¿Eres de esas personas que tienen miedo a darse prioridad?
¿Piensas antes en lo que quieren los demás que en lo que quieres tú?
¿Crees que ponerte en primer lugar sería ser egoísta?
El otro día, en un taller de positivismo varias personas compartieron que a ellas sí les pasaba esto. Que siempre estaban pensando en los demás, preocupándose de que los demás estuvieran bien y callándose, si ellas estaban mal, para no molestar a nadie.
Que, en ese empeño por cumplir con los compromisos y las obligaciones que tenían con sus hijos, su pareja y su familia, se habían olvidado de sí mismas.
Que si no lo hacían, que si no se sacrificaban por los demás, se sentían culpables.
Y que si alguna vez no podían hacer algo por alguien se sentían fatal y daban mil explicaciones para que el otro no se molestara.
¿Cómo crees que se sentían las personas que compartieron esto en el taller? Pues mal, muy mal consigo mismas.
Y es normal, porque cuando tú eres la última en tu lista de prioridades es muy difícil que te sientas bien.
Cuando vives con esa sensación de que no estás haciendo nada de lo que quieres hacer, de que ni lees, ni haces ejercicio, ni tienes tiempo para ver a una amiga, ni para dar un paseo o simplemente tumbarte sin hacer nada, porque todo tu tiempo es para los demás, es imposible que te sientas bien.
Si te das cuenta de que todos tus huecos los rellenas con las necesidades de los demás y las tuyas nunca cuentan, es muy difícil que te sientas bien.
Y me da igual que lo hagas por miedo a perder a alguien, por miedo a que te dejen de querer o por miedo a que alguien crea que si piensas primero en ti no eres un buen amigo.
Sea por lo que sea, así nunca vas a sentirte bien.
Este es el motivo por el que no te atreves a darte prioridad
¿Y si te digo que tú deberías ser la primera (o el primero) en tu lista de prioridades?
Tal vez estés pensando que eso sería ser egoísta.
Pero no. Es lo mismo que en los aviones, que te explican que si hay algún problema te coloques tu máscara de oxígeno antes de querer ayudar a nadie más. ¿Eso es ser egoísta? No, eso es ser inteligente. Porque si cada uno se salva a sí mismo viviremos todos.
Pues en la vida pasa lo mismo. Si vives una vida pasiva en la que piensas mucho en los demás, en vez de una vida de la que eres plenamente protagonista, la que más pierde eres tú.
Y no, por ser la primera en tu lista de prioridades no estás siendo egoísta.
Reconozco que yo antes también pensaba eso, fruto de esa educación tan castrante que te dice que tienes que pensar antes en los demás que en ti. Pero ya no.
Lo que antes para mí era ser egoísta, ahora es quererme y valorarme.
Y ese cambio de pensamiento también lo han tenido muchas de las personas con las que he trabajado.
Recuerdo a una Coachee con la que trabajé por skype que después de separarse había dejado de pensar en ella misma porque creía que lo primero tenían que ser sus hijas. Hasta que entendió que priorizarse, cuidarse y mimarse no significaba que quisiera menos a sus hijas.
Y también me acuerdo de otra que me decía “ayer egoístamente preferí no decirle nada a mi pareja”. Y yo le preguntaba que qué quería decir con eso de “egoístamente”. Hasta que comprendió que no era egoísta por elegir pensar en ella y no decirle nada a su pareja. “Es verdad, simplemente estoy pensando en mí, que es lo que tengo que hacer”.
No, para mi pensar primero en ti no es ser egoísta. Para mí pensar en ti es quererte.
Y esto tiene mucho que ver con la autoestima.
En cambio, el egoísmo es otra cosa.
Para mí ser egoísta es hacer daño a otros con conciencia y sabiendo que podrías evitarlo.
Ser egoísta es pensar sólo en mí y siempre en mí, sin tener en cuenta cómo te puedas sentir tú.
Pero pensar en mí, si con ello no estoy haciendo daño a los demás, no es ser egoísta.
O, si lo es, me parece genial serlo. Y estoy encantada de serlo :-).
Estoy encantada de ser egoísta y de pensar en mí con mi vida, con mis decisiones, con lo que me apetece hacer y con lo que no. Independientemente de lo que se supone que debería ser o de lo que piense la gente.
Encantada de reconocer que soy la persona más importante de mi vida. Que pensar así no hincha mi ego. Que simplemente me hace sentir digna, valiosa y merecedora.
Que eso no significa que no sea humilde, porque puedo pensar en mí y ser humilde a la vez. No está reñido.
Lo mismo que puedo cuidar de mí sin descuidar y sin olvidarme de los que me rodean. Eso tampoco está reñido.
Así que sí, ahora me doy permiso para ser egoísta y para pensar en mí. Y estoy muy orgullosa de ello.
Doce razones por las que deberías ser más egoísta
Y sigo hablando del egoísmo bueno, del que implica pensar primero en ti sin hacer daño a los demás, que es el que defiende este post.
¿Quieres saber por qué es tan positivo ser egoísta en ese sentido?
1.Por amor propio. Porque lo que quieres lo cuidas y si te estás dando prioridad es como decirte que te quieres.
2.Porque no vale pedirles a los demás que te cuiden y te valoren. Ese debería ser tu trabajo, tu responsabilidad y tu cometido.
3.Porque, cada vez que le dices que sí a algo que no quieres. te estás diciendo que no a ti.
4.Porque si te das prioridad sentirás que eres alguien importante (ojo, ni más ni menos que nadie, simplemente alguien importante).
5.Porque ser buena persona no implica satisfacer siempre a los demás ni cumplir con todas sus expectativas, como nos han contado siempre. Puedes ser igual de buena persona si te satisfaces tú y no vas por ahí haciendo daño consciente a nadie.
6.Porque si no sabes darte amor tú no podrás dárselo a nadie… Porque si no te quieres tú no puedes tener una relación de amor sana con otros… Porque si no sabes hacerte feliz tú no podrás ser feliz al lado de nadie…
7.Porque, cuando te pones en primer lugar y te cuidas, después tienes más energía para cuidar de los demás.
8.Porque el tiempo pasa y la vida se esfuma. Y todo lo que ahora no te estás dedicando a ti no volverá nunca. Lo perdiste.
9.Porque pensar en uno mismo no está reñido con querer a alguien con todo tu corazón. Yo pienso en mí cada día, pero no por ello hago daño a mi madre, a mi pareja o a mis amigos. De hecho, les quiero con todo mi corazón, y con la alegría de saber que a mí también me quiero.
10.Porque tienes todo el derecho del mundo a ser todo lo egoísta que te dé la gana. Y los demás que digan lo que quieran.
11.Porque el mismo derecho que tienes tú lo tienen las personas que te rodean. Así que deja de exigir que sean como tú quieres que sean, deja de pedir que piensen en ti y deja de esperar que se comporten como tú lo harías. Ellos también pueden ser egoístas.
12.Y, sobre todo, porque te lo mereces. Y punto. Sin saber nada de ti y sin conocerte, estoy segura de que te lo mereces ;-).
Tres ideas para empezar a darte prioridad
Hay mil maneras de empezar a darte prioridad y a ponerte en primer lugar. Aquí te propongo tres muy sencillas y fáciles de poner en marcha.
-Reserva un mini momento para ti cada día. Aunque sólo sea un minuto. Lo importante es que lo vivas con la conciencia de que en ese tiempo lo más importante del mundo eres tú.
Puede ser un rato para arreglarte un poco más que otros días, para comer y degustar algo que te encanta, para asomarte por la ventana y quedarte mirando al horizonte… Cualquier cosa que te guste, te divierta y te haga sentir bien.
Y cuida ese instante como si fuera el más importante del día. Vívelo como algo innegociable y no te falles por nada del mundo. Respétalo como si hubieras quedado con la persona más importante de tu vida (porque, de hecho, has quedado con la persona más importante de tu vida ;-).
-Di que no a alguien o a algo una vez por semana. Esos compromisos que no nos apetecen, esa cita que el otro día sí pero hoy ya no, ese marrón de tu jefe que hará que llegues tarde a esa clase de pintura que tanto te gusta… Una vez por semana, date prioridad y di que no a algo.
-Hazte un regalo especial una vez al mes. Esto ya puede ser algo un poco más planificado, como salir de compras, irte a un spa, organizar una cena de amigos o preparar un viaje que te haga mucha ilusión. De nuevo, lo importante es que sepas que lo haces sólo para ti.
Y no, aprender a ser egoísta y a pensar en ti no te aleja del buen camino… De hecho, te acerca a ese egoísmo altruista que consiste en aportar a otros simplemente porque te hace sentir bien… Sí, sin duda, amarte tú es el camino para poder amar a los demás.
¿Y para ti? ¿Para ti qué es ser egoísta en el buen sentido? ¿Y en el mal sentido? Me encantará que lo compartas conmigo en los comentarios aquí debajo.
Gracias Vanessa. A mi personalmente me cuesta mucho encontrar el limite entre el egoísmo sano y el tóxico. Hay veces que cuando quiero tomar una decision pienso… “¿Tengo derecho a hacer esto o estoy siendo demasiado egoista?” Y en ese momento es cuando me cuesta encontrar algo que me ayude a ver la diferencia. Porque a veces lo que uno quiere le hace daño a otras personas, y es cierto que hay veces que hay que mirar por uno mismo, pero otras pienso que tal vez podria haber hecho algo por evitarlo y no lo hice.
Un abrazo.
Hola Irene,
Claro, no todo es blanco o negro… Hay momentos en los que podemos elegir hacer algo por alguien, porque sabemos que eso nos hará sentir bien o que esa persona se lo merece. Y está bien que sea así. No se trata de pensar siempre en uno mismo, sino de saber elegir con conciencia y en cada momento qué es lo que quieres hacer. Por ti, desde ti y para ti, siendo ecológico también con los demás.
Sigue así, yo creo que vas muy bien.
Un abrazo,
Vanessa
Un gran post Vanessa! Realmente me ha venido muy bien leerte hoy, en estos días de tantas dudas y “terremotos” interiores… Me han encantado particularmente tus tres pequeñas ideas para empezar a darnos prioridad… qué pasitos tan sencillos y motivadores!! Muchas gracias como siempre, por compartir toda la sabiduría que llevas dentro… Te mando un abrazo enorme! 🙂
Muchas gracias, Ana. Me ha hecho mucha ilusión leerte. Sé que en esas dudas y terremotos sigues creciendo y acercándote a ti misma…
Y, ¿por cuál de esas pequeñas ideas vas a empezar? ¿Qué primer pasito vas a dar? ¿Cuándo? ¿Cómo? Ya sabes, cuanto más concreto, mejor ;-). Me encantará que me lo cuentes.
Un abrazo enorme y cariñoso,
Vanessa
Muchas Gracias de nuevo, Vanessa! Por tus escritos, tus posts!… Comparto, sin duda, el “como reto”, por difícil, de practicar cuanto más el lado saludable del egoísmo que nos cuentas en estas líneas, así! Saludos! Abrz Grande!
Muchas gracias a ti, Mª Angeles, por tu cariño y fidelidad. Te animo a que practiques el reto con uno de los pequeños pasos que nombro al final.
Besos y sonrisas,
Vanessa
Muchas gracias Vanessa una vez más por tus escritos, que me ayudan mucho. La verdad que es bueno tener ese egoísmo sano y pensar en ti. Yo lo he ido aprendiendo con el tiempo, el ir aprendiendo a ser tú misma y estar bien en todos los sentidos.
Gracias Vanessa por todo tu aprendizaje.
Muchas gracias, Carmen. Me alegro de que te sirvan y de que estés aprendiendo a ser tú misma y a pensar en ti.
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Gracias por el post Vanessa, me ha ayudado a reflexionar sobre mis relaciones y decisiones.
Un abrazo!!!
Muchas gracias a ti también, Maria Fernanda, por tu comentario. Sigue disfrutando de esas reflexiones.
Besos y sonrisas,
Vanessa
Hola Vanessa, en mí es tan real eso que dices de “educación castrante”..
Mientras leía tu post, estaba tan sorprendida (casi como quien lee algo prohíbido, jajaja)… Luego de terminar, no pude evitar reír y reír… ¡¡Claro!! ¡Era felicidad pura!
Y es que no puedo pedir a otros que hagan lo que yo debo hacer, preocuparme por mí, quererme y consentirme… ¡Eso es mío! Y por supuesto de ahí salía mi sentimiento de frustración cuando no lo hacían… ¡Pero si están en su derecho! Ellos tienen esa misma responsabilidad con ellos mismos.
Estoy muy feliz de poder leerte, de que me invada esta tranquilidad (de conciencia, jaja) y de esta alegría, de merecer…
Un abrazo fraterno,
SandraL.
Sandra,
Qué maravillosa tu reflexión… ¡Felicidades! Me alegro mucho de que hayas llegado a esa conclusión de que no puedes pedir a otros que se preocupen por ti, te quieran y te consientan, de que eso es tuyo… Sigue por ahí, cultivando esa tranquilidad, esa alegría y esa sensación de merecer.
Un fuerte y cariñoso abrazo,
Vanessa