¿Cuántas veces te adelantas a lo que va a ser y no te das permiso para simplemente descubrirlo?
¿Cuántas veces generalizas basándote en lo que ha sido otras veces y te cierras a lo que podría ser?
De esto que quedas con alguien y ya imaginas cómo te lo vas a pasar…
O que, como una vez que fuiste a tal sitio te sentiste así, ya das por hecho que siempre que vayas a ese sitio te vas a sentir igual.
¿Te suena?
Hace un par de años no quería celebrar mi cumpleaños. El 2019 estaba siendo un año horrible para mí y no tenía ganas de celebrar nada. Y mis amigos, que querían que me sintiera acompañada en esos momentos, pensaron en prepararme una sorpresa especial con las personas más íntimas. Pero, como me vieron tan cerrada a celebrar nada, prefirieron contarme lo que estaban planeando para que fuera yo quien decidiera si quería hacerlo.
Y les dije que no quería. Me imaginaba cómo iba a ser estar rodeada de gente y tener que sonreír cuando solo tenía ganas de llorar, y me parecía un esfuerzo demasiado grande. Aun así, después de mucho dejármelo sentir y de valorar el detalle que querían tener conmigo, al final acepté. Por ellos, por mí y por no cerrarme a lo que estaba presuponiendo que iba a ser, al final acepté.
Y fue maravilloso. Fue una noche estupenda en la que me sentí súper querida, acogida y cuidada y sonreí un montón sin fingir nada. Esa noche aprendí que cerrarme a las expectativas de lo que yo creo que va a ser podía tener un coste muy alto. Tan alto, como perderme la belleza de la vida.
Te cuento esto porque me doy cuenta de que es algo que nos pasa mucho.
De que son muchas las ocasiones en las que nos atamos a lo que fue o a las expectativas de lo que será, generalizamos, concluimos que sabemos lo que va a pasar, y no dejamos que la vida suceda.
Por ejemplo…
Como aquella vez me pasó esto, seguro que la próxima vez me va a pasar lo mismo.
Si esto no me funcionó entonces, es que a mí eso no me funciona.
Como con este profesional me fue mal, con todos me va a ir igual.
Si esa vez me sentí así, entonces siempre que pase eso me sentiré así.
Cuando me propongo hacer algo siempre me pasa lo mismo, así que ya ni lo intento.
Una vez que hice eso me aburrí un montón, así que ya no quiero hacerlo.
¿En qué lugar crees que te coloca pensar que, porque algo fue de una determinada manera, ya siempre va a ser así? ¿De qué manera crees que te acercas a algo cuando lo haces con unas expectativas de que pase x? ¿Cómo te colocas ante esa situación? ¿Dirías que es desde la confianza y la apertura o desde el miedo y cerrada a lo que te imaginas que va a ser?
Por ejemplo, hace unos días una persona que ha hecho mi curso Amor me estaba contando que estaba muy contenta con todo lo que había cambiado su manera de sentirse, de verse y de tratarse a sí misma. Y después me trasladaba un temor ante una situación difícil que se le presentará a comienzos del próximo año, adelantándose a que iba a responder a ella como lo había hecho en otras ocasiones.
Hasta que comprendió que ese temor no tenía sentido, porque ella ya no era la misma persona. Y, como ella había cambiado, como ya no iba a responder desde el mismo lugar, conectó con la confianza en que la situación también iba a cambiar.
Somos nosotras quienes, en gran parte, creamos las situaciones que vivimos, por cómo nos dirigimos a ellas. Por eso, si estamos dispuestas a soltar el control y descubrir qué pasa, el resultado será muy diferente a si ya damos por hecho lo que va a pasar.
Y lo mismo con las personas que nos rodean, con las personas con las que coincidimos en el camino. Cada vez que generalizamos y sacamos conclusiones sobre alguien, nos cerramos a descubrir a esa persona, o a otras que están por venir, como realmente son.
Por ejemplo…
A mí la gente que hace esto no me gusta, ya sé como son…
Esta persona no me avisó y a mí siempre que alguien no me avisa ya sé que no le importo…
Una vez tuve una pareja con la que no me sentía tenida en cuenta porque siempre hacía x. Así que ahora en cuanto conozco a alguien que también hace x, ya le pongo la cruz y me repito que son todos iguales.
La gente es así y siempre me encuentro a personas que me lo demuestran.
O que resulta que siempre que mi pareja hace x, yo respondo igual. Y ya me he encasillado tanto en esa manera de responder que me cierro a eso y no me doy la posibilidad de que la próxima vez sea diferente.
Todo lo que te pierdes cuando te adelantas a lo que será
Si todavía no te ha venido ninguna situación en la que generalices lo que va a ser y te cierres a descubrir lo que es, o en la que te proyectes en el futuro y te imagines lo que va a pasar y cómo vas a responder, es posible que la Navidad y sus respectivos encuentros y compromisos te faciliten una ;-).
Con esa, con la que tengas, te voy a pedir que te preguntes cómo te acercas a ella cuando ya la das por hecho. ¿Lo haces desde una parte auténtica? ¿Lo haces desde una versión de ti que te gusta? ¿Es más desde el miedo o más desde el Amor?
Y te pongo otro ejemplo personal. Ya te conté en otro post que he pasado un par de meses complicados a raíz de un conflicto con una persona cercana. Y en un determinado momento de la historia en que yo estaba esperando que llegara una fecha límite, ya tenía preparado el mensaje que le iba a enviar a esa persona cuando llegara ese día.
Y resulta que, trabajándolo con mi guía espiritual, me di cuenta de que estaba complemente proyectada al futuro. De que había escrito ese mensaje en base a lo que sentía el día en que lo escribí, en vez de escribirlo el día que llegara esa fecha en función de cómo me sintiera en ese momento. Y así fue: cuando llegó el día X ese mensaje ya no tenía ningún sentido para mí. Era algo pasado que ya no tenía nada que ver conmigo ni con mi energía en ese momento.
Y esto es lo que nos pasa constantemente, que creamos el pasado y el futuro a través de esas proyecciones mentales y de ideas que sólo existen en nuestra mente.
Así es como intentamos dirigir la vida, porque no sostenemos bien la incertidumbre y necesitamos sentir que controlamos algo. Desde ahí es desde donde nos atamos a lo que ha sido, en vez de dejar que sea lo que es.
Queremos controlarlo todo y todavía, a estas alturas de la película, no nos enteramos de que no controlamos nada.
De que la vida no está en la mente, ni en el pasado ni en el futuro. La vida sucede en el presente. Todas las puertas y todas las oportunidades que la vida quiera darte, siempre serán en el presente.
Pero cuando tienes el foco puesto en algo concreto, en algo que fue o en algo que imaginas que va a ser, no puedes reconocer lo que está pasando.
Es como ir al supermercado con la idea fija de que vas a comprar x marca de galletas y x marca de leche, que eso hace imposible que veas todas las demás.
Pues igual pasa en la vida, que cuando nos predisponemos a una opción, nos perdemos todas las demás.
Igual que cuando te imaginas esa comida o esa cena de Navidad y empiezas a dar por hecho cómo va a ser escuchar a determinada persona o saludar a esa otra.
Estamos mucho más en lo que pensamos que va a pasar que en lo que está pasando y en escuchar cómo nos estamos sintiendo con ello. ¡Como si pudiéramos sentir en diferido o por adelantado a la vida!
No, las experiencias no se pueden planear, ni prever, ni generalizar. Las experiencias sólo se pueden vivir. Estar en ellas aquí y ahora, sepan como sepan y salgan como salgan.
Observar lo que está siendo y abrirte a ello con curiosidad es algo que solo se puede hacer en el presente. Todo lo demás son creencias, proyecciones, juicios, prejuicios, expectativas y adivinaciones que no sirven para nada.
La única manera de abrir los regalos de la vida es estar dispuesta a descubrir lo que se esconde detrás de la infinidad de puertas que hay delante de ti.
Abierta a lo que puedas encontrar y sabiendo que tu poder reside en que, según cuál sea tu manera de abrirlas, así será lo que te encuentres detrás de cada puerta. Y confiando en que ninguna es mejor que otra, porque todo es perfecto como es. Pero sólo cuando sucede aquí, y ahora.
…
¿Qué me dices? ¿En qué situaciones te das cuenta de que generalizas y te cierras a descubrir? Puedes contármelo en los comentarios aquí debajo, estaré encantada de responderte.
Pues, qué quieres que te diga, Vanessa, que son las 9am y ya me has cambiado el día de Nochebuena para mejor, me has dibujado la primera sonrisa de un día poco prometedor por culpa mía y me has empujado sin que me diera cuenta a dejar de leerte y mandar espontáneamente algunos mensajes de felicitación “sinceros”, con ganas, llenos de cosas bonitas…
Jo, por mi parte Papá Noël se ha adelantado este año y su regalo ha sido precioso.
Gracias (GRACIAS!) y chin chin por unas Fiestas sin “premeditación y alevosía”
Brindo contigo Vanessa y con toda la tripulación de este barco.
Belén
¡Que gran artículo, Vanessa!
Es un soplo de aire fresco, un soltar lleno de alivio cuando confirmo lo que estoy viviendo también a través de tus palabras. Y no es la primera vez (y sé que tampoco soy la única por los comentarios de otros lectores en tus posts), que cuando estoy experimentando determinada situación, aparece un artículo tuyo en mi bandeja de correo que habla sobre lo que estoy sintiendo, ¡Una sincronicidad y ayuda del Universo realmente preciosa!
Sólo quiero añadir, como tú ya has hecho en ocasiones anteriores, que esto no se puede aplicar cuando sales de una relación tóxica y te asaltan las miles de dudas de si poner el límite y no volver es una equivocación. Esas veces en las que piensas que si debería darle otra oportunidad, que a lo mejor está segunda vez sí, que igual me estoy equivocando y me estoy cerrando a una oportunidad porque esa persona te pide volver y dice haber cambiado… Esto lo has explicado infinidad de veces y sé que con este artículo te refieres a otras cosas. Porque cuando algo no marcha bien con alguien, algo en ti te lo hace saber y lo intuyes por muy ciega o desbordada que una se sienta por la ansiedad, la culpa o la dependencia.
¡Gracias de nuevo, Vanessa!
¡Muchas gracias por compartir!
Hola Marahia,
Brindo entonces por esa sincronicidad que nos acerca aunque estemos lejos :-).
Muy bueno ese apunte. Así es, este post no aplica en esas situaciones de relaciones tóxicas, y has hecho muy bien en diferenciarlo. Cuando sientes que no, cuando algo te hace daño, no se trata de cambiar la mente o la manera en la que te acercas a ello, sino de escuchar eso que tu cuerpo te está diciendo y alejarte sin mirar atrás. Gracias por recordarlo y poner esa guinda.
Un abrazo grande,
Vanessa
Regalazo el que me has hecho tú al leerte, como unos Reyes Magos adelantados :-). Me alegro un montón de que el post hiciera ese efecto en ti. Ya has visto que no se trata de buscar culpables, sino de hacerte responsable de tu parte. Felicidades por ello, y chin chin por esa Belén que elige desde dónde quiere estar.
Un gran abrazo,
Vanessa
Me viene genial este post, Vanessa, porque muchas veces nos enfocamos en lo que no queremos o tenemos miedo a que suceda en base a experiencias pasadas que nos decepcionaron o de algún modo nos marcaron, o incluso porque escuchemos algo que nos dijeron en repetidas ocasiones sobre algún tema que aunque no logremos asimilar ni creer del todo nos afectó y pretendemos protegernos adelantándonos por si acaso fuese así, consiguiendo todo lo contrario, ya que no hay una sola realidad sino versiones de la realidad, pero quien busca encuentra. Cuando nos obsesionamos precisamente con lo que no queremos provocando aquello que deseábamos evitar, es cierto que hay algunas experiencias que suelen repetirse del mismo modo, a mi me pasa por ejemplo que en las redes los hombres que encuentro todos buscan sexo, cuando me escriben contesto abriéndome a la posibilidad de que sea distinto y luego descubro que es más de lo mismo e igual cuando por internet te llega alguien ofertándote un trabajo rentable y es un multinivel, pero también tengo otras muchas experiencias a las que me cerraba un poco por miedo a que se repitieran, a decepcionarme o a sentirme como en veces anteriores que hasta que no supere esos temores y deje de pensarlo así no comencé a vivirlo de una forma diferente. La experiencia unas veces nos sirve de acuerdo a los valores y a lo que sentimos en ese momento pero otras veces nos obstaculiza, por eso pienso de la importancia de saber distinguir entre lo que debemos dejar de hacer si queremos resultados distintos a los anteriores y lo que únicamente nos negamos a hacer por temores y barreras mentales desperdiciando oportunidades e impidiéndonos esos bloqueos, en definitiva vivir y disfrutar de la vida.
Hola María,
Qué bien, cuántos aprendizajes hay en lo que cuentas. Así es, se trata de saber distinguir cuándo una experiencia nos nutre y cuándo nos obstaculiza porque hace que nos cerremos a nuevas posibilidades.
Muchas gracias por compartir.
Un abrazo,
Vanessa