¿Sabes lo que NO funciona cuando sientes miedo?
No funciona quedarte bloqueada.
No funciona huir de eso que te da miedo.
Y no funciona atacar al otro.
Y, aun así, son las tres estrategias inconscientes que más utilizamos para gestionar el miedo ☹.
Para que lo entiendas mejor, quiero contarte algo que me pasó hace unas semanas y que fue lo que inspiró este post: estaba en una formación en grupo en la que nos invitan a confrontar al otro y a soltar esa máscara que solemos llevar puesta en la “vida real”.
Y un compañero me dijo cuatro cosas de esas que no solemos decirles a los demás, aunque las pensemos. Tipo “no me caes bien”, “no me gustas” o “no me apetece acercarme a ti”.
¿Sabes cuál fue mi primera reacción? Me quedé bloqueada, sin saber qué decirle ni qué hacer.
Al rato empecé a hacerme pequeña y a conectar con el miedo a “no ser suficiente para gustar”. Y me aislé, me metí en mi burbuja y me hice bicho bola.
Y, después de unas horas, empecé a sentir mucho enfado y rechazo hacia esta persona, a pensar que “menudo gilipollas” y a querer atacarle y hacerle el mismo daño que me había hecho él a mí.
¿Están mal todas estas reacciones? Pues no es que estén bien ni mal, pero no me sirvieron para gestionar lo que me estaba pasando, porque me desconectaban de mí y de lo que se me estaba moviendo con eso que me habían dicho.
Porque lo que necesitaba en esos momentos era escucharme, recoger mi dolor y entender qué me pasa a mí cuando alguien me rechaza y qué necesito en esos momentos (por ejemplo, haberle dicho cómo me estaba sintiendo), Y, cuando me bloqueo, huyo o ataco, no puedo hacer nada de eso.
Es decir, en vez de estar conmigo, me alejo de mí.
Pues esto mismo que me pasó a mí nos pasa mucho: que cuando sentimos miedo, al rechazo, a no estar haciéndolo bien o a lo que sea, nos bloqueamos, huimos o atacamos al otro, en vez de sentir ese miedo y escuchar lo que se nos está moviendo.
Cada uno solemos tener una estrategia más habitual, una que ha estado más presente en nuestra historia de vida (en mi caso siempre he sido más de huir, de irme a mi cueva), aunque también utilicemos las otras dos.
Y te pongo más ejemplos para que lo entiendas mejor:
Véase, una madre que tiene que recoger a su hijo de la guardería y el responsable le dice que no puede ir antes de las 7, que son las normas del centro y que no hay otra opción. Y la primera reacción de la mujer es decirle que “vaya rigidez la suya” y que “deberían ser más flexibles”. Es decir, ataca al otro en vez de escuchar lo que se le mueve a ella cuando alguien le pone un límite, cuando no puede hacer lo que quiere o cuando no se cumplen sus expectativas.
Otro ejemplo, éste de una coachee: resulta que escribe a una amiga a la que hace mucho que no ve y le propone quedar para tomar un café, pero siente que su amiga le da largas y que le pone excusas, como si no le apeteciera quedar con ella. Su primera reacción es sentirse poco valiosa, poco vista, y no responder nada. Hasta que empieza a pensar “peor para ella, ella se lo pierde”, y termina tan resentida que si su amiga le vuelve a escribir está convencida de no contestarle nada y de dejar el whatsapp en visto. Es decir, empieza huyendo y termina poniéndose a la defensiva.
¿El problema? Que todo esto la saca de lo que siente, la impide conectar con el dolor de que alguien pueda no estar interesado en quedar con ella para desde ahí gestionarlo, por ejemplo, preguntándole directamente “oye, ¿a ti te apetece quedar?” (ay, ¡qué bien nos vendría muchas veces ser capaces de comunicarnos con esa claridad!).
Otro ejemplo: una madre que le dice a su hija algo que a ésta le duele mucho. Y, la hija, en vez de decirle “mamá, me duele que me digas esto”, lo que hace es devolverle el ataque, como queriendo quedar por encima, y después de eso no volver a llamarla en varios días. Es decir, en vez de sentir el dolor y expresarlo, lo que hace es atacar y huir.
Y un ejemplo más, algo que me contó otra coachee hace unas semanas: resulta que está conociendo a un hombre y parece que él está interesado, pero tal vez no tanto como a ella le gustaría. Y entonces un día él le cancela una cita y no le dice nada de quedar en otro momento.
¿Qué le pasa a ella con esto? Pues en un primer momento no sabe cómo reaccionar y se bloquea. Después, al haberse sentido rechazada, se aparta y deja de escribirle, a pesar de que no para de darle vueltas al asunto y a todo lo que ella puede haber hecho para que él pierda el interés. Y, más tarde, lo que hace es empezar a enfadarse y a pensar que “vaya idiota” y que no quiere volver a saber más de él.
¿Estás mal estas reacciones? Pues lo que te decía antes, que no es que estén ni bien ni mal, pero no le son útiles para gestionar lo que le está pasando, porque la alejan de lo que en realidad está sintiendo y porque le impiden escuchar lo que le está doliendo para poder gestionarlo.
¿Te das cuenta?
Cualquiera de esas tres respuestas automáticas de las que te estoy hablando, bloquearte, huir o atacar, son mecanismos de supervivencia de los que echamos mano cuando nos faltan herramientas y cuando no somos capaces de conectar con lo que de verdad se nos está moviendo aquí y ahora y responder a ello.
Y lo adaptativo, la gestión emocional sana en cualquier situación de este tipo, sería escuchar lo que estás sintiendo, comprender con qué te está conectando (por ejemplo, con la sensación de no ser importante para el otro o con unas expectativas demasiado altas hacia los demás) y saber qué estás necesitando en ese momento y cómo dártelo desde el amor y la confianza en ti misma (si quieres que te ayude a conseguir esto puedes rellenar este formulario para tener una sesión de valoración conmigo).
Así que, dicho esto, si piensas en las situaciones en las que sientes miedo, ¿cómo sueles reaccionar? ¿Cuál de estas tres estrategias te das cuenta de que utilizas más? ¿Te bloqueas, huyes o atacas? Si quieres, puedes compartirlo conmigo en los comentarios aquí debajo.
Interesante post para reflexionar, y mucho, porque cuántas veces me he sentido mal por mi reacción a un gesto, una respuesta, una opinión que me sentó mal… Y luego me doy cuenta de que si no hubiera reaccionado en modo automático en plan ataque o bloqueo… después no sólo me habría sentido mejor, sin enfado, sin enfurruñarme, o estropearme el humor toda la tarde…todo por orgullo, o llamémosle la costumbre de activar la reacción automática en vez de parar, respirar hondo, dejarnos sentir y expresarlo en el momento, ¡y aclarar todo! En vez de respuestas “cordiales y falsas”, que no nos ayudan ni a nosotros ni a nadie. Así que gracias por éste post, necesitaba que alguien me recordara la necesidad de volver a sentir y dejar fluir. Mil abrazos Vanessa!
Ana, guapísima, qué bonito leerte. Claro, no pasa nada, a veces nos salimos del camino, pero es maravilloso tomar consciencia de ello y retomarlo. Está bien así, así ha de ser. Me alegro de que el post te sirviera :-).
Un abrazo enorme y muchos besos,
Vanessa
Me encantó este post. Reconozco que desde niña me bloqueo y luego huyo ante un rechazo. Ataco en mi mente, imagino todo lo que diría o haría, pero rara vez lo hago.
Pero estoy aprendiendo a escucharme y a decir lo que siento.
Gracias Vanessa
Hola Sonja,
Seguramente esa niña no tuvo otra opción que hacerlo así, porque nadie le enseñó o le dio las herramientas para poder hacerlo de otra forma. No pasa nada, abrázala y dile que estás con ella, que puede estar tranquila y decir lo que siente, que tú la cuidas y la proteges…
Un abrazo grande,
Vanessa
Muchas gracias por este blog. Me ha ayudado mucho a identificar formas de pensar que me hacían más mal que bien. En este caso, no me siento identificada con el post, si esto me pasaba fue hace muchos años. Es algo que tengo bastante corregido.
La duda que tengo es ¿qué ocurre cuando le pasa a una persona a la que quieres? ¿Cómo le puedes ayudar?
Me ha pasado recientemente que conocí a un chico y nos llevamos muy bien y la relación estaba avanzando. Sé por conversaciones que tuvimos que su última relación fue bastante tóxica. Y cuando dimos un paso más, el desapareció, tras 5 días, respondió a mi último mensaje. Pero fue más bien una despedida. Me dijo que yo no había hecho nada malo, que al contrario. Pero que él no quería dar ese paso y que me iba a hacer daño.
Creo que es el miedo el que le frena. Y le contesté que no pasaba nada, que podíamos ser solo amigos o hablar de como arreglarlo sin necesidad de acabar con cualquier tipo de relación. Pero no he recibido ninguna respuesta.
Sé que cada persona necesita su tiempo. Sólo me siento mal porque creo que se está autosaboteando de alguna manera y que no es justo para ninguno.
Hola Carla,
Te preguntaría que para qué necesitas que esa persona sea consciente de lo que le pasa y de cómo se sabotea. ¿Para qué? Siento que su respuesta te ha conectado con algo, que ha despertado alguna herida tuya tal vez, de rechazo o de lo que sea. Pero lo suyo es suyo, y no tiene nada que ver contigo. Solo lo haces tuyo cuando te enganchas en que se de cuenta de algo.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa,
Si, me conecta conmigo hace muchos años. Cuando no me quería bien, cuando creía que no merecía lo que me pasaba, cuando sentía que mi existencia no tenía sentido. Cuando todo eso se quedaba guardado en mi porque no era capaz de expresarlo o analizarlo. Vivía con un caos emocional que me hacía extremadamente sensible a todo y los demás no eran capaces de entenderlo. Supongo que el problema es que un día me prometí que si encontraba a alguien que se sintiese como yo aquella vez, lo ayudaría. Y ahora la única forma de ayudar que tengo es no hacer nada.
Un abrazo.
Hola Carla,
Sí, a veces tenemos que irnos de un extremo al otro para poder encontrar un punto de equilibrio. Y está bien que primero te ayudes a ti misma, expresando y mostrando cómo te sientes, para desde ahí poder ayudar a los demás cuando te lo pidan, sin tener la necesidad de salvarles.
Un abrazo,
Vanessa