¿Sabes adaptarte a cada situación y ser la persona que quieres ser en cada momento?
¿O crees que cuando uno tiene una forma de ser tiene que ser así siempre y en todas las circunstancias?
Creo que una de las claves para sentirnos bien con nosotros mismos y en nuestras relaciones es saber adaptarnos a las nuevas reglas cuando cambia el juego.
Porque no se juega igual al mus, que al tute o a la brisca :-).
Y porque en nuestro día a día continuamente estamos cambiando de juego: de la pareja, al trabajo, del trabajo a un amigo, de un amigo a la familia, de la familia a alguien que acabamos de conocer…
Por ejemplo, puede que te consideres una persona responsable. Pero ¿eso significa que tienes que serlo siempre y en cualquier entorno? Pues no, habrá momentos en los que toque no ser tan responsable.
O puede que quieras ser una persona de las que siempre va con la verdad por delante. Estupendo. Pero, ¿eso significa que nunca puedas decir una mentira? Pues no. Puedes elegir, en determinadas circunstancias o con determinadas personas, decir una mentira. Y no pasa nada.
O puede que tengas claros qué límites quieres ponerles a los demás y hasta dónde quieres permitir algo. Pero, ¿eso significa que nunca podrás hacer una excepción y permitir algo que está fuera de lo que considerabas “normal”? Nuevamente, no.
Maldita rigidez, bendita flexibilidad
Lo cierto es que a veces somos demasiado rígidos e inflexibles con nosotros mismos.
Es como que, si yo soy así, tengo que ser así siempre.
Que si tengo estos valores, tengo que ser fiel a ellos siempre.
Que si creo que en esta situación lo correcto es responder así, tengo que hacerlo así siempre y con todo el mundo.
Y no. La vida no está hecha de tanta rigidez y tantas normas inquebrantables.
Esas nos las ponemos nosotros.
En realidad la vida está hecha para que seamos flexibles, para que sepamos adaptarnos y para que aprendamos a hacer excepciones.
Y esto tiene mucho que ver con saber que, si el juego cambia, también cambian las reglas. Y que puedes jugar tus cartas adaptándote a esas nuevas reglas, y no por ello vas a dejar de ser tú mismo.
Por ejemplo, cambiando el “es que yo siempre digo la verdad” por “en este entorno elijo decir una mentira y no pasa nada, porque lo estoy eligiendo yo”.
O sabiendo que el hecho de que un día con alguien decidas que no quieres mantener las formas ni ser educado, no significa que la educación ya no sea un valor para ti. Simplemente que ahí, en ese juego, las reglas han cambiado.
O que aunque seas una persona muy disciplinada y sacrificada no pasa nada porque una temporada dejes de serlo y te des más permiso para disfrutar más y exigirte menos. Que eso no significa que no vayas a alcanzar tus metas o que te vayas a convertir en una persona pasiva.
O que, si no eres una persona que se enfade, no puedes enfadarte nunca…
O que hay que ser muy legal en cualquier situación y hacer siempre lo correcto…
O lo que sea…
¿Eliges tú o eligen por ti?
Eso, saber adaptarnos a esas nuevas reglas cuando cambia el juego, y darnos permiso para jugar nuestras cartas en base a ellas, es tener flexibilidad y amor a uno mismo.
En cambio, querer hacerlo todo siempre igual, nos limita y nos encorseta.
Recuerdo a una Coachee que, en una situación de pareja complicada, se exigía a sí misma comportarse “de libro”, como se suponía que había que comportarse con alguien así. Y hacer lo que se suponía que era lo correcto, ser fiel a sus valores y responder como la teoría dice que hay que responder.
Y no, nuevamente no. En la vida no hay sentidos absolutos, ni normas o reglas que funcionen siempre.
En cada momento hay que saber elegir qué es lo que queremos, lo que toca y lo que nos conviene, guiándonos por cómo eso nos hace sentir, que para eso tenemos una guía mágica que son nuestras emociones ;-).
Y lo mismo que puede haber alguien a quien decidas consentirle lo que hasta entonces nunca habrías imaginado consentir, también puede pasar lo contrario.
Por ejemplo, me acuerdo de otra clienta que quería ser honesta, auténtica y buena persona siempre. Lo que yo llamo, relacionarse desde el Ser. Se exigía ser así incluso con una persona que la había engañado y tratado muy mal. Como si el hecho de ponerse a su altura fuera una traición a sí misma o la convirtiera en una mala pécora.
Y no. No pasa nada por cambiar las reglas cuando cambia el juego, siempre y cuando sepas que lo estás eligiendo tú.
Eso, elegir y hacernos responsables de nuestras elecciones, es lo que fortalece nuestra autoestima.
El problema es cuando nos empeñamos en jugar siempre con las mismas reglas, sea cual sea el juego, el momento o la situación.
O cuando nos adaptamos a reglas que ni siquiera son nuestras, porque son las que otros nos dijeron que tenían que ser y que teníamos que cumplir. Como todos esos “siempre hay que xxx”, “en la vida no se puede xxx” o “tienes que xxx” que muchos tenemos tan integrados que ni nos atrevemos a sacar un pie fuera de ellos… En ese caso, que lo sepas, estás viviendo tu vida con la identidad que otros te dieron…
O cuando juzgamos a los demás por no estar siguiendo las reglas de ese juego, sin pararnos a pensar que muchas veces nosotros también nos saltamos las reglas, aunque sea en otro juego diferente… Véase el que juzga a alguien por, por ejemplo, pagar algo en negro, y después se salta las normas de circulación. ¿Quién dijo “esto sí” y “esto no”? Cada uno, cada uno elige sus reglas según el juego. Y lo que cuenta es que las tuyas las elijas tú y asumas las consecuencias de ello.
Recuerda que…
Que en la vida cada juego tiene unas reglas. Que no se juega igual en la familia, que en la amistad, que en la pareja…
Que si el juego cambia y tú sabes adaptarte a esas nuevas reglas y elegir con qué cartas quieres jugar ahora, eso no significa que estés dejando de ser tú. Al revés, eres más tú que nunca.
Que tú decides tus reglas en cada entorno. Tú eliges donde marcas unos límites y donde otros, donde das hasta aquí y donde das hasta allí.
Y que si vives tu vida siguiendo las reglas que otros te han dado no estás siendo protagonista de ella, sino un mero espectador.
Así que dime, ¿en qué te das cuenta que no estás sabiendo cambiar las reglas cuando cambia el juego? Me gustaría mucho que me lo contaras en los comentarios aquí debajo, prometo responderte.
Por cierto, este post está inspirado por uno de mis maestros, Francisco Yuste, que siempre nos invita a jugar diferentes cartas según el juego.
Muchas gracias Vanessa por este post. Que importante es ser flexible y sobre todo con uno mismo para poderse adaptar a cada entorno.
Un abrazo
Eso mismo, Angel. Podemos ser la misma persona aun teniendo comportamientos diferentes en cada entorno.
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola Vanesa: en mi caso siempre he sido fiel a mis valores y siento que he sido rígida conmigo misma. Siempre me he portado bien en todo y siendo que así no disfrutó mi vida. Si quiero hacer algo que está fuera de las reglas me bloqueo y no lo puedo hacer. Gracias por tus post, los disfruto mucho. Besos
Gracias a ti, Mónica. Precisamente de eso se trata, de darnos permiso para no tener que ser siempre de una forma. De saber que en cada entorno, en cada situación o con cada persona podemos cambiar nuestro comportamiento y que no por ello nos estamos traicionando a nosotros mismos. Porque te aseguro que reprimirnos y obligarnos a ser de una manera al final causa el efecto contrario y termina siendo muy perjudicial para la salud…
Espero que esta nueva forma de verlo te sirva a partir de ahora para disfrutar más de tu vida ;-).
Besos y sonrisas,
Vanessa
Me sorprende este post del juego de la vida. Por un lado, están los valores y lo difícil que supone seguirlos en la vida, ser coherente con ellos. Por otro lado, está la libertad de escoger si seguirlos o no en cada momento, según las circunstancias. Eso es ser hábil social, pero no más fuerte que las circunstancias. Me parece un contrasentido. ¿Me puedes ayudar a aclararlo? Aprovecho para felicitarte por tus posts.
Muchas gracias, Gloria. Era consciente al escribir este post de que podía causar precisamente la confusión que comentas. Desde mi punto de vista podemos ser fieles a nuestros valores y a la vez saber ser flexibles y saber que podemos priorizar unos frente a otros en determinados momentos, que no siempre tenemos que ser tan rígidos, buenistas y correctos, y que cada entorno y cada situación pueden requerir que seamos de una forma diferente. Lo importante es elegir desde la responsabilidad de saber que estamos eligiendo eso conscientemente.
De todas formas en nuestra escala de valores cada uno tiene un orden concreto, y ese orden también cambia según las experiencias que vamos viviendo… Así que en realidad todo es flexible y todo puede variar. Por ejemplo, tal vez cuidar a los demás sea un valor para mí, pero también lo es el amor a mí misma y en un entorno puedo elegir conscientemente priorizar uno frente a otro, cuando tal vez en otro entorno lo haría justo al revés.
Espero haberte aclarado tu duda.
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Vanesa, me parece ambiguo. No lo acabo de pillar. Para mi los valores son fundamentales y ser coherente con ellos, a veces, muy difícil. Hay gente que ha dado su vida por eso.
Sí, por un lado está el ser conscientes de nuestros valores para ser coherente con ellos. Y, por el otro y sin que sea contradictorio, el saber jugar diferentes cartas según el juego. Por ejemplo, tal vez la comunicación y la honestidad sean valores fundamentales en mis relaciones. Pero eso no quita para que en una relación, por ejemplo familiar, elija no comunicarme como lo hago con otras personas, porque decida que ya no me compensa, porque no me sienta aceptada o por lo que sea. Eso no significa que esté siendo incoherente con mis valores, siempre y cuando lo haga desde la consciencia y la libertad de elección.
De todas formas cada persona y cada situación es un mundo… Lo importante es saber responder sin atarnos a ideas preconcebidas. Al menos así lo veo yo :-).
Un abrazo, Gloria.
Muy buen post, Vanesa. Realmente éste es un tema que a mi siempre me ha llevado de cabeza principalmente en el aspecto de tratar a los demás siempre de forma amable, con voz calma y mostrando una sonrisa incluso cuando la otra persona se está mostrando antipática, con malos modos (incluso comentarios desagradables), sólo porque creo que está teniendo un mal día, exterioriza lo mal que se siente consigo mismo y no voy a ser yo quien le amargue aún más. ….pero luego siento un bajón de energía enorme y haber podido romper mis propias reglas. …esto es a lo que te refieres en tu post también?? Gracias x aclarar. .Un atento saludo , como siempre gracias por compartir! 😉
Sí, Ana. A eso me refiero. Cómo nos sentimos ante algo es una señal inequívoca de si estamos en el camino o no… Cuando actuamos desde el Ser nos llenamos de energía y nos sentimos bien con nosotros mismos.
De eso se trata, de saber que no dejas de ser una persona amable y sonriente aunque en un determinado momento elijas no comportarte así. Porque cuando cambia el juego también cambian las reglas, y entonces toca cambiar las cartas con las que juegas. La clave, como siempre, es ser conciente de ello y de que eres tú quien está eligiendo tus cartas, y no dejas que otros las elijan por ti.
Un abrazo muy cariñoso,
Vanessa
Yo siempre pensé que enfadarse demasiado por lo que te hacen no era correcto, porque estabas exagerando. Hice esta evaluación sin tener en cuenta que en cada juego quien me trata mal puede tratarme mejor o peor, y no enfadarme nunca. No me daba cuenta de que no estaba teniendo en cuenta qué es lo que toleraba y lo que no en cada juego. Por tanto, les estaba dando más pie a tratarme mal, ya que yo no iba a quejarme. Y eso debido a mi rigidez mental, una compañera que hasta ahora me ha acompañado.
Muy bien esa reflexión, María. Entonces puede ser un buen momento para replantearte con quién quieres tolerar algo y con quién no y cómo quieres responder en cada situación.
Cierto, la rigidez mental no es buena compañera ni amiga del bienestar ni de la paz interior ;-).
Un abrazo grande,
Vanessa
Yo no sé llevar mi vida en cada caso de la vida. Por ponerte un ejemplo, estoy viviendo el divorcio de mi hijo con dos niños de 2 y casi 4 años y no sé cómo actuar. Soy de principios y si hago otra cosa me siento mal. ¿Me comprendes? Me gustaria saber cómo hacer y cómo actuar con mi hijo. Un saludo
Hola Emilia,
Muchas gracias por compartir. Que no hayas sabido hasta ahora no significa que no sepas, simplemente que no lo has hecho. ¿Y si probaras a preguntarle a tu hijo qué es lo que necesita? Yo no te lo puedo decir, pero seguro que él sí. Tal vez necesite apoyo, tal vez consejo, tal vez espacio para tomar sus propias decisiones… Lo que sea, él es quien mejor puede decírtelo para que sepas cómo actuar en esta situación.
Un abrazo,
Vanessa
Me encantó este post. Debido a que acostumbro a cumplir con los valores que me inculcaron de niña y no he sido flexible conmigo misma, siempre pensando en el que dirán, en si se molesta conmigo… Pero gracias a este post viviré mi vida porque es mía, no la de los demás… AGRADECIDA…
Hola Paola,
No pasa nada, perdónate por eso, empieza a ser flexible y a elegir tus valores… Ahora sabes mucho más de lo que sabías antes, por eso tienes la posibilidad de elegir. Sólo desde la conciencia podemos crecer, y eso es lo que te está pasando… Seguro que lo que has aprendido de cómo has vivido hasta ahora te sirve mucho a partir de aquí :-).
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Yo sin duda, creo que hay situaciones en las que decido probar formas de ser diferentes para conocerme más y hay otras en las que es mejor que sea de cierta forma por qué se que así me funciona para llegar a dónde quiero, pero eso no quita que lo perfeccione y cambien aspectos sutiles, muy buen artículo.
Hola Pablo,
Muchas gracias por compartir. Así es, conocernos para saber por qué nos comportamos de una determinada manera y ser conscientes para poder elegir en cada momento cómo queremos ser.
Un abrazo,
Vanessa