¿Qué es eso que te resistes a soltar en tu vida?
¿Qué es lo que no estás dejando ir?
Puede ser algo material, una relación que no funciona, una emoción recurrente, un pensamiento al que te has quedado enganchada, alguien que ya se fue…
Puede ser una batalla perdida que te llena de resentimiento…
Puede ser la necesidad de tener razón o de que alguien cambie…
Puede ser el esfuerzo, la exigencia o el empeño en gustar a todo el mundo…
Cualquier cosa a la que te aferres, porque te estás contando que de eso depende tu bienestar…
En realidad, si lo piensas bien, seguro que cada momento de tu vida en el que creciste en algún sentido, en el que avanzaste hacia un lugar mejor, implicó soltar algo…
En mi caso, desde luego que así ha sido.
Confieso que soltar es una de mis asignaturas pendientes.
Que todavía sigo aprendiendo a dejar ir…
Aprendiendo que, cuando te resistes a soltar porque has invertido mucho en algo, en realidad sigues invirtiendo y perdiendo… Y, cuanto más te resistes, más pierdes…
Aprendiendo que mi seguridad nunca ha dependido de eso que no quería soltar…
Aprendiendo que no seré menos sin eso, porque todo lo que soy no depende de nada que esté fuera de mí…
Aprendiendo que la vida no va de agarrarse a algo con miedo…
Va de aceptar lo que es, de seguir el curso de la corriente y de fluir con ella…
Cuando estás conectada con eso que es la Vida, cuando no te resistes, cuando sueltas lo que te pesa, cuando te desapegas de lo que NO es, sientes que vas cuesta abajo, que es fácil, porque no hay resistencia…
Cuando no lo sientes así, cuando algo te genera mucho estrés, mucha tensión, mucha frustración, mucho sufrimiento, es porque hay algo que te resistes a soltar, algo a lo que te aferras…
¿El qué? Eso que te pesa, eso que te supone un lastre, eso que te aleja de ti… Eso, has de escucharlo tú.
Un día, mientras un águila volaba sobre el campo, vio a un pez aflorar en la superficie del agua de un estanque. Rápidamente se lanzó en picado y, con extraordinaria destreza, logró capturar al pez. Luego volvió a levantar vuelo llevando al pez en su pico.
En ese momento una banda de cuervos que había sido testigo de la escena, se precipitó sobre el águila para intentar arrebatarle su presa. Normalmente el águila no teme a los cuervos, pero esta vez eran muchos y sus graznidos eran retumbantes. Además, a los primeros cuervos se sumaron otros.
El águila intentaba remontar el vuelo para escapar, pero los cuervos se lo impedían. La atacaban sin tregua. En cierto momento, el águila se dio cuenta de que todo se debía al hecho de que seguía aferrada al pescado. Entonces, abrió el pico y lo dejó caer.
Los cuervos se precipitaron detrás del pez y el águila, finalmente, pudo remontar el vuelo. Ahora podía volar con ligereza y libertad. Siempre más alto. Sin nada que la detuviese. En paz.
Y a ti, ¿qué es eso que te impide volar con ligereza y libertad, sin que nada te detenga?
¿Qué es eso que, a pesar de que sabes que te resta y no te deja vivir en paz, tú te cuentas lo contrario?
A mí, hay una pregunta que me funciona muy bien cuando no sé qué es o cuando sí lo sé, pero me resisto a dejarlo ir.
Me pregunto qué es lo que no estoy aceptando.
¿Qué es lo que no estás aceptando?
Espero que ahí encuentres la respuesta.
…
Como siempre, me encantara que compartas tus reflexiones conmigo, en los comentarios aquí debajo.
Cuánta razón tenes siempre, parece que me hablaras directamente a mi… Me vienen prometiendo un ascenso en el trabajo hace años. Siempre que están a punto de dármelo se lo dan a otro. Tal vez sea hora de soltar esa posibilidad y poner mi esfuerzo y tiempo en un trabajo que me haga feliz.
Muchas gracias, Antonela. Cuando algo se repite en nuestra vida, suele ser porque la Vida nos está pidiendo hacer un cambio que no estamos haciendo. Un cambio que suele nacer de dentro, y después se proyecta fuera. Espero que encuentres el camino al tuyo :-).
Un abrazo,
Vanessa
En este momento creo que me está costando aceptar que tengo miedo a dar mi opinión y trato de evitar el conflicto, sé que debo seguir trabajando en eso, en mi seguridad, y en saber que tengo derecho a opinar incluso si ello supone no agradarle a alguien.
Hola Debbie,
Por supuesto que tienes ese derecho, lo tenemos todas las personas, viene de serie en nosotros, y lo tienes tú exactamente igual que las personas a las que escuchas dar su opinión.
Un abrazo,
Vanessa
A mí me cuesta trabajo aceptar los defectos de los demás, por ejemplo, mis suegros eran personas muy tóxicas. Él era narcisista, agresivo, machista; y ella era manipuladora, inmadura rayando en infantil, codependiente, envidiosa, etc. A mi esposo siempre le impusieron sus ideas y como yo no me dejé, a pesar de que me casé muy joven, siempre me atacaron. Aunque fallecieron hace tiempo, todavía me duele recordar que permití que me provocaran depresión, ansiedad y padecer enfermedades psicosomáticas causadas por el estrés agudo que me causaban, por una parte su actitud y por la otra la falta de empatía de mi esposo. Actualmente me doy cuenta que no debo permanecer enganchada al pasado y que tengo que aceptar que por alguna razón ellos se comportaron de ésa manera y que no me corresponde ni averiguar porqué lo hicieron ni “perdonarlos”; sino aprovechar esa experiencia y no hacerle lo mismo a mis nueras.
Hola Silvia,
El rencor no suele ser buen compañero de viaje. Cuando te quedas enganchada a las expectativas hacia alguien que no fue como esperabas, la única que sufre eres tú, al otro ni le va ni le viene, y es posible que tenga que ver con que tampoco te perdonas a ti misma. Es un trabajo muy bonito para hacer y poder cerrar esas heridas, te dejo aquí un post en el que hablaba de eso, hay bastantes en el apartado de relaciones personales.
Un abrazo,
Vanessa
A mí me parece normal del todo sentir rencor cuando te han agredido de manera reiterada. Las víctimas no vemos el futuro. Quizás al otro ni le vaya ni le venga porque no entiende que cuando le hace daño a a alguien, ese alguien le puede devolver el daño. O bien, que le puede recordar su comportamiento y decirle que como vuelva a actuar así habrá consecuencias, o que simplemente va a haberlas. Las víctimas no tenemos por qué perdonar y que se ponga el foco en nosotras cuando se nos ha agredido es injusticia y, sobre todo, violencia. ¿Por qué se nos juzga a nosotras si no tenemos la culpa de nada? Es mucho más catártico reconocer toda la culpa que tiene el agresor, y defendernos de él. Un saludo.
Hola Luz,
Lo que sentimos está bien siempre, nadie ha de juzgar eso. Después, pensando en alguien que siente rencor, se trata de ver cada caso, de entender qué ha pasado, qué puedes aprender y qué necesitas ahora mismo, porque cada persona es diferente… A veces el rencor ayuda a sostener y a veces hace daño a quien lo siente. A veces alguien necesita perdonar y soltar y a veces no hay que perdonar porque el daño ha sido muy grande, y está bien así. En cada caso es diferente, pero desde luego que la víctima de una agresión siempre es quien necesita protección y cuidado, y comparto lo que dices de que es catártico reconocer la culpa en el agresor y defenderse de él.
Un abrazo,
Vanessa
Tienes razón Vanessa, tengo que seguir trabajando en perdonarme a mí misma, como dice el dicho “nadie puede hacerte daño, si tú no se lo permites”. Gracias mil por tu respuesta y por tu blog.
Gracias a ti, Silvia.
Un abrazo,
Vanessa
Como siempre, me encantan tus artículos y cuando los acabo con los ojos humedecidos, sé que algo dentro mío se está removiendo.
Hace un par de meses que me ha vuelto el miedo a que se acabe la relación con mi pareja. No es miedo a estar sola, es tristeza de saber que nada dura para siempre, que las relaciones hoy en día son muy pasajeras y que si la relación se rompe, pierdo todo lo bueno que me aporta a nivel de experiencias (escapadas, aventura, viajes en furgo, etc.)
Lo que me cuesta soltar, o mejor dicho aceptar, es que las relaciones duran lo que duran y que por mucho que intente aferrarme a ella, algún día quizás se acabe.
Un abrazo y enhorabuena de nuevo por tus espléndidos artículos!
Hola Nikol,
Muchas gracias por tus palabras. Pues te parecerá curioso, pero en mi opinión precisamente el aceptar que una relación se pueda terminar es lo que hace que podamos estar a gusto y sentirnos libres en ella, sin generar toxicidad ni esos enganches que nacen del miedo a perder al otro. Quiero decir que desde el desapego es mucho más probable que una relación funcione.
Un abrazo,
Vanessa
Muchas gracias, Vanessa, por siempre enviar esos interesantes post, lo que hago es imprimirlos y luego leerlos tranquilamente y reflexivamente, me encanta leer mucho, aprendo de ello y luego puedo ayudar a alguien más que necesite, gracias a tu gran ayuda y gentileza. Dios te bendiga mi querida Vanessa, eres una mujer excepcional. Cuídate, abrazos, desde honduras.
Muchas gracias, Martha. Por tus palabras y por el mimo y el cariño que pones al leer lo que escribo. Gracias de corazón.
Un abrazo grande,
Vanessa
Lo que me cuesta soltar es algo más complicado que a una persona o a un sentimiento, pero este post me ayuda bastante, no me atrevo a hablar abiertamente sobre eso, me da vergüenza, pero ya estoy en camino de soltar y me motivo mucho lo que leí, te leo muchísimo, desde Cuba besitos
Hola Gretel,
Me alegro de que el post te haya servido. La vergüenza viene de un juicio hacia ti misma, de algo en lo que te dices que no deberías ser así o que no debería estar pasándote eso. Y todo lo que te pasa es correcto, eres tú la primera que ha de legitimarlo y reconocerse a sí misma.
Un abrazo,
Vanessa