tienes, lo que consigues o lo que les gustas a los demás.
Si fuera así, los millonarios, los médicos, los directivos y los famosos serían las personas con más autoestima. Y no, para nada.
De hecho, sentirte valioso como persona no tiene nada que ver con ser barrendero o astronauta, ni pescador o actor de cine.
Lo mismo que te equivocas si crees que lo que tú vales depende de la persona que tienes al lado en ese momento. Es decir, si defines tu valía por comparación con los demás.
Así, si estás con alguien que parece una persona muy segura de sí misma, o que habla de forma tajante y parece que lo sabe todo, a su lado sientes que tú no vales nada.
En cambio, cuando estás con alguien que sabe menos que tú, que tiene un trabajo peor que el tuyo o que se muestra inseguro y dubitativo, tú te sientes valioso.
¿Te suena? Pues no, así tampoco se define la valía personal.
De hecho, cada vez nos estamos alejando más…
Entonces, ¿cómo sabe alguien cuánto vale?
Volvamos al principio… ¿Qué crees tú que es lo que determina la valía de alguien?
¿Puede ser que la cultura en la que naces tenga algo que ver? Es posible, porque en unas culturas se valoran más unas cosas y en otras se valoran otras.
Por eso, es muy diferente que hayas nacido en el siglo XX y en el lugar en que has nacido a que lo hubieras hecho en una tribu africana o en la Inglaterra del siglo XV. Porque lo que se valora en cada momento y en cada lugar es totalmente diferente. Y si no vete a una favela de Sao Paolo, en Brasil, a contar que tienes cinco masters. Verás cuánto te valoran :-(.
Es decir, según esto, no hay una medida de valor universal sino que la valía personal es algo cultural…
Visto así la valía de alguien sería algo completamente circunstancial e imposible de calcular de forma objetiva. Por lo tanto, no nos sirve.
Sigamos indagando…
¿Y si fuera que todos valemos exactamente lo mismo? Sí, que al nacer nuestro valor como personas sea el mismo y que, pase lo que pase en nuestra vida, este valor ni aumente ni disminuya.
Así que todos seguimos valiendo lo mismo siempre y nadie vale más que nadie. ¿Qué te parece esta idea? Es posible. Pero entonces, ¿porqué unas personas se sienten más valiosas que otras?
Sigamos buscando…
¿Puede ser que tu valor como persona dependa del momento en el que lo estás pensando?
Sí, recuerda un momento en el que te sintieras súper bien contigo misma, valiosa y orgullosa de ti. No es que en ese momento no tuvieras defectos, no es que no hubieras fracasado en nada, no es que le gustaras a todo el mundo, pero tú te sentías bien.
El simple hecho de tener ese recuerdo ya te demuestra que puedes sentirte valiosa, porque lo has vivido y lo has sentido, por poco que durara esa sensación.
Vale, si en ese momento te sentías bien contigo, y suponiendo que ahora no te sientas tan bien, ¿eso significa que entonces valías más que ahora? ¿O depende de tu manera de mirarte y de sentirte en cada momento?
Porque cuando te miras con cariño, cuando valoras algo que has logrado y te lo reconoces, cuando te hablas con respeto y aceptación, en consecuencia, te sientes valiosa.
En cambio, si te miras con juicio y autocrítica, desde ahí es imposible que te sientas valiosa. Por eso hay personas que por más que leen y hacen cosas para que su autoestima mejore no lo consiguen, porque el problema lo llevan puesto y se llama automachaque.
Y, ahora sí, creo que nos vamos acercando a entender cómo se determina la valía de alguien…
¿Y si fuera que esa sensación de valía personal solo se puede sentir cuando te miras y te tratas con amor y compasión?
Es decir, cuando te aceptas y te quieres como eres, con lo que te gusta más y lo que te gusta menos, siempre y de forma incondicional…
Cuando aprendes a reconocer y a valorar las cosas buenas que hay en ti, las cosas que te gustan de ti, las cosas de las que te sientes orgullosa, los pequeños logros que has alcanzado… siempre con amor y compasión.
Cuando te responsabilizas de tu actitud, de cómo te hablas, de cómo piensas, de cómo te cuidas, de cómo tratas a los demás… siempre con amor y compasión.
Cuando sabes lo que quieres, te comprometes con ello y das pasos para alcanzarlo, cuando tomas decisiones, cuando te conoces, te respetas y vives de acuerdo con tus valores y no con los de nadie más… siempre con amor y compasión.
Cuando te tropiezas, te caes, te levantas y sigues adelante. Y sigues aunque te duela. Y aunque te hayas equivocado vuelves a intentarlo. Y te esfuerzas y vuelves a creer en ti aun cuando no sabes cuál será el resultado. Y te lo reconoces, y te comprendes cuando te da el bajón, y lo aceptas, y te abrazas con cariño, y te quieres, y lo haces siempre, cuando te caes, cuando te levantas, cuando llegas y cuando no.
Y te recuerdas que cada día lo haces lo mejor que puedes, que no naciste aprendida, que cometes errores y que no pasa nada, que puedes perdonarte por ello y seguir adelante, porque esto también te habla de cuánto vales.
¿Y si todo esto ya es lo que vales? ¿Y si la esencia de lo que vales está en seguir viviendo cada día y en seguir esforzándote por ser mejor persona que el día anterior?
Ya estamos cada vez más cerca… Caliente, caliente.
Todos nacemos sin mochila
Te voy a contar lo que creo yo sobre esto de cuánto valemos, de cuánto vales tú y cuánto valgo yo…
Ayer mismo, en una sesión, una Coachee me contaba que le había sorprendido leer que todos nacemos iguales. Ella pensaba que no, que cada persona nace con unas cualidades que determinarán su valía o su falta de valía.
Creo que hay muchas personas que piensan así. Que piensan que sus defectos y todo lo que critican de sí mismas ya les venía de fábrica.
Las personas con una baja autoestima suelen pensar que el problema lo tienen ellas, que han nacido con un hándicap que los demás no tienen…
Y no. Todos nacemos iguales. Cuando eres un bebé recién nacido tú te aceptas y te quieres tal y como eres, no hay nada que te falte ni que te limite.
Si en esos momentos tu cerebro funcionara como el de un adulto, experimentarías un profundo amor hacia ti mismo y hacia los demás.
El problema es que después tapas ese amor puro con autocrítica y autorrechazo.
Aprendes a criticarte y a rechazarte para que los demás te quieran, que es lo que nos pasamos la vida persiguiendo, que los demás nos quieran, o que no nos dejen de querer…
Porque si lo hago muy bien entonces me querrán… Porque mamá está contenta cuando lo hago así… Porque cuando no lo hago así me dejan de querer… Porque si eres así nadie te va a querer… Porque, porque, porque…
Cuando somos niños los adultos nos dicen lo que tenemos que hacer para que los demás nos quieran, y así aprendemos a decírnoslo nosotros, desde la crítica, el rechazo y el reproche.
Es decir, cuando eras un bebé recién nacido no te rechazabas. Fue algo que surgió al crecer y ser educado a base de juicios y críticas que tú interiorizabas para sobrevivir (porque estabas aprendiendo).
Vaya, que todos nacemos puros, iguales, llenos de amor, sin mochila.
Y con mochila me refiero a todo eso que nos va poniendo la educación que recibimos, las experiencias que vivimos, las creencias que aceptamos y la manera en la que aprendemos a pensar.
Mochila es el ser perfecta o sumisa para que te quieran, mochila es el criticarte y culparte por cómo haces las cosas, mochila es el sabotearte a ti misma, mochila es no confiar en ti, mochila son tus miedos aprendidos (es decir, casi todos), mochila es enfadarte con los demás porque no son como tú quieres que sean… Mochila es todo lo que llevamos puesto y que nos limita.
Y la peor mochila, con diferencia, es esa autocrítica insana y machacona que muchas personas han aprendido, unas con más intensidad y otras con menos.
Pero, debajo de todo eso, lo que se esconde es lo que tú vales, exactamente lo mismo que cualquier otra persona.
Si todos nacemos puros e iguales, nuestra valía sigue estando ahí por más mochilas que después carguemos a las espaldas.
¿El sol deja de estar cuando aparecen las nubes? No, simplemente se esconde, pero sigue estando ahí. Lo mismo pasa con lo que tú vales, sigue estando ahí, aun cuando sientes que no lo ves.
Está en lo que sientes cuando lo sientes, está en lo que te esfuerzas cada día, está en lo que disfrutas, está en lo que superas, está en ser tú misma y está en ti, en tu esencia y en tu belleza pura. En la identidad esencial que se esconde debajo de todas esas mochilas que no son tuyas…
En lo que TÚ decides que vales en el fondo de todo eso…
…
¿Qué opinas tú? ¿Qué crees tú que determina lo que vale una persona? Puedes compartirlo conmigo en los comentarios aquí debajo, me gustará mucho leerte.
Creo que tienes mucha razón, cuando somos pequeños no nos juzgamos. Toda esa auto crítica aparece después cuando sientes que quieres ser el mejor para que tus padres te quieran más, te hagan más caso, se sientan más orgullosos de ti… No nos enseñan a aceptarnos y a cuidarnos cómo nos enseñan a cuidar y respetar a otros. Olvidan la parte más importante, al final somos nuestra compañía permanente. Yo estuve muchos años comparándome con personas que tenían algo que yo quería tener, pero no poseía, en vez de decir “pues voy a mejorar a ver si llego a ser mejor en matemáticas” pensaba “ojalá tuviese la suerte de mi compañero que siempre saca la mejor nota”, y cosas parecidas con otros aspectos.
Me ha costado muchos años quitarme esa manía, de sacar lo mejor de cada persona y recriminarme el no tener esa característica yo también. Por suerte puedo decir que hoy en día no lo hago, puede que en alguna época de bajón me pase pero ya no es un pensamiento constante en mi cabeza como antes.
Creo que todos somos iguales y deberíamos de tratarnos como tales, da igual lo que poseas, dónde vivas, qué familia tengas, tu color de piel, somos iguales y deberíamos de respetarnos como tal.
Qué precioso compartir, Carolina. Muchas gracias. Felicidades por ese camino tan bonito que has andado hacia ti misma para sentirte valiosa e igual a los demás. Recuerda que los que nos educan lo hacen lo mejor que saben, probablemente como les enseñaron a ellos… Cuando uno toma conciencia ya se puede hacer responsable de cómo es y de cómo educa a sus hijos, hasta entonces es una víctima más…
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola,
Para hacer esto se requiere estar muy “despierta”, observarse para no dejarse llevar por la tristeza de no compararse, de creer en una pase lo que pase, uff…
Gracias.
Saludos.
Hola Trinidad,
Claro, casi todo lo que merece la pena requiere un esfuerzo, no viene regalado. Pero la base de saber que eres valiosa ya desde que naces, y que vales lo mismo que cualquiera, es algo de lo que puedes tomar conciencia para que a partir de ahí lo recuerdes y vuelvas a ello cuando te falte confianza en ti o te estés comparando con alguien. Por supuesto que requiere estar despierta, pero en mi opinión la vida sólo se vive cuando estamos despiertos.
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola Vanessa! Feliz Año.
Llevas razón, pero aún así creo que hay personas que nacen con cierta dosis de autoestima y a mí me tocó cero en el reparto.
Mi hermano no se parece en nada a mí y con la misma educación y entorno familiar.
Es cierto que se quiere mucho, pero igualmente hemos pasado por situaciones muy dolorosas y se sigue queriendo mucho, lo cual me alegra enormemente.
¿Puede ser que me guste sentirme así? Ya no lo sé… Cuesta a veces, y más en situaciones duras.
En fin, mil gracias por el post.
Un abrazo
Mila
Hola Mila,
Sí, ese es uno de los argumentos clásicos, el de compararte con hermanos que han sido educados en la misma familia con resultados diferentes. Pero nunca es igual, uno nace en un momento y otro en otro, uno es educado de una forma y otro de otra (porque los padres no suelen educar exactamente igual a cada hijo, no es lo mismo ser el primero, que el segundo o el tercero), uno tiene unas interacciones en el colegio y fuera de casa y otro otras, uno responde de una forma a lo que le pasa y otro de otras… Por supuesto que hay una parte genética, que se calcula en torno a un 25%, pero no es tanto como la experiencial.
Además de que muchas veces confundimos lo que es tener una buena autoestima. Puede ser que tu hermano la tenga, por supuesto. Lo que quiero decir es que a veces vemos a una persona muy segura, prepotente, agresiva, y creemos que tiene una buena autoestima, cuando no es así. No sé si es el caso, sólo por aclararlo :-).
De todas formas, lo importante es que vuelvas a ti y te conozcas para entender qué es lo que te está limitando. Si algo no cambia es porque nos aporta algún beneficio, pero eso solo puedes descubrirlo tú en un proceso de autoconocimiento :-).
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa,
Siempre que apareces con un tema nuevo, es un tema que me llega de manera directa, para alguna situación que voy pasando. Agradezco mucho tu lucidez, y con respecto a este tema es verdad que cambiamos nuestra autopercepción de valor personal a medida que crecemos, pero todo lo que podemos aprender está en el autoconocimiento, y eso es un constante aprendizaje.
Un gran abrazo
Muchas gracias, Constanza. Me alegro mucho de que cada post te sirva. Así es, el camino hacia uno mismo, hacia querernos, valorarnos y conseguir nuestros objetivos, siempre pasa por conocernos. Y es un camino precioso cuando lo hacemos con Amor y Aceptación.
Un abrazo grande,
Vanessa
Wow, impresionas con lo que escribis. ¡Exitos para vos y las chicas que te siguen!
Muchas gracias, Nahi :-).
Un abrazo,
Vanessa
Es decir, si hay una persona con malos valores: drogadicción, alcoholismo, promiscuidad, ¿dicha persona vale igual que una persona que está fuera de ese mundo?
Hola Roger,
Sí, en mi opinión sí. Nuestra valía como personas no la marcan nuestros actos, si fuera así necesitaríamos un juez que dictara cuánto vale cada uno en función de sus actos. Y no, lo que cada uno vale como persona, desde que nace y por el simple hecho de venir a la vida, es lo mismo en todos. En el rey de Inglaterra igual que en una de esas personas que nombras. Otra cosa son sus actos o sus circunstancias, pero eso no cambia su valor, ni para bien ni para mal.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa:
¿Cómo deberíamos aplicar estos conceptos en una sociedad en la que trabajamos para empresas a las que debemos contentar ciñéndonos a sus valores y lo que ellas valoran de nosotros?
¡Gracias!
Hola Lupan,
El sentimiento de valía interno, de sentir que ya vales y ya mereces sin necesidad de demostrar nada y por el simple hecho de ser persona y existir, no quita que después tengas un trabajo o te adaptes a la manera de vivir de esta sociedad.
Lo de estar en una empresa cuyos valores chocan con los tuyos habría que verlo, hasta que punto es una falta de lealtad a ti misma o te hace sentir que para estar ahí tienes que fallar a tus propios valores. Pero lo que otros valoran de ti, aun siendo necesario que se dé, no tendría que estar por encima de lo que tú valoras de ti.
Un abrazo,
Vanessa