Descárgate GRATIS la guía Cómo Defenderte cuando Alguien Traspasa tus Límites

Cuando te gusta la soledad porque estás en tu zona de confort

Mujer sola mirando por la ventana

¿Sabes que hay personas para las que la soledad es su zona de confort?

Como se sienten inseguras en sus relaciones, tienden a aislarse y a quedarse en casa, porque ahí es donde se sienten más cómodas.

Si se relacionan lo hacen con pocas personas, no más de una o dos a la vez, y casi siempre con la misma gente, con quienes ya se han hecho un pequeño espacio de seguridad.

A este tipo de personas la pandemia les ha hecho un favor, porque les ha permitido relajarse y no tener que poner excusas o que sentirse inseguras estando con más gente.

Y no, eso no quiere decir que no sean sociables o que no le tengan miedo a la soledad. Simplemente es que el miedo al rechazo es mucho más grande que todo eso…

Como trabajo temas de autoestima y necesidad de aprobación, es un perfil que me encuentro mucho en mis coachees (si tú también quieres trabajar conmigo, puedes rellenar este formulario): personas que prefieren estar solas porque estando con gente sienten que tienen que ser de una forma, que tienen que cumplir con algo y que no pueden ser ellas mismas. Y eso les genera una carga muy pesada que se alivia cuando se quedan a solas…

Lo sé bien porque lo trabajo en mis coachees y porque yo también estuve en ese lugar, yo también fui una de esas personas que prefería estar sola a vivir con ese miedo al rechazo y a no cumplir con las expectativas de los demás.

Cuando estaba en un grupo siempre estaba pendiente de lo que estarían pensando los demás, de no hacer o decir algo inoportuno, de recibir su aprobación… Mis pensamientos entraban en un bucle constante de autocrítica y juicio hacia mí misma y de comparación con los demás, y terminaba agotada.

En cambio, cuando me quedaba a solas conmigo misma, mi parte machacona, después de haberme dado la lata un rato con lo que tendría que haber dicho o lo que me tendría que haber callado, por fin se retiraba a sus aposentos y me dejaba tranquila. Y así es como desde niña aprendí que la mejor manera de sentirme segura y tranquila era estar sola.

Pues bien, ese mismo miedo que antes estaba tan presente en mí, lo escucho ahora en muchas de las personas que empiezan a trabajar conmigo (si tú también quieres trabajar conmigo puedes rellenar este formulario para tener una sesión de valoración).

“Me siento muy sola, pero tiendo a esa soledad porque dentro de lo malo me siento más segura. Conmigo es con la única persona con la que me siento a salvo”, que me decía una coachee.

“Me digo que soy tímida y que por eso me cuesta relacionarme, y cada vez me encierro más en mí misma. En el `tú a tú´ me resulta más fácil, pero en un grupo me quedo cohibida porque me cuesta decir lo que pienso, me cuesta decir que no, me pongo tensa cuando siento que alguien se pone a la defensiva… Así que termino retirándome. Llevo mucho tiempo haciéndolo y ahora no sé cómo enfrentarlo y volver a salir al mundo”, que me contaba otra.

“En cualquier situación me comparo con la persona que tengo delante y me siento inferior. Supongo que por eso prefiero no estar con nadie”.

Y así es cómo a veces el miedo al rechazo, a no ser suficiente para el otro, a no hacerlo bien, a no gustar, a no ser lo que esperan de ti, a sentir vergüenza, a que los demás se aburran contigo, a que te hagan daño, a que descubran cómo eres en realidad… hace que te sientas insegura y elijas aislarte.

Que, en vez de afrontar ese miedo, hacerte cargo de lo que te está pasando y sanar esa herida, lo que hagas sea evitar las situaciones que te generan ese malestar.

Las consecuencias de ese miedo en tu vida

Claro, si tengo miedo al rechazo y no me valoro lo suficiente, esas heridas van a salir a la luz en mis relaciones con mucha más fuerza que cuando estoy a solas conmigo misma.

¿Qué va a pasar entonces? Pues que me sentiré muy insegura a la hora de relacionarme con los demás, sobre todo en determinados ambientes o con determinado tipo de personas que despiertan más mis heridas, hasta el punto de que terminaré por evitar las situaciones que me hacen sentir así.

Y te pongo algún ejemplo de cosas que he escuchado en las sesiones con mis coachees:

“Estoy hablando con unas amigas y empiezo a pensar que no me expreso bien y que no sé explicarme, que no sé de qué hablar y que qué estarán pensando. Entonces empiezo a tartamudear y me bloqueo. Y al día siguiente ya prefiero no ir”.

“Muchas veces evito quedar porque me cansa mucho estar con gente. Pongo el personaje de la perfecta o la que quiere agradar a todo el mundo y eso me agota”.

Como puedes ver, cuando hay mucha herida de rechazo, porque en otro momento de nuestra vida nos rechazaron o porque nosotras lo sentimos así, nos relacionamos desde ese miedo y, antes de que el otro nos haya rechazado, ya lo hacemos nosotras.

“Hay un cierto punto a partir del que no dejo pasar a la gente. Si veo que me pueden juzgar o hacerme daño o que se acercan demasiado a mí, prefiero quedarme sola porque me siento más segura”.

Claro, cuando tienes mucho miedo a que el otro te conozca y se dé cuenta de que no vales y de que no eres suficiente (porque eso es lo que tú piensas de ti) te saboteas a ti misma para ser tú quien se vaya o para alejar al otro de ti (y demostrarte así que tú tenías razón y que los demás siempre te acaban rechazando).

“Cuando estoy con gente voy con unas expectativas y en cuanto alguien no las cumple le juzgo porque en el fondo siento que me está rechazando”.

“Si pienso que los demás no cuentan conmigo, me encierro en mí misma y ya no quiero saber nada de ellos. Después veo que los demás siguen haciendo su vida y yo me quedo pensando que se tendrían que dar cuenta de lo que me pasa”.

Es decir, por un lado, la primera que se rechaza, rechaza a los demás y se aísla, eres tú.

Y, por el otro, malinterpretas lo que hacen los demás y entiendes su comportamiento como una señal de que te están rechazando, porque eso es en lo que tú tienes puesta tu atención y lo que en el fondo crees que mereces. Y, de nuevo, les rechazas a ellos, te rechazas a ti misma y terminas alejándote.

“En cuanto alguien hace algo que no me gusta reacciono de forma impulsiva y le hablo mal. Pero después me siento avergonzada por mi reacción y me acabo alejando de esa persona”.

Ni te imaginas la cantidad de personas que en una sesión me cuentan que a veces les gustaría quedar con alguien, pero no se atreven a proponerle un plan ni a decirle nada por miedo al rechazo o a mostrarse vulnerables ante el otro (algo así como que “si acudo a ti y te demuestro que te necesito ya no soy tan fuerte e independiente como la imagen que te quiero dar”).

Y así, al construir la relación con el otro desde sus heridas, lo que terminan transmitiéndole es una falta de interés. Cuando lo que en realidad está pasando es que, para evitar el dolor del rechazo, las primeras que rechazan al otro, a la vez que se están rechazando a sí mismas, son ellas.

O también la cantidad de personas que se han sentido muy heridas, engañadas o tratadas de forma injusta en el pasado y, por ese miedo a que las vuelvan a hacer daño o las vean débiles, se ponen a la defensiva como con una especie de máscara de “a mí nadie me vuelve a tomar el pelo”, y se relacionan con los demás desde ahí.

“Me doy cuenta de que no sé relacionarme y de que muchas veces resulto dura y agresiva con los demás. Entonces, por miedo a que me vuelva a pasar, lo que hago es aislarme”.

“Si hago un comentario y veo que al otro le puede haber sentado mal, pongo distancia con esa persona. Y así es como, una relación que podía ir a más, yo termino haciendo que vaya a menos”.

Es decir, en vez de sanar esas heridas que hacen que hacen que te de miedo mostrarte vulnerable ante el otro o que se aproveche de ti, y que cuando algo te duele hacen que seas demasiado transparente, lo que haces es alejarte y meterte en tu cueva :-(.

¿Lo ves? ¿Ves lo que se esconde detrás de alguien que prefiere la soledad porque en ella se siente más segura?

Si esto te suena, darte cuenta de que lo que te pasa en realidad es esto también te puede ayudar a comprender mejor a los demás y ver que ellos también tienen sus heridas y muchas veces también se relacionan desde ahí.

¿O no te ha pasado nunca que en un grupo de amigos habéis juzgado a alguien porque nunca se apuntaba a los planes y eso os hacía pensar que pasaba de vosotros o que no tenía interés? A mí me ha pasado muchas veces eso de pensar mal de alguien porque no sale, porque no se relaciona o porque siempre que le llamas dice que no, y desde que empecé a reconocer y poner nombre a ese miedo al rechazo entiendo mucho mejor estas conductas y comprendo que los demás también tienen derecho a tener miedo o a sentirse más cómodos en soledad.

El problema es la historia que te cuentas

Si te sientes identificada con lo que te estoy contando, lo primero para que puedas empezar a trabajarlo es que reconozcas lo que te está pasando, que lo aceptes y que te hagas responsable de tu parte, de lo que tiene que ver contigo.

Es decir, que le pongas luz a tus heridas y cambies la historia que te cuentas por otra lo más ajustada posible a lo que en realidad te ocurre.

Porque no es lo mismo contarte que los demás no te tienen en cuenta, que el problema es que la gente va a lo suyo, que la culpa es tuya por dejar que te pisen o que en realidad estás más a gusto sola (cuando no es así)…

… A reconocer y aceptar que te alejas para protegerte, que te vas antes de que nadie te pueda rechazar o que la primera que se monta la película de que los demás la están rechazando eres tú.

No es lo mismo que cuando en un grupo empiecen a hablar de algo de lo que tú no te enteras, te hagas pequeñita, empieces a pensar que no te incluyen ni te tienen en cuenta y desaparezcas, a que cuando eso pase reconozcas que te gustaría ser capaz de hacerte un sitio en la conversación o quedarte tranquila esperando a que cambien de tema sin pensar que por hablar de eso te están rechazando.

No es lo mismo contarte que prefieres estar sola porque así nadie se aprovecha de ti a aceptar que te cuesta expresar lo que sientes, que te cuesta pedir lo que necesitas y que te cuesta poner límites a lo que te molesta.

Y contarte lo que de verdad está pasando te ayuda a conectar con tu vulnerabilidad, con tus verdaderas emociones y con una parte mucho más auténtica de ti misma.

“Vale, sí, la primera que me rechazo soy yo, que prefiero quedarme a solas simplemente para que no me rechacen… Ahora veo que en realidad no es una soledad elegida, porque a mí me gustaría ser más sociable, pero tengo mucho miedo al rechazo”, que me decía una coachee cuando empezó a cambiarse la historia que ella se contaba sobre lo que le pasaba.

Es decir, si el motivo por el que no te relacionas libremente con los demás y tiendes a aislarte es ese miedo al rechazo, la solución nunca va a ser huir o alejarte, porque entonces no estás afrontando ese miedo ni sanando esa herida, y porque así estás negándote a ti misma lo que en realidad deseas.

Otra cosa diferente es que estés sola porque de verdad es lo que quieres y lo que te hace sentir a gusto, y que no lo estés haciendo para evitar sentirte insegura.

Por ejemplo, en mi caso desde niña he pasado mucho tiempo sola y siempre he presumido de que me encantaba estar sola. Además, me considero una persona introvertida. Es decir, me descargo cuando estoy con mucha gente y necesito los momentos conmigo misma para volver a recargarme.

Y sí, todo esto es cierto, pero seguramente también haya una parte en la que aprendí que estar sola era lo más cómodo y lo más fácil para mí, porque no me sentía tan expuesta al juicio de los demás ni a un posible rechazo. Ahora ya no siento que lo haga por eso, sino que de verdad estoy sola cuando me apetece y acompañada cuando quiero, pero seguro que hay mucho de aquello en cómo yo me he ido construyendo a mí misma.

Por eso es tan importante que profundices en ti, para que seas lo más consciente posible de lo que está pasando cuando te aíslas y te sientes más segura estando sola.

Y lo mismo en lo que se refiere a las relaciones de pareja, porque no es lo mismo contarte que estás bien sola a reconocer que lo que pasa es que cuando estás en pareja te apegas tanto al otro que desapareces, y por eso prefieres estar sola.

“Cuando estoy con alguien dejo de hacer lo que yo quiero y solo estoy pendiente del otro, de si le gustara lo que hago, de hacer los planes que él quiere… Doy tanto, tanto, para que no me abandone, que me olvido de mí. Y después, cuando la relación se termina y vuelvo a mí, me voy al otro extremo y ya no quiero dar nada porque he acabado agotada”, que me decía una coachee.

Pues eso, que lo primero para que algo en ti pueda cambiar es reconocer lo que está siendo, conectar con ese miedo y abrazar esa herida con amor, en vez de mirar hacia otro lado, contarte historias que no son o evitar las situaciones que te provocan dolor.

¿Qué me dices? Si te has sentido identificada con algo de lo que he contado o te ha ayudado a comprender mejor a alguien, me gustaría mucho que me lo contaras en los comentarios aquí debajo.

¿Quieres más consejos?

Apúntate GRATIS y recibe cada semana herramientas y recursos para tener Más Seguridad, Más Felicidad y Más Bienestar.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

Acerca de Vanessa Carreño

Trabajo con mujeres que se sienten inseguras, no se valoran ni tienen confianza en sí mismas, le dan muchas vueltas a la cabeza y se preocupan mucho por lo que piensen los demás.

Con mis programas de Autoestima, Relaciones Personales y Dependencia Emocional consiguen ganar confianza en sí mismas y sentirse seguras y capaces de alcanzar sus objetivos. Aprenden a valorarse, se atreven a ser ellas mismas y empiezan a disfrutar de su vida y de sus relaciones.

¿Quieres que te ayude a ti también? Solicita una sesión de valoración gratuita conmigo rellenando este formulario.

18 comentarios

18 comentarios
  1. LUCÍA 10/02/2022

    Pues si, me he sentido identificada en algunas cosas, yo presumía de no tener vergüenza cuando estaba con gente fuera del círculo cercano, pero por otra parte la realidad es que me costaba conectar con la gente, y no me entendía, es como algo incoherente. Leyendo tu blog, he visto que sí que tengo vergüenza, y como protección para que no se vea esa vergüenza, me relaciono en esas circunstancias muy superficialmente, y veo que desde ahí es imposible conectar o ser cercana a los demás. Y por eso, acababa aislándome del grupo, pensando cientos de cosas, probablemente lejos de la realidad.
    Gracias Vanessa por estos pedacitos de consciencia y luz. Un abrazo!!!

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 17/02/2022

      Hola Lucía bonita,
      Muchas gracias por compartir, me alegro de que te haya dado luz. Nada es incoherente, todo tiene sentido y es comprensible cuando piensas en tu niña ;-).
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  2. Lucía 10/02/2022

    Lo que comentas de la pareja también me identifico, estuve tantos años desaparecida de mi misma en mi anterior relación, que ahora me cuento el cuento de que no quiero estar en pareja, por temor a perderme de nuevo. Y así estoy bien tranquilita en mi zona de confort. Ahora me doy cuenta que si que me gustaría tener pareja, y veo también ese miedo en mi.

    Gracias, gracias, gracias.

    Responder
    • Isabella 10/02/2022

      Comparto lo que dices en este post.
      Yo por mi parte he hecho un proceso de sanación en ese sentido, aunque ya no me siento con miedo, hay casos en donde me dan un poco de nervios y ansiedad cuando voy a un sitio con personas que no conozco, pero lo positivo es que cuando ya estoy con las personas se me pasa…

      Me identifico mucho contigo, yo también pase mucho tiempo sola de niña y disfruto de esos momentos, hay cosas que prefiero hacer sola ya que también soy muy introvertida. Lo que me mortifica desde hace un tiempo es que siento que necesito un balance, paso mucho tiempo sola pero también anhelo hacer algún plan de amigos, pero es muy difícil ya que no tengo.

      Lo poco que salgo ha sido con amigos de mi prima, de una amiga con la que quedo de vez en cuando pero nunca son mis “propios amigos” cuando salí del colegio tuve mucha esperanza de conocer amigos nuevos cuando entrara a la universidad, pero por temas económicos estudié mi carrera en un instituto nocturno, donde mis compañeros eran mucho mayores que yo, ya que son personas que estudian y trabajan al mismo tiempo. He tenido trabajos pero siempre soy la niña del grupo y no consigo conocer gente de mi edad. Pareciera una jugada extraña del destino.

      En fin, la verdad me deprime mucho esta situación ya que tengo 24 años y siento que me estoy perdiendo lo bueno de la vida y no disfrutaré nada.

      Saludos!

      Responder
      • Vanessa Carreño Andrés 17/02/2022

        Hola Isabella,
        Por un lado, tal vez necesites mirar dentro de ti para comprender qué creencias te impiden avanzar en ese camino de conocer gente y tener amigos afines con los que te sientas a gusto. En realidad esos que en un principio son amigos de los demás también pueden llegar a serlo tuyos si les dedicas tiempo, no sé si hay algún bloqueo por ahí que hace que te frenes.
        Y por otro que si en tu tiempo libre haces actividades que te gustan será más fácil que conozcas gente con la que tengas cosas en común.
        Un abrazo,
        Vanessa

        Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 17/02/2022

      Está bien, déjate sentir ese miedo y abrázate fuerte. Ahora sabes que te tienes a ti para guiarte en el camino, desde ahí no volverás a perderte.
      Un abrazo cálido,
      Vanessa

      Responder
  3. Andrea 10/02/2022

    Totalmente de acuerdo, concuerdo con todo y desgraciadamente estoy en ese punto de mi vida en que se vive mucho mas a gusto sola en tu burbuja, ese miedo continuo al rechazo provoca una sensación de impotencia en mí y en todo mi entorno, no soy capaz de controlar mi frustración y la descargo en quien no tiene culpa solo por miedo a afrontarlo.
    Pero tengo una pregunta, ¿esta situación viene de inseguridades generadas por situaciones pasadas o puede ser por que tengamos un problema de egocentrismo y buscamos continuamente atención?
    Gracias por sus post, ¡son de gran ayuda para seguir adelante!

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 17/02/2022

      Hola Andrea,
      En realidad lo que cuentas suena más a heridas generadas por situaciones que has vivido. Y eso tampoco es tan diferente a necesitar la atención de los demás, porque cuando eso pasa lo hacemos desde esa niña herida que no recibió esa atención y patalea cuando conecta con aquello. Eso que puede confundirse con egocentrismo, en realidad suele ser miedo y falta de amor a ti misma.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  4. Mónica 10/02/2022

    Gracias por compartir es un articulo genial y muy esclarecedor. Una vez que ya somos conscientes de dónde puede radicar el problema, el paso hacia el cambio también está en nosotras.
    Gracias y un saludo.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 17/02/2022

      Muchas gracias, Mónica. Eso es, ponerle luz a lo que nos pasa es lo primero para poder comenzar a caminar.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  5. Shirley 10/02/2022

    Me acabas de dar en el punto. Sí, eso me pasa, por eso no acepto salir con un chico, porque no me siento atractiva y tengo miedo que ya no me vuelva a invitar. Miedo a que cuando vaya a algún sitio mi ropa este feita, definitivamente tengo miedo al rechazo, ¿qué debo hacer?

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 17/02/2022

      Hola Shirley,
      Pues comenzar un camino de autonocimiento y amor propio en el que dejes de ser tú la primera que se rechaza. A partir de ahí, cuando tú seas tu apoyo incondicional, los demás ya podrán verte como eres, sin esa máscara de miedo que nos impide ser nosotras mismas.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  6. Pilar 17/02/2022

    Hola Vanessa!
    Quería agradecerte una semana más por tu inmensa ayuda. Parece que este post lleva mi nombre..
    Es difícil sanar la herida del rechazo. Yo me aparto ante cualquier enfado y fácilmente las actitudes de los otros me hacen sentir rechazada. Pero porque sufrí esta herida a los 15 años cuando mi mejor amiga del colegio me dejó de hablar de la noche a la mañana y me hizo el vacío para siempre. Sé de dónde proviene. Pero reconozco que me sigo relacionando desde ese miedo en mis relaciones y no puedo cambiarlo y eso me produce muchos problemas y tristezas. Ahora estoy sanando. También estoy leyendo el libro que recomendaste: la sanación de las 5 heridas.
    Me gusta también lo que dices de lo que nos contamos y lo que de verdad está pasando.
    Un abrazo Vanessa y muchísimas gracias por escribir sobre esto.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 22/02/2022

      Gracias a ti por compartir, Pilar. Cuando tenemos alguna herida sin sanar, eso se va reflejando en nuestra vida y en nuestras relaciones, para darnos la oportunidad de resolverlo. Me alegro de que hayas comenzado ese camino, que siempre empieza por la consciencia y la aceptación del dolor. No dudes de que puedes hacerlo, dejar de rechazarte y liberarte de ella para vivir en paz.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
  7. Meri 06/03/2022

    Disculpa Vanessa por la falta de tildes, mi teclado esta estropeado. Y muchas gracias por tus artículos, siempre que los leo me ayudan a sentirme mejor, o algo hace “clic” en mi cabeza y es genial.
    Yo siempre me he aislado mucho por mis emociones (que aprendí a manejar gracias a la asertividad). A mi me encantaría hablar con dos vecinos que son hermanos, pero me resulta difícil. Me cruzo con ellos y ya. Además precisamente creo que ellos salen mucho más que yo, y la verdad es que eso me desanima. Les he encontrado por Instagram, pero me da muchísima vergüenza hablarles… Al final creo que esperaré alguna oportunidad y ya. Un abrazo

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 07/03/2022

      Muchas gracias, Meri. Espero que pronto te des cuenta de que lo que te está impidiendo hacer lo que quieres eres tú misma. Y entonces esa oportunidad llegará, porque tú te habrás encargado de ello ;-).
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder
      • María 29/03/2024

        Hola, Vanessa. Muchas gracias por el post. Yo pienso en la falta de sensibilidad de los demás. Si intentas hacerte amiga de alguien y ese alguien pasa de ti, quizás no deberías seguir insistiendo, del mismo modo que es raro para mí que alguien esté dispuesto a charlar o a pasar tiempo contigo siempre que te ve, cuando en realidad no le resultas importante.
        A mí me pasó lo de que se pusieran a hablar en un grupo que habían ido todos al mismo colegio de sus anécdotas, obviamente yo no tenía nada que decir y me sentí bastante excluida. A eso me refiero con lo de la sensibilidad de la gente, no tienes por qué cortarte de compartir para no ofender a alguien, pero tener en cuenta a la otra persona también me parece un valor necesario.

        Responder
        • Vanessa Carreño Andrés 02/04/2024

          Hola María,
          Entiendo lo que dices, gracias por compartir. Cada situación es diferente, pero en todas es importante que sepas ser sensible contigo y que si eso se repite reflexiones sobre lo que se está moviendo ahí y lo que necesitas para cuidarte.
          Un abrazo,
          Vanessa

          Responder

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicado. Los campos obligatorios están marcados como *



Vanessa Coaching to Be

Únete a los más de 20.000 suscriptores, ¡con regalo incluido!

Apúntate GRATIS y te enviaré ahora mismo el audio "Cómo Evitar que Alguien Te Haga Sentir Mal".

Sí, acepto la Política de protección de datos.

No te enviaré nada de spam y puedes darte de baja cuando te apetezca

Los post más leídos

¿Quieres trabajar conmigo?

Rellena este formulario para tener una sesión de valoración gratuita”.

Buscar

¡Hey!

no te vayas sin tu regalo

¿Quieres empezar a confiar en ti, sentirte segura y disfrutar de tu vida y de tus relaciones?
Apúntate gratis y llévate el audio “Cómo Evitar que Alguien Te Haga Sentir Mal" de regalo.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA