¿A ti también te pasa eso de que siempre terminas con parejas que no quieren comprometerse?
¿Una y otra vez te enganchas a perfiles que no quieren nada serio?
Me habéis pedido muchas veces que hablara de esto, pero mucho más desde que escribí sobre cómo son las personas con apego ansioso y cómo son las personas con apego evitativo (si no has leído esos dos post, te recomiendo que lo hagas).
Y eso es lo que quiero contarte en el post de hoy: por qué, si tu estilo de apego es ansioso, tienes muchas papeletas para fijarte en alguien con apego evitativo.
Es algo que escucho una y otra vez a las mujeres que trabajan conmigo (rellena este formulario si quieres ser una de ellas): ¿Por qué es tan habitual que me enamore de personas que huyen del compromiso? ¿Cómo puedo tener tan mala suerte?
Pues no, no es una cuestión de mala suerte. ¡Es una cuestión de lógica!
Y es que estos dos estilos de apego se complementan mutuamente, porque cada uno refuerza las ideas que el otro tiene sobre sí mismo y sobre las relaciones.
Es decir, como el ansioso necesita mucha cercanía y el evitativo necesita poner límites a la intimidad, son como la horma para su zapato.
Cuando el ansioso se siente inseguro, necesita acercarse más.
Mientras que el evitativo, cuando se siente inseguro, lo que necesita es alejarse.
Y cuanto más se acerca el primero, más se aleja el segundo.
Y cuanto más se aleja el segundo, más se acerca el primero.
La historia de Paula y Raúl
Para que lo entiendas mejor, te lo voy a explicar basándome en una historia real, la de una coachee de perfil ansioso con la que trabajé hace tiempo, y que en ese momento llevaba unos meses saliendo con un hombre con un claro apego evitativo. Pongamos que ella se llamaba Paula y él Raúl.
Esto es lo que me contaba Paula: “siento que no está implicado, que no me involucra en su vida y que tampoco quiere meterse demasiado en la mía. Es un poco lo que me ha pasado siempre, que me encuentro con chicos muy independientes o que no quieren el mismo tipo de relación que yo”.
Es decir, el perfil evitativo, como era Raúl, tiene miedo de que su pareja le absorba, le controle o anule su personalidad. Pero, a la vez, necesita vincularse con personas dependientes que, en comparación con cómo es él, le hacen sentir más fuerte e independiente, en plan “fíjate lo a mi bola que voy yo que no necesito a nadie, y lo mucho que me necesitas tu”.
Y por eso mismo es fácil que un evitativo termine con personas ansiosas, porque son las que le hacen sentir seguro de sí mismo.
Si un evitativo se empareja con otro evitativo, es que ni siquiera habría relación. No habría tira y afloja, no habría chicha. En cambio, con alguien ansioso sí la hay.
Y tampoco es tan probable que alguien con un apego seguro se empareje con alguien evitativo o con alguien ansioso, porque en ninguno de los dos casos se sentiría cómodo.
Total, que lo más probable es que el evitativo se empareje con alguien ansioso, como Raúl con Paula. Y así, volviendo a su historia, cada vez que Paula, desde su miedo al abandono y su necesidad de intimidad con Raúl se acercaba emocionalmente a él, éste se alejaba. ¿Cuánto se alejaba? Lo suficiente como para recuperar su sensación de independencia. Y, en cuanto la recuperaba, ya podía volver a acercarse o dejar que ella se acercara.
“No lo entiendo. No sé si es que se agobia, pero cada vez que pasamos un día juntos y estamos fenomenal, después desaparece por tres días. Y para mí es como que, cuando más ilusionada estoy, me vuelvo a dar un batacazo”, que me decía Paula.
¿Qué era lo que le pasaba a ella cuando Raúl se alejaba? Pues que conectaba un montón con su miedo al abandono, se obsesionaba con él y se volvía posesiva. Necesitaba acercarse a él para asegurarse de que seguía interesado y calmar su miedo, pero, cuanto más se acercaba ella, más se alejaba Raúl. Y cuanto más se alejaba Raúl, más miedo le entraba a ella y más tenía que reprimirse sus ganas de acercarse a él para no agobiarle, así que la ansiedad y la angustia crecían exponencialmente, y no se calmaban hasta que él volvía a aparecer.
Así es como la conducta del ansioso condiciona la respuesta del evitativo, y viceversa, en una especie de bucle infinito que parece el juego del gato y el ratón, y que puede seguir dándose incluso en relaciones de varios años, en las que la persona ansiosa siempre tiene una sensación de incertidumbre, de poca estabilidad o de que le falta intimidad con su pareja.
“Me quejo mucho de que no se interesa por mí y mis cosas. A él no se lo suelo decir, pero noto que me hace daño y que a veces respondo alejándome para que se dé cuenta. Después él vuelve y yo, como me creo que ahora tal vez sí que ha cambiado, le recibo con los brazos abiertos. Pero al poco tiempo volvemos a lo mismo”, que decía Paula, bastante frustrada.
Ocho razones por las que te atraen los evitativos
¿Vas entendiendo un poquito mejor el baile tan perfecto que se crea entre un ansioso y un evitativo?
Como es mucho más probable que si estás leyendo esto tengas un apego ansioso que uno evitativo, te voy a dar ocho claves para que comprendas por qué siempre te enganchas a personas que huyen del compromiso y con las que no puedes tener el tipo de relación que deseas, pero explicándotelo desde el punto de vista de la persona ansiosa (en este caso, Paula).
1.Paula se estaba relacionando con sus parejas desde su herida de no ser suficiente, buscando que el otro le demostrara que sí que era suficiente.
Y como lo que había aprendido en su infancia era a no sentirse suficiente, ni querida, ni vista por su padre, inconscientemente buscaba parejas que le conectaran con eso mismo, y con las que también pudiera entrar en ese anhelo de que el otro la viera y la valorara.
Es decir, desde el no sentirse suficiente se enganchaba en relaciones que le despertaban esas mismas heridas, que la llevaban a ese esfuerzo para que el otro la quisiera y le hiciera sentir valiosa.
“Estoy todo el rato pendiente de sus muestras de cariño, de si me dice de vernos y de si hoy está más pendiente de mí que ayer o menos”, en palabras de Paula.
2.Al no sentirse suficiente para que el otro la quisiera tal y como ella era, Paula relacionaba los comportamientos distantes de Raúl con que eso pasaba porque ella no era suficiente para que él se mantuviera a su lado.
Y cuanto más miedo tenía a que la abandonara, más se preocupaba y se esforzaba por agradar a Raúl (donde otra persona que sí se sienta suficiente pensaría “no me siento cómoda con esto de que aparezca y desaparezca. No sé por qué lo hace, pero desde luego que yo así no me siento valorada y no quiero esto para mí”. Es decir, ni pensaría que tiene algo que ver con ella, ni intentaría convencer al otro de que se quede a su lado, porque ella sería la primera que perdería el interés ante alguien así).
En cambio, en el caso de Paula, aunque era consciente de que había muchas cosas de Raúl que no le gustaban, cada vez se sentía más dependiente de él.
“Si me paro a pensarlo hay mil cosas de él que no me gustan. Y además sé que no quiere formar una familia, y yo sí. Pero, en vez de dejarlo ir, me engancho cada vez más”.
¿Por qué? Porque Raúl intensificaba su sensación de no ser suficiente y su necesidad insaciable de demostrarse suficiente a través de conseguir la atención de él (buscando fuera lo que solo podía sanar dentro de sí misma).
3.Paula entendía el amor como algo por lo que había que luchar y esforzarse. Y, ¿dónde has visto tú que alguien que entiende el amor como una lucha tenga una relación pacífica y equilibrada? Imposible, porque las personas creamos lo que creemos.
Por eso Paula se enganchaba a personas que no la podían querer como ella anhelaba, porque así hacía realidad su idea sobre lo que era estar en pareja: tener sentimientos muy intensos, momentos de subidón alternados con otros de bajón, y la sensación de estar todo el rato preocupada y obsesionada por el otro.
Si en algún momento de su vida Paula se había cruzado a algún hombre con un apego seguro, no se había sentido atraída por él porque ahí no percibía esa montaña rusa emocional, ese sentirte todo el rato en la cuerda floja, que ella entendía que era el amor.
Aunque suene un poco loco, Paula necesitaba sentirse insegura en una relación para poder sentirse viva, y todo lo demás le parecía aburrido. Además de que, en el fondo, no se sentía merecedora de que alguien la quisiera de verdad.
“Aunque doy una imagen de mujer segura, en el fondo de mi hay algo que me dice que no soy lo suficientemente buena, inteligente, atractiva o interesante para que alguien quiera compartir su vida conmigo”.
Es decir, el apego ansioso se cuenta que necesita seguridad y cercanía, pero en el fondo cree que no la merece y que el amor es algo difícil, por lo que busca relaciones en las que tiene que esforzarse y estar en constante lucha.
4.Como buen apego evitativo que era, Raúl necesitaba poner barreras a la relación, y por eso enviaba señales confusas a Paula, en plan “hoy me acerco y mañana me alejo”. Y como ella tenía mucho miedo de que él se fuera, estaba super pendiente de lo que él hacía y era muy sensible a cualquier señal de alejamiento por su parte. Las interpretaba como un rechazo, entraba en modo pánico, empezaba a montarse películas, a pensar que la iba a dejar y a repetirse que la culpa era suya por no ser suficientemente X para él.
Donde otra persona no permitiría este juego, Paula sí, por todo lo que te estoy contando sobre sus heridas y sobre sus creencias distorsionadas sobre sí misma y sobre la pareja.
Es decir, a pesar de que Paula sentía que no podía contar con Raúl, que no la valoraba, que no era claro y que no le hacía sentir tranquila respecto al lugar que ella ocupaba en su vida y lo que significaba esa relación para él, le perseguía en busca de esa seguridad y ese sentirse querida.
“A veces exploto y le monto una escena, y él se enfada y se pasa varios días sin llamarme. Y por más que le pido perdón y le digo que estoy arrepentida, que necesito que hablemos y arreglarlo, le da lo mismo. Se cierra y no quiere ni escucharme”.
5.Claro, es que un apego evitativo no tiene la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Por eso Paula sentía que Raúl no se esforzaba por comprender sus emociones ni por entender sus necesidades. Y esto, sumado a que ella, como les ocurre a los ansiosos, tenía mucha dificultad para expresar lo que sentía y lo que necesitaba, por miedo a que si lo hacía él se alejara, pues hacía que no pudiera sentirse a gusto.
“Soy incapaz de decir lo que yo quiero y termino cediendo y haciendo lo que él quiere. Me aguanto, pero al final por algún lado me acaba saliendo, y entonces él se aleja y yo pienso que mejor me lo hubiera tragado y no habríamos tenido movida”.
Y sí, en una relación así siempre es el ansioso el que va cediendo terreno y adaptándose al otro.
6.Cuando Raúl, al no entender a Paula, le decía que el problema lo tenía ella, que era muy dependiente, que quería controlarle o que se lo tomaba todo muy a pecho, ella dudaba de sí misma, cuestionaba sus sentimientos y sus necesidades y empezaba a sentirse culpable. Y así es como volvían a engancharse como la horma para el zapato, porque donde uno echaba balones fuera y no asumía ninguna responsabilidad, la otra tendía a hacerse responsable de todo.
“A veces siento que estoy mendigándole amor, en plan cógeme la mano, me gustaría que planearas algo juntos, no me llamas nunca… A lo que él me dice que soy demasiado demandante, y yo me lo acabo creyendo”.
7.Como ves, cuanto más necesitaba Paula acercarse a Raúl para sentirse segura de la relación, más huía él y más angustia le generaba ese juego del gato y el ratón a ella.
Por eso algo muy habitual es que detrás de las discusiones de una pareja ansioso evitativa, mucho más que lo que en apariencia ha provocado esa discusión, lo que haya en el fondo sea una lucha por el grado de intimidad que cada uno quiere en la relación.
“Cuando se fue ese fin de semana con sus amigos me habría gustado que me llamara desde allí. Y cuando ya no pude aguantar más y le llamé, le sentí cortante. Después cuando volvió y se lo pregunté me dijo que cuando está con sus amigos quiere estar en eso, y no pendiente del teléfono”.
Y aquí quiero que reflexiones algo: ¿El problema era que Paula llamaba demasiado y estaba demasiado encima? ¿O es que Raúl necesitaba demasiado espacio?
¿Está bien llamar a tu pareja cuando está con sus amigos o es algo invasivo? Pues depende, depende de para quién. Porque el problema no estaba en llamar o en no hacerlo, sino en que Paula y Raúl tenían necesidades muy diferentes en lo que a compromiso, espacio y cercanía se refiere. Y lo sano para Paula seria estar con alguien que la llame de forma natural y con quien ella se sienta libre para llamar cuando le apetezca. Es decir, alguien con las mismas necesidades de compromiso y cercanía que ella.
8.Algo que a Paula le extrañaba muchísimo es que al principio de la relación Raúl estaba tan volcado como ella. Pero es que los evitativos también funcionan así: al principio viven ese subidón inicial de creer que han encontrado al amor de su vida, pero, en cuanto empiezan a agobiarse, se alejan. Y ahí es cuando el ansioso entra en pánico y empieza a protestar.
Así fue como Raúl comenzó a pensar mal de las intenciones de Paula, a sentir que quería controlarle y a decirle que no soportaba que fuera tan dependiente. Y, cuanto más protestaba ella, más se agobiaba él, más se convencía de que Paula no era la persona apropiada y más necesitaba poner distancia e incluso empezar a relacionarse con otras personas, para mantenerse a salvo de su miedo al compromiso.
Es decir, la relación entre Paula y Raúl era una constante en la que ella quería acercarse porque necesitaba sentir que podía contar con él, y él se sentía incómodo en la cercanía y necesitaba alejarse para sentirse independiente.
Por eso, la solución para alguien como Paula nunca será adaptarse a alguien como Raúl, ni reprimir sus necesidades, ni contarse que tiene que fluir más y pensar menos, porque por más que se empeñe es imposible que se sienta satisfecha en una relación así.
En otro post te contaré qué hacer si te sientes identificada con el perfil de Paula (o bien puedes rellenar este formulario para que trabajemos juntas y cambies tu manera de vincularte en pareja). Ahora lo más importante es que hayas entendido por qué te enganchas con personas como Raúl.
…
Como siempre, me encantará que me cuentes aquí debajo de qué te has dado cuenta al leer el post 😊.
Hola buenas tardes,
Entonces ¿con quien pudieramos relacionarnos en este mundo donde todos somos imperfectos? ¿en donde todos tenemos heridas y máscaras? Y las personas que están un poco más conscientes también vienen de procesos en donde alguna vez han actuado de formas inconscientes. ¿Pasaremos la vida divididos? ¿Clasificados? “Los Ansiosos” “Los evitativos” “Los seguros”. ¿No hay algo más allá de todo eso?, ¿No hay otras formas? ¿La compasión, el amor?
Solo son dudas!
Gracias
Hola! Me he sentido muy identificada con este post, sobre todo en la parte de haberme sentido “incapaz de decir lo que yo quiero y termino cediendo y haciendo lo que él quiere”. Es como un bloqueo y por supuesto que así no hay relación que fluya.
Antes desconocía este tema de los apegos. Ahora comprendo muchas cosas y comparto las interrogantes de ELUZ.
En las personas ansiosas lo emocional es más fuerte que lo racional. Siento miedo de volver a encontrar personas evitativas que sin querer terminan lastimándome y de pronto ahora soy yo la que evita todo tipo de vínculos. ¿Qué hacer?
Gracias Vanessa
Hola Sonja,
Sanar, sanarte es lo único que puedes hacer. Aprender a amarte y a confiar en ti hasta que llegues a un lugar en el que estés en paz contigo misma y tranquila de saber que no repetirás las mismas historias y que pase lo que pase estarás ahí para sostenerte. Abierta al dolor, abierta a la vida.
No es que en las personas ansiosas lo emocional sea más fuerte. En apariencia sí, pero es solo porque las evitativas huyen de lo que sienten. Simplemente han elegido otra estrategia para afrontar el dolor que han vivido, pero en el fondo es lo mismo.
Un abrazo,
Vanessa
Hola,
Pues entiendo que es una pregunta muy profunda, pero claro que hay más allá de eso. La compasión y el amor empiezan por uno mismo, por sanar tus heridas y la manera en la que amas y te amas. El mundo es perfecto en su imperfección, y el lugar en el que cada uno tenemos el poder de cambiarlo siempre es dentro de nosotros mismos.
Comprender y conocer lo que nos pasa es una manera de aprender a comprendernos y a conocernos, todos juntos, y cada uno consigo mismo. No hay un lugar al que llegar, solo un camino que recorrer…
Un abrazo,
Vanessa
Lei tu post y parece que estuvieras redactando mi última relación. Es tal cual lo que viví. Yo estaba comprometida con la relación pero el nunca quería compartir nada conmigo, nunca tenia tiempo para hacer planes conmigo pero siempre encontraba el espacio para estar con los demas y cancelarme a mi para poner como prioridad a otros. Terminamos y despues de unos meses y viendo que yo no lo buscaba apareció nuevamente rogandome una oportunidad. Según él habia cambiado y estaba dispuesto a presentarme a su familia, a dedicarme tiempo. Un mes duró el supuesto cambio y volvió a ser la misma persona que me rechazaba todo el tiempo. Cuando me puse firme en que cumpliera sus promesas me dijo que se habia dado cuenta que no podía cumplirlas y que se estaba replanteando lo que le pasaba conmigo. Ese día me senté en silencio en casa y pensé: No quiero estar con alguien q no me quiere, que no me valora. No volví a hablarle y me estuvo llamando una semana sin atenderlo por mi parte. Entonces despues de tanta insistencia le escribí que se había terminado y que yo queria a alguien estable y que me merecía algo mejor. Su respuesta fue que yo estaba muy creida y muy mal psicológicamnete y que a mi edad (35 años) no iba a formar ya una familia con nadie. No volvimos a hablarnos. Dolió pero se que fue la mejor decisión para mi.
Felicidades, Valiente. Estuvo muy bien esa segunda oportunidad para darte cuenta definitivamente de dónde no era. Espero que te sientas muy orgullosa de ti misma, te lo mereces.
Un abrazo,
Vanessa
Buen artículo.
Soy hombre de 34 años, soy de Madrid y desplazado a Euskadi por cuestión de que deseaba acabar los estudios que inicié con 18. Aquí me veo rodeado de “críos”, es lógico no encajar y ser solitario (algo que no me cuesta mucho porque con la familia disfuncional que he tenido y que ha desembocado en un apego ansioso evidente, es algo a lo que me he acostumbrado, a la soledad absoluta). Es por eso que nunca he llegado a ver que pudiese tener miedo a la soledad (pues ya digo que estoy habituado a estar solo casi siempre). Sin embargo, me cuesta mucho reponerme de las rupturas y tengo desconfianza ante la incertidumbre en el comportamiento de los demás conmigo. Supongo que se debe a que ante esa soledad, cuando encuentro a alguien que es recíproco y a quien gusto, me entrego totalmente.
Un día conocí a una chica de 19 años, nunca me imaginé poder ni conectar con alguien así y mucho menos empezar a salir. Pero ambos nos gustamos y ella dijo querer salir conmigo en serio, lo que entendí como compromiso. Es más, a veces le hablé sobre si ella quería conocer a más gente, que yo lo entendería porque al fin y al cabo era muy joven. Ella rehuía eso, quería compromiso monógamo. Pues bien, justo el juego que mencionas lo he ido viendo con el tiempo, ese tira y afloja, incluso dándome la sensación de chica seductora hacia otros cuando le interesaba. Y eso que aparenta ser taaaan tímida. A mí fue ella quien comenzó de hecho a hablarme un día en la cafetería de la universidad. Eso por parte de una chica y más en Bilbao (la gente se dice que es más cerrada), me resultó un gesto de enorme valentía. Quizás me equivoqué, quizás fuese atrevimiento seductor. El mismo que le he visto tener con otra gente delante de mis narices a veces, y ante el cual he querido pensar que no era tal cosa. Ha mostrado un interés desbordante por personas con las que ha quedado a veces sin decírmelo (sé que no soy su dueño y no me debe obediencia). Pero proponerle quedar y decir no tener nada de tiempo, verme un día de dieciésis (cuando ya digo que quedaba con otra gente)… te lleva a sentirte insuficiente, engañado, casi como si fuese una infidelidad, al menos como muestra de falta de compromiso. Decidí dejarlo hace dos semanas, es doloroso pero creo que la mejor decisión tomada.
Hola Kike,
Efectivamente que alguien se haya acostumbrado a pasar mucho tiempo solo no significa que se sienta bien con ello o que sea evitativo, sino que puede venir de un miedo al vínculo, al rechazo o al abandono, y desde ahí prefiero no vincularme a que me vuelvan a hacer daño.
Esto que cuentas que te ha pasado con esa chica habla de ella, no de ti, de su forma de relacionarse. Solo es tuyo en la medida en la que respondas a ello como algo personal y te conecte con esa sensación de no ser suficiente para que alguien te quiera o se quede a tu lado. Y esa es la parte que necesitas trabajar en ti, para que no te vuelva a pasar
Un abrazo,
Vanessa.