¿Te comparas con los demás y piensas que ellos son mucho mejores que tú en todo?
¿Sueles sentirte inferior a las personas que te rodean?
Mira, todos nos comparamos en algún momento con los demás, sobre todo con nuestros iguales, en parte porque hemos aprendido a valorarnos así… Es como que nos medimos en comparación con el otro.
Por ejemplo, observas cómo es la relación de una amiga con su madre, y desde ahí valoras cómo es la relación con la tuya.
O miras cómo es la relación de tu hermano con tu cuñada, y desde ahí apruebas o desapruebas la tuya con tu pareja.
Y esto puede tener un punto neurótico, en el sentido de que, si en nuestro entorno todos están peor, creeremos que no estamos tan mal. Y, si todos están mejor, creeremos que estamos fatal.
O, también, podría tener un punto útil si te sirviera para darte cuenta de que hay algo en tu vida con lo que no te sientes bien y, una vez visto, te olvidaras del otro y pusieras el foco en ti y en lo que necesitas para sentirte satisfecha en ese aspecto.
El problema es cuando simplemente te quedas en la comparación y en el sentimiento de inferioridad, pero no haces nada para resolverlo.
Buuuf, hay quien se compara tanto, quien se mide tanto en función de cómo ve a los demás y tiene este hábito tan interiorizado, que no se da ni cuenta…
Se machaca, se hace daño y se siente mal, pero no cambia nada.
Se compara con el ideal de lo que debería ser y, como eso no encaja con lo que es, se siente culpable, con la sensación de no ser suficiente y de que le falta algo.
¿Te suena?
Pues que sepas que cuando entras en esa dinámica tan tóxica, te desconectas de tu potencial y de tus fortalezas y dejas de mostrarte como eres. Es decir, te rechazas porque consideras que no encajas en lo que deberías ser y en lo que ves que los demás son.
Y todo eso te deja inmóvil, frustrada y muy conectada con ese sentimiento de inferioridad tan, taaan doloroso.
Pero esto suele ser solo el síntoma de algo más profundo que necesitas trabajar en ti.
Por eso, para eso, quiero darte siete ideas sobre las que reflexionar que pueden ayudarte.
1.Piensa en una cosa en la que te has comparado y te has sentido inferior (¡no sigas leyendo hasta que lo tengas!).
¿Ya se te ha ocurrido algo?
Vale, igual todavía no tienes o no eres eso que te gustaría, pero ¿comparado con quién? Porque siempre habrá quien esté mejor en ese mismo aspecto y quien esté peor. Lo que pasa es que tu parte crítica se fija solo en quienes están mejor… ¡Y eso NO es justo!
¿Se te ocurre alguien que esté peor que tú en ese aspecto? Piénsalo, piensa en alguien.
¿Lo tienes? ¿Qué cambiaría si te compararas con esta persona en vez de con la que lo estabas haciendo antes?
Lo que quiero decir es que siempre habrá alguien que esté mejor que tú en algo (y peor en otras cosas), igual que siempre habrá alguien que esté peor en eso (y mejor en otras cosas).
Siempre habrá alguien más guapo, con más seguridad en sí mismo o con un trabajo mejor. Igual que siempre habrá alguien que esté peor en todo eso.
Vamos, que quien elige compararse siempre va a encontrar motivos para sentirse mal. Y ahí está el tema, en que tú estés eligiendo compararte con los demás. Y cuando eliges eso es un bucle que no tiene fin, porque seguro que lo haces de manera selectiva y solo miras a quien está mejor que tú en ese aspecto en el que te comparas.
2.¿Por qué te comparas en ese aspecto y no en otro?
Pues porque no todos nos comparamos igual, sino que cada uno lo hace más desde sus heridas y sus inseguridades.
Por ejemplo, quien tiene la necesidad de hacerlo perfecto, se puede comparar con otra mamá y pensar que ella no es tan buena madre.
Quien tiene la necesidad de ser perfecta, se puede comparar con otra persona a la que considera más guapa o más atractiva.
Quien tiene la necesidad de ser la mejor, se comparará con la que sea más valorada por su jefe o la que mejores resultados tenga.
Y a quien tiene la necesidad de gustar a todo el mundo, todo lo anterior le dará igual y lo que querrá será caer bien, así que se comparará con quien considere que cae mejor.
Es decir, eso en lo que te comparas te habla de ti, de eso por lo que tú has aprendido a valorarte y de eso en lo que te sientes inferior.
Y está bien que sea un aspecto que es importante para ti y en el que quieras sentirte más segura. Pero llegar a sentirte bien en eso NO pasa por compárate, sino por ver qué necesitas para mejorar ahí (si se puede, porque a veces no se puede y solo queda aceptar y aprender a valorar lo que sí hay).
Por ejemplo, “me comparo con esta amiga porque ella dice las cosas tal cual las piensa”. Vale, entonces, ¿qué necesitas trabajar para decir las cosas tal cual las piensas y morderte menos la lengua?
O si te comparas con alguien que consideras que tiene mucho carisma y mucha capacidad de liderazgo, pues tal vez por un lado necesites trabajar la seguridad en tí misma, la confianza en tu opinión y el miedo al juicio de los demás, y tal vez, por otro, necesites aceptar que no tienes ese carisma y que no pasa nada, que tienes muchas otras cosas buenas.
O si lo que te da envidia de alguien es la calma con la que habla a sus hijos y lo tranquila que va siempre, no como tú que siempre vas acelerada y nerviosa, pues tal vez lo que necesites trabajar sea que te exiges llegar a todo o que no pides ayuda o que quieres hacerlo todo perfecto, pero también aceptar que eres más nerviosa que esa otra mujer, y punto.
3.¿Estás segura de que quieres eso? ¿De que de verdad quieres eso en lo que te comparas?
Porque, muchas veces, el deseo que está debajo de esa comparación no es tener exactamente lo que tiene esa persona, sino sentirte como tú crees que se siente esa persona teniendo eso.
Y, atención, ¡no hay ninguna manera de sentirte que dependa de que, sí o sí, tengas que tener X!
Por ejemplo, igual quiero tener una pareja porque me cuento que así me sentiré querida y tranquila.
O igual quiero tener una familia porque me cuento que así me sentiré menos sola o más protegida.
O igual quiero tener un trabajo estupendo porque me cuento que así seré feliz y me sentiré realizada.
Y todo esto puede ser cierto, pero seguro que también puedo sentirme así (querida, protegida, menos sola, tranquila, feliz, realizada, etc.) sin haber conseguido eso que sí tiene esa persona con la que me comparo.
Así que, en vez de empeñarte en conseguir X para sentirte Z, pregúntate qué puedes hacer para llegar a sentirte Z (como te quieres sentir), aunque no tengas X.
Porque así sí estarás enfocada en el verdadero deseo, que es sentirte Z, en vez de enfocarte en eso que tú te cuentas que te va a hacer sentir Z (y que puede ser que sí te haga sentir así, pero también puede ser que no).
Es decir, habrás dejado de poner el foco en el “qué” (pareja, hijos, trabajo, familia…) y te habrás enfocado en el “para qué” (sentirme z).
4.¿Dónde aprendiste a competir?
Hay quien se compara desde el sentimiento de inferioridad, de “yo nunca seré así”.
Hay quien se compara desde el “ellos están más preparados que yo, lo hacen mejor y les respetan más”.
Hay quien se compara desde el “yo estoy más preparada, lo hago mejor y me respetan más”.
Y hay quien lo hace desde el “¡te crees tú que vas a quedar mejor que yo en esto!”.
Pero, en cualquier caso, siempre que hay comparación hay competitividad.
Es decir, siempre que te comparas estás compitiendo con alguien.
Así que, ¿cómo aprendiste a competir, a querer ser perfecta y a exigirte siempre más y más? Porque seguro que eso es algo que has aprendido.
5.¿Cómo sabes que te estás comparando con una realidad?
No solemos mirar a los demás como son, sino que más bien les idealizamos a través de una imagen distorsionada que magnifica sus virtudes y minimiza sus carencias.
Por ejemplo, que me decía una coachee, “según voy conociendo a alguien es como que le subo en un altar y sentencio que es más que yo y que yo nunca podré ser así de segura”.
Pues mira, una persona te puede parecer muy segura de sí misma, pero eso no significa que ella se sienta así.
O puede ser que sí, que sí se sienta así, pero que eso sea el fruto de un largo trabajo de autoconocimiento y autoestima, y que hace x años se sintiera igual de insegura que tú.
Como cuando me dicen a mí “jo, tía, alucino lo claro que lo tienes todo, lo segura que estás de lo que quieres, lo bien que resuelves, lo bien que haces tu trabajo, que no tienes problema para viajar sola…”. Ya, claro, pero es que detrás de esto hay mucho esfuerzo, mucha terapia y mucha perseverancia (y lo que me queda).
Así que deja de idealizar al otro, de imaginarte lo bien que se siente o lo guay que le va, porque no estás en su piel y no sabes cómo se siente debajo de lo que aparenta, ni de dónde viene, ni cuánto ha hecho para llegar ahí… Que igual su mochila emocional era más pequeña que la tuya; o igual odia su trabajo, aunque le vaya muy bien; o igual es muy feliz con su pareja, pero es que su tema por resolver no está en la pareja sino en otro lado…
Deja de idealizar y vuelve a la única realidad que conoces: la tuya.
6.¿Qué le estás diciendo a tu niña interior cuando te comparas con alguien?
Recuerda cuando eras una niña, cuando jugabas, cuando te portabas bien, cuando deseabas que alguien te abrazara, cuando te reías, cuando te quedabas sola, cuando tenías ganas de mimos, cuando ibas al colegio, cuando regresabas a casa, cuando merendabas, cuando veías los dibujos animados, cuando te ibas a dormir…
Piensa en tu niña. Mírala en alguna situación bonita que recuerdes, jugando o haciendo lo que sea, tal vez en alguna foto que te guste mucho… Quédate unos instantes viendo esa imagen en tu mente…
¿Lista?
Vale, pues ahora imagínate que la empiezas a comparar con alguien y a decirle que es peor que aquella, que es más fea que la otra, que debería ser más así o más asá, que no está bien como es, que fíjate esa niña que bien hace eso y que mal lo haces tú, que ya te gustaría a ti ser como ella, que mira que guapa es, que ella le gusta a todo el mundo, que es más inteligente, que tiene más desparpajo, que tiene más criterio, que sabe más que tú, que se expresa mejor, que a ti no te sale tan bien, que (lo que sea que te dices cuando te comparas con otra persona)…
¿Te das cuenta? ¿Ves lo que le estás diciendo a esa niña cuando la comparas con alguien en vez de mirarla con amor y valorarla como es? Pues eso.
7.Piensa en la persona que eras hace cinco años.
Recuerda dónde estabas, qué hacías, con quién te relacionabas, cómo era tu vida…
¿Lo tienes?
Vale, si miras a esa persona y la comparas con quien eres y cómo es tu vida a día de hoy, ¿de qué te das cuenta? ¿Te gusta más o te gusta menos?
Pues de eso se trata. De que borres todo lo que tiene que ver con la comparación con el otro (argumentos creo que ya te he dado unos cuantos 😉 y vuelvas la mirada a ti.
Para que puedas responder que SI, que te gustas infinitamente más que hace 5 años.
O, si todavía no estás en ese punto, para que dentro de 5 años SI lo estés (encantada de acompañarte, AQUI).
…
¿Qué quieres quedarte del post? ¿Qué es lo que más te ha “tocado”? Me gustaría mucho saberlo, puedes contármelo en los comentarios aquí debajo ;-).
Este post me ha gustado mucho, me ha “tocado” realmente.
Muchas veces me he sorprendido comparándome con otras personas: “son más felices”, “hacen cosas que yo no logro hacer”, “visten mejor” etc.
Tienes razón, de los otros generalmente solo vemos las superficies y a partir de ahí juzgamos e idealizamos. Se nos olvida a veces que, como todos, somos personas únicas y valiosas.
¿Tienes algún post sobre el perdón?
Gracias Vanessa
Hola Sonja,
Me alegro de que el post te haya tocado, es buena señal ;-).
Te dejo un post sobre el perdón aquí.
Un abrazo y gracias por comentar,
Vanessa
Me he sentido muy identificada en tu post porque yo tengo una autoestima baja y tengo trabajo, familia, etc., pero siempre pienso en lo que falta o que hay amigas o compañeras o conocidos que están más felices que yo, que tienen mejor trabajo, etc., y siempre siempre me comparo con los que están mejor. Y al final siempre me siento vacía y fatal por más que consiga o tenga.
Muchas gracias, Rocío. Entiendo lo que comentas, ayudo a muchas mujeres que se sienten así a que dejen de compararse y aprendan a valorarse a sí mismas y sentirse suficientes tal y como son. Si quieres que también te acompañe a ti solo tienes que rellenar este formulario.
Eso que anhelas no depende de lo que fuera, sino de ti. Y solo desde ahí podrás llegar a disfrutar de tu vida.
Un abrazo,
Vanessa