¿Sabes cuál es uno de los errores más frecuentes que cometemos cuando no nos sentimos bien? Confundir el síntoma con el problema, y empeñarnos en que el síntoma desaparezca, pero no atajar el problema que lo provoca.
Por ejemplo, supongamos que el síntoma de lo que te pasa es que, cuando alguien dice o hace algo que te molesta, tú te quedas callada. Y tú te cuentas que lo que necesitas es ser más asertiva y tener pensada una respuesta que le pare los pies al otro.
¡Pues no! Que te quedes callada es el síntoma de algo, pero no es el problema.
El problema puede ser el miedo al conflicto, el miedo a la autoridad, una herida de rechazo, etc, etc. Y si lo único que haces es aprenderte una frase para responder como un papagallo cuando eso te vuelva a pasar, habrás tapado el síntoma, pero el problema seguirá estando ahí.
Es lo mismo que si tienes un radiador que gotea y lo que haces es taponarlo con algo para que deje de gotear. ¿Habrás resuelto el problema? No, sólo habrás tapado el síntoma que te indicaba que había un problema, pero lo que sea que esté pasando en la instalación de la calefacción seguirá igual.
Pues esto mismo nos pasa mucho en la gestión de las emociones y de las relaciones con los demás.
Que tenemos demasiada prisa en resolver el síntoma, en callar eso que nos duele, y no somos conscientes de que ese síntoma solo es el indicador de algo más profundo, que es lo que realmente nos está causando ese dolor.
Y así entramos en el “resuélveme esto, quítame este dolor, dame pastillas o haz algo para que no me sienta así”, como si algo de eso fuera a resolver el verdadero problema.
Es como que tenemos un fuego y toda nuestra prisa consiste en apagar ese fuego, sin pararnos a entender qué lo ha provocado y qué necesitamos para que, una vez apagado éste, no se produzcan otros fuegos.
Y para eso, para solucionar el problema de raíz, hace falta estar dispuesta a remangarte, y a bajar hasta los fondos, hasta donde puedas comprender qué es lo que está pasando y qué es lo que hace que te sientas así, más allá del síntoma.
Para que después no venga otro fuego, y otro, y otro, y te pases la vida apagando fuegos dentro de ti, pero sin entender qué los provoca.
Y te pongo algunos ejemplos reales para que entiendas mejor a lo que me refiero:
1.Supongamos que no te sientes bien en tu relación de pareja porque una y otra vez entráis en el mismo bucle: el otro hace algo que te hace daño, tú te sientes dolida, unas veces te callas y otras dices algo y termináis discutiendo, y tú quieres que él te entienda, pero al final terminas dudando de ti y de si lo estás haciendo bien.
Y lo que te cuentas, el síntoma, es que no te tendrían que afectar tanto sus reacciones, que el problema es que eres demasiado sensible o que deberías tomarte las cosas menos en serio.
Más ejemplos…
2.Siempre te pasa lo mismo con todas las parejas: te fijas en personas que no se entregan como a ti te gustaría, que no te respetan o que no quieren una relación seria. Y tú te enganchas tanto que tu felicidad pasa a depender del otro, te vuelves insegura y cedes para que la relación no se termine.
Y lo que te cuentas, el síntoma, es que tienes muy mala suerte, que ya no quedan hombres que merezcan la pena o que el problema lo tienes tú, que igual es que eres demasiado celosa, controladora o lo que sea.
3.Con frecuencia te sientes rechazada y piensas que los demás están pensando mal de ti, que creen que eres tonta o que no eres suficientemente X o que no tienes nada interesante que decir.
Y lo que tú te cuentas, el síntoma que quieres resolver, es que eres muy insegura, que no deberías sentirte así y que no deberías de darle tantas vueltas a lo que te pasa con los demás.
4.Tienes la sensación de que tu vida es un esfuerzo constante, de que no paras quieta, de que todo son problemas, y de que no avanzas ni consigues sentirte bien.
Y tú te cuentas que el problema es que no sabes resolver lo que te pasa, que eres demasiado perfeccionista o que no eres capaz de tomar decisiones. Cuando eso sólo es el síntoma.
5.O que resulta que tienes reacciones muy fuertes cuando te molesta algo de alguien, y pierdes el control de lo que haces y de lo que dices.
Y lo que tú te cuentas, el síntoma, es que no deberías ser tan susceptible, ni tomarte las cosas tan a lo personal, que deberías ser más calmadita.
6.O que por más que haces y por más que consigues, ahora que tienes todo eso que en algún momento soñaste, no terminas de sentirte satisfecha y vives con la sensación de que te falta algo.
Y tú te cuentas (el síntoma, ya sabes) que eres una desagradecida, que a todo le pones “peros”, que te pasas de negativa y que deberías valorar más lo que tienes.
Pues bien, en cualquiera de estos casos, lo que te he contado es el síntoma. O, dicho de otra forma, la punta del iceberg.
¿Ves que en un iceberg lo que asoma por encima de la superficie del agua no es nada comparado con todo lo que hay debajo? Pues aquí es lo mismo, que el síntoma (o, los síntomas) es solo una pequeña muestra de todo lo que hay debajo.
Por ejemplo, recuerdo a una coachee (por cierto, si tú también quieres trabajar conmigo puedes rellenar este formulario para tener una sesión de valoración) que me contaba que no quería tener tantas expectativas cuando conocía a una potencial pareja. Pues bien, eso era el síntoma.
Y cuando empezamos a profundizar en lo que había debajo, resulta que lo que le pasaba era que cuando no se cumplían sus expectativas, cuando el otro no era como ella esperaba, conectaba con el rechazo y con toda la vulnerabilidad a la que sentirse rechazada la llevaba. Ese era el verdadero problema, y no que tuviera demasiadas expectativas.
Y hasta que no das con el verdadero problema, lo que suele pasar es que tropiezas una y otra vez con la misma piedra, en tus relaciones, en tus sentimientos o en tu manera de gestionar lo que te pasa.
Por eso, la solución no es quitar la piedra, porque tarde o temprano te volverás a tropezar con otra parecida, sino levantarla, mirarla y entender qué es lo que hay debajo de ella y lo que hace que aparezca ese síntoma que te molesta tanto.
Comprender que el problema no es el síntoma. Al revés, ¡bendito síntoma, que viene a avisarte de que hay algo que necesitas sanar en ti!
Ya sea que no te crees valiosa para que te quieran tal y como eres…
Ya sea que has aprendido a sentirte segura a base de vivir siempre esforzándote, hacerlo todo muy bien y poder con todo…
Ya sea que te colocas por debajo de los demás y te quitas poder porque tienes mucho miedo a que te dejen de querer…
Sea cual sea el problema, eso es lo importante y a lo que necesitas llegar (porque el problema puede doler, pero lo que te hace sufrir es ir saltando de síntoma en síntoma sin resolver el verdadero problema).
Por ejemplo, si te sientes mal cuando ves que a otra persona le va bien en algo que a ti no, lo que necesitas hacer no es juzgarte por sentirte así o decirte que no está bien sentir envidia. Esa envidia es el síntoma de que te falta algo, ¡y necesitas escucharla! Si lo haces tal vez te des cuenta de que el problema no es que no tengas “eso”, sino que te gustaría sentirte como tú crees que se siente esa persona que tiene “eso”.
O si resulta que cada vez que conoces a alguien te involucras y lo das todo, pero una y otra vez te encuentras a personas que te fallan, que te decepcionan o que abusan de ti, la solución no es que empieces a desconfiar de todo el mundo, ni que te aísles, ni que te cuentes que la gente va a lo suyo o que el problema lo tienes tú que no eres capaz de conseguir que te respeten.
En cualquier caso, la solución has de encontrarla dentro de ti. Pero bajando hasta el fondo del problema, y no quedándote en la superficie de quien solo pretende silenciar el síntoma. Eso es lo que hará que te sientas conectada y en paz contigo misma :-).
¿Qué me dices? ¿Qué síntoma te das cuenta de que intentas silenciar sin pararte a entender qué es lo que lo está provocando? Si quieres puede compartirlo conmigo en los comentarios aquí debajo.
Yo me siento muy pequeña frente a la gente. Que soy menos y con miedo al no estar a la altura.
Hola Jaione,
Entonces seguramente necesites explorar y comprender el concepto que tienes de ti misma, lo que has aprendido a creer de ti y lo que hace que te sientas inferior a los demás. Ahí está la clave y cambiar eso será lo que cambie lo que te ocurre con la gente.
Un abrazo,
Vanessa
Bueno eso es lo que siento cuando peleó con mi pareja pero el me hace ver mis errores y de ahí yo me doy cuenta en qué estoy fallando, por ejm q soy insegura, desconfiada, celosa. Él es mayor q yo 22 años. Me apego mucho a él. Pero cada vez q me habla veo q sí tengo que ser yo misma sin inseguridad, estoy tratando de hacer las cosas diferentes para sentirme bien y no afecten las cosas.
Hola Claudia,
Cuando estar con alguien nos genera inseguridad puede haber una parte que tiene que ver con nosotras y otra parte que tiene que ver con lo que hace el otro. Mi sensación al leerte es que necesitas diferenciar qué parte es tuya, para trabajarla y sentirte segura de ti misma, y poder desde ahí ver más claro cómo te hace sentir tu pareja.
Un abrazo,
Vanessa
¡Me ha encantado, Vanessa!
Estoy completamente de acuerdo contigo. Observar nuestras emociones sin castigarnos nos muestra el gran abanico de nuestra historia como persona, única y con el poder de responsabilizarse para vivir en mayor plenitud. Y, desde ahí, relacionarse mejor con la vida y los demás.
¡Gracias!
Hola Marahia,
Qué maravilla lo que dices, eso es, sin castigarnos y para vivir con mayor plenitud y relacionarnos mejor con la vida y con los demás. Mil gracias a ti por compartirlo.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa, hace tiempo que no nos hablamos pero SIEMPRE estoy aquí 🙂
Este post ha dado en el clavo (de cómo me estoy sintiendo últimamente y las cosas de las que me estoy dando cuenta sobre mí).
Un abrazo enorme!
Hola Miriam, ¡¡preciosa!! Qué bien saber de ti. Me alegro mucho de que te haya servido. Escríbeme cuando quieras y me cuentas :-).
Un abrazo enorme,
Vanessa