¿Sabes que hay muchas maneras de pensar que te hacen infeliz?
Tal vez pienses que cómo es eso posible. ¿Lo que me hace infeliz no es lo que tengo en mi vida y lo que me pasa cada día? Pues no, resulta que no. Que lo que te hace feliz o infeliz es tu manera de pensar y de interpretar lo que te pasa.
Por ejemplo, piensa en uno de esos días en que te levantas de buen humor, que te sientes capaz de todo y te lanzas al día con un montón de energía y de ganas. ¿No es esa forma de pensar lo que te está ayudando a sentirte así?
Ahora piensa en uno de esos días en que te despiertas triste, te cuesta arrancar y todo se te hace cuesta arriba. Avanza el día y parece que cada vez va peor, como si alguien se hubiera confabulado para que todo te saliera mal, una cosa tras otra. ¿Qué está pasando? ¿De verdad está siendo un día tan malo o eres tú quien lo está creando por pensar así? No me respondas, ya te digo yo que la opción correcta es la segunda ;-).
Pero, ¿sabes qué es lo bueno? Que puedes cambiar la manera en la que piensas. Y no es que a partir de ahora te vayas a autoengañar y a pintarte un mundo color de rosa que en realidad no existe (lo mismo que tampoco es que antes te estuvieras engañando). Simplemente es que antes tu manera de pensar ni te favorecía, ni te resultaba útil, ni te hacía sentir bien. Y puedes encontrar otras que sí te favorezcan. Vamos, que te lo puedes poner fácil a ti misma, o a ti mismo. De eso se trata, ¿no?
Y es que todos hemos aprendido a pensar de una determinada manera y utilizamos más unos filtros de pensamiento que otros. Por eso es tan importante que seamos conscientes de cuáles nos hacen daño y cuáles nos sirven para avanzar y sentirnos bien.
Maneras de pensar que te hacen infeliz
Aquí tienes siete maneras de pensar que te pueden estar haciendo infeliz. Lee y reflexiona sobre con cuál o cuáles te identificas más.
1.Repetirte que las cosas tendrían que ser diferentes. Que mi padre tendría que ser diferente, que mi pareja tendría que ser de otra forma, que yo no debería ser tan débil, que tendría que tener un trabajo mejor… Es decir, juzgar tu vida y creer que no está bien como es.
¿Sabes que cuando no valoras ni aceptas lo que hay en tu vida, cuando te resistes a ello y quieres cambiarlo a toda costa, lo único que consigues es aferrarte más a ello?
Porque lo cierto es que todo es perfecto como es, que nada está equivocado… Que el mundo es perfecto, tu vida es perfecta, tú eres perfecto… Todo es exactamente como tiene que ser para que aprendas lo que necesitas aprender, y hasta que no te des cuenta de ello nada podrá cambiar.
Así que no, esto no es una oda a la resignación y a no cambiar nada. No va de eso, Más bien va de saber que todo está bien, que todo sirve para algo y que todo es útil para avanzar… Y de que descubras ese “para qué” dependerá que puedas avanzar o no.
2.El “tengo que”. Nos pasamos el día diciendo “tengo que hacer esto”, “tengo que terminar lo otro”, “tengo que llamar a no sé quién”, “tengo que ser más no sé cuál”…
Si no me crees, observa y verás. Trabajo con personas que son capaces de decir “tengo qué” más de veinte veces en una sesión, ¡y ni siquiera se dan cuenta!
Sí, es verdad que nos pasamos el día exigiéndonos, poniéndonos cargas y obligaciones a nosotros mismos, hablándonos desde el “debería”… Debería tenerlo todo controlado, tendría que estar haciéndolo perfecto, debería disfrutar de mi trabajo, esto tengo que terminarlo hoy, tengo que conseguir que funcione, debería ser mejor madre…
Incluso recuerdo a una Coachee con la que trabajé por skype que un día me decía “tengo la sensación de que puedo dar más”. Y sí, en sus palabras también había un aroma de exigencia. Porque seguro que la mayoría de las veces podemos dar más. ¿Pero quién dijo que hubiera que dar siempre más y más? ¿Quién dijo que nunca pudieras relajarte y, simplemente, disfrutar?
No, no sabemos darnos permiso para disfrutar la vida. Por eso mismo es tan habitual que un día te propongas relajarte y tomártelo con calma y al momento, en cuando te cazas disfrutando, empieces a sentirte culpable y a juzgarte por estar haciendo eso. ¡Y no todo lo que deberías estar haciendo!
Ten claro que el círculo vicioso de la exigencia y el “tengo que” no va a tener fin hasta que se lo pongas tú.
Por ejemplo, empezando a hablar de lo que quieres, lo que necesitas y lo que te gustaría, en vez de hablar de lo que “tienes que”.
Es decir, en vez de decir “debería disfrutar de mi trabajo” prueba a decir “quiero disfrutar de mi trabajo”.
En vez de decir “tengo que ser mejor madre” prueba con el “me gustaría ser mejor madre” (eso hará que puedas buscar opciones que, desde el disfrute, te ayuden a sentirte más satisfecha con tu papel de madre).
Y en vez de decir “tengo que tenerlo todo controlado” prueba a decir “necesito tenerlo todo controlado” (darás un gran paso por el simple hecho de reconocer esa necesidad tan limitante…).
3.Pensar que ya tendrás tiempo para lo importante mañana. Hay quien se pasa la vida haciendo eso, dejando para mañana lo que de verdad le importa (por ejemplo, pasar tiempo con la gente a la que quiere) mientras se zambulle en cosas que en el fondo le dan lo mismo (por ejemplo, promocionar en un trabajo que ni siquiera le gusta).
Yo hace años que dejé de hacerlo (si me conoces seguro que ya te has dado cuenta 🙂 y cada vez soy más coherente a la hora de darle prioridad a aquello a lo que digo que quiero darle prioridad y de dedicar mi tiempo y mi energía a lo que de verdad me importa y me hace feliz. Y es una de las cosas de las que más orgullosa me siento… Ese no tener prisa por llegar a ningún sitio en el que ser feliz, sino sentir que estoy construyendo una vida que me hace feliz hoy (aunque a veces sea muuuuuy complicado darle forma ;-).
Es algo parecido a lo que le pasa al que se tira una hora hablando de todo lo que no le gusta y lo que no quiere en vez de pensar en lo que sí le gusta y sí quiere en su vida y ponerse manos a la obra con ello… Claro, así de tanto hablar de lo que no quiere, llena su vida de ello. Y es que aquello en lo que pones el foco también es lo que después obtienes…
En definitiva, piensa en lo que quieres y en lo que te importa y haz que se materialice en tu vida, en tu día a día y en tu presente.
4.Dudar de ti. Cuando te cuestionas todo lo que haces, cuando dudas de tus decisiones, cuando piensas que no tenías que haber dicho eso, que igual te equivocaste, que no sabes hacer las cosas bien… Todo eso es dudar de ti misma, y no te sirve de nada.
Piensa en cómo te haría sentir que alguien te hablara siempre así. Puede que incluso hayas tenido a una persona excesivamente crítica en tu vida. ¿Te gustaba? Seguro que no… ¿Y ahora lo haces tú?
Recuerdo que, en este sentido, algo que antes me pasaba mucho era que me importaba demasiado la opinión de los demás y que antes de tomar una decisión necesitaba preguntarles para que me dijeran qué pensaban y si estaban de acuerdo con lo que yo ya había decidido (incluso, aunque al final hiciera lo que yo pensaba, me costaba más y gastaba mucha más energía cuando los demás no estaban de acuerdo).
La verdad es que hay muchas formas de dudar de ti… Ni siquiera tienen que ser siempre tan evidentes como la de quien tiene un dialogo interno muy negativo. Muchas veces son nuestras creencias las que nos hacen dudar de nosotros mismos. Por ejemplo, si crees que no te mereces tener lo que quieres te estás negando a ti misma el permiso para conseguirlo, ¿lo sabías? En ese caso sólo cambiando tu creencia podrás cambiar lo que obtienes de la vida.
5.La focalización selectiva. Cuando sólo ves ese error tan grande que cometiste y no todo lo que hiciste bien; cuando sólo te das cuenta de eso en lo que tu hermana te saca de los nervios y no valoras todo lo bueno que te aporta; cuando sólo piensas en eso que no te gusta de tu pareja y no te das cuenta de todo lo que hace por ti; cuando sólo ves lo que va mal y no ves lo que va bien… Vamos, cuando sólo ves la mancha en el lienzo en blanco…
Y así es como concluyes que eres tonta, que tu hermana es una caradura, que tu pareja es un egoísta o que tu vida es un desastre. ¿Cómo se le llama a eso? Focalización selectiva.
O, lo que es lo mismo, ver sólo el blanco y el negro y no ser capaz de apreciar todos los grises intermedios.
Y lo peor no es que te haga sentir mal, sino que condiciona lo que te pasa y los resultados que obtienes en tu vida porque hace que, donde otros ven una salida o una oportunidad, tú sólo veas una desgracia o una calamidad.
Por ejemplo, que si sabes que van a hacer un ERE en tu empresa, y a pesar de que odias tu trabajo, te compadezcas de ti misma y vivas con miedo a perderlo… Cuando tal vez otra persona, en tus mismas circunstancias, podría estar dispuesta a aprovechar esa oportunidad para, con esfuerzo y confianza, tener un trabajo que le guste más.
Lo mismo que alguien que se olvida de que la vida es un camino lleno de piedras y de que con algunas nos tropezamos, pero con la mayoría no… Y un día se tropieza con una y se siente tan mal que ya es incapaz de olvidarla. Y ya ni se levanta, o lo hace pero echa a andar con miedo de volver a tropezarse… ¿Te suena?
Así es como la focalización selectiva hace que estés muerto en vida…
6.Darle demasiada importancia a las cosas. Seguro que ya sabes a lo que me refiero… Así que simplemente te voy a poner un ejemplo.
Hace unos días llegué a nadar a la piscina, como suelo hacer a diario. De las dos calles que se podían utilizar (en el resto hay clases), en cada una había dos personas. Así que elegí una calle cualquiera y entré. Detrás de mí entró un chico y se metió en la misma calle que yo. Es decir, de pronto había cuatro personas en una calle y dos en otra. ¿Qué hice? Cambiarme de calle y punto. Ni me paré a pensar en por qué ese chico se había metido en la misma calle que yo. Simplemente vi la desproporción y me cambié.
Pues esto mismo, si me pasa años atrás, habría provocado que me pusiera a maldecir al pobre chico. ¿Qué le pasa? ¿No se da cuenta de que aquí ya somos tres? ¿Lo hace a posta para fastidiar o qué? Incluso habría podido llegar a montarme la película de que ese chico tenía algún problema conmigo y lo hacía por eso. Probablemente, al pensar así, ni siquiera me habría cambiado de calle para que él también se fastidiara. Y claro, todo esto con la consiguiente rabia, el envenenamiento, el darle vueltas sin parar, el malestar autoprovocado y el haberme estropeado mi ratito de nadar por esta tontería.
¿Te das cuenta? A esto me refiero con lo de darle demasiada importancia a las cosas. Y es bastante frecuente…
¿El antídoto? Relativizar, ser flexible y darle a cada cosa la importancia que tiene (busca tu filtro, el mío es la salud. Si lo que me preocupa tiene que ver con eso, es importante; si no, no lo es).
7.Leer la mente. Es decir, creer que puedes adivinar lo que alguien está pensando o porque hace lo que hace.
Por ejemplo, cuando alguien nos hace algo que nosotros juzgamos que “está mal” y pensamos que eso significa que no nos quiere.
O cuando, por el hecho de que alguien no se interese demasiado por nosotros, creemos que no le caemos bien.
O cuando pensamos “¿Le parecerá bien que haya dicho esto? Seguro que le ha molestado… Seguro que ha pensado que soy tonta”.
Como si tuviéramos una bolita de cristal que nos permitiera leer lo que pasa por la mente de los demás, cuando las personas somos tan complejas y tan complicadas que a veces hasta somos incapaces de leernos a nosotras mismas.
Cada una con sus valores, sus miedos, sus inseguridades, sus experiencias, sus creencias… Sin darnos cuenta de que ellos también se rigen por todo eso que es suyo y que tú desconoces… Y que tú también haces cosas que vistas desde fuera pueden dar lugar a malentendidos.
Y hasta aquí las siete maneras de pensar que más infelices nos hacen y que más me encuentro en las personas con las que trabajo en un proceso de Coaching.
Otras, en las que ya no voy a entrar, (de muchas ya he hablado, te dejo el link para que puedas leer el post correspondiente), pero de las que quiero que seas consciente, serían:
-Generalizar. Siempre me pasa lo mismo, todo es horrible, nunca me sale bien… ¿Estás segura? ¿No recuerdas aquella vez que no te pasó eso? ¿Y aquella otra que sí te salió bien? Haz el esfuerzo de buscar excepciones, seguro que las encuentras.
–Pensar que no tienes nada por lo que dar las gracias.
-Vivir como una víctima, pensar que la culpa de lo que te pasa la tienen los demás y que tú no puedes hacer nada.
–Creer que tú tienes la culpa de todo. Asumir que todo lo que te pasa y lo que hacen los demás, como responden, como se comportan, es responsabilidad tuya… Vivirlo todo como si fuera algo personal, como si todo lo que pasa tuviera que ver contigo.
-Vivir en el pasado o en el futuro, pensando en lo que pasó o en lo que va a pasar.
–Etiquetar (a los demás y a ti misma).
Pasos para cambiar tu manera de pensar
Y antes de terminar una serie de pasos muy sencillos para que puedas empezar a cambiar esas formas de pensar que te hacen infeliz:
Lo primero es que identifiques cuál de estas maneras de pensar es más habitual en ti. Que tomes conciencia de cuándo sucede, de cómo es tu proceso de pensamiento, de lo que te dices… Es decir, que te conozcas y te observes.
Después que razones eso que piensas, que le des la vuelta a tu manera de pensar, buscando otra que sea más beneficiosa para ti. Busca argumentos que te sirvan, pruébalos y saca conclusiones que te hagan sentir bien.
Y también que aprendas a desidentificarte de tu pensamiento (en otro post hablaré más de esto), que hagas el esfuerzo de observarlo y de verlo desde fuera, de salirte de él y darte cuenta de que no eres tú, sino algo que estás pensando e interpretando de una forma que no te hace sentir bien…
Tira de paciencia, de constancia, de repetición, de perseverancia… Y no te obsesiones, esa es otra manera de pensar que también te hace infeliz ;-).
Ya sabes que me encantará que me cuentes con cuál de todas te identificas más, en los comentarios aquí debajo.
Hola Vanesa, gracias por él artículo. Me veo reflejado en los puntos 6 y 7 por lo que he vivido durante estas últimas semanas. Una persona ha dejado de tratarme tan bien como lo hacía. Ha habido un distanciamento evidente por su parte, parece incluso disgustada conmigo, y no puedo dejar de pensar en ello. ¿Por qué? ¿Habré dicho o hecho algo que la haya molestado? He pensado en afrontar la situación, hablar con esta persona y preguntarle si tiene algún problema conmigo, pero nos conocemos de hace poco, hay algunas cosas en ella que me generan desconfianza, y no sé qué hacer… Tal vez lo mejor sea seguir tu consejo, no darle más vueltas, intentar no pensar en ello, y si de verdad tiene algún problema que me lo diga. Lo malo de todo esto es que a mi se me da muy mal disimular, hacer como si no pasara nada, ya sabes. Su nueva forma de tratarme, más fría y distante, provoca en mi una reacción similar. Ojalá puediera hacer como si nada. Seguramente, si esta persona me importase un pepino, lo haría y ni siquiera estaría preocupado por nada. Pero no es el caso: me importa, me cae bien, me ha ayudado en momentos puntuales y su forma de comportarse conmigo y de tratarme me hacía sentir bien. Pero en fin…
Gràcias Vanesa
Hola Dotze,
Yo en tu lugar vería dos opciones:
-O bien hago como que no pasa nada y procuro mostrarme tan simpático y agradable como siempre, o incluso un poco más (date cuenta de que si tú tienes esa reacción distante también estás contaminando lo que pasa entre vosotros y al final no se sabe quién empezó antes… Puede que ella, sí, pero tal vez porque estaba preocupada por algo completamente ajeno a ti, y tú te lo tomaste como algo personal, y así la bola se fue haciendo cada vez más grande…).
-O bien en un momento distendido en el que estemos hablando le digo algo como “oye, estos días te he encontrado más distante y fría. ¿Estás bien? ¿Te pasa algo?”. No nombres la palabra “problema” ni se lo preguntes pensando que puede tener algo que ver contigo. Si de verdad hay algo y quiere ya te lo contará, así es cómo deberíamos funcionar las personas para hacernos el mundo fácil… ;-).
Un abrazo grande,
Vanessa
Muchas grácias por responder, Vanessa. Y por el consejo: es justo lo que tenía en mente. Aunque creo que aplicaré ambas opciones, ¿qué te parece? Ciao 🙂
Me parece estupendo, Dotze. Pero sobre todo lo que importa es lo que te parezca a ti 🙂
Un abrazo
Esto no funciona, Vanessa. He aplicado solo la primera opción y me siento estúpido porque no estoy actuando conforme a lo que siento. Me estoy reprimiendo. Esto de hacer como si no pasara nada, de ser incluso más simpático y agradable que antes, no me hace sentir bien, más aún cuando ella sigue igual de fría y distante, además de la indiferencia que, ahora, en ocasiones me demuestra.
Yo creo que no le caigo bien por alguna razón o que malinterpreta mi conducta hacia ella.
A lo mejor se piensa que me gusta y esa es su manera de decirme que yo ella no le intereso para nada. Bueno…, puede que me guste. ¡Vale! ¡Lo admito! Es muy guapa, inteligente, no tiene pareja… pero trabajamos juntos, ¡demonios! y yo NUNCA me liaría con una compañera de trabajo. No, no, ni me lo planteo siquiera, podría ser una fuente de problemas en el futuro, si es que no lo está siendo ya. ¡Maldita cabeza! Tal vez mi subconsciente me esté traicionando y se me está viendo el plumero, por mucho que trate de ocultarlo.
O a lo mejor no es eso. A lo mejor no he hecho nada que pueda hacerle pensar que me gusta y lo único que ocurre es que se cree que le estoy haciendo la PELOTA, porque ella, aunque no sea mi jefa, está por encima de mi, muy cerca de la dirección de la empresa, y podría recomendarme para un mejor puesto. ¡Yo qué sé! A lo mejor incluso teme que le quite el suyo, tal vez me ve como una amenaza y me está haciendo la puñeta, vete tu a saber…
O a lo mejor todo esto está solo dentro de mi cabeza. Sinceramente, me estoy hartando. Tengo que tratar todos los días con ella y lo único que quiero es poder trabajar tranquilo, a gusto, llevarme bien con mis compañeros de trabajo y nada más. O eso es lo que yo me creo…
Lo único seguro es que necesitaba escribir sobre ello, aunque solo sea para desahogarme. A ver si tengo suerte y se me pasa.
Un abrazo Vanessa 🙂
¡Jajaja! Muchas gracias, Dotze. Me ha encantado leerte, me he divertido mucho. ¿Cuántas opciones nos ofrece la mente divagante, verdad? Vaya locura… ;-).
Muchas gracias por compartir.
Besos y sonrisas,
Vanessa
Hola!
Gracias por el post. Como siempre, he encontrado muchos puntos sobre los que trabajar!
Me identifico con la mayoría (je), pero sobre todo con el de darle demasiada importancia a las cosas. Soy un “pelín” dramática y tiendo a hacer montañas de granos de arena y a generar discursos internos que no me llevan a ninguna parte, sino que me hacen sentir insegura y con miedo. Pero de un tiempo a esta parte cada vez identifico más cuando me da un “brote dramático” y trato de mirarlo desde fuera para ver que, como bien dices en el post, es sólo un pensamiento… e intento dejarlo pasar y a veces hasta logro transformarlo en algo positivo y felicitarme a mi misma por lo que estoy aprendiendo.
Me encanta leerte y aprender un poquito a domar a este animalillo salvaje que a veces se me desboca. Gracias!
Guau, Marta. Está fenomenal eso que cuentas, ¡felicidades! Sigue así, observa, acepta, aprende, date permiso, tropieza, deja que unos días te salga mejor la doma del animalillo y otros peor… Estás en el camino y no pasa nada :-).
Besos y sonrisas,
Vanessa
¡Me ha encantado! Muchas gracias.
Me alegro mucho, Verónica. Gracias a ti también.
Un abrazo,
Vanessa
Hola!
Yo tengo bastante de todos, con los años me he creado una inseguridad en mi misma que no se como salir, gracias
Hola Marisa,
No te preocupes, no importa tanto que no sepas como salir. Importa mucho más que quieras salir y que tomes la decisión de hacerlo… Te aseguro que la vida tiene esa parte de magia en la que cuando el discípulo estás listo, el maestro aparece… Es decir, cuando decides con todo tu Ser que algo pase, la vida te lo pone fácil para que pase :-).
Un abrazo fuerte y cariñoso,
Vanessa
Muchas gracias por el post. Yo también me identifico con la mayoría. Pero ayer mismo empecé a ser consciente e intenté cambiar mis pensamientos. Por ejemplo en vez de criticar intentar entender a los demás. A ver si con el tiempo y tus consejos consigo aceptarme y aceptar a los demás y pongo medios para cambiar lo que no me gusta. Gracias por tus palabras.
Muchas gracias, Laura. Encantada de acompañarte a que lo consigas… Sobre todo recuerda que es posible, que otras personas lo han hecho antes que tú y que merecerá la pena :-).
Besos y sonrisas,
Vanessa
Hola Vanessa! Yo creo q soy la más complicada de sus alumnos, je je je. En realidad me identifico con todas, menos con las 3. Yo soy muchas veces de dejar las cosas que no tengo ganas d hacer. Yo recién empiezo a leer de estas cosas y soy como nueva en buscar ayuda. Cuando era muy chica lo hice en el pueblo con una psicológa. En ese momento yo me sentía un puntito y veía a todas las personas de mi alrededor gigantes… Y ésta es la segunda vez pero así en post es la primera y me ha servido muchisimo. He salido pero el día de hoy he vuelto a sentirme así, un puntito entre la gente gigante… Y todo me afecta y me llega lo que me dicen… Es horrible sentirse así por que tengo una bebe de 10 meses y un nene de 4 años que son mi todo. Y mi marido tengo miedo de que se canse el pobre… Yo le comenté ya sobre la enfermedad de mi padre y ahora que no soporto a mi cuñada, siento que es tóxica para mi… Me doy cuenta que estoy depresiva o entrando en ella… No quiero enfermar d eso. Todo lo que leo aqui quiero ponerlo en práctica y ojalá pueda ser como dicen sus palabras… Libre. Gracias Vanessa.
A mí me pasa un poco de todo esto que pone aquí, me siento culpable de muchas cosas, en relaciones de pareja, no acierto nunca. Quiero mucho, me enamoro, y no se decir adiós cuando las cosas van mal, creo que pueden cambiar y espero. Lo paso mal y tampoco se buscar el termino medio, para mi es SI o es NO.
Muchas gracias, maravillosos los artículos.
Entonces vas por buen camino, Marian. El primer paso para poder cambiar lo que nos hace infelices es tomar conciencia de ello, y en eso estás. Vete poco a poco y enfocándote en una sola cosa cada vez… Aprendiendo a sentir, a cultivar tu bienestar y a encontrar ese término medio que te permita avanzar. Y sobre todo aprender a quererte y a valorarte como te mereces.
Un abrazo,
Vanessa
Muchas gracias
A ti también, Any.
Un abrazo,
Vanessa