¿Alguna vez te ha pasado el apoyar a una amiga en un momento muy complicado y que, después, cuando ella ya está bien, desaparezca y te deje tirada?
De esto que estás a tope dándolo todo con ella cuando más te necesita, y en cuanto se recupera se va con otra gente y ya no recurre tanto a ti… (y no me refiero a nuestras épocas adolescentes. Estoy hablando de ahora, de adultas).
Si esto te suena, quiero contarte varias cosas, que espero que te sirvan para gestionar mejor lo que te ha pasado (y que no te vuelva a pasar):
1.¿Esto te ha pasado solo una vez o te pasa a menudo?
Esa es la primera pregunta que necesitas hacerte. Porque, si es algo puntual, tal vez solo se trate de legitimar tu decepción y de expresársela a esa persona para poder entender qué ha pasado, y si es que tal vez ha acudido más a ti en un momento en el que te necesitaba más y, después, sin darse cuenta y sin pensar en que eso te podía hacer daño, se ha alejado.
En cambio, si es algo que te ha pasado varias veces, lo primero es que pienses a qué personas eliges. ¿Eliges a personas que te necesitan? ¿Escoges a personas que dependen de ti? ¿Qué tú les organizas esto, les ayudas en lo otro y les resuelves sus problemas?
Porque si te sueles volcar mucho con personas que te necesitan en un momento puntual, es muy posible que en ese momento esas personas llenen un vacío dentro de ti, y es lógico que vuelvas a sentirlo cuando se van. Pero eso tiene tanto que ver contigo como con ellas.
Y, ojo, esto no quita que legitimes cómo te estás sintiendo, eso siempre, pero que además de eso te des cuenta de cuánto de lo que te ha pasado tiene que ver contigo.
2.¿Lo expresas? ¿Le dices al otro cómo te estás sintiendo?
¿Le dices a esa amiga “así me he sentido yo con esto que ha pasado”? ¿O te callas, aunque te mueras de la rabia, y lo dejas pasar? Porque la mayoría de las mujeres que me cuentan situaciones de este tipo no le dicen a su amiga cómo se están sintiendo, y esa manera de evitar lo único que hace es agravar el problema.
“Tengo una amiga que cuando se divorció lo pasó muy mal, y yo estuve ahí presente. Y cuando empezó a mejorar me dejó de lado y se fue con otra gente. Pasó de demandarme mucha atención a hacerme sentir que sobro. Y me ha dolido tanto que no he sido capaz de decírselo”, que me decía una coachee con la que trabajé esto (si tú también quieres, es aquí).
Vale, si no lo expresas, ¿para qué no lo haces? ¿Qué es lo que evitas callándote? Tal vez que tu amiga te rechace, o que se termine la relación, o que te confirme lo que tú piensas… Por ejemplo, si tú piensas que no mereces que alguien se quede a tu lado, tendrás miedo de confrontar, por temor a que esa persona confirme tu creencia y te demuestre que en realidad no te aprecia y solo te estaba utilizando.
La cosa es que, cuando eres tú quien se siente mal y no dice nada, tú también estás siendo parte del problema. Porque la única manera de saber por qué alguien ha hecho algo es hablando con esa persona y expresando nuestro enfado. Que a veces pensamos que el otro debería darse cuenta, pero hay personas que tienen menos capacidad de empatía, o que en ese momento están a otra cosa y no son capaces de ponerse en tu lugar, o lo que sea.
Y eso, para bien o para mal, solo lo puedes saber si le dices cómo te has sentido. Entonces puede ser que esa persona te comprenda y te pida disculpas, o puede ser que no os entendáis y no podáis llegar a un acuerdo. Lo importante es que tú te habrás legitimado y te habrás defendido a ti misma, para quedarte a gusto y sentir que cuidas de ti cuando te pasa algo. Y, después, viendo cómo responde el otro, ya podrás ir escuchando si ese es un lugar seguro para ti, o no lo es.
Si no expresas lo que te pasa, si cuando hay un desequilibrio en una relación y pasáis del “mucho, mucho” al “nada, nada”, te callas, el resultado es que, lo mismo que la otra persona te está dejando de lado, también te estás dejando de lado tú.
3.¿Cómo has aprendido tú a relacionarte? ¿Qué has aprendido a hacer para que los demás te valoren?
Cuando has aprendido a cuidar, cuando te valoras a ti misma por lo que ayudas a los demás, cuando te sientes mejor siendo imprescindible para alguien, cuando te empoderas sintiendo que eres tú quien sostiene a la otra persona… es que has aprendido a valorarte siendo la que cuida y la que salva a los demás.
Cada persona aprende a hacer un rol para sentirse válida, y si el tuyo es el de cuidar y salvar a los demás, lo seguirás ocupando hasta que no le pongas luz.
Y lo mismo que tú has aprendido a cuidar, hay otras personas que han aprendido a dejarse cuidar. ¿Qué va a pasar entonces? Pues tiene toda la lógica: que si tu necesidad es cuidar, vas a encajar con personas que se dejan cuidar cuando están mal y que se van cuando su necesidad ya ha sido resuelta.
Quiero decir que, si hay alguien que cuando lo está pasando mal se vuelca en exceso en que tú cuides de ella, tiene todo el sentido que cuando esté bien se vaya. Porque tu papel ha terminado, porque ya no necesita más de ti.
Pero esto no pasaría si no hubiera alguien que necesita cuidar… Si no hubiera alguien que ha aprendido a ocupar su tiempo con los demás más que consigo misma, a involucrarse mucho en sus problemas y a sentirse útil así, tal vez para que los demás la quieran y no la abandonen. Una especie de “yo te salvo, pero tú quiéreme”.
Así que se trata de que te mires a ti y te preguntes dónde aprendiste a hacer ese papel de salvadora. ¿Cuándo empezaste a solucionar la vida de los demás? ¿Para qué te vuelcas tanto con el otro? ¿Qué te aporta a ti que el otro te necesite?
“Tengo muchas amigas que están ahí cuando les conviene, y después cuando están bien ya no sé nada de ellas… Y me doy cuenta de que lo que hago es dar para que me quieran, estar siempre disponible para no quedarme sola”, que me contaba otra coachee.
Pues eso, que si los demás siempre acuden a ti cuando tienen algún problema y te piden muchos favores, malo. Y si eso es lo que a ti te hace sentir bien, el ser útil para los demás, malo también. Y esa es tu parte, que no quita que el otro también tenga la suya, porque para que un rol se sostenga tiene que haber otro que le complemente.
Y por supuesto que esto no quiere decir que no puedas ayudar a alguien cuando te necesita o te pide ayuda. La cosa es distinguir si es un “tú estás mal y yo voy a estar para lo que necesites mientras sigo con mi vida” o es un “tú estás mal y mi vida consiste en solucionar la tuya”.
Es decir, escuchar dentro de ti hasta dónde te entregas con el otro, porque puede ser desde un lugar sano en el que cuando una amiga lo está pasando mal tú la apoyas y estás más pendiente, o puede ser desde un lugar tóxico de estar siempre volcada hacia afuera salvando a alguien (¿tal vez para no mirarte a ti?) y poniendo al otro por delante de ti, de tus necesidades y de tu vida.
4.¿Cuál es tu parte de responsabilidad en lo que te ha pasado?
Si tú decides ayudar a alguien y sientes que lo haces de verdad, de corazón, y que no estás poniéndote una carga que no te corresponde, ni estás dando más de lo que quieres dar, ni más de lo que sientes que esa persona se merece, entonces estará bien sea el resultado el que sea, porque lo has hecho desde ti, porque ha sido una ayuda genuina. Y claro que te puede doler que después el otro tenga determinado comportamiento, pero en ese caso tú sostendrás ese dolor porque ha sido resultado de asumir tu propia responsabilidad…
Si, en cambio, eliges ayudar porque eso es lo que has aprendido a hacer, desde el estar para el otro, sentirte útil y sentir que te necesitan, cuando el otro te de la patada le echaras la culpa a alguien. Porque pierdes la relación y pierdes ese lugar de cuidadora en el que tú te sientes cómoda, válida y a salvo.
Y ahí puede salir el querer culpar al otro con el fin de intentar mantener el status quo de la relación (y seguir siendo la salvadora), o bien el culparte tú (pobrecita de mí, que soy tonta, que siempre me pasa igual, que no debería dar tanto…) para no culpar al otro y así no hacer peligrar la relación (y, de nuevo, seguir siendo la salvadora).
Es decir, o te engrandeces y te pones en plan verdugo persiguiendo al otro, o te haces pequeña y te pones en plan víctima a la que le han tomado el pelo. La cosa es que, de ninguna de las dos maneras, estas asumiendo tu parte de responsabilidad en lo que ha pasado.
5.¿Qué te pasa a ti cuando el otro ya está bien y vuelve a ser autosuficiente?
Si tu papel aprendido es el de cuidar de los demás, seguramente cuando esa persona ya esté bien te dejé el vacío de “¿ahora a quién salvo yo? ¿Con quién me vuelco ahora?”.
Porque el problema es que eliges a personas que necesitan ayuda, ser salvadas y que les hagas más de madre que de amiga o de pareja (sí, esto mismo también pasa en las parejas).
Cuando la raíz del problema es que estás sosteniendo tu autovaloración en esa posición de poder de que el otro dependa de ti y te necesite…
Y así, puede ser que cuando el otro se vaya tú te calles y te alejes, quejándote de lo que ha pasado en plan “si no me quieren, ya me voy yo” (es decir, abandono antes de ser abandonada) o “fíjate que no puedo confiar en la gente, siempre me hacen lo mismo”.
O bien puede ser que, cuando el otro ya no te necesite, te rebeles y te enfades mucho y le reproches todo lo que has dado y no te ha devuelto, y que debajo de ese enfado también haya rabia porque esa persona ya no te necesite a ti y ya no seas especial para ella.
“Han sido llamadas de horas y horas cuando ella estaba mal, y ahora que esta más fuerte me da la patada en el culo… Me da mucha rabia verla tan segura de sí misma y como que si te he visto no me acuerdo”, que me decía otra coachee más a la que le pasaba esto.
Y todo esto de que esa persona vuelva a ser autosuficiente y ya no te necesite implica dos duelos: un duelo por lo que has dado de ti y otro por ese papel de salvadora que has dejado de hacer (hasta que tengas otra persona a la que salvar).
6.¿Tú pides lo que necesitas?
Ya te digo yo que las personas a las que les pasa esto, las que han aprendido a cuidar y a salvar, no piden ni expresan lo que necesitan. Porque ese no es su papel y no se sienten cómodas pidiendo. Porque su papel es sostener, no ser sostenidas. Y esto sigue siendo parte del problema.
Así que, ¿tú pides lo que necesitas? ¿Pides un abrazo cuando te hace falta? ¿Dices que necesitas ayuda para hacer algo con el ordenador? ¿Dices que estás mal y que necesitas hablar? ¿Dices que algo te ha dolido y que necesitas que no vuelva a pasar?
Y me refiero a si lo dices claramente y sin rodeos, no a cuando lo dejas caer y esperas que el otro lo termine de adivinar (véase que estás mal y le preguntas a una amiga que si da un paseo contigo, pero no eres clara en decirle que lo que quieres es verla porque estás mal y necesitas hablar).
Insisto, si tú no pides y solo das, de nuevo volverás a toparte con personas que solo pidan y no den. Y esto vuelve a tener que ver contigo, con que tú entregas mucho, pero no estás abierta a recibir.
Solo cuando pides y das a partes iguales generas relaciones equilibradas en las que, qué casualidad, también empiezas a toparte con personas que te dan y te piden a partes iguales.
7.¿Estas segura de que tus expectativas son realistas?
Claro, si yo he aprendido a dar mucho, a dar un 200%, esperaré que los demás también me den un 200%.
Pero el problema es que yo doy tanto que es muy difícil que el otro pueda equilibrar todo lo que yo doy.
Entonces, igual no se trata tanto de esperar menos de la gente para no llevarme desilusiones, sino de preguntarme si de verdad es justo esperar que el otro me dé lo mismo que yo.
Porque una relación es sana y está ajustada cuando ambas partes, haciendo un balance en general, dan aproximadamente lo mismo.
Si una da un 5, pues que la otra también dé un 5.
Si una da un 9, pues que la otra también dé un 9.
Y si tú eliges dar un 9 a una persona que te da un 5, la responsabilidad de esa elección es solo tuya.
Y si tu manera de dar es cuidar del otro, porque así fue cómo aprendiste a sentirte válida, o a gestionar el miedo a que te dejaran de querer, o a lo que sea, y lo haces de una manera desproporcionada, es fácil que sientas que el otro no te devuelve suficiente.
Por ejemplo, en mi caso, algo que me faltó de pequeña fue sentirme vista y nombrada. Entonces, desde esa necesidad taaan grande de ser vista y tenida en cuenta que me ha acompañado siempre, algo que me ha resultado muy fácil es ver a los demás, hacerles sentir vistos por mí. ¿Puedo esperar que los demás me vean exactamente igual que yo a ellos? Pues seguramente no, porque los demás no tienen las mismas heridas que yo y porque esto tiene más que ver conmigo que con ellos.
Por eso, muchas veces, también puede ser que se trate de ajustar tus expectativas o de darte cuenta de que el otro te valora de una manera diferente a como lo haces tú.
Y siempre, siempre, siempre, legitimando como tú te sientes con lo que hace el otro (independientemente de cuál haya sido su intención) y abrazando esas heridas, que por algo están y que tienes todo el derecho del mundo a tener.
…
¿Qué me dices? ¿Te ha resonado alguna de estas reflexiones como algo que tiene que ver contigo? Si es así, me encantará que lo compartas conmigo en los comentarios aquí debajo.
Buenos días Vanessa, efectivamente, tiene mucho sentido lo que dices. En mi caso fui el salvador en mis dos últimas relaciones y salí muy perjudicado en ambas porque tropecé con dos chicas con trastorno narcisista. Eran un pozo sin fondo de peticiones, reclamos y atenciones y yo una ONG con patas que daba a manos llenas. Como te puedes imaginar, las relaciones fueron un fiasco porque son muy disfuncionales y si perduran en el tiempo se acaban convirtiendo en unas relaciones muy tóxicas.
Lo ideal es lo que comentas en tu post, que ambas personas den y reciban más o menos lo mismo. Es lo más justo y sano. Y por la parte que me toca he de aprender a dar menos y pedir más para resonar con alguien que encaje con esa dinámica más equitativa y sana.
Gracias por tus magníficos posts y disfruta de tus merecidas vacaciones.
Un saludo, Ángel
Muchas gracias, Angel. Así es, dar y recibir de una manera equitativa y sana y alejarte de quien no te haga sentir así. Y, como bien has hecho, preguntarte de qué manera das cuando se repite el encontrarte con personas que solo te piden y te reclaman. Lo has resumido muy bien, muy de acuerdo con lo que dices.
Las disfruté mucho, gracias por tus deseos.
Un abrazo,
Vanessa
Pues… Yo pienso que ir detrás de una amiga que te ha dejado tirada para decirle que te ha dolido es como ir mendigando su amistad. ¿Para que decírselo si está claro que no le importas? No veo que esa conversación pueda acabar de forma beneficiosa. Nadie que te haya dado de lado va a decirte “ah, no me he dado cuenta”, y volver a acercarse a ti cuando claramente no le nace. A mí me hacen esto por desgracia a menudo y si ellas pasan de mi, yo de ellas también. Esa amistad claramente no te interesa, y bastante tiempo has perdido ya con ella, pero mejor darse cuenta tarde que nunca.
(segunda parte) pero sin buscar una reacción por parte de la persona vampira es mejor, a veces vienen a decir efectivamente “ah pues me da igual”. Y no veo ahí problema en llamarla sin vergüenza, la verdad, o en decirle que puedes contarle su comportamiento a quien quieras.
Hola Nakuru,
El decirle algo al otro no es por esa persona o para recuperar la amistad. En todo caso sería por ti, para sentir que tú te cuidas y te respetas expresando lo que te daña. Después puede haber casos en los que comprendas al otro o casos en los que no, y estará bien sea lo que sea. Pero independientemente de que decidas hablar con esa persona o no lo hagas, lo importante es que te preguntes qué hay en tu manera de relacionarte y en las personas que eliges para que se te repita con frecuencia la misma situación.
Un abrazo,
Vanessa
Decirle a alguien que lo ha hecho mal y que no tiene ningún derecho a tratarte así y que como vuelva a hacerlo no vas a ser tan amable puede sentar bien, la verdad, pero supongo que depende de la persona.
Desde el respeto a ti misma siempre te sentará bien expresar lo que te daña y te molesta. No por el otro, sino por ti :-).
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanesa,
Que buen post, ojalá todo esto lo hubiera sabido o entendido antes…siempre me quejaba de mi mala suerte, el por qué daba con el mismo tipo de amistad o de personas que no me daban todo lo que yo daba. Ahora, con las experiencias, los años de terapia y de madurez, he entendido que el problema no era de los demás, era mío. Que liberación saber que esto tiene solución y esa solución está solo en saber valorarte, priorizarte y sentir que te mereces lo mismo que das.
Un abrazo!
Qué maravilla leerte, María. Eso es, cada uno es responsable de lo que se encuentra. Gracias por compartir tan valioso aprendizaje, y felicidades.
Un abrazo,
Vanessa
Estoy de acuerdo contigo. No me gustó este artículo por el hecho de que dice que básicamente es tu responsabilidad si solo te usan y te dejan. ¿Y entonces qué? ¿Le quitamos la responsabilidad a los demás por sus acciones? ¿Tenemos que ser de palo y no sentirnos mal porque aún dando de corazón nos dejaron tirados? ¿Qué de una forma u otra es nuestra culpa? Me disgusta que ahora esté de moda el “la gente no te hace cosas, la gente hace cosas”, pff, por favor. Si viene de una persona que realmente queremos creo que lo menos que ayudaría sería sentir que nosotros fuimos los que estamos mal. Y ahora resulta que si nos quejamos también está mal porque nos la estamos llevando de víctimas. Y el último párrafo tipo “ah sí, pero recuerda que lo que tú sientes también importa”, jajaja.
Hola Cata,
Gracias por tu comentario. Claro que el otro también tiene responsabilidad en sus acciones y claro que puedes sentirte mal si te dejan tirada. De hecho, lo sano es que te sientas mal. Lo importante es que las cosas que nos pasan de manera repetida hablan más de nosotros que del otro. Y no es en el otro donde vamos a encontrar las respuestas, sino es nuestra manera de vincularnos. Es decir, no es que no puedas quejarte o sentirte mal, pero si solo haces eso y no te preguntas qué te lleva a esas situaciones, te seguirá pasando lo mismo.
Un abrazo,
Vanessa
Mira, a mis 21 años que tengo ya he aprendido que no existen amigas de ningún tipo… Al final son todas iguales a las que tú describes.
Yo ya ni me molesto en hablar nada con nadie, ellas sabrán, vamos es que me parece increíble que con nuestra edad ya no se den cuenta de las cosas o no se quieran dar cuenta de cuándo están haciendo daño.
Hola,
Te animo de corazón a que trabajes lo que sea que te haya pasado en tus amistades. Eres muy joven para cerrarte así, y te aseguro que hay personas maravillosas a las que merece la pena tener como amigas. Y tú te mereces disfrutar de algo tan bonito como es una amistad recíproca :-).
Un abrazo,
Vanessa