El otro día alguien me preguntaba qué hacer cuando sabes que quieres un cambio pero no sabes en qué.
Fue en uno de los comentarios del post anterior, en el que te hablé de lo bueno que es cambiar, que el cambio es algo inevitable y que podemos aprender a verlo como algo positivo.
Y voy a aprovechar para empezar este segundo post sobre el cambio respondiendo a esa pregunta (gracias, Penélope).
¿Qué hacer cuando sabes que quieres un cambio pero no sabes en qué?
Creo que cuando te conoces a ti mismo sabes lo que te está haciendo falta en cada momento…
Que todo cambio ha de estar basado en lo que valoras en la vida y en lo que es importante para ti a día de hoy.
Por ejemplo, si para ti la familia es un valor muy importante, tal vez no tenga mucho sentido irte a vivir a 10.000 kilómetros de ellos.
O si disfrutar de tu tiempo libre es una prioridad tal vez no sea muy coherente tener un trabajo que te ocupe todo el día.
Y, por supuesto, todo cambio ha de estar basado en tus necesidades.
Y para descubrir eso hay un ejercicio muy potente, que consiste en que cada día te preguntes “¿qué me falta para estar contenta hoy?”, y escribas la respuesta. Y así durante varios días, los que necesites para ir comprendiendo lo que necesitas cambiar.
Dicho esto, voy a seguir con lo que no te conté en el post anterior: las fases del cambio, las creencias limitantes que hacen que los cambios nos cuesten y las claves para poder cambiar con éxito.
Fases del cambio
Cada cambio es diferente, y suele depender mucho de que sea un cambio elegido por uno mismo o un cambio forzado por causas externas, pero casi siempre se pasa por estas fases:
1.Llamada a la aventura. Ese momento en el que te lo pide el cuerpo, en el que sabes que te falta algo, en el que empiezas a plantearte que hay algo que deseas y que no tienes.
2.Negación. Cuando estás que si sí, que si no, que si cambio, que si no cambio, que si me resisto o me dejo llevar, que si esto que me ha pasado no lo quiero…
3.Miedo. Está en todas las fases (y es bueno que así sea porque te ayuda a ser prudente y precavida), pero especialmente cuando tomas la decisión de cambiar.
Y, por cierto, algo fundamental con el miedo es aceptarlo. Si lo niegas, si lo rechazas o si te juzgas por sentirlo se pegará a ti como una lapa.
4.Travesía por el desierto. Es el momento de ir dando pasos, equivocándote, acertando, construyendo y dando forma a esa nueva realidad.
5.Nueva realidad. Y ya está, ya ha llegado, ya estás en la última fase. Ahora toca asentar, consolidar y volver a entrar en una etapa de estabilidad… hasta el próximo cambio.
Las creencias que te están impidiendo cambiar
Piénsalo, ¿qué creencias limitantes tienes sobre el cambio? ¿Cómo ves los cambios? ¿Qué crees que tienen de positivo y qué crees que tienen de negativo?
Lo primero es que te quede claro que, sean cuales sean las creencias que te están limitando, las puedes cambiar.
Por ejemplo, puedes pasar de ver los cambios como un problema a verlos como una oportunidad… Para probar algo diferente, para aprender de la experiencia, para acercarte más a la vida que quieres…
Yo misma cambié la creencia de que el cambio es algo malo por la de que sólo avanzo cuando cambio algo. La primera, como puedes suponer, me limitaba muchísimo. En cambio, ahora si tengo que hacer un cambio que yo no he elegido lo entiendo así, y lo agradezco porque sé que me servirá para avanzar… De esta manera me enfoco en solucionar lo que sea que esté pasando, porque un gran error es que muchas veces dedicamos más tiempo a pensar en los problemas que en las soluciones.
Y ahora voy a compartir contigo las que creo que son las dieciocho creencias más limitantes que tenemos sobre el cambio:
1.Creo que cambiar es malo.
Hay quien cree que el cambio es algo malo y que, si no estás fatal, deberías quedarte como estás.
Y no, el cambio es algo maravilloso. Desde que nacemos no dejamos de cambiar y, gracias a esa oportunidad que la vida nos da (aunque no todos la aprovechen), podemos convertirnos en la persona que queremos ser.
Como dijo Gandhi, “nuestra grandeza radica no tanto en nuestra capacidad para rehacer el mundo sino para rehacernos a nosotros mismos”.
2.Creo que los cambios no se me dan bien.
Hay personas que, si han intentado cambiar y han fracasado en el intento, pierden la confianza en sí mismas y se convencen de que los cambios no se les dan bien.
En vez de pensar que tal vez no tenía toda la información suficiente, o que no hice buen uso de mis recursos, o que no era mi momento, o que no estaba preparado, o que no di los pasos adecuados…
Hay mil motivos por los que el cambio se te puede haber resistido, pero sólo uno para que se te siga resistiendo: que creas que se te dan mal los cambios.
3.Creo que si los demás no han podido, yo tampoco podré.
Y eso, ¿qué tiene que ver contigo?
¿Qué tiene que ver que otro no haya podido con que tú no puedas?
¿Qué tiene que ver que nadie lo haga con que tú, si quieres, no lo hagas?
4.Creo que yo no valgo para esto (sustituye “esto” por lo que sea que estás deseando).
No valgo, no soy capaz, no sé cómo hacerlo, no se me da bien, no sé lo suficiente, me falta disciplina, me disperso demasiado, no es mi momento, igual no me sirve para nada, es demasiado pronto, es demasiado tarde, en realidad puedo vivir sin ello…
Todo esto son excusas. Y las excusas están hechas de miedos. Porque si quieres algo, lo quieres. Y si quieres cambiar algo para conseguir otra cosa, es porque quieres esa otra cosa, porque el cambio te compensa.
Y si no lo quieres ni siquiera estarías pensando en ello, así que no te haría falta ponerte excusas.
Por cierto, cuando alguien pone una excusa que esconde una resistencia al cambio suele empezar con un “pero”.
El “pero” es una buena prueba del algodón para identificar el miedo al cambio.
Pero es que no valgo, pero es que si me sale mal, pero es que no tengo tiempo, pero es que yo no soy así…
Fíjate: cuando alguien se resiste al cambio utiliza el “pero”.
5.Tengo miedo a lo que pueda pasar, a que salga mal, a fracasar, a la incertidumbre, a lo desconocido.
Claro, y yo. Y todos. El miedo no se puede eliminar con una poción mágica.
Pero tú decides el valor y la importancia que le das, si sigues adelante a pesar de él o dejas que él decida por ti.
Y sólo se va cuando empiezas a moverte. Por eso hay personas llenas de miedo, porque no se han movido nunca…
Además de que es lógico que todos los cambios tengan un precio. Sería muy pretencioso querer ganar sin perder nada…
Precisamente aceptar que hay que perder para ganar es la única manera de ser feliz y disfrutar de la vida.
6.No sé por dónde empezar.
No pasa nada. Divide el cambio en trozos muy pequeñitos. Tanto que cada pequeño cambio parezca insignificante.
Por supuesto que te va a tocar esforzarte y dar lo mejor de ti. Ese es otro obstáculo muy típico, que muchas veces queremos las cosas fáciles y sencillas, y no siempre puede ser así…
Y si sigues sin saber cómo hacerlo, pregúntale a alguien que sí sepa.
7.Esto que quiero no es lo correcto, no está bien querer eso.
¿Quién dice qué es lo correcto? ¿Quién dice lo que está bien y lo que está mal?
En tu vida has de decidir tú, en base a tus valores y a tus necesidades, y en base a lo que tú crees que está bien y lo que a ti te hace sentir bien.
¡Basta ya de vivir la vida como otros nos contaron que era correcto vivirla! ¿O es que cuando te mueras también vas a preguntarles cómo deberías morirte?
Así que empieza a ser honesta y fiel a ti misma, y deja de preocuparte tanto por lo que piensen los demás.
8.No sé qué van a pensar los demás, ¿qué pensarán si decido cambiar?
Siguiendo con el punto anterior…
¿Y qué más da lo que piensen? ¿Qué importancia tiene que los demás sepan que no estás satisfecho con tu vida? Si no estás satisfecha, ¿qué hay de malo en reconocerlo? ¿No sería mucho más admirable dar un paso al frente y que se entere todo el mundo?
O si tienes miedo de que alguien te juzgue… ¿De verdad te compensa seguir viviendo una vida que no quieres por evitar las críticas de los demás?
A parte de que los juicios de los demás suelen existir más en nuestra cabeza que en la realidad.
9.Si cambio podría quedarme sola.
Nadie que de verdad te quiera y te aprecie por quien eres te dejará de querer si cambias.
Ni porque dejes un trabajo muy bien pagado por otro menos seguro y que te hace feliz.
Ni porque te separes de tu pareja por una tercera persona.
Ni porque aprendas a decir que no.
¿O tú dejarías a alguien a quien quieres porque se atreviera a tomara sus propias decisiones y a elegir su vida? (Ojito, que esta pregunta tiene trampa).
10.Es que para cambiar tendría que tener algo seguro.
Vale, pero entonces no estamos hablando del mismo tipo de cambio.
Si tu manera de cambiar es esperar a que haya otra cosa para dejar lo que tienes e irte a lo otro, este post no es para ti.
Este post es para los que quieren atreverse, salir de su zona de confort y construir la vida que quieren y la persona que desean ser.
Y por supuesto que la necesidad de seguridad es algo humano y que no podemos estar toda la vida en la cuerda floja, pero tampoco podemos estar siempre calentitos dentro del nido. O sí que podemos, pero eso no es vida.
11.El que necesita cambiar es él, no yo.
En realidad, es otra excusa y otra forma de resistirnos al cambio…
Mira, si hay algo que no funciona en tu vida, lo que sea, quien necesita cambiar eres tú.
El otro puede estar metido en un pozo de mierda, pero si está a gusto es cosa suya.
Y si tú no estás a gusto porque la mierda del otro te está salpicando, quien tiene que cambiar ahí eres tú.
Cambiando tu actitud, tu manera de relacionarte, de poner límites o de lo que sea, pero el cambio SIEMPRE está en ti.
12.Es que si cambio dejaré de ser yo.
Me hace gracia que haya personas que piensen así. Personas a las que no les funciona cómo son en algún aspecto, pero se resisten a cambiarlo por miedo a dejar de ser ellas mismas. Como si estuvieran atadas a la imagen que tienen de sí mismas o como si hubieran firmado un pacto de “voy a ser así para siempre”.
Por ejemplo, alguien que suele ser muy sincero diciendo las cosas y, por un lado, sabe que eso le trae problemas, pero, por otro, valora la sinceridad como una cualidad muy suya.
Yo misma era así, sincera hasta el punto de ser sincericida. Y no dejé de ser yo misma cuando cambié. Al revés, antes era sincera “en automático”, excesivamente espontánea, de las que decía las cosas sin pensar en si en ese momento era apropiado decir eso, ¡y hasta me sentía orgullosa de ello!…
Ahora soy yo quien, más conscientemente, elige cuando decir las cosas así o asá, ya no lo hago en piloto automático. Y sigo siendo yo porque sigo siendo sincera y diciendo las cosas, pero ahora elijo cómo decirlas. Y, por cierto, me gusto mucho más así.
Así que no dejarás de ser tú si cambias algo en ti que no te satisface del todo. Porque tú eliges en qué grado cambiarlo, si moldearlo un poco, si limarlo por aquí, si perfilarlo por allá… Y cuando eres tú quien elige, lo que estás haciendo es cambiarte para ser una mejor versión de ti misma/o.
Además de que lo que nos define, muy por encima de nuestros comportamientos, son nuestros valores y nuestra forma de ser con los demás.
13.Es que tengo miedo, por eso no puedo cambiar.
Ya te lo he dicho mil veces, el miedo se diluye haciendo.
Y por supuesto que se pueden hacer cosas con miedo.
De hecho, todo cambio que merezca la pena ha de dar un poquito de miedo.
Y el miedo nunca debería ser un obstáculo para el cambio, sino un motivador. Algo que te impulse y que te den ganas de superarlo, porque sabes que eso hará que mejore el concepto que tienes de ti y que aumente tu autoconfianza.
14.Es que para cambiar tengo que tenerlo todo controlado.
Otra excusa más… Apegos que no son reales, porque para cambiar no necesitamos tenerlo todo controlado.
De hecho, tener todo controlado es imposible. Ni siquiera cuando crees que las cosas van a ser así puedes estar seguro de que serán así.
Puedes esforzarte en prever todo lo imprevisible y aun así siempre puede haber algo en lo que no habías pensando…
Pasa mucho, y puedes verlo si pones las noticias y escuchas alguna de esas muertes inexplicables en un accidente absurdo que te tocó porque te tenía que tocar…
Nadie puede saber lo que va a pasar… Nadie puede tenerlo todo atado y bien atado… La vida da mil vueltas, y lo más sabio es aprender a bailar con ellas.
Confiar en que pase lo que pase sabrás resolverlo… En que todo tiene solución y en que si no es por aquí pues será por allí, y no pasa nada.
15.Es que cambiar es de cobardes.
Entre mis clientes también suelo encontrarme a personas que piensan que cambiar es de cobardes.
Por ejemplo, recuerdo a una clienta que no se encontraba a gusto en su trabajo. Primero porque no se sentía valorada, y segundo porque tenía un compañero con el que no se llevaba del todo bien. Y quería cambiar, pero le parecía que eso sería como salir huyendo. Así que se sentía culpable por querer cambiar.
Pero, vamos a ver, si con algo no te sientes bien, ¿quién te exige quedarte y soportarlo? Es como si a veces tuviéramos que pasarlo mal porque pasarlo bien no nos estuviera permitido…
Y no, irte de un sitio no significa que estés huyendo, porque hay muchas maneras de irse.
Y si te vas afrontando, comprendiendo y aceptando por qué te vas, lo estás haciendo bien.
En cambio, si te quedas sin cambiar nada y además sigues resistiéndote a que las cosas sean así, en mi opinión, estás resignándote y conformándote.
16.Es que cambiar es muy difícil.
Y seguimos con las excusas…
Porque lo de que es difícil es la excusa perfecta para no hacer nada. Si me digo que algo es difícil, ¿para qué voy a moverme?
Desde luego que cambiar no es fácil, pero es que las cosas de la vida que más merecen la pena requieren un esfuerzo.
Las mejores recompensas están en aquello que más nos cuesta lograr.
Y los caminos fáciles seguro que ya los conoces, pero las grandes lecciones se aprenden en los caminos difíciles.
A parte de que después ni es tan difícil ni es tan complicado. Difícil se lo pone cada uno diciéndose que lo es ;-).
17.Es que tiene que ser ya, que yo no tengo paciencia.
La impaciencia es una forma más de resistirnos al cambio.
Pero cambiar implica darte el tiempo necesario para aprender lo que necesitas aprender.
El que sea, el que necesites tú, no el que han necesitado otros.
Porque nada que vaya a ayudarte a mejorar la confianza en ti pasa de un día para otro.
18.Es que como antes elegí X, ahora no puedo querer otra cosa. Sería una persona caprichosa.
Pues no, tienes derecho a cambiar de opinión.
Y, como te dije en el post anterior, nuestras prioridades y nuestras necesidades cambian continuamente, y es lógico que así sea porque nosotros estamos en permanente proceso de cambio (seamos conscientes o no de ello).
Así que caprichoso no es el que cambia de opinión, sino el que lo hace sin asumir las consecuencias.
Vaya que, paradójicamente, para seguir siendo libre tienes que saber adaptarte a los cambios. Igual que el gusano, que para poder volar necesita convertirse en mariposa…
…
Bueno, está claro que el cambio da para hablar largo y tendido, porque al final me he enrollado y no me ha dado para contarte las claves y los pasos para cambiar con éxito… Y como no quiero que este post se alargue todavía más, seguiré la próxima semana con eso.
Si te apetece, me gustaría que en los comentarios aquí debajo me cuentes cuáles son los obstáculos que hasta ahora te han limitado cuando has querido hacer algún cambio.
Gracias por tu mención. Me emociona leerte. Muchas de las razones de hoy duele reconocerlas… Tengo que masticarlas y digerirlas antes de nada.
Muchas gracias, Penélope. Te honra esa intención de masticar y digerir, es genial que así sea. En ese proceso recuerda ser tu amiga y tratarte con cariño.
Un abrazo grande,
Vanessa
Me encantan tus palabras. Siempre me han horrorizado los cambios, y ahora me veo con 40 años, atrapada en una vida que no quiero tener, con un marido y unos hijos que sólo tuve porque se suponía que era lo correcto (según los demás), infeliz y conformada.
Leerte es un bálsamo, me hace pensar que un cambio no sólo es posible, sino que es absolutamente necesario.
Siempre he sido una persona con muy poca disciplina, normalmente culpo a mis padres de no haberme sabido inculcar ese valor desde pequeña. ¿Cómo crees que podría trabajar ese aspecto?
Hola Maria Rosa,
Eres muy jóven todavía… Yo tengo un par de años menos que tú y sé que aun cambiaré mil veces en mi vida… ;-).
Pues para trabajar la disciplina creo que hay muchas opciones y que lo ideal es que encuentres lo que más te sirve a ti… Empezando, siempre, por hacer tu objetivo tan motivador y deseable que no tengas ni que pensar en ser disciplinada, que te salga sólo.
Por ejemplo, si estuvieras muy enferma y para curarte tuvieras que tomarte una pastilla cada cuatro horas, seguro que lo harías, ¿no? Porque el objetivo realmente lo vale… Pues eso mismo, que tu objetivo sea tuyo (no de otros) y que te motive y te enloquezca pensar en alcanzarlo…
Y, por supuesto, la confianza en ti, ese es el otro factor clave a trabajar.
Besos y sonrisas,
Vanessa
Hola Vanesa
Tus post siempre como anillo al dedo. Temo mucho el cambio por no poder, por sentirme peor cuando haga el cambio, sobre todo en mi parte laboral, pero trabajando en ese bloqueo he logrado soltar y decidirme a cambiar un empleo de 8 años de economía estable, pero algo tortuosa a nivel ambiente.
Gracias
Un abrazo
Felicidades por atreverte, Lorena. Respecto a no poder, si quieres y confías en ti, podrás. Prepáralo, visualízalo y ten en cuenta lo que vas a necesitar.
Respecto a estar peor después, es un riesgo que forma parte del cambio, pero si lo haces asumiendo las consecuencias y porque sabes que de verdad lo deseas, es muy, muy difícil que llegues a arrepentirte.
Un abrazo grande,
Vanessa
Pues a mi los obstaculos que me han limitado para cambiar es la inseguridad de que si esa sera la decisión correcta.
Hola Deyanira,
Entiendo que detrás de esa necesidad de elegir la opción correcta está la necesidad de control… Y en realidad no tenemos control sobre nada. La mejor decisión puede ser la peor cuando echas la vista atrás pasado el tiempo. O al revés. Así que lo que funciona es decidir por lo que piensas y sientes hoy y por lo que deseas para mañana… Lo harás bien y saldrá bien si lo eliges desde el corazón y confías ;-).
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola Vanesa
Qué buen tema, me cae como anillo al dedo. Justamente estoy en etapa de cambios. Salí de mi zona de confort y me he encontrado con mil excusas en mi mente para crear mi nueva etapa productiva. Siempre me vi trabajando en una empresa y me he resistido a crear mi propio trabajo y a ser mi propio jefe. Y sigo trabajando por ir a la acción, abrir mi mente a otras opciones diferentes que me pueden brindar incluso más confort y tiempo para mí. Ha sido un proceso que muchas veces me lleva a tener altibajos en mi parte emocional. Sigo trabajando, cualquier tips de parte tuya sería genial.
gracias, saludos,
Hola Martha,
Por lo que dices, vas por buen camino. Creo que se trata de encontrar el equilibrio entre ir dando pequeños pasos que te saquen de tu zona de confort, a la vez que eres comprensiva contigo misma, y te mimas y te felicitas por cada pequeño logro y no te exiges más de la cuenta… Sin prisa, pero sin pausa, y con mucho cariño a ti misma :-).
Un abrazo y mucha suerte,
Vanessa
Vanessa
Gracias, tienes razón, sin prisa y con amor a mi misma.
Saludos
Hola, algunas cosas que no me permiten continuar. Son miedos muy raros que tengo cuando quiero dar un paso más, siento que tengo las partes pero no sé cómo ordenarlas. Tengo muchas cosas que me limitan, tengo 21 años aún y mi vida sentimental ha sido un alboroto con el cual no supe lidiar, y ahora me es complicado continuar, pues tengo miles de emociones y pensamientos a la vez.
Me he visto mi vida en un ollito encerrada, aunque sé que eso no es lo que de verdad quiero, no sé por dónde comenzar.
Hola Daniela,
No pasa nada porque no hayas sabido lidiar con eso, se comprensiva contigo misma y vete pasito a pasito preguntándote qué es lo que cada día te haría más feliz. Así irás poco a poco descubriendo por dónde empezar.
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Hola Vanesa,
Deseo que te encuentres excelente y te doy gracias por el post de cada semana, me encantan. ¿Sabes? Yo era una niña llena de miedos y muy vulnerable hasta que a los 25 años le di un giro a mi vida independizándome. Y desde entonces siempre hago cambios en mi vida. Tengo 47 años y le sigo dando cambios a mi vida, pero hay algo dentro de mí que quiero descubrir.
Muchas gracias por compartir, Dulce. Y felicidades por haber aprendido a cambiar cuando lo necesitas y a pesar del miedo.
Un fuerte abrazo,
Vanessa
El mayor obstáculo que he tenido es el miedo. En relación con mi pareja siempre digo “si él cambiara…”. Y efectivamente siento que, al cambiar yo, me vería ridícula, me criticarían, parecería otra…
Muchas gracias y enhorabuena por identificar esos miedos y esas creencias limitantes que te impiden cambiar… Ahora es tu decisión quçe hacer con ellas :-).
Te deseo lo mejor.
Besos y sonrisas,
Vanessa
Gracias por el post. Estos días lo estoy pasando mal porque he rechazado un trabajo cerca de casa por seguir en el de siempre a una hora de camino. Precisamente por el miedo al cambio. Ya solo tomar una decisión me horroriza y siempre me quedo estancada viendo como los demás avanzan, pero tengo miedo. Me he dado cuenta del error porque hubiera sido bueno para mí y mi familia en muchos niveles y ahora me ha invadido la tristeza y no puedo salir ni dejar de pensar en el error. ¿Cómo puedo superar una mala decisión.?
¡Angela! ¡Es tu vida y te la estás perdiendo! Yo te animaría a acudir a un profesional con quien trabajar esos miedos, yo misma si te apetece. Y sobre todo a quererte y a aceptarte también con ellos, porque juzgarte o darle vueltas no te sirve de nada, te lo aseguro.
Puedes cambiar, superar esos miedos y atreverte a vivir la vida que desees, tenlo por seguro :-).
Besos y sonrisas,
Vanessa
Hola Vanessa, siempre es un gusto leerte. Gracias por eso.
Más que obstáculos, es pensar en las consecuencias que puede traer a otros mis cambios. Asumo las consecuencias de mis actos, pero pensar en que los que más amo tengan consecuencias severas por mis decisiones, pesa.
Pensando así, dilaté y dilaté la decisión de divorciarme… Pero, ahora que ya pasó todo y hay una nueva calma, pienso que no debí postergarlo tanto. Siento que somos felices, ellos lo tomaron con una tranquilidad y una sensatez desbordante… Vi que entendieron mis razones y casi que me dieron a entender que ellos habían visto esa necesidad antes que yo, jajaja.
Es cierto lo que dices, da miedo, pero cuando estás del otro lado… Ufff! me siento empoderada, recargada, más fuerte… Me siento orgullosa de mí, tanto que ya estoy pensando… ¿Cuál será mi próximo reto?
Un abrazo fraterno,
Sandra Liliana
Sandra, entonces has aprendido una lección importante… Si cada uno toma sus decisiones pensando en no hacer daño a los demás, al final nadie en la historia será feliz. En cambio, si cada uno toma sus decisiones priorizándose y procurando hacerlo de forma ecológica con su entorno, todos viviremos nuestras propias vidas y nos sentiremos felices para compartirlas con los que nos rodean. Y esas son las historias con final feliz…
Sigue así, empoderándote a ti misma :-).
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa, como siempre, qué razón tienes en todo lo que dices. Mis motivos para resistirme al cambio pasan principalmente por el miedo y la falta de paciencia. Cada vez que hago algún intento y sale mal acabo sintiéndome peor conmigo misma, me siento culpable por hacer sentir mal a los demás y veo que, al final, nada cambia y que toda esa incomodidad no ha servido para nada más que para darme dolores de estómago, de cabeza y noches sin dormir. Encima, la gente a la que tengo alrededor y se resiste a que yo cambie no hacen más que decirme que me voy a quedar sola, lo cual hace que me plantee si realmente me quieren o es simplemente el escudo que ellos tienen para no afrontar mi manera de ser/de querer ser. Como si el hecho de quedarse callados y permitir que (perdón por la expresión) los demás te meen encima hiciera que estuvieras más acompañada/o; al revés… En fin, creo que por fin me siento motivada y estoy comprometida con las consecuencias de lo que el cambio conlleva.
Muchas gracias, Beatriz. Me alegro mucho de que estés motivada y comprometida. Todo cambio requiere constancia, perseverancia y paciencia. Y para eso es importante que creas en ti y que creas en que puedes conseguirlo. Muchas veces ponemos la excusa de que nos falta paciencia y en realidad lo que nos falta es confianza. Confía en ti, date prioridad y busca ayuda si lo necesitas. Recuerda que para lo que quieras cambiar en ti la única responsable eres tú, para lo bueno y para lo malo ;-).
Un abrazo grande,
Vanessa