Si algo te duele, ¿piensas que estás siendo débil?
Si te sientes mal por algo, ¿lo rechazas y rápidamente quieres volver a estar bien?
¿Evitas las situaciones que te exponen a sentirte vulnerable ante los demás?
Hay muchas personas que, cuando sienten algo que no les gusta, creen que sentirse así equivale a debilidad.
Que se rechazan a sí mismas si sienten miedo, inseguridad, vergüenza, tristeza, desamparo, soledad, desconexión…
Por ejemplo, “siempre estoy juzgando que debería estar bien y que no me deberían afectar las cosas”, que me dicen mis coachees a menudo.
“Si me siento mal, no quiero que los demás se den cuenta, además de que no me gusta dar pena”, que también escucho con frecuencia (éste es el formulario que necesitas rellenar si tú también quieres trabajar conmigo).
Tenemos taaantas expectativas impuestas de lo que hemos de ser que, si sentimos que no cumplimos con ese ideal, conectamos con la vergüenza y nos sentimos indignas. Y, como eso no nos gusta, evitamos las situaciones que nos pueden hacer sentirnos así.
Es decir, evitamos las situaciones que nos pueden hacer sentir vulnerables: mostrarnos y que el otro nos pueda rechazar, dar algo y que el otro tal vez no nos lo devuelva, pedir ayuda y que piensen que no somos capaces, enseñar el trabajo que hemos hecho sin saber si va a gustar, escuchar algo que nos pueda hacer daño…
Sí, huimos mucho de sentirnos vulnerables.
Pero, ¿qué es para ti sentirte vulnerable? Esta pregunta me la hizo mi psicóloga hace poco, y mi respuesta fue que, para mí, sentirme vulnerable es exponerme al rechazo (después te cuento qué me había pasado).
La vulnerabilidad es una palabra tan grande que su significado puede ser distinto para cada uno. Para mí es eso, pero creo que lo que mejor resume, en general, el sentimiento de vulnerabilidad es el miedo a no ser suficiente para los demás.
Miedo a no ser suficiente para que se fijen en mí, a no ser suficiente para que se queden, a no ser extraordinaria, a no ser parte de, a quedarme excluida, a no ser adecuada, a no ser especial…
En resumen, miedo a no ser suficiente para que me quieran y a no sentirme merecedora de ser querida tal cual soy.
Desde ahí, ante una situación de fracaso, ante un abandono, ante una traición, si alguien no me valora como me gustaría, si algo no sale como yo esperaba, si pido algo y me dicen que no…, me sentiré avergonzada de mí misma.
Sentiré que me quedo desnuda ante el otro.
Porque sigo asociando mi valor a lo que los demás piensen de mí.
Así que, con todo esto, evitaré las situaciones que me puedan conectar con mi vulnerabilidad. Por ejemplo:
1.Evitaré hacer algo que me exponga a las críticas y a los juicios de los demás.
Como, en mi caso, cuando no me atreví a preguntar ante un grupo de personas qué pensaban de mí (de ahí, la conversación con mi psicóloga).
O como quien esconde sus debilidades y sus inseguridades porque piensa que si las muestra nadie le va a querer.
O como una coachee que no sabía cómo se estaba sintiendo su hermana con algo que estaba pasando entre ellas, y prefería seguir así a dejar ver cómo se estaba sintiendo y escuchar algo que pudiera no gustarle.
O como quien no se atreve a dar una idea por miedo a que alguien opine que no está bien o que es una tontería (Ay, ¡cuánto potencial hay escondido en los armarios por miedo a lo que piensen los demás!).
Cuando sentir ese miedo está bien. Cuando sentirte vulnerable a que alguien te critique o a lo que puedan pensar de ti, está bien.
“Pues claro que me siento así, y está bien…
… Y soy valiente cuando me expongo a ese miedo, mucho más que cuando no quiero sentirlo…”.
2.Evitaré que los demás se den cuenta de que no puedo con todo y de que no soy todopoderosa.
Así que, para no sentirme vulnerable, no pediré ayuda, ni hablaré de algo que me resulte doloroso, ni dejaré que el otro vea mis heridas y mis carencias.
Y te cuento en palabras textuales de varias coachees:
“Me cuesta muchísimo pedir un abrazo. Si lo pido es como que se van a dar cuenta de que lo necesito, y no quiero que piensen que soy débil”.
“Hablar de mis emociones me hace sentir débil. Sobre todo cuando estoy mal, me cuesta decir cómo me siento. Así que, si me preguntan qué tal, yo siempre pongo buena cara”.
“Cuando me molesta algo no lo digo porque me da miedo que el otro vea mi dolor y sepa que me ha hecho daño. Es como que me rebajo o que pierdo valor ante él”.
Ya ves, cuánta exigencia, cuánta apariencia y cuánto miedo a sentirnos vulnerables.
Cuando no pasa nada por dejar ver que no puedo con todo y que las cosas me duelen.
Como ese maravilloso ejemplo de una coachee que, cuando tenía que despedir a alguien de su equipo, en vez de hacerse la jefa fuerte e insensible a la que nada le afecta, dejó ver cuán difícil estaba siendo para ella esa situación y cuánto le estaba removiendo.
“Pues claro que me siento así, y está bien”.
3.Evitaré cualquier situación en la que pueda sentirme pequeña, avergonzada, dolida… porque sentirme así me resulta insoportable.
Y para no sentirme vulnerable me anestesiaré, y me distraeré, y haré como que no me importas, como que todo está bien y a mí nada me afecta…
“Cuando me siento herida por alguien intento aparentar que no me ha hecho daño, en vez de pedir ayuda o decirle cómo me estoy sintiendo”.
“Para que no me duela, lo que hago es trabajar más, porque es lo que sé hacer y donde me siento funcional”.
O, como le pasaba a otra coachee a la que le gustaba un chico y, por miedo al rechazo, no se atrevía a decirle que le estaba molestando su comportamiento. “Me da vergüenza hablarle de cómo me he sentido. Eso sería como demostrarle que me importa lo que hace, que me remueve y me duele. En cambio, si no le digo nada, no puede rechazarme”.
Ya ves. En vez de decir “pues claro que me siento así, y está bien”.
4.Evitaré mostrarme vulnerable por miedo a que, si lo hago, el otro tenga poder sobre mí…
Así que me pondré a la defensiva, y te atacaré, y te ofenderé, para no sentir que estás dudando de mí o que yo lo he hecho mal, y que eso signifique que no soy suficiente…
Y me esforzaré por dar una imagen de dura para que no me tomen el pelo. Porque si te digo que algo me ha dolido es como ponerme por debajo, y entonces te aprovecharás de mí.
“Siento como si sincerarme me llevara a hacerme dependiente del otro, como si quedara en sus manos”, que me decía una coachee.
“Cuando cuento algo de mí que me da vergüenza, me siento pequeña y lo rechazo. Me digo que yo no soy esa tan débil”.
En vez de decir “pues claro que me siento así, y está bien”.
Sentirte vulnerable NO es opcional
Como estás viendo, cuando no soportamos la incertidumbre con la que conectamos al sentirnos vulnerables, necesitamos tener el control sobre lo que va a pasar.
Porque cuando no queremos sentir miedo, vergüenza o inseguridad, porque relacionamos el sentirnos así con ser menos o no ser valiosas, y juzgamos que como personas adultas no deberíamos sentirnos así, hacemos todo lo posible por evitar las situaciones que nos puedan llevar a sentirnos vulnerables.
Pero es que sentirnos vulnerables no es algo opcional, porque TODOS lo somos.
Por más que queramos aparentar que no, enmascarando nuestros sentimientos y controlando nuestra respuesta, complaciendo a los demás, queriendo ser perfectas o acallando lo que sentimos, seguimos siendo vulnerables.
Y cuando no nos permitimos serlo, cuando nos protegemos de conectar con ese sentimiento de exposición y de incertidumbre, también protegemos a los demás de conectar con su propia vulnerabilidad.
¿Cómo? Pues, por ejemplo, queriendo que alguien que está mal deje de sentirse así, o suavizando algo que me ha molestado de alguien para no hacerle daño.
“Pongo una barrera cuando escucho hablar a alguien de su dolor, y me doy cuenta de que es porque yo también me la pongo cuando siento dolor”, que me decía uno de esos coachees que salía huyendo cada vez que veía a alguien sentirse vulnerable.
También, otras veces, cuando nos sentimos heridas, nuestra manera de responder es atacar, incluso antes de que el otro nos haya atacado… Sí, precisamente ahí, en el miedo a la vulnerabilidad, reside mucha de la ira que presenciamos cada día. Como dice la autora Brené Brown, “cuando vemos crueldad en alguien, es muy probable que su miedo a la vulnerabilidad sea la causa”.
Y otras veces lo que hacemos es juzgar y criticar al que muestra su dolor, se deja sentir vulnerable y no enmascara sus sentimientos.
“Me cuesta mucho ver mal a alguien… En mi vida he estado poco en el dolor y no soporto sentirme vulnerable. En situaciones en las que no estaba bien, como una manera de evitar el dolor de que no me quieran como soy, me decía que tenía que ser fuerte e independiente. Y algo así es lo que hago yo con los demás”, en palabras de otra, en este caso una mujer.
Pero, ojo, que dejarte sentir ser vulnerable no significa que te tengas que desnudar ante cualquiera, pero sí que te atrevas a mostrar tu dolor ante quien necesites hacerlo.
Sabiendo que aceptar tu vulnerabilidad no hace que duela más. Es solo ponerle luz y consciencia al dolor, pero ya dolía de antes.
Dolía desde el momento en que dejaste de ser genuina por estar pendiente de hacerlo bien o de lo que los demás estarían pensando de ti.
Desde el momento en que, por no conectar con lo que estabas sintiendo, dejaste de conectar con los demás.
Y todo por ese crítico interno del que tantas veces te he hablado y que te exige que seas perfecta, que nunca te equivoques y que los demás no puedan pensar nada malo de ti.
Ese crítico que se forma en nuestra infancia, cuando nos avergonzaban, nos recordaban nuestros defectos y nos señalaban lo que hacíamos mal.
De eso me acordé el otro día cuando escuché a una madre comentar delante de su hijo “sí, este año empieza segundo, aunque ya tendría que estar en tercero” (este tipo de comentarios son los que nos conectan con esa sensación de vergüenza por no ser suficiente…).
Igual que cuando nos hemos sentido juzgados por estar tristes, por tener miedo o por sentir rabia. Porque un niño necesita un adulto que sostenga su dolor y que le diga que está bien lo que siente. Y, si no lo tiene, se quedará enganchado a ese dolor o querrá huir de lo que siente. Y así es como aprenderá a hacer un click automático para desconectarse de su vulnerabilidad y no volver a sentirse así de mal.
Por eso, utilizar la vulnerabilidad de alguien para avergonzarle, ya sea de un niño o de un adulto, es una de las heridas más dañinas que se pueden provocar en una relación.
Cuando sí muestras tu vulnerabilidad
En definitiva, aceptar tu vulnerabilidad implica exponerte a emociones que pueden no gustarte, arriesgarte cuando no sabes lo que va a pasar y saber que, te sientas como te sientas y pase lo que pase, ya eres suficiente.
Y es curioso que sea una de las cosas que más valoramos en los demás, que se muestren como son, pero que nosotras no lo hagamos. Que yo no quiera que me veas vulnerable, pero que me alivie y me guste verte vulnerable a ti.
Es como un “yo no, pero tú sí”, que nos aleja de construir una relación auténtica con las personas que nos rodean.
Porque no podemos tenerla cuando escondemos una parte de nosotras mismas y no nos arriesgamos a confiar en el otro por miedo a que nos haga daño.
Porque no podemos construir una relación de confianza con alguien si no somos auténticas y escondemos nuestros sentimientos más dolorosos.
Y porque conectar con tu vulnerabilidad no solo tiene que ver con permitirte los sentimientos dolorosos, sino también con saber estar en los sentimientos de felicidad. Que a veces no nos permitimos disfrutarlos, por miedo a entregarnos demasiado a ese momento y que después desaparezca, por miedo a abrirnos demasiado a alguien, por miedo a elevarnos al cielo y después caer desde muy arriba…, pero así tampoco podemos conectar con el gozo y la alegría.
Porque es cierto que si nos mostramos de verdad nos pueden hacer daño, pero también lo es que si no nos mostramos nos distanciamos de los demás.
Y, a pesar de ello, aunque parezca increíble, hay personas que tienen miedo de que las personas más cercanas de su vida les hieran, y que incluso se protegen de mostrarse vulnerables ante su pareja o ante su mejor amiga.
Y no se dejan sentir, y no se exponen, y esconden su vergüenza, y se juzgan y se hacen pequeñas ante ella.
En vez de atreverse, en vez de arriesgarse, en vez de dar la cara con sus sentimientos, en vez de decir “pues claro que me siento así, y está bien”.
“Y lo legitimo, y lo defiendo, y hasta me siento orgullosa de sentirme así, porque esto no dice nada malo de mí, ni es algo que necesite esconder, porque todos, TODOS, nos sentimos así cada día”.
Y así es cuando podemos decirle a una amiga que tenemos miedo a haber hecho algo que le haya molestado…
O decirle a una pareja que eso que ha hecho nos ha dolido y nos hace sentir inseguras…
O decir que no sabemos hacer algo y que necesitamos ayuda…
“Me doy cuenta de que hacerme blanda me hace más humana”, que me decía ayer mismo una coachee, en todo su esplendor de vulnerabilidad.
Pero, para llegar ahí, primero tuvo que dejar de rechazar y de esconder lo que sentía. y empezar a hacer algo con ello.
Conectando con la compasión y la autenticidad.
Compasión en el sentido de escuchar lo que sientes, de aceptarlo, de abrazarte, de hablarte con amor, y de dejar de exigirte y de criticarte.
Ya sabes, “pues claro que me siento así, y está bien”.
Y autenticidad en el sentido de hablar de lo que sientes, de mostrarte y de sentirte perfecta siendo imperfecta ante los demás.
Y, gracias a eso, si alguien te traiciona, si alguien no te elige, si alguien no te dedica tiempo, si no se preocupa por ti o no cuida de vuestra relación, te dejarás sentir el dolor y seguirás adelante, porque ya no te conecta con la vergüenza de no ser suficiente y porque sabes que sigues siendo digna y merecedora de amor.
Que claro que cuando aceptas que eres vulnerable y te arriesgas a sentir esa vergüenza, te puede doler no gustarle a alguien o que alguien no te escoja a ti, pero por encima de todo eso valorarás que te has atrevido, que te has mostrado y que has sido como quieres ser.
Que estás conectada con tus virtudes, que eres valiente, que te rompes y te reconstruyes de nuevo, que perseveras… Y, desde ahí, pase lo que pase, tu sensación de valía ya no está en juego.
Y vale ya de que lo que más deseemos sea ser nosotras mismas y sentirnos cómodas en nuestra piel, pero actuemos en dirección contraria rechazando la belleza que es nuestra vulnerabilidad.
Vale ya de esconder lo más bonito de cada una.
“Pues claro que me siento así, y está bien”.
…
Esta vez, en especial, me encantará que compartas conmigo algún momento de vulnerabilidad. Y te estaré infinitamente agradecida por ello :-).
Querida Vanesa. Momentos de vulnerabilidad? Muchos!! Y cómo reacciono? Haciéndome la dura e independiente, o la “espiritual” y por ello nada o poco me afecta… y todo por miedo al rechazo! Mi gran herida.
Qué gusto leerte!! Escribes, te expresas y cuentas tan bien estos conceptos!!
Millón de gracias por compartir tu luz con nosotros.
Susana
Muchas gracias por tus palabras, Susana. Piensa en uno chiquitito en el que quieras empezar a compartirte. En el que quieras cambiar a la dura o a la espiritual por una vulnerable y más auténtica. Empieza por uno sencillo y observa cómo te sientes, irás viendo :-).
Un abrazo,
Vanessa
Sentirme no totalmente efectiva en mi trabajo, mis miedos. Los terminé compartiendo con mi familia y pareja. Me desnudé totalmente.
Qué bien, felicidades por ese momentazo de coraje, Zuria. Espero que te sintieras mejor después de hacerlo.
Un abrazo,
Vanessa
Gracias Vanesa por todo lo que nos muestras. Personalmente estoy en una edad, ya cumplidos los 70, en el que me muestro como soy, nada tengo que esconder. Hubiera agradecido, en años anteriores, tener a una persona como tú que me acompañara en esos momentos vulnerables que todos tenemos. Gracias 🙏💕 por estar ahí. 🥰
Cuánta aceptación y sabiduría en tus palabras, Maria José, qué chulo. Muchas gracias por compartirlas y por estar ahí tú también :-).
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanesa, que si me siento vulnerable? A todas horas pero no me escondo, lloro y mucho. Estoy sin trabajo con un niño de tres añitos al que adoro y cuido las 24 h, porque mi marido después de 21 años de relación, aún duerme 2 horas de siesta todos los días y nunca se levanta por la noche si llora el niño. Si me siento vulnerable pero no lo escondo porque es la realidad, lo que necesito buscar son soluciones y en ello estoy. Elijo la autenticidad, un saludo y muchas gracias por tus consejos.
Begoña, valiente, mucha fuerza con esas soluciones, que estoy segura de que la tienes, la siento grande al leerte. Mucha fuerza y mucho amor.
Un abrazo fuerte,
Vanessa
Hola Vanessa, infinitas gracias por todo lo que compartes, eres mucho mas valiente de lo que nos muestras.
A mi no me gusta que me vean llorar, nunca demuestro lo que estoy sintiendo aunque me esté rompiendo, por miedo a que se aprovechen de mí. Me conecto mucho con todo lo que publicas y te sigo cada semana, me ayuda leerte muchísimo, gracias que Dios te bendiga y siga iluminando, vulnerable me siento la mayor parte del tiempo pero trabajo cada día para cambiar eso.
Hola Fabiola,
Muchas gracias de corazón por tus palabras. Espero que el post te haya servido para dejarte ser vulnerable, preciosa y vulnerable, y llorar ante alguien lo mismo que ríes o que te enfadas, porque todo eso es parte de ti y te hace real, humana y hermosa.
Un abrazo grande,
Vanessa
INCREIBLE Este post….y me viene como anillo al dedo…como tú ya sabes 🙂
Jaja, estupendo entonces. Piensa cómo puedes aplicar hoy esto que estás viendo de ti ;-).
Un abrazo grande,
Vanessa