¿Qué te pasa a ti cuando alguien te mete un corte y no sabes qué decir?
¿Te exiges tener la respuesta perfecta que deje al otro sentado y sin ganas de volver a decirte nada?
¿Necesitas quedar por encima para demostrarle que a ti no hay quien te tosa?
Por ejemplo, supongamos que estás haciendo algo y tu jefe te dice en tono irónico que vaya arte que tienes.
¿Cómo respondes? ¿Te dices que tienes que darle una respuesta firme y contundente? ¿Te exiges estar segura de ti misma y no dudar de ti ni quedarte callada?
O si tu hijo tiene una rabieta y tu padre te dice que eso te pasa por no darle una bofetada bien dada a tiempo.
¿Cómo te sientes? ¿Te llenas de rabia y empiezas a pensar que no tienes argumentos para defenderte o que te importe un pimiento lo que diga tu padre?
O si una amiga te hace un comentario un poco ambiguo, de esos que no sabes si va por ti o a qué se refiere, pero que no te hace sentir cómoda.
¿Qué le dices? ¿Le sueltas una bordería de esas que después te arrepientes?
En este tipo de situaciones, a veces nos quedamos cortadas, en plan “me siento una inútil, no sé qué decir, ¡habrá pensado que soy tonta!”.
Y otras veces nos vamos al “tengo que demostrarle que no tiene razón, que no se piense que a mí me puede tomar el pelo así. Vamos, hombre, ¡conmigo esto no!”.
Pero da lo mismo, da lo mismo si te haces chiquitita y no sabes qué decir o si te pones por encima y le pegas un gruñido al otro. En cualquiera de los dos casos, es tu ego exigiéndote tener la respuesta perfecta.
¿Te das cuenta de la presión que te pones queriendo decir la frase correcta? ¿No ves que en ambos casos le estás dando más valor a lo que el otro piense de ti que a lo que piensas tú?
Cuando necesitas demostrar algo
De lo que te estoy hablando en este post es de cualquier situación en la que alguien te dice algo y tú, o bien te quedas bloqueada y no respondes, o lo haces pero después te machacas pensando que deberías haber dicho otra cosa mejor.
Muy bien, pues localiza una situación en la que te haya pasado esto porque te voy a hacer algunas preguntas.
¿Qué te estas exigiendo? ¿Para qué? ¿A quién le quieres demostrar algo?
Puede que te exijas decir algo y no quedarte callada.
Puede que te exijas tener una respuesta que ponga al otro en su sitio.
O que te exijas no decir nada incorrecto ni meter la pata.
Pero seguro que algo te estás exigiendo, ¿y para qué? ¿Qué es lo que estás necesitando demostrarle a esa persona? Porque en cuanto entras en esa lucha de poder, de que no se ponga por encima de ti, de que vea lo que tú vales, de que se de cuenta de que tienes razón, y bla bla bla, ya no eres tú quien está hablando. Es tu ego, esa parte de ti que necesita demostrarles algo a los demás.
Y si necesitas demostrarle algo al otro es porque eres tú la que no se lo está creyendo.
¿Qué crees de ti misma?
Que te quede claro: diga lo que diga el otro, no te puede dejar por debajo si tú no te sientes por debajo.
Así que la clave no es tanto lo que le respondes o le dejas de responder, sino cómo tú te validas a ti misma.
Si lo valiosa, lo importante o lo suficiente que te sientes depende de ti, te va a dar igual dar la mejor respuesta o una normalita.
Pero si tú no te sientes ni valiosa, ni importante, ni suficiente, entonces sí necesitarás demostrarle al otro lo que tú no te estás creyendo de ti misma. Y ahí está el problema.
Por ejemplo, si estás con alguien y no tenéis tema de conversación, ¿piensas que es por ti? ¿Qué el problema eres tú que no tienes nada interesante que decir? ¿Qué estará pensando que eres una aburrida o una sosa?
Muy bien, ¿y no puede ser que el soso sea el otro? ¿O no puede ser que simplemente con esa persona no fluyes? ¿A que hay otras con las que sí? Claro, porque cuando con alguien sí es, la conversación fluye fácilmente. Y si no es, ¿por qué tiene que ser culpa tuya? Pues si eso es lo que piensas, ojito, porque te estás delatando en lo que crees de ti misma.
Y otra vez que ahí está el problema, en que en vez de trabajarte la seguridad en ti y el sentirte valiosa, importante y suficiente (por ejemplo, con Amor), lo que estás haciendo es intentando conseguir eso a través del otro, rivalizando o teniendo que demostrarle algo.
¿Qué derecho te estas negando?
¿Tú sabes que tienes derecho a decir algo y estar equivocada?
¿Sabes que tienes derecho a no tener la respuesta perfecta, ni la más inteligente ni la más ingeniosa?
¿Sabes que tienes derecho a protestar como buenamente puedas cuando te sientes tratada injustamente?
¿Sabes que tienes derecho a no decir nada si no te sale o no te apetece?
¿Sabes que tienes derecho a quedarte cortada por un comentario que no esperabas y para en el que en ese momento no te sale una respuesta?
A quejarte, a no dar explicaciones, a dar las explicaciones que te convenga dar…
Bueno, es que, por si no lo sabías, ¡hasta tienes derecho a decidir no ser asertiva!
Resumiendo: tienes derecho a hacer lo que te dé la gana siempre y cuando no violes los derechos de los demás. Es decir, que no ataques, menosprecies o faltes al respeto al otro.
¿Qué es lo que hace que te valores?
Claro, si yo me valoro por hacerlo perfecto o por lo que tú pienses de mí, en una situación de este tipo necesitaré tener la respuesta perfecta.
¿Y cuál es esa respuesta perfecta? Pues ese es otro tema, porque para tu ego ninguna va a ser lo suficientemente buena. ¡Porque el problema es que la que no se cree suficiente eres tú!
Si en cambio tú te valoras por ti, independientemente de que lo hagas mejor o peor, o de que el otro piense que eres tonta o que no lo eres, dejarás de sentir esa presión por decir algo ingenioso.
Es lo de siempre, que si tu autoestima depende de los demás y de hacerlo perfecto, nunca encontraras una respuesta lo suficientemente buena para que te quedes a gusto. Sentirás que, digas lo que digas, siempre podrías haberlo dicho mejor.
Cuatro pasos para dejar de exigirte la respuesta perfecta
Te voy a dejar cuatro pasos para que los tengas muy presentes la próxima vez que te veas en una situación de este estilo. Incluso, si ya ha pasado, te pueden servir para aprender de ello y sacar conclusiones que te sirvan para la próxima vez.
Es decir, como en todo, tropiezas, te caes, te levantas, miras a la piedra y aprendes (creo que de eso va la vida ;-).
1.Acéptate tal cual con lo que te venga en ese momento.
Primero, aceptar lo que estás sintiendo, ya sea rabia, enfado, tristeza, frustración, miedo o lo que sea. Dejártelo sentir sin juzgarlo (¡recuerda que lo que sientes siempre está bien!).
Y aceptar también lo que te salga en ese momento. Ojo, no desde la niña rabiosa que ataca o entra en la lucha con el otro, sino desde una adulta segura de sí misma que no tiene que demostrarle nada a nadie ni tener la respuesta perfecta.
Es decir, no solo darte permiso para no dar la respuesta perfecta sino también mostrarte tal cual, con lo que te salga. Decirle que no gusta el tono que ha usado, que no te sientes cómoda con ese comentario o que no sabes qué responder a eso. ¡Lo que sea!
Por ejemplo, el otro día un amigo me hizo un comentario en plan de broma, pero que me resultó bastante molesto. Me quedé tan cortada que no sabía qué decir, y lo que dije fue “oye no me estoy sintiendo nada bien con esta broma, para mí no tiene ninguna gracia”.
Punto. No sé si era la respuesta perfecta o había otras mejores, pero fue lo que me salió en ese momento y para mí está perfecto así.
Pues a eso me refiero, a que respondas lo mejor que sepas en ese momento. Y verás qué liberación sentir que no tienes que decir nada en concreto ni demostrarle nada a nadie.
Porque cuanto más te exijas tener la fórmula perfecta, menos te va a salir. Precisamente cuando dejas de exigirte es como que te liberas de la presión que tú misma te estabas poniendo, y entonces ya te viene lo que necesitas.
2.Olvídate de lo que el otro piense de ti, de querer demostrarle algo o de quedar por encima.
Incluso aunque sí que te importe lo que piense esa persona, haz cómo que te da lo mismo o piensa qué dirías si te importara un poco menos.
Verás que te fluyen mucho mejor las respuestas desde ese sentir que no tienes que responder nada ¡porque no tienes que demostrar nada!
Si es una persona que te quiere de verdad, no va a necesitar que le demuestres nada.
Y si es una que ni fu ni fa, ¡la que no tiene que demostrarle nada eres tú!
Y puede que estés pensando “Ya, ya, pero es que él quiere tener la razón, ¿cómo voy a dejarle que se quede tan pancho con lo que me ha dicho?”.
Pues ahí es tu ego el que habla y el que te invita a entrar en esa lucha de poder, de ponerte a la defensiva y de querer tener la razón. Pero esto no va a pasar si tú no quieres que pase.
Si el otro te reta y tu aceptas el reto, es cuando empieza el juego en el que uno tiene que perder para que el otro gane.
En cambio, si tú decides que no quieres luchar, ya no habrá batalla. La pelota se quedará en el tejado del otro, porque tú has decidido no cogerla.
3.Estate a lo que estás.
Si en vez de estar a la conversación estás a lo que el otro estará pensando de ti, a quedar bien, a tener un diálogo interesante, a que no te rechacen… ¿Cómo vas a fluir con lo que vaya surgiendo en esa conversación si no estás presente en ella?
Para que en una conversación, si el otro de repente hace un giro y dice algo que te sorprende, puedas seguir con la broma en vez de quedarte bloqueada, necesitas estar a lo que estás, y no estar pendiente de decir lo correcto.
Eso, el desconectar del qué estarán pensando de mí, es lo que hará que pueda salir tu parte espontánea, tu parte bromista, tu parte divertida, tu parte que fluye, la que sigue el juego o la que dice que esto no le hace gracia.
4.Deja de vincular una respuesta a lo que tú vales.
Deja de creer que si no sabes qué contestar, eso significa que no vales. Simplemente es que te has quedado bloqueada o que estás indecisa en ese momento. ¡Y no pasa nada!
Si, por ejemplo, una amiga te suelta que te pasas de tonta o que tendrías que ser un poco menos egoísta, le digas lo que le digas, ¡tú sigues valiendo lo mismo!.
Podrías decirle “pues sí, puede ser”. Podrías quedarte callada. O decirle que te ha dolido ese comentario. O que alucinas con lo que te acaba de decir. O dejar que te salgan chiribitas por los ojos. ¡Da igual!
No tienes que demostrarle a nadie lo que tú vales. No tienes que dar la respuesta perfecta que deje al otro tumbado y a ti como la triunfadora de la escena.
Exigirte eso es lo que hace que después te quedes dándole vueltas a si tendrías que haber dicho esto o lo otro.
Así que deja de querer dar la mejor respuesta, como si solo hubiera una.
Deja de pensar en lo que tendrías que decir para mostrarte segura o en lo que la otra persona está esperando que hagas o que digas.
Vamos, es que hasta podrías pasar y seguir a lo tuyo con la cabeza bien alta. Ignorar ese ese ataque, no hacer ni caso y elegir no entrar en una batalla que no es tuya.
Decirte a ti misma “eso es lo que tú piensas, yo no estoy de acuerdo”, y quedarte tan ancha.
Que por supuesto que puede haber respuestas mejores que otras, pero solo llegarás a desarrollar de forma natural una manera de responder con la que te vayas sintiendo más a gusto y más tú, cuando dejes de presionarte para dar la respuesta perfecta.
Y recuerda que la seguridad en ti misma no tiene que estar condicionada a la respuesta que des, ¡sino que has de sentirla dentro de ti!
Así que la próxima vez que te pase esto, si no te sale la respuesta perfecta para ese momento, pues ole tú. Y tan campante.
….
¿Qué me dices? ¿Te pasa esto de querer dar la respuesta perfecta cuando alguien te dice algo molesto? Si es así, me lo puedes contar en los comentarios aquí debajo.
Sí, me pasa eso de querer decir algo que deje callada a la otra persona cuando es grosera o siento que está pasando mis derechos o límites, y creo que de lo que has dicho, lo que más me importa es demostrarle que valgo a esa persona y también aunque un poco menos el no sentirme incapaz o tonta por no saber qué contestar. Y paso de contestar demasiado agresiva, a sentirme mal y no decir nada.
Ultimamente estoy intentando no sentirme mal con las cosas que siento que me agreden intentando pensar que eso es cosa de la otra persona, entonces no estoy saltando tanto a la defensiva, pero no sé qué decir y me quedo callada y una vocecita baja dentro de mí me dice que soy menos por no saber qué contestar. Aunque desde que no salto así, esa voz es más baja que antes.
Gracias por tu trabajo que nos hace darnos cuenta de cosas que no somos siempre conscientes y ayudarnos a aprender, y a desaprender y a seguir viviendo lo mejor posible.
Hola
Y como siempre tu post llega en el momento oportuno, justamente ayer no me había ido bien en la venta de ropas y cuando fui a la distribuidora a realizar la rendición de cuentas la encargada me pregunté porqué esta vuelta. No vendí mucho y le di mi respuesta, pero luego no me pareció suficiente y le estuve dando demasiada importancia a lo que la encargada habría pensado de esa respuesta.
Qué bien, Seyram. Es un muy buen ejemplo, me alegro de que te haya llegado justo a tiempo.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Mónica,
Cuando otra persona nos dice algo, eso puede tocarnos una de nuestras heridas emocionales y hacernos sentir mal. Y lo del otro es del otro, como bien te estás diciendo. Lo nuestro es lo que nos despierta, por ejemplo eso de sentir que le tienes que demostrar algo. ¿A quién has sentido que le tenías que demostrar algo en tu vida? Dale una vuelta por ahí… Lo de tener una respuesta asertiva viene después, lo primero es reconocer con qué te conecta y soltar esas necesidades del ego. Quedarte tú a gusto, vaya :-).
Muchas gracias por tus palabras.
Un abrazo,
Vanessa
Si me ha pasado de las 2 partes, que me quedo callada o enfurecer. Y a veces estoy viendo o pensando el qué dirán y a veces pienso como voy contestar, me he frustrado varias veces en cómo defenderme. Gracias por tus consejos.
Muchas gracias, Claudia. Espero entonces que el post te haya servido para soltar la necesidad de contestar de una manera determinada.
Un abrazo,
Vanessa
Me ha venido muy bien este post. Trabajo de cara al público, soy celadora en un centro de salud. Termino agotada, no físicamente pero sí psicológicamente. Son usuarios que enfermos, nerviosos, con necesidades, procuro ayudarles dentro de mis posibilidades. Muchos son agradecidos pero también otros muchos a la mínima protestan y exigen y también insultan. Me encuentro de todo y querer quedar bien con todos es agotador. Me frustro cunado no encuentro una respuesta, respondo agresiva o me quedo callada. O me limito a ofrecerles la hoja de reclamaciones. En fin, espero con esto aprender a gestionar mejor cada situación, o mejor dicho, lo que siento. Una cosa si, intento ponerle humor y entre compañeros brindo y digo cuando estoy estresada “cojo el bolso y me voy”, de broma por supuesto. Un saludo.
Muchas gracias, María Mercedes. Entiendo lo estresante de tu trabajo. En un caso así te servirá el pensar que lo del otro es suyo, y que no tiene nada que ver contigo, sino con su situación. Y también tener dos o tres respuestas asertivas que te sirvan de comodín para poner un límite cuando lo necesites, sin quedarte callada y sin llegar a ser agresiva.
Un abrazo,
Vanessa
Que útil este post. A mi me pasa muchas veces que me machaco por lo tener la respuesta correcta, y como bien dices, o me quedo bloqueada y estallo hecha una furia… Al final pienso que porqué me ha hecho tanto daño ese comentario (incluso viniendo de gente que no aprecio) y la respuesta es que porque me lo he creído.
Hola Marta,
Claro, porque lo que nos remueve de los demás nos toca algo nuestro. Y no pasa nada, está muy bien que seas consciente y que en esos momentos conectes con lo que tú sabes que eres, perfecta tal y como eres, y alguien que puede y que es capaz de conseguir lo que se proponga. Siempre desde la aceptación completa de ti misma, con tus fallos y tus mil fortalezas ;-).
Un abrazo,
Vanessa
Hay personas que se creen con derecho a soltar lo primero que se les ocurre; así, sin filtro alguno y te sientes como te sientes. Ahora bien, diles tú algo que no les parezca medio bien, y verás cómo te caen encima. En cualquiera de los casos, la culpa es tuya: de cómo te sientes cuando ellos te atacan y de cómo se sienten ellos cuando perciben que los has atacado tú. Vamos, gente que solo sirve para ofender y para hacerse la ofendida.
Como se cree con derecho a todo, también tiene derecho a pensar que una es imbécil y se deja impresionar por semejantes bocachanclas. A ver, no es agradable lidiar con estas personas, pero de un tiempo a esta parte me sirven de filtro. Ya no estoy por la labor de aguantar casi nada de casi nadie, así que, a la mínima bordería, expulso a esa gente de mi vida. ¡Menuda limpieza he hecho en este último año! Ya saben: a menos bulto, más claridad. 🙂
Muchas gracias por compartir, Alicia :-).
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa,
Sí me pasa constantemente, el sentir que me he quedado sin contestar como una tonta, el pensar que esa contestación que he dado es idiota completamente y lo que la otra persona habrá pensado de mi.
Voy a intentar recordar estas herramientas que has dado, porque cada vez que abro la boca me juzgo a mí misma y así durante semanas.
Mil gracias por el post.
Gracias a ti por compartir, Mila. Juzgarte no es buena opción, nunca te hará sentir mejor.
Un abrazo,
Vanessa
Wao, super interesante este tema, a mi me cayo como anillo al dedo porque me pasa muy a menudo, el querer dar una respuesta perfecta hasta el punto de no poder dormir en ocasiones por las respuestas que doy, pero ya entendí, gracias, gracias, mil gracias.
Qué bien, Lorena. Me alegro muchísimo de que te haya servido :-).
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa. A mí me ocurre con alguna persona cercana que en cuando le hago algún comentario de, por ejemplo, como me siento por no tener su apoyo, me ataca en plan, borde, soberbia y prepotente, y ya no se puede seguir conversando pues corta totalmente y a mí me deja en shok al no saber reaccionar ante ese ataque tan bárbaro que me hace sentir culpable. Y siempre es igual, y yo ya estoy cansada de no poder dialogar normalmente con esta persona tan cercana.
Vanessa, ¿qué hacer cuando una persona te ataca solo por querer conversar sobre algún tema en el que se siente incómoda, y te trata en plan borde, soberbio y prepotente, y se mete contigo solo para dejarte en mal lugar y que te sientas culpable, demostrando mucha rabia, odio y agresividad hacia ti?
Agradecería tu comentario, por favor.
Un saludo.
Hola Marisa,
Es un comentario muy general, habría que ver un poco mejor lo que está pasando ahí, pero entiendo que si la otra persona no quiere hablar sobre ese tema, está en su derecho a no hacerlo. Lo mismo que tú tienes derecho a expresarle cómo te sientes y ponerle un límite cuando no te sientes respetada por la forma en la que te trata.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa, lo que has dicho en este blog ha sido una llave de liberación que necesitaba ¡tanto!, un emoliente para mi mente, después de machacarme durante años por todo aquello que no dije, por como respondí o no respondí aquella vez o porque no me dejaron contar mi parte de la historia, hoy por fin encuentro a alguien que me dice que no tengo que tener la respuesta perfecta y que aun así sigo siendo valiosa (nunca se me ocurrio) y que a partir de ahora ya soy libre de responder como mejor pueda (incluso puedo ver cómo esto aplica a otras áreas de mi vida), al menos un 80% de las discusiones que ocurren en mi mente eran por este motivo y me ocasionan un enorme desgaste de energía, estaba utilizando afirmaciones para ya no discutir más, para ya dejarlo así, para rendirme, ahora entiendo por qué no me rendía, ahora entiendo ¡Gracias! Creo que haces un trabajo excelente y te doy las gracias por este mensaje trascendental para mi.
Qué bien, Darlenys. Me he emocionado al leerte, me alegro mucho de que el post te haya servido para comprender, colocar y poder empezar a soltar. Felicidades por haberte dado cuenta.
Un abrazo,
Vanessa