Descárgate GRATIS la guía Cómo Defenderte cuando Alguien Traspasa tus Límites

Si (siempre) necesitas agradar a los demás, prueba esto

Mujer con desayuno sobre la cama - agradar a los demás

A todos nos gusta agradar a los demás, y está perfecto así.

¿O conoces a alguien a quien le den a elegir entre agradar a los demás o no hacerlo, y elija la segunda opción? 

Ya te digo yo que no, que tooodos preferimos agradar. Nos gusta agradar y nos gusta que los demás quieran agradarnos. Y está bien. En sí, no es algo malo. 

Vivimos en sociedad, rodeados de personas, y es normal que prefiramos agradarles a no hacerlo. De hecho, estamos todo el rato agradando.

Por ejemplo, si sacas un paquete de chicles del bolso y le ofreces uno a tu amiga, estás queriendo agradarla. Y está bien.

Si estás en el trabajo y te vas a tomar un café y le preguntas a un compañero si quiere que le traigas uno, estás queriendo agradarle. Y está bien.

Si antes de cerrar un plan para el fin de semana le preguntas a tu pareja si le viene bien, estás queriendo agradarle. Y está bien.

Hasta aquí, no hay problema. Hasta aquí, está bien tener en cuenta al otro.

El problema surge cuando agradar a los demás se convierte en algo automático, en algo que haces sin pensar, casi como una obligación ante la que no tienes elección.

El problema es cuando no reflexionas sobre lo que quieres tú y directamente te colocas en el personaje que agrada a los demás y siempre quiere quedar bien.

Cuando lo haces sin pensar en ti, en lo que tú quieres, en lo que necesitas, en lo que te apetece o en lo que te conviene en ese momento.

Cuando tu legítima necesidad de amor solo se ve cubierta desde fuera, desde el gustar a los demás para que no te rechacen ni te dejen de querer.

Ahí, cuando tú no cubres tu necesidad de amor y dependes exclusivamente de que otros la cubran, hay un problema.

Porque con tu comportamiento y tu necesidad de agradar le estás transmitiendo al otro que tú no eres importante y que el importante es él.

Porque es como si le estuvieras dando un cheque en blanco al otro (y esto es caldo de cultivo de relaciones tóxicas y de mucho malestar).

Como si le estuvieras diciendo “estoy dispuesta a cualquier cosa con tal de gustarte”.

Y, si no agradas a alguien, si no dices que sí a todo y si no estás siempre disponible te sientes culpable… Una culpa tóxica que nace del miedo a perder la aprobación del otro.

Es decir, si solo puedes elegir entre agradar al otro o sentirte culpable, hay un gran problema.

Agradar sí, pero con estas tres excepciones

La necesidad de complacer, de agradar a los demás, de quedar bien, de hacer lo que el otro espera de mí, de gustar… para que me acepten, para que me valoren, para que me quieran, para que no me dejen sola… es un problema cuando no nace de una decisión consensuada contigo misma.

Y unas veces se presenta como una forma de responder a algo que te han pedido, por ejemplo, no decir que no si te piden un favor, ayudar al otro por encima de tus posibilidades, estar disponible siempre que te lo pidan…

Y otras se presenta cuando, sin necesidad de que te pidan algo, pones al otro por encima de ti, por ejemplo, hacer algo para que te quieran, callarte una opinión diferente para no desagradar, esforzarte por solucionar los problemas de otro

Esto hay quien lo hace más en la pareja, hay quien también lo hace con los amigos y la familia, hay quien además lo hace en el trabajo y hay quien lo hace con todo el mundo.

Y nos liamos mucho con pensamientos tipo “es que, ¿cómo le voy a decir que no a esta amiga? Si no tiene quien le ayude…”.

O “es que si le digo esto a ese hombre a quien estoy conociendo, lo voy a estropear…”.

Y así lo que pasa es que, por una falta de autoestima y un exceso de necesidad de aprobación, porque como me estimo poco y necesito que los demás me estimen mucho, pues valoro más a los demás y sus necesidades que a mi misma.

¿La consecuencia? Que desde ahí estoy contribuyendo a que mi autoestima se resienta y yo no pueda sentirme bien. Porque, a peor es mi autoestima, más quiero agradar, y a más quiero agradar, peor es mi autoestima. Vamos, que es el pez que se muerde la cola.

¿Cómo se resuelve esto? Pues aceptando que agradar por regla general está bien, pero sabiendo hacer excepciones.

Porque el problema es cuando esto de agradar a los demás lo llevo al extremo y no me permito hacer excepciones.

Así que, ¿cómo saber cuándo no hacerlo? ¿Cuáles serian las excepciones a esa regla general que dice que agradar a los demás está bien?

Pues voy a contarte tres excepciones que te ayudarán a diferenciar cuándo sí y cuándo no. Dos de ellas están inspiradas por el libro de Jorge Castelló “La superación de la dependencia emocional” y la tercera la he añadido yo.

Espero que te den un marco claro para diferenciar y se conviertan para ti en un truco infalible para saber cómo actuar en esas situaciones.

Vale, allá vamos. Agradar a los demás está bien con tres excepciones:

1. Primera excepción: Cuando agradar al otro te perjudica a ti de alguna forma.

Es decir, cuando agradar al otro significa que le estas poniendo por encima de ti.

Esto significa que siempre que haya un conflicto de intereses, tú vas primero.

Por ejemplo, si una amiga te pide que le acompañes a un sitio el viernes por la tarde, y tú ese día tenías pensado salir a correr y hacer unas cosas en casa, pues agradar al otro te perjudicaría a ti.

O si tu pareja queda con sus padres en ir a comer al pueblo el domingo, y tú ese día pensabas estudiar para un examen que tienes la próxima semana, pues ahí agradar al otro te perjudicaría a ti.

¿Lo ves? Pues ahí, tú vas primero.

Que claro que habrá veces en que elijas agradar a quien te pide algo, porque sabes que el beneficio para esa persona es mucho mayor que el perjuicio que te hace a ti. Por ejemplo, si la amiga que te ha pedido quedar el viernes por la tarde está pasando por un mal momento y te pide que pases la tarde con ella porque necesita hablar y desahogarse.

Esto, esa medida entre cuánto te perjudicas a ti por encima del beneficio que puede suponer para el otro, has de medirla dentro de ti, valorando la situación y escuchando cómo tú te sientes.

Eso, el escuchar cómo te sientes, siempre te marca el camino. Si te das cuenta de que le estás diciendo que sí al otro para no sentirte culpable, seguramente sea que no toca agradar. Pero si es un sentir auténtico en el que cuidar del otro sea algo importante en ese momento, y eso no haga que sientas que no cuidas de ti, entonces sí.

Las personas que agradan por automatismo no hacen esta diferencia, ni se plantean cómo se sienten, sino que directamente dicen que sí. Pero, si se paran a escucharse después sin autoengaños, se darán cuenta de que no se han cuidado y de que no se han sentido bien dejándose de lado.

Y estaría bien que todos legitimáramos más el poder decir (y que nos digan), “lo siento, pero si hago esto por ti, me voy a perjudicar a mí”.

2. Segunda excepción: Cuando se trata de alguien que no es recíproco contigo.

Es decir, alguien que no te da el mismo trato y que, por lo tanto, no se merece que le cuides, le agrades o le complazcas.

Por ejemplo, si esta amiga que te ha pedido quedar el viernes por la tarde es alguien que nunca está disponible para ti y que pide mucho más que da.

O si tu pareja siempre organiza los fines de semana con su familia sin consultarte a ti y después pone pegas cuando tú propones algún plan.

O si estás empezando una relación en la que te das cuenta de que tú te esfuerzas y pones de tu parte mucho más que el otro.

O sea, a veces agradar a alguien no te perjudica a ti, pero el problema es que es alguien que no te cuida y de quien no recibes lo mismo que das. Y entonces sí es momento de elegir NO agradar a esa persona.

Porque si lo haces estás contribuyendo a una relación desequilibrada. Porque estás permitiendo y colaborando en un trato injusto para ti. Y porque le estás diciendo a tu niña interior que ella no se merece nada mejor y que esas migajas que le da el otro es lo más a lo que puede aspirar.

Que a veces le damos a alguien más de lo que esa persona nos da, y así generamos deudas emocionales y relaciones desequilibradas. Y después, lógico, no nos sentimos bien.

Por esto mismo te he comentado alguna vez que en las relaciones necesitamos coincidir con personas que den parecido a nosotros. Porque si yo doy 9 y el otro da 4, no me puedo sentir bien.

¿Eso significa que si soy de las que dan 9 no puedo tener una amiga que de 4? No, eso significa que ahí tendré que ajustarme y dar 4 también. No como una venganza hacia ella, sino como un trato justo hacia mí.

Es decir, ser buena, sí. Pero serlo tanto con el otro como contigo (en vez de serlo más con el otro, que es lo que suelen hacer las personas que agradan desde la necesidad y el automático).

Y ser respetuosa, también. Pero serlo tanto con el otro como contigo, sin diferencias.

Que claro que puede haber momentos en una relación en los que uno dé más, porque el otro esté pasando un mal momento o por lo que sea. Pero se trata de que, si haces un balance general, sientas que hay un equilibrio, que esta vez das tú un poco más y en otro momento es el otro el que da un poco más. Y donde no sientes que haya ese equilibrio, ahí NO es (si te cuesta poner esto en práctica, aquí el formulario para que trabajemos juntas y lo interiorices bien ;-).

¡Ah! Y si alguien a quien le dabas 9, le empiezas a dar 4 para equilibrar la relación, y esa persona protesta porque estaba acostumbrada a otra cosa, ni lo dudes de que ahí no es, ¡porque estás con alguien que te está exigiendo que seas injusta contigo misma!

3.Tercera excepción: Cuando por agradar al otro estás dejando de ser fiel a ti misma.

Es decir, cuando dejas de vivir desde lo que te sale de dentro por complacer o gustar a los demás o por la presión de cumplir con lo que se espera de ti.

Por ejemplo, si una amiga te invita a un viaje que no te apetece y que no encaja con tu manera de viajar, y le dices que sí por agradarla a ella.

O si estás pensando en cambiar de profesión, pero en tu familia te dicen que a dónde vas con trabajo taaan bueno que tienes, y entonces te echas para atrás y te olvidas de lo que tú querías.

Y no es tanto que te perjudiques a ti misma ni que haya desequilibrio en la relación por hacerlo así, pero sientes que eso no va contigo, que si haces eso no te estás siendo fiel a ti misma, sino cediendo a la presión de las expectativas ajenas.

¿Te das cuenta?

Mira, ser valiente es ser sincera y coherente contigo y no fallarte a ti misma.

Escucharte a ti misma por encima de los demás. Escuchar lo que sientes y lo que quieres, expresarlo y tomar tus propias decisiones por encima de su opinión.

Y para esto no necesitas preguntar a los demás, necesitas preguntarte a ti. Eso es lo que te dará la confianza de saber que tú estás contigo en tu vida. Y eso es lo que hará que te sientas segura de ti, aunque haya un mar muy revuelto ahí afuera.

Cuando por no fallar a los demás te dejas de lado a ti misma y cuando lo que sientes dentro de ti no está alineado con lo que dices y lo que haces, no puedes sentirte bien, porque no estás siendo íntegra.

En cambio, cuando eliges escuchar a tus tripas y ser tú misma, los demás dejan de ser un asunto prioritario porque estás ocupándote de lo tuyo, que es serte fiel.

Y entonces ya no tienes que fingir para conservar a alguien.

Y entonces dejas de escuchar a todos aquellos que te critican por hacer lo que te nace de dentro.

Y habrá quien te valore por ser integra y habrá quien te juzgue por no ser lo que esa persona esperaba de ti. Pero, en cualquier caso, estarás viendo donde te respetan y donde no.

Así que a partir de ahora, antes de que te salga el automático y te pongas a agradar y a complacer sin pensar, hazte estas tres preguntas:

  1. Agradando a esta persona, ¿me estoy perjudicando a mí de alguna forma?
  2. ¿Esta persona es recíproca conmigo y siento que tenemos una relación equilibrada?
  3. Agradando a esta persona, ¿dejo de serme fiel a mí misma de alguna forma?

Y si alguien no te quiere o te rechaza porque tú estés poniendo este filtro y haciendo estas excepciones, sin duda es que ahí NO es.

Como siempre, feliz de leer tus comentarios aquí debajo :-).

¿Quieres más consejos?

Apúntate GRATIS y recibe cada semana herramientas y recursos para tener Más Seguridad, Más Felicidad y Más Bienestar.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

Acerca de Vanessa Carreño

Trabajo con mujeres que se sienten inseguras, no se valoran ni tienen confianza en sí mismas, le dan muchas vueltas a la cabeza y se preocupan mucho por lo que piensen los demás.

Con mis programas de Autoestima, Relaciones Personales y Dependencia Emocional consiguen ganar confianza en sí mismas y sentirse seguras y capaces de alcanzar sus objetivos. Aprenden a valorarse, se atreven a ser ellas mismas y empiezan a disfrutar de su vida y de sus relaciones.

¿Quieres que te ayude a ti también? Solicita una sesión de valoración gratuita conmigo rellenando este formulario.

6 comentarios

6 comentarios
  1. LUCÍA 01/06/2023

    Mil gracias Vanessa por estos “tips”, me los quedo en mi cajita de recursos. A veces me cuesta distinguir cuando me comporto desde el querer agradar, y las tres preguntas del final me ayudan a verlo mas claro. Un abrazo!

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 02/06/2023

      Gracias a ti, Lucía, bonita. Me alegro de que te hayan servido.
      Escríbeme cuando quieras, te aprecio mucho y me gusta mucho saber de ti, ¡valiente!
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
      • Sonja 03/06/2023

        Hola Vanessa.
        Muy intersante este tema.
        He estado reflexionando y me surge una pregunta:
        Cuando tratas de agradar para ser aceptado por alguien que sientes que no es recíproco contigo (caso 2), ¿estás siendo hipócrita?
        Saludos y muchas gracias por tu trabajo.

        Responder
        • Vanessa Carreño Andrés 15/06/2023

          Hola Sonja,
          Creo que todos somos hipócritas o falsos en algún momento. Y que no se trata tanto de ser siempre correcto y “como hay que ser”, pero sí al menos de ser honesta contigo y reconocerte para qué estás intentando agradar a alguien que no es recíproco contigo. Si es algo consensuado internamente desde el amor a ti misma, es posible que te sientas bien. Pero si de alguna manera te estás faltando al respeto con ello, será muy difícil que te sientas bien.
          Un abrazo,
          Vanessa

          Responder
  2. Luz 30/07/2023

    Me pasó hace poco, y eso que ya tengo interiorizado lo de ser asertiva… Me disculpé dos veces por la misma cosa con la misma persona, y a la segunda vez me sentí fatal. Ahora me da vergüenza volver a hablar con esa persona, siento que me he hecho de menos 🙁 No creo que la vuelva a hablar si puedo evitarlo, la verdad.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 01/08/2023

      Hola Luz,
      ¿Qué pasa por pedirle dos veces disculpas a alguien? No hay nada de lo que tengas que avergonzarte. Si en algo sientes que te hiciste de menos no pasa nada, aprende de ello y piensa qué te llevó a quitarte valor así. Pero perdónate y no te juzgues más por ello. La vergüenza es un juicio que hacemos sobre nosotras mismas y sobre lo que deberíamos ser, y desaparece cuando tú dejas de ser tan dura contigo misma. El otro tal vez ni lo haya pensado, y de ser así es su propio miedo a disculparse ante alguien, no tiene nada que ver contigo.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicado. Los campos obligatorios están marcados como *



Vanessa Coaching to Be

Únete a los más de 20.000 suscriptores, ¡con regalo incluido!

Apúntate GRATIS y te enviaré ahora mismo el audio "Cómo Evitar que Alguien Te Haga Sentir Mal".

Sí, acepto la Política de protección de datos.

No te enviaré nada de spam y puedes darte de baja cuando te apetezca

Los post más leídos

¿Quieres trabajar conmigo?

Rellena este formulario para tener una sesión de valoración gratuita”.

Buscar

¡Hey!

no te vayas sin tu regalo

¿Quieres empezar a confiar en ti, sentirte segura y disfrutar de tu vida y de tus relaciones?
Apúntate gratis y llévate el audio “Cómo Evitar que Alguien Te Haga Sentir Mal" de regalo.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA