¿Te das permiso para enfadarte?
¿Te das permiso para sentir la rabia cuando alguien hace algo que te molesta o que traspasa tus límites?
Hay personas que no se enfadan nunca (o que sólo lo hacen con quien saben que no se va a ir)…
… Porque han aprendido a no enfadarse para que no las dejen de querer.
Si me enfado igual se va, así que no me puedo enfadar.
O si me enfado igual le parece mal, así que me lo meto para dentro.
No lo reconozco, no lo escucho y no quiero sentirlo, por miedo a las consecuencias.
Igual lo disfrazo de miedo, de tristeza o de culpa. Pero enfadarme no, eso no.
Por ejemplo, supongamos que he organizado un plan de fin de semana con mi pareja. Lo he preparado con mucha ilusión y unos días antes me dice que no puede ir. Me da una explicación que entiendo, pero me siento mal.
¿Cómo me siento? Pues en realidad estoy enfadada, pero como me da miedo que se aleje de mí si me enfado, reprimo lo que siento. Como mucho me muestro triste, me dejo ver triste, pero ni pizca de enfado.
En este caso, la tristeza es una manera de que el otro se sienta responsable, pero sin hacerme responsable yo de lo que siento, de mi enfado y de expresarlo, por miedo a las consecuencias.
Otro ejemplo: una amiga me pone en un whatsapp algo que me molesta. No digo nada, no respondo porque no sé qué decir. Me ha molestado, pero no me dejo sentir el enfado. Y después empiezo a pensar que si le habrá parecido mal que no respondiera, que si se habrá enfadado, que igual me he pasado, que igual no era para tanto…
Como me decía una coachee, que fue a quien le pasó esto, “empecé a pensar que igual yo no tenía motivos para estar enfadada y que tendría que haberle respondido algo… Y al día siguiente acabé escribiéndole con una excusa tonta para asegurarme de que la que no estaba enfadada era ella”.
Es decir, que no sólo no se permitía sentir el enfado, por miedo a perder a su amiga, sino que además terminó acercándose para asegurarse de que la otra no estaba enfadada.
Y otra vez que me dejo de respetar a mí misma y a lo que estoy sintiendo para que, por favor, no me dejes de querer…
¿Y tú? ¿Qué haces tú cuando alguien tiene un detalle feo que no te gusta? ¿Te das permiso para enfadarte? ¿Te das permiso para sentir ese enfado? ¿Lo expresas y se lo comunicas al otro, sabiendo que estás en tu derecho? ¿O lo reprimes porque es lo que has aprendido para que no te dejen de querer?
Otro ejemplo de una coachee, que decidió hacer un curso sobre pedagogía positiva, pensando en redirigir su carrera profesional. En dejar un trabajo que no le gusta y dedicarse a lo que le apasiona. Y cada vez que lo hablaba con su pareja sentía que él no la apoyaba, porque le decía que ese curso no le iba a servir de nada, que era una tontería.
Y ella, me contaba, se sentía triste porque él no la estaba apoyando. ¿Triste? Pues no, hablándolo en una sesión resulta que lo que en realidad sentía, pero no se había querido reconocer, era enfado. Estaba enfadada porque su pareja no la apoyaba en su proyecto.
¿Te suena?
Por qué necesitas darte permiso para enfadarte
Cada vez que alguien traspasa tus límites y no te enfadas por miedo a perder a esa persona, estás rechazando lo que sientes y te estás dando la espalda a ti misma.
Y lo que sientes SIEMPRE está bien. Tus emociones son correctas y están ahí para algo.
El enfado está ahí para informarte de que alguien está abusando de ti, tratándote de forma injusta y traspasando tus límites.
O de que alguien te está pidiendo más de lo que puedes o quieres dar.
O de que te están impidiendo alcanzar tus deseos u objetivos.
¡El enfado es sano! Es tu alarma para reconocer que alguien traspasa tus límites. Para reconocer que alguien te está invadiendo o limitando de alguna forma.
Te informa de lo que quieres y de lo que no quieres.
El enfado está ahí para protegerte, ¡es evolutivo!
¡Es como si tuvieras una maravillosa alarma de incendios en tu interior que te avisa de cuando hay un fuego!
¿Y no le haces caso? ¿¿¿Hay un fuego y no le haces caso???
Es que si me enfado puedo perder a esa persona…
Es que si me enfado igual se molesta…
Es que yo soy de las que nunca se enfadan…
Es que si me enfado después me sentiré culpable y será peor, porque empezaré a machacarme…
No pasa nada, igual no es para tanto, igual soy yo que soy muy xxx…
Cualquier excusa con tal de no darte permiso para sentirlo.
Como si el enfado fuera peligroso…
¿¿¿Perdona??? ¿Cómo va a ser peligroso sentir lo que estas sintiendo? ¿Cómo va a ser peligrosa una alarma que te avisa de que están traspasando tus límites o poniéndote una barrera hacia algo que quieres?
El enfado te da poder
Como te decía, el enfado te permite poner un límite a lo que te hace daño y te permite conseguir tus objetivos.
Es decir, te protege del abuso y de no conseguir lo que quieres.
¿Cómo? A través de la energía que genera en ti. Porque el enfado te da la fuerza que necesitas para llevar a cabo un cambio. ¡El enfado te hace poderosa!
Es un mecanismo excelente, como todas las emociones (me refiero a las seis básicas: alegría, enfado, tristeza, miedo, sorpresa y asco).
Todas las emociones son positivas porque te hablan de ti, de lo que te pasa por dentro, y te sirven para gestionarte como persona.
¿Entiendes entonces el poder que te quitas a ti misma cuando no te permites enfadarte?
Si no lo reconoces, si no lo aceptas, si no lo escuchas, si no te das permiso para sentirlo, si dejas que el miedo lo encubra…
Si no dejas salir el enfado, esa energía que te está generando va a tener que salir por algún lado, que seguramente no sea el más apropiado.
O bien sale contra ti, tratándote mal y atacándote a ti misma…
O bien sale contra otros, de forma desbordada, en el momento menos oportuno y, muchas veces, atacando a quien menos tiene que ver con ese enfado…
O bien sale a través de la actividad física, haciendo mil cosas y no parando un momento o haciendo mucho deporte y quemando todo esa rabia con ejercicio.
O bien sale por el cuerpo, sobre todo con enfermedades en la piel o en el aparato digestivo.
O con comportamientos tóxicos y adictivos…
La cosa es que, cuando no te das permiso para sentir lo que sientes, cuando te lo callas, cuando no pones un límite, cuando no pides lo que necesitas y cuando no te cuidas a ti misma, la rabia se acumula y sale por otro lado.
¿Te enseñaron a enfadarte?
Nuestra manera de gestionar las emociones es aprendida.
Aprendemos qué hacer con lo que sentimos por lo que vemos y lo que nos enseñan cuando somos pequeños.
En cualquier familia hay emociones que son bien acogidas y otras que no, emociones políticamente correctas y otras que no lo son.
Así aprendemos qué es lo que podemos sentir y qué es lo que no podemos sentir.
Un niño necesita enfadarse. Tiene derecho a enfadarse, porque el hecho de que sea un niño no significa que no tenga emociones o que los demás no traspasen sus límites o le impidan conseguir sus deseos.
Y si no le dejan enfadarse, si le dicen que “como te pongas así la que se va a enfadar de verdad voy a ser yo”, si le castigan por enfadarse, si cuando se enfada siente que podrían dejar de quererle, no aprenderá una gestión sana del enfado.
Por ejemplo, un niño al que le prohíben ir a jugar con sus amigos necesita sentir ese enfado. Si no le dan permiso para sentirlo, si le castigan porque se ha enfadado, aprenderá que el enfado no es algo sano. Y reprimirá esa emoción. Puede que se sienta triste, porque eso si le dejan sentirlo, cuando en el fondo lo que está es enfadado. ¡Y está bien que lo esté!
Cuando alguien no se da permiso para reconocer y sentir su enfado puede ser porque cuando era pequeño no le permitían enfadarse…
Puede ser que no tuviera un modelo adecuado, que nadie le enseñara a sentir y expresar el enfado cuando otro traspasaba sus límites…
Puede ser que presenciara enfados tan dolorosos que aprendiera a reprimir su propio enfado…
Puede ser que no se permita enfadarse por miedo a lo que pueda pasar. Por miedo a que le rechacen, a que dejen de quererle, a que haya un conflicto o a que el otro se moleste.
Puede ser que no se reconozca sus derechos y no se sienta merecedor de poner esos límites.
Puede ser que aprendiera que, por más que se enfadara, los demás seguirían traspasando sus límites.
Por ejemplo, en mi caso nadie me enseñó a poner límites. Así que cuando los demás traspasaban mis límites una y otra vez (en el colegio) entendí que no había nada que yo pudiera hacer. Y no hacía nada. Eso, sumado a que en casa no me permitían enfadarme, hizo que no aprendiera a sentir el enfado, a escucharlo dentro de mí.
Y me lo encuentro muchísimas veces en las personas con las que trabajo…
Hay muchas personas que no se dan permiso para enfadarse. O bien porque les mutilaron esa emoción, o bien porque ellas mismas la han automutilado para que los demás no dejen de quererlas.
Pero, como todo lo que no aprendiste de pequeña, lo puedes aprender ahora ;-).
Tres pasos para aprender a enfadarte
Primero, necesitas empezar a observarte, a observar lo que pasa dentro de ti cuando no te estás sintiendo bien tratada o alguien está poniendo un obstáculo a tus objetivos, y reconocer el enfado.
Cuando lo reconoces y te das permiso para sentirlo en el cuerpo y escuchar lo que te está diciendo, ya puedes aceptarlo.
Y, ojo, que aceptarlo no tiene nada que ver con que esté justificado o no. Yo tengo derecho a sentir mi enfado independientemente de que esté justificado o no. Y cuando lo siento necesito aceptarlo.
Es decir, lo aceptas sin condiciones y sin juzgar si está justificado o no.
Es lo que sientes y lo aceptas. Punto.
(Después ya decidirás qué haces con él, pero aceptarlo, siempre).
Segundo, te das permiso para expresarlo contigo misma.
“Estoy enfadada porque…”.
En voz alta o para ti, lo expresas, porque así te lo reconoces y te das permiso para sentirlo.
Tercero, decides que quieres hacer con él y cuál quieres que sea tu respuesta.
Si quieres comunicárselo al otro, estupendo. Le dices de una forma clara lo que sientes y por qué lo sientes.
Por ejemplo, “estoy enfadada porque me gustaría que me apoyaras y me animaras en este nuevo camino que comienzo, en vez de decirme que es una tontería”.
Con respeto, por supuesto. Siendo asertiva, claro que sí. Haciéndote responsable de lo que sientes y sin culpar al otro, también.
¡Pero respetándote tú! ¡Respetándote a ti misma siempre!
En mi opinión, siempre que sea posible, lo mejor es expresarlo y poner un límite, porque eso es lo que te permite liberar esa energía en la dirección adecuada, protegerte y respetarte.
Y si te cuesta encontrar la manera de decirlo de una forma asertiva, pues aprendiendo a hacerlo… ¿Qué si nunca lo has hecho al principio te sentirás incómoda? Pues claro, como cada vez que estás aprendiendo algo nuevo.
Pero si en alguna ocasión eliges no expresarlo ante el otro, por lo menos que lo reconozcas, lo aceptes y te des permiso para sentirlo y expresarlo contigo misma.
Y si no has aprendido a sentir el enfado, si te das cuenta de que de una forma u otra has aprendido a reprimirlo, te recomiendo que practiques el escucharte cada día e ir viendo en qué situaciones no te has dado permiso para enfadarte hoy.
…
¿Qué has reflexionado al leer el post? ¿De qué te has dado cuenta? Si te apetece me encantará que me lo cuentes en los comentarios aquí debajo.
Estupendo Post. Me he visto súper reflejada y me ha reafirmado en lo que he aprendido los últimos años. Millones de gracias ♥️
Me alegro mucho, Leticia. Gracias por compartirlo.
un abrazo,
Vanessa
Me gustó mucho porque parece que solo me pasa a mi pero no, es algo habitual. Yo no me atrevo a decirle a mis compañeras que no me gusta algo de lo que han hecho por miedo a que se enfaden y dejen de hablarme. Si en algún momento no he podido contenerme porque me parecía algo muy injusto y lo he dicho, luego me siento mal y no sé cómo volver a la normalidad, me cuesta, me he enfadado de verdad y luego no puedo volver inmediatamente al jijijaja.
Me gustaría aprender a decir lo que siento cuando algo me duele o fastidia de verdad y luego sentirme bien, no culpable y poder volver a hablar con esa persona y no esconderme o evitarla y poder mirarla a los ojos. No sé si me he explicado bien.
Otra cosa mi hermano falleció hace 5 años y ahora veo a mi cuñada y sobrinos el día de Nochebuena y Reyes y me da mucho coraje porque el resto del año ni siquiera llaman por teléfono, ni a mi madre, ni a nadie, y yo esos días lo paso fatal, no me siento cómoda, no sé ni de qué hablar. Preferiría que no vinieran la verdad porque es lo más falso que vivo en el año
¿Qué puedo hacer con todo esto?
Cuando digo lo que siento la gente se enfada mucho conmigo porque no se lo esperan, creo yo.
Muchas gracias
Hola Natalia,
Creo que las relaciones se construyen y se fortalecen a través de que cada uno pueda entender lo del otro, saber lo que le molesta y lo que necesita. Pero para eso la primera que ha de darse permiso y escuchar sus necesidades eres tú. Si las legitimas y eres amorosa contigo misma, será más probable que lo seas con los demás. Que expreses lo que te pasa, que respetes los tiempos que tú necesitas para volver a la normalidad con alguien después de que se haya abierto una herida, porque está bien y no hay nada de malo en que necesites un tiempo para cicatrizar. Creo que cuando nos respetamos es más fácil que los demás nos respeten, y desde ahí ir viendo qué tipo de relación estableces con cada cual y lo escuchada que te sientes por cada persona de tu entorno. Decir lo que sientes sin reproches y sin juzgar al otro es un arte que se aprende y para el que no venimos enseñados, pero cómo responda el otro no siempre va a depender de ti.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa,
Que bueno el post.
Yo justo ahora estoy en eso. Lidiando con mi rabia.
Nunca antes la habia expresado y ahora he empezado una relacion de pareja en la que estoy comoda y expreso todo lo que siento. Lo que pasa es que cuando sale ahora, sale bastante a lo bestia. Lo mismo que un niño pequeño cuando aun no sabe que hacer con esa emocion. Ademas, como he estado mucho tiempo sin respetarme mis limites, he ido acumulando rabia hacia a mi misma tambien. Asi que cuando me enfado no solo lo hago porque el otro me ha pisado, sino tambien porque ya llevo tiempo pisoteandome a mi misma.
Llevo ya un año con ello, pero se que aun me queda mucho.
Gracias por el post, un saludo y que tengas un buen dia 🙂
Muy bien, Irene. Es habitual lo que cuentas, el sentir que ahora que me permito sentir esto no sé qué hacer con ello ni cómo manejarlo. Esa es una parte, el aprender a hacerme responsable de mi enfado y expresarlo de una formar respetuosa conmigo y con el otro.
La otra es perdonarte, porque lo has hecho lo mejor que has podido en cada momento. Si hubieses sabido hacerlo mejor lo habrías hecho, y no tiene ningún sentido culparte ahora por algo que antes no supiste hacer mejor, ¿no crees?
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa, estoy completamente de acuerdo con lo que mencionas sobre el enfado. Enfadarse es sano porque estás marcando tus límites y liberas esa tensión acumulada.
El problema que yo veo en las personas, e incluso alguna vez en mí mismo, es que no nos sabemos enfadar. No lo hacemos de forma asertiva. O bien nos mostramos agresivos con alguien con quien nos hemos enfadado o bien usamos comportamientos pasivo-agresivos que es casi peor.
Yo he sufrido ambos comportamientos y son muy destructivos, tengan o no tengan razón para enfadarse.
En resumen, que hay que enfadarse pero con respeto y aceptación del otro, no avasallando porque nos sentimos dolidos. Las formas son tan importantes como el fondo.
Un saludo
Hola Angel,
Sí, estoy de acuerdo. Cuando no he aprendido a enfadarme puede ser que me mueva entre callar o soltarlo todo de golpe y avasallando. Hay muchas personas que viven así, o que directamente son agresivas con el otro. Por eso la asertividad es tan importante, y siempre tiene mucho que ver con la autoestima. No se puede ser asertivo sin una autoestima sana, y no se puede tener una buen autoestima si no eres asertivo.
Un abrazo,
Vanessa
Bellísimo Vanessa, justo lo que necesitaba. Me encanta leerte.
Un abrazo 😊
Mil gracias, Karen. Me alegro mucho :-).
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa, me ha gustado mucho el post, es bueno dejar claro tus límites. Aceptar tu enfado y hacer entender el porqué del mismo. A mi me pasa lo contrario, paso mucho tiempo enfadada, por cualquier cosa, me siento atacada, no lo gestiono bien y siempre lo hago con quien no toca, la persona que sé que no me va a dejar, mi pareja. ¿Podrias recomendarme algun otro post donde hables de este tema?
Muchas gracias .
Hola Susana,
Muchas gracias. Pues al leerte se me ha ocurrido este post, pero habría que ver qué es lo que pasa, si es un tema de expectativas, de control, de gestión emocional… Echa un vistazo en el apartado de relaciones y vete leyendo los que te digan algo por el título.
Un abrazo,
Vanessa
Vanessa, lo suyo es enfadarse sin montar un pollo, ¿no? Digo desde cuidar la propia imagen y ser asertivo. Yo creo que lo mejor es no freír a gritos a nadie. Sin olvidarse del propio derecho a no ser asertivo, aunque es verdad que si estallas con alguien igual no quiere estar contigo. A ver, si quiere que se vaya, pero si se pueden hablar las cosas con calma (gestionando en privado la rabia) mejor, ¿no? Y no lo digo por no ofender al otro, lo digo por una cuestión de conveniencia personal. Un saludo.
Gracias por tu post, así veremos el coraje de una forma distinta. Si yo no acostumbro a verlo de forma positiva, por eso lo escondo y tal vez es con la tristeza, que la verdad no me beneficia. Preferiria saber dirigir mi molestia, mi enfado, eso sí me serviría, saber que yo también me enojo, no sólo los demás, y eso habla acerca de los límites.., si que si, gracias infinitas 👏💖.
Hola Nancy,
Así es, sentir en enfado habla de escucharte, de respetarte y también de tener unos límites. Y, como el resto de las emociones, se puede aprender a sentirlo a cualquier edad :-).
Un abrazo,
Vanessa
Hola May,
Sí, por respeto al otro y a uno mismo lo sano es expresar el enfado desde la asertividad, sin atacar y sin reproches. Si hace falta esperar a estar más calmada, pues se espera :-).
Un abrazo,
Vanessa
Muchas gracias Vanessa! También pienso que a veces la asertividad se confunde con “atacar”, porque esas personas no saben, precisamente, comportarse con asertividad. También creo que se puede reprochar desde la asertividad.
Un abrazo,
May
Hola Vanessa, como siempre un post excelente. Estoy de acuerdo sobre todo en ser conscientes de estar enfadados (a veces cuesta darnos cuenta si quiera y no confundirlo). ¿Pero cómo sabes cuándo expresarlo o no? Si lo haces siempre que lo sientes, ¿no puedes convertirte en “demasiado sensible”? ¿Y si lo expresas y pierdes a esa persona y el dolor/tristeza de perderla es peor que no dejarse a una misma enfadarse? ¿Cuándo sabes qué emoción pesa más?
Hola Paloma,
Pues te diría que sabiendo dónde están tus límites para tener claro cuando otro los traspasa y poder ponerlos, o bien diferenciar si el enfado es sano pero no tiene tanto que ver con el otro como contigo.
Pero sobre todo creo que sabes cuando expresarlo escuchándote, confiando en ti, en lo que sientes, en si tu intuición y tu corazón te piden que lo expreses o no.
Si sabes enfadarte y sabes expresarlo, desde el respeto y hablando de ti, sin reproches al otro, dudo mucho que pierdas a alguien que te respete.
Y creo que lo que siempre ha de pesar más es tu bienestar y que te des permiso para sentir lo que sientes, elijas expresarlo o no.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa. Llevo leyendo tus post hace unos meses y nadie como tu ha sabido poner palabras a todo lo que siento tan bien y tan claro. Eternamente agradecida.
Por otro lado una de las cosas que me causa más dolor es cuando quiero expresar un sentimiento que es doloroso para mi de mi familia (donde no parece existir ningún sentimiento entre hermanos) y solo se lo puedo contar a una amiga. Y su respuesta es que tengo que pasar página y seguir adelante. Como quitando importancia a que me sienta sola y a lo que pasa. Me cuesta expresar mis sentimientos y esa sensación de vale se acabó. Solo me hizo más daño y estallar. Ahora tenía dos frustraciones no saber gestionar la falta de amor y que no lo puedo contar. He estado un tiempo encerrada en mi misma intentando recomponerme y encontrar una solución sana para mi. Y te encontré. Mil gracias me estás ayudando muchísimo.
Tienes algún post que hable de ello
Muchas gracias por compartir y por tus palabras, Maria Eugenia. Lo que sientes siempre está bien, te habla de ti y de lo que necesitas, por eso es tan importante que lo escuches y que confíes en eso que sientes.
Al leerte me ha venido a la mente el último post del blog, te lo dejo aquí por si no lo habías leído.
Un abrazo,
Vanessa
Totalmente de acuerdo con Maria Eugenia. La comprendo porque a mí me está pasando lo mismo. Es muy triste que habiéndote quedado totalmente sola los hermanos quieran tenerte alejada sin motivo, que no muestren ninguna consideración por tu situación, lo que demuestra ningún sentimiento por su parte. Es duro y en mi caso no sé cómo actuar. He probado de todo y ellos no cambian su actitud. Así es muy difícil, para mi imposible, “tirar hacia arriba”, pues la autoestima “está en el suelo”.
Muchas gracias, Marisa. Fíjate que ahí tu autoestima está dependiendo de los demás, de que cambien su actitud. Y justo se trata de que dependa de ti, de lo que tú te das y lo que eliges para ti. En este caso ya no hay culpables, sino que te haces responsable de tu parte. Pero esto siempre pasa por un camino de autoconocimiento en el que reconozcas lo que te limita y qué hace que te quedes enganchada en que los demás cambien.
Un abrazo,
Vanessa