Erase una vez un médico británico llamado Albert Mason, que trataba problemas de la piel con hipnosis. Un día llegó un nuevo paciente, un joven de quince años que tenía el cuerpo cubierto de verrugas. Mason le trató y una semana después de la primera sesión el chico estaba mucho mejor, así que le envió de vuelta al cirujano, que llevaba tiempo tratándole a base de injertos de piel sin ningún éxito. Al verle de nuevo el cirujano se dio cuenta de que su primer diagnóstico había sido equivocado y que lo que el chico tenía no eran verrugas sino una enfermedad genética letal llamada ictósis congénita. Eso significaba que, solo con el poder de la mente, Mason había conseguido algo que en esa época se daba por imposible. Tanto el cirujano como el propio Mason y toda la comunidad médica quedaron perplejos. A partir de ahí su popularidad creció enormemente y su consulta se llenó de pacientes con la misma enfermedad. Pero Mason jamás volvió a repetir el éxito que había tenido con aquel joven. Jamás volvió a curar esa enfermedad “incurable”.
Esta historia, que cuenta Bruce Lipton en su magnífico libro La biología de las Creencias, es real. Sucedió en el año 1952 y es un ejemplo claro de lo que somos capaces de hacer cuando no vemos límites. El propio Mason reconoció que, desde que supo que se trataba de una enfermedad incurable, no fue capaz de fingirse optimista con respecto a la curación de los nuevos pacientes. Dicho de otra forma, cuando creía que era posible lo consiguió. Cuando dejó de creer, dejó de conseguirlo.
Es un ejemplo más del poder de nuestra mente y de nuestras creencias, del que te he hablado en los dos últimos post (Tienes al enemigo en casa: tus creencias y Tus crisis las eliges tú) En este me gustaría ayudarte a cambiar de creencias cuando sean limitantes. Algunas las tendrás identificadas, otras no. Yo misma, que ya hace tiempo que me puse el radar de creencias limitantes, sigo descubriendo alguna de vez en cuando. Por ejemplo, hasta hace un tiempo cuando alguien me ofrecía algo solía pensar “¿qué querrá este a cambio?”. Era algo que no me gustaba pensar y era consciente de ello. Pero, aunque lo controlaba a nivel consciente y yo misma me respondía “bueno, igual no quiere nada y simplemente es amable o solo quiere ayudarte”, aún así me seguía pasando, seguía desconfiando. Hasta que un día me di cuenta de que de pequeña escuché miles de veces “nadie da duros a cuatro pesetas”. Eso, que a priori es una frase hecha y poco más, se quedó grabado en mi subconsciente y dio lugar a la creencia de que la gente hace las cosas por un interés. Y ahora esa creencia, como tantas otras que no me servían, forma parte del pasado y la he cambiado por la de que “muchas personas ayudan por el simple hecho de ayudar a otros”. Lo bueno es que cuando empiezas, cuando pones la rueda en marcha, cada vez es más fácil identificar esas creencias que no te gustan. Y te aseguro que es uno de los cambios más liberadores que puedes experimentar. Bueno, ¿empezamos?
Estos pasos te ayudarán a cambiar de creencias:
- Lo primero de todo es abrir tu mente, dudar de todo y no atarte a ninguna idea ni a ninguna creencia. Para aprender algo nuevo hay que desaprender algo primero. Imagínate que no tuvieras ninguna creencia, que fueras una hoja en blanco en la que puedes empezar a dibujar lo que quieras. ¿Qué fácil sería, no? Pues es un poco eso. Cuestionarte todo lo que creías hasta ahora y darte la posibilidad de creer otra cosa.
“La mente es como un paracaídas,solo funciona si se abre”
(Albert Einstein)
- Cuando quieres cambiar algo un paso básico es definir eso que quieres cambiar. Saber qué es. Cuando te sientas mál por algo, cuando digas algo como si fuera una sentencia absoluta, cuando te venga un pensamiento que no te guste o veas que hay algo que te pone triste o que te enfada, pregúntate qué creencia anda por ahí. ¿Qué te estás diciendo para sentirte así? ¿Qué es eso que crees, que te hace sentirte mal?
- Una vez que sepas cuál es esa creencia hazte preguntas sobre ella: ¿De qué me sirve pensar así en mi vida actual?, ¿qué pruebas tengo yo de que esa creencia es cierta?, ¿y si no lo fuera?, ¿qué pasaría?, ¿cómo me comportaría? Por ejemplo, con la creencia que te he contado de que la gente hace las cosas con un interés, al hacerte esas preguntas podrías contestar “no me sirve de nada y no me gusta pensar así”; “no se basa en nada concreto. Alguna personas hacen las cosas por interés pero muchas otras no”, “si esa creencia no fuera cierta sería mucho más feliz porque confiaría en la gente y me sentiría mejor”.
- Lo siguiente es decidir qué nueva creencia quieres tener a partir de ahora. Siguiendo con el mismo ejemplo, podrías decirte “me gustaría creer que hay gente buena, altruista y que solo busca ayudar a otros sin ningún interés oculto”. Cuando tengas la nueva creencia fíjate en cómo te hace sentir. ¿Te gusta? ¿Te lo crees? Dale vueltas hasta que te guste cómo te sientes con ella.
- Date motivos para creer que eso es cierto: encuentra pruebas, recuerda momentos o personas que verifican la creencia que ahora vas a tener. Por ejemplo, en mi caso, las muchas personas que me han ayudado en mi vida sin ningún tipo de interés, o pensar en mis amigos, o recordarme que si a mi me gusta ayudar a otras personas ¿por qué a otros no les iba a gustar también? Una buena fórmula es coger una libreta y proponerte apuntar un motivo nuevo cada día durante un mes.
Cosas que tienes que tener claras desde el primer momento:
- Las creencias no se cambian en un día. Lo mismo que tu inconsciente las ha aceptado a base de repetición, de escucharlas y confirmarlas una y otra vez, tienes que crear el hábito de repetirle las nuevas creencias. Persevera, insiste (¿te acuerdas de cuál era el truco más importante para tener éxito?) y, sobre todo, permítete creer que es posible cambiar de creencias y el resultado llegará.
La creencia de que uno ya conoce la verdad
es el principal obstáculo para conocerla
- Las creencias están grabadas en el subconsciente, y el subconsciente es el que dirige tu vida más ó menos el 95% del tiempo. El es el que manda (lee esta entrevista que le hicieron a Bruce Lipton en la contra de La Vanguardia para entenderlo mejor). Por eso de poco te sirve que le repitas a tu mente consciente lo que quieres empezar a creer si tu subconsciente no se lo cree. De poco sirve que le digas a tu parte consciente que te quieres poner a dieta si el subconsciente no está de acuerdo. Por ejemplo, ¿no te ha pasado que alguna vez te descubres haciendo algo que siempre hace tu padre o tu madre y que tú siempre criticas? Lo criticas desde tu mente consciente, pero la subconsciente lo tiene programado. Es decir, el mayor limite esta en tu subconsciente. ¿Y cómo se trabaja eso? Pues, por ejemplo, visualizando (es decir, imaginándote durante diez minutos al día, cada día) cómo será tu vida con esa nueva creencia, o cuando consigas eso que hasta ahora pensabas que no podías conseguir. Cuando visualizas algo lo materializas. Tu mente no distingue si eso está ocurriendo o solo lo estás imaginando (Rafa Nadal o Michael Phelps lo saben muy bien).
- Y por último, intenta alcanzar lo inalcanzable. No te pongas límites. Compórtate como si tuvieras la certeza de que va a salir bien. Si piensas que algo es imposible, en cuanto lo consigas verás que esa creencia era falsa. Y a partir de ahí irán cayendo una a una, como piezas de un ajedrez.
Si crees, creas
Creo que es vital experimentar todo esto que hoy nos empiezan a contar los “grandes sabios” y, una vez sacadas nuestras propias conclusiones, difundir a diestro y siniestro que OTRO MUNDO ES POSIBLE… si lo crees… si lo creas! Gracias, Vanessa, por tu participación en que esta nueva visión de la vida se difunda.
Gracias a ti Rocío, por creer que otro mundo es posible, por ser una de sus mejores arquitectas y por atreverte a ser quien quieres ser. Un abrazo
Hola Vanessa… ¿Y la visualización también serviría si lo que deseas en tu vida no solo depende de ti? Por ejemplo, me refiero a mis relaciones de pareja. Yo deseo encontrar a esa persona especial con la que pueda compartir mi vida pero por mis experiencias anteriores que han terminado en fracaso no me creo que vaya a encontrar a nadie más, ¿esto también me ayudaría? Yo estoy trabajando en mí misma pero claro hay facetas en la vida que no solo dependen de una. Gracias, por todo lo que nos aportas
Hola Mar,
Sí, en el ejemplo que comentas también te ayudaría visualizar lo que quieres conseguir. Porque en lo que cuentas asoma la creencia de que no ves posible encontrar a una persona con la que compartir tu vida, y esa creencia podría estar limitándote para lograrlo. Por eso visualizar el estado deseado puede ser muy útil en tu caso, para que empieces a verlo como algo posible y alcanzable.
Un fuerte abrazo,
Vanessa