¿Qué estás haciendo en tu vida para ser más feliz?
No, espera. Te lo voy a preguntar de otra forma.
¿Qué no estás haciendo en tu vida para ser más feliz?
Espero que a estas alturas no sigas pensando que la felicidad depende de tus circunstancias, de la suerte que has tenido o de cómo te educaron.
En realidad casi todo lo que tiene que ver con la felicidad depende de ti. De nadie más que de ti. Pero de eso, de qué depende, ya te he hablado muchas veces (aquí, aquí o aquí).
Hoy quiero ir al grano. A lo práctico. A lo tangible.
Quiero contarte cosas que puedes empezar a hacer en cuanto termines de leer este post y que te van a ayudar a alcanzar el equilibrio en tu día a día y, poco a poco, a conquistar tu felicidad. Felicidad de la buena, sin colorantes.
Es decir, una felicidad sencilla, basada en momentos guaaau, y en la que eres tú quien cultiva su bienestar y su tranquilidad sin esperar a que lleguen de fuera.
Aquí tienes catorce ideas prácticas para ello. Prácticas, muy prácticas:
1. Ponte un pequeño objetivo cada día. Resulta que el primer pensamiento de la mañana, ese que tienes nada más despertarte, es como una estrella que condiciona cómo será el resto de tu día. Por eso es tan importante que sea positivo y que te ayude a acercarte a algo que quieres. Así que cuando te levantes piensa qué quieres que pase ese día. Prioriza y elige una sola cosa.
Y no tienen que ser grandes objetivos. De hecho es mejor que sean cosas sencillas y que de verdad te apetezcan. Como prepararte un desayuno muy rico, pasar un rato tranquila en el sofá con tu pareja, jugar media hora con tu hija pequeña, ordenar algo que lleva mucho tiempo esperando, estar tranquila y de buen humor toda la mañana, quitarte ese rollo del banco que nunca terminas, salir a tu hora del trabajo, cocinarte algo rico para cenar, decir que no una vez, tomar una caña con una amiga…
Lo que sea que elijas, al final del día siéntete orgullosa de haberlo cumplido y reconócete el mérito. Aunque te haya parecido una tontería, si es algo que no haces todos los días, ¡ya es un logro!
2. Piensa en tres cosas por las que dar las gracias. Esto puedes hacerlo por la mañana o por la noche. Y, si lo apuntas, mejor.
Y nuevamente no tienen que ser grandes posesiones, triunfos ni exitazos. Recuerda que la auténtica felicidad está en las cosas sencillas (créeme, si todos los que tenemos claro que somos felices decimos lo mismo, ¡por algo será!)… En las personas que te apoyan, la comida que comes, en el lugar en el que duermes, en tu salud, en que tengas ojos para ver, manos para tocar y piernas para caminar… Hay tantísimas cosas para dar las gracias que me alucina cómo personas inmensamente afortunadas no son capaces de apreciar todo lo que tienen y sólo pueden ver eso poco que les falta.
3. Rinde homenaje a tus valores. Lo primero, obviamente, es que tengas claro cuáles son. En este post te conté cómo averiguarlo.
Y cuando ya sepas cuáles son los tres que más te importan, asegúrate de que vives en coherencia con ellos. ¿Cómo? Cada día pon el foco en uno de ellos y elige cómo vas a comportarte para ser fiel a ese valor. Por ejemplo, en mi caso uno de mis primeros valores es la libertad, así que algo que hago a menudo para asegurarme de que le soy fiel es hacer sólo cosas que de verdad me apetezca y quiera hacer… Y no, no me gusta sacar la ropa de la lavadora, pero sí me gusta ponerme ropa limpia, así que sí quiero sacar la ropa de la lavadora ;-).
4. Provócate sonrisas profundas. De esas que nacen de muy adentro. A mí por ejemplo me salen cuando miro a mi perra jugar… Es decir, se trata de buscar momentos en los que sientas que tu corazón sonríe.
Y no, no depende sólo de lo que ves, sino de cómo lo miras. De aprender a verlo con otros ojos. Por ejemplo, en vez de mirar a tu hija embelesada con cualquier cosa y decir “esta niña siempre se entretiene y me hace esperar”, observa cómo disfruta de ese instante y sonríe al verla…
O en ese momento en el que parece que los astros se alinean y llegas a un comercio justo cuando iban a cerrar, también puedes sonreír… Sí esos instantes en los que parece que el Universo te sonríe, también son un buen momento para devolverle la sonrisa.
Incluso una serie de humor que te encante puede servir para provocarte sonrisas profundas :-).
5. Presta mucha atención a cómo hablas. Hay muchas cosas que podríamos pulir en el lenguaje. Pero, como no vamos a ponernos con todas a la vez, empieza por el “no” y el “tengo que”. Observa cuántas veces al día los utilizas y esfuérzate para dejar de hacerlo. El primero porque alimenta la negatividad y el segundo porque alimenta el perfeccionismo y la autoexigencia. Lagarto, lagarto.
6. Atrévete a algo cada día. Pequeños retos, cosas sencillas que te saquen un poco de tu zona de confort y que te incomoden un pelín. Por ejemplo, una llamada que sabes que tienes que hacer pero que postergas por miedo, ir al cine sola o hablarle a alguien que te parece atractivo. Pequeños riesgos que le dan chispa a la vida ;-).
7. Aprende a sentir. Pon una alarma en el móvil para que suene dos veces al día. Y, cuándo lo haga, pregúntate cómo te sientes. Descríbelo con una palabra: tristeza, miedo, cansancio, nostalgia, entusiasmo… Lo que sea estará bien. Acéptalo. No te resistas a lo que sientes. Simplemente se trata de aprender a sentir sin juzgarnos, ni culparnos ni resistirnos a ello.
8. Todos los días haz algo para hacer feliz a alguien. Ayudar a un desconocido, darle un consejo a un amigo, hacer un favor desinteresadamente, ser cariñoso con alguien que no lo espera, enviar un mensaje de ánimo, escribir una nota divertida y amorosa, dar las gracias porque sí, hacer un halago, reconocerle algo a alguien… Lo que sea, pero que cada día le hagas sentir bien a una persona dándole algo y sin esperar nada a cambio, sólo por el simple placer de dar.
9. Regálate cada día un momento especial. Esto es importantísimo. Y, una vez más, no tiene que ser algo del otro mundo. Puede ser algo que surja o algo que tú provoques, la clave es que sepas pararte, reconocerlo y contemplar su belleza.
Saborear esos placeres sencillos del día a día, como tomar un café en un sitio nuevo, comprarle un regalo sin motivo a alguien, sentarte en un banco a ver a la gente pasar, disfrutar del sol dándote en la cara, releer un capítulo de tu libro preferido, ver fotos antiguas, darte un baño sin reloj, comprarte esa revista que tanto te gustaba y dejaste de leer, ponerte música y bailar como antes, buscar un momento a solas para no hacer nada… Si te das permiso, las posibilidades son infinitas.
10. Planifica algo que te haga mucha ilusión: un viaje, una sorpresa a alguien o retomar aquellas clases que tanto te gustaban.
11. Haz una lista de personas a las que hace mucho que no ves y de las que te encantaría volver a tener noticias. Elige a tres y ponte en contacto con ellas. Y no, no hay límites en esto. Hoy en día, con internet y las redes sociales, puedes localizar casi a cualquiera ;-).
12. Perdónate una cosa al día. Algo en lo que no has cumplido con tus expectativas, algo a lo que no te ha dado tiempo, algo en lo que te habría gustado comportarte de otra forma… Asegúrate de que todos los días fomentas contigo misma eso tan bonito que es el perdón. Si no, no podrás hacerlo con los demás.
13. Haz algo que te apasione de verdad, al menos, una vez por semana. Por ejemplo, un deporte que te encanta, una afición que tenías olvidada, un paseo por la playa, una escapada a la montaña… Algo que sólo de pensarlo te emocione… ¿Lo ves? Pues no dejes esas sensaciones sólo para las vacaciones o cuando tengas tiempo, porque la vida se pasa pero el “cómo” lo decides tú.
14. Cada noche, antes de acostarte, escribe tus tres momentos preferidos del día. Una peli que te ha encantado, la siesta, cuando te encontraste a alguien por sorpresa, un trabajo bien hecho, una mirada de atracción con un desconocido, unas risas con tu compañero de trabajo, el agua caliente en la ducha esta mañana, el sabor de ese plato tan rico…
¿Qué me dices? ¿Por cuál vas a empezar? No hace falta que te pongas con todo a la vez. De hecho, no es aconsejable. Mejor elige una o dos cosas para empezar y, cuando ya lleves tres semanas haciéndolas cada día, puedes añadir una tercera.
Y, sobre todo, encuentra tu formula. Recuerda que no hay métodos universales para ser más feliz. Simplemente se trata de probar. Y, si algo no te funciona, haz algo diferente.
Como siempre, te espero en los comentarios aquí debajo para que me cuentes cuál de estas ideas te ha gustado más y cuál te comprometes a aplicar a partir de hoy :-).
Hola! Espero que esté bien. Gracias por este post, está super genial! Todas estas ideas son maravillosas. Es lo que me falta sinceramente para ser mega feliz, pero para empezar practicaré la idea uno, porque hasta hoy nunca me había creado un objetivo y supongo que por esta razón no me siento entusiasmada en algo y por eso mis días son iguales. Después practicaré la idea dos porque solo a veces recuerdo dar gracias por lo recibido y todos los días recibo algo, no sólo a veces. Y por ultimo practicaré la 6, es que soy tan penosa que no me atrevo a salir sola y menos a ir al parque a comprar un helado y sentarme a respirar el aire y contemplar el paisaje. Estas tres ideas son las que empezaré a practicar primero, después poco a poco añadiré las demás ideas hasta que por fin lleguemos a la meta. Estoy muy emocionada por hacer esto, espero todo salga bien. Nuevamente gracias y de corazón deseo que este bien. Hasta pronto
Me ha parecido una elección genial, Mary. Te animo a que cierres los días escribiendo tus tres momentos preferidos (la idea 14). Eso sí, poco a poco, de una en una y con mucha atención al principio para que no se te olvide cada día la idea que estés introduciendo.
Y ese “soy tan penosa”, ¿te ayuda? Lo del diálogo interno no estaba en este post, porque este post era de ideas más prácticas, pero en el blog encontrarás muchos post sobre dejar de hablarnos mal y de exigirnos un montón. Por ejemplo éste:
https://coachingtobe.es/he-sido-mala-muy-mala-una-vibora/
Lo estás haciendo fenomenal, muchas gracias por compartir y por tus buenos deseos.
Besos,
Vanessa
Tal vez y siendo sincera, pues no es la primera vez que me lo dicen, tengo que aprender a no exigirme tanto, no es que quiera llegar a ser una persona perfeccionista, sino que me gusta hacer las cosas bien, como dicen, “lo bien hecho bien parece”
Gracias por estos consejos
En mi opinión se trata de hacer las cosas bien y disfrutando a la vez. A veces le damos tanta importancia al resultado que nos olvidamos de disfrutar, de aprender, de vivir el momento o de “para qué” estamos haciendo eso. Siempre hay un equilibrio y cuando te sientes bien -antes, durante y después- sabes que has encontrado el tuyo.
En este post y en este otro hablé sobre el perfeccionismo dañino y cómo cambiarlo, por si no los has leído y te ayudan :-).
Muchas gracias, Lourdes.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa
Gracias, es fantastico lo sencillo que lo expones. Yo comienzo a practicar ya.
Muchas gracias, Vicent. Disfruta y ya me contarás cuál te funcionó mejor :-).
Un abrazo
Maravilloso Vanessa! Gracias por tus post!
Gracias también a ti, Ana :-).
Un abrazo,
Vanessa
Me ha encantado este Post Vanessa! Creo que comenzaré con la idea número 8, pues hoy en día y sin salir de nuestro entorno más cercano son muchas las iniciativas y acciones que podemos llevar a cabo, y mejor si es en equipo, para hacer que las personas que nos rodean, sobre todo niños y personas mayores se sientan mejor y más felices.
Un abrazo,
María Jesús
Qué bien, Maria Jesús. Cierto, hay muchas acciones que podemos llevar a cabo. Eso sí, no te olvides de ti por querer a hacer felices a los demás, ok? :-). Si te apetece escoge también una idea que sea para ti y haces las dos a la vez.
Un abrazo,
Vanessa
Me encanta lo que dices y cómo lo explicas.