Te voy a contar algo impactante.
(Casi) todas las mujeres que han trabajado su autoestima conmigo tenían un sentimiento de vergüenza muy fuerte, pero ninguna era consciente de ello.
Sí. Al acabar nuestro proceso para que aprendieran a quererse, la mayoría me han dicho: “nunca había pensado que yo sintiera vergüenza. De la culpa sí me había dado cuenta, pero de la vergüenza no, y ahora la veo tan clara…”.
¿Por qué les pasaba eso? Pues porque esta vergüenza tóxica de la que te hablo es un sentimiento muy profundo que no siempre es fácil identificar ni poner en palabras…
“Es como una sensación de que no soy lo que hay que ser”, me decía una de estas coachees.
“Como si yo valiera menos, como que hay algo defectuoso en mí… Y es tan evidente que todos se dan cuenta”.
“Siempre he sentido que todos lo veían y que todos lo sabían. Como si estuviera desnuda ante los demás y todos pudieran ver mis defectos e inseguridades”.
¡Exacto! Esa es la vergüenza de la que te hablo: un sentimiento de vergüenza de mí misma y de avergonzarme de quién soy, que después proyecto en los demás.
¿A qué me refiero con que “lo proyecto en los demás”? A que cuando pienso que tú estás pensando que soy tonta y siento vergüenza por ello, en realidad la que está pensando eso de mí soy yo (aunque yo me cuente que quien lo piensa eres tú).
¿Lo ves?
Por ejemplo, un caso real: te acercas a hablar con alguien y sientes que esa persona te rechaza, que no quiere hablar contigo. Y, entonces, empiezas a notar ese ardor en la cara, que se extiende por todo el cuerpo… Como un sentimiento de vergüenza y de que esa persona se ha dado cuenta de que eres defectuosa, que te deja completamente bloqueada.
¿Qué ha pasado? Que la reacción de esa persona (o lo que tú has interpretado en su reacción) te ha conectado con tu propio sentimiento de rechazo a ti misma, con tu vergüenza de ser quien eres, con tu juicio de ser defectuosa….
Por eso no es tan fácil de identificar y pocas personas, a no ser que hagan un trabajo de autoconocimiento y autoestima, son conscientes de que sienten esa vergüenza.
De lo que puedes estar segura es de que, donde hay vergüenza de ser, no puede haber aceptación incondicional, ni amor propio, ni paz interior.
Dicho con otras palabras: si sientes vergüenza de ti, es IMPOSIBLE que llegues a estar a gusto contigo misma.
Y, algo muy importante: a veces esta vergüenza se puede confundir con la culpa, pero son diferentes. La culpa está más relacionada con lo que has hecho, con un fallo o un error concreto, y la vergüenza con lo que eres, como si nada en ti estuviera bien.
Por eso la vergüenza es mucho más dolorosa. Porque la culpa se puede subsanar con castigo, pero la vergüenza no se puede subsanar, porque no puedes cambiar quién eres :-(.
Cuando una noche tomas alguna copa de más
Conozco bien la vergüenza de la que te hablo, ha estado conmigo desde niña.
Como te decía, es algo muy sutil, casi imperceptible. Por eso me costó años de terapia darme cuenta de que eso que sentía todo el rato era vergüenza.
Antes pensaba que la vergüenza es eso que sientes cuando alguien te pilla en una mentira, cuando alguien te hace ver que te has equivocado o cuando, en el colegio, se te ven las bragas delante de otros niños…
Y sí, la vergüenza también es eso… Ese malestar… Esa incomodidad… Ese ponerte colorada ante alguien es el sentimiento de vergüenza que conocen la mayoría de las personas.
Pero la vergüenza de la que yo te hablo es otra cosa. Es algo que está tan anclado a tu piel que no necesitas que pase nada para sentirla…
Yo sola, conmigo misma, siempre he sentido esa vergüenza. Porque no hacía falta que nadie me pillara haciendo algo mal o que me juzgara por algo. Para eso ya me valía yo solita.
Por ejemplo, era suficiente con que recordara un momento en el que había hablado delante de otras personas… Sin necesidad de que hubiera pasado nada vergonzoso o de que alguien me hubiera hecho algún comentario incómodo, y tan solo por pensar en la escena, comenzaba a sentir esa vergüenza.
O, como me contaba una coachee hace unos días: “El otro día me acordé de que le había enviado un whatsapp a un amigo preguntándole el nombre de una web. Ya me lo ha dicho varias veces, pero siempre se me olvida… Y se lo volví a preguntar…
Pues estando en casa me acordé de que no me había contestado, y sentí esa vergüenza… Empecé a pensar que si habría pensado que vaya desastre que soy, e intenté seguir con lo que estaba haciendo, pero se me quedó como una tristeza de fondo, como un malestar horrible… Y después me di cuenta de que era esa vergüenza de ser yo, que ahora veo con tanta frecuencia y que antes no sabía identificar”.
O, también algo muy habitual, cuando has tomado alguna copa de más y has perdido el control de lo que decías y de lo que pasaba, puedes acabar sintiendo esa vergüenza.
Claro, uno de los antídotos para no sentir este sentimiento de vergüenza tóxica es el control… Pero el alcohol te hace perder el control y mostrarte de manera más natural… Por eso, muchas veces, al día siguiente, recordando la noche anterior, puede ser que conectes con ese sentimiento de vergüenza, como si los demás hubieran visto con más claridad eso que todo el rato te esfuerzas por esconder.
Tres señales muy claras de vergüenza tóxica
Si te sientes identificada con esta sensación de que no está bien ser como eres, seguramente hubo algún momento de tu vida en el que fueron otros quienes te avergonzaron.
Cuando de niñas nuestros cuidadores no han estado presentes, cuando no han cubierto nuestras necesidades afectivas y nos han abandonado, cuando nos han dejado solas sin una explicación, cuando nos prometían cosas que no cumplían, cuando dejaron que alguien abusara de nosotras… interiorizamos la sensación de no ser dignas de que otros estén, de no merecer ser queridas, de no ser suficiente…
Y es como si esa vergüenza que empezaste a sentir como consecuencia del comportamiento de otros, de lo que otros no supieron o no pudieron darte, ahora te la causaras tú misma, con esa juez interna que te avergüenza desde dentro de ti.
En mi caso, aprendí a acompañarme así desde muy pequeña, con una especie de autocompasión tóxica hacia mí misma en la que primero me flagelaba y me fustigaba y después me compadecía de mí… Esa fue la manera en la que me aliviaba a mí misma cuando de niña me sentía sola y avergonzada de ser yo, como algo muy íntimo mío que no me hacía sentir tan sola.
¿Y de adulta? ¿Cómo se manifiesta esa vergüenza de adulta? Pues, además de ejemplos como los que te he ido poniendo, te digo tres señales claras de que esa vergüenza tóxica te acompaña:
1.La sensación (insaciable) de que todo el rato estás esforzándote por demostrar algo: ser buena pareja, hacer esto muy bien, ser muy eficiente en el trabajo, ser buena amiga, buena hija, complacer, ayudar, ser amable, no fallar nunca…
Y eso porque, en esa lucha constante por esconder la vergüenza que sientes, intentas saciar con la aprobación externa la profunda sensación de ser defectuosa.
2.Mucha dificultad para gestionar y expresar el sentimiento de ira.
O has aprendido a reprimirla y a tragarte todo para dentro; o explotas sin control y la echas fuera como un dragón que arrasa con lo que encuentra a su paso; o la vuelves hacia ti.
“A veces estoy con gente y me siento fuera, aislada, como si no fuera capaz de conectar con los demás, como si hubiera algo en mí que no me deja hacerlo. Y siento mucha rabia hacia mi misma”, me decía una coachee hablándome de una situación en la que volvía la ira hacia ella misma (atención: si tú también quieres trabajar conmigo, rellena esto).
3.Mucha dificultad para sostener las críticas.
Claro, porque cuando alguien te dice que has hecho algo mal conectas con esa sensación profunda de que todo en ti está mal, y te avergüenzas de ser tú misma.
Que, por supuesto, ni siquiera es necesario que alguien te critique, porque para eso ya te vales tú sola. Por ejemplo, imagínate que le cuentas a alguien algo que tú misma juzgas como vergonzoso y por lo que crees que esa persona te va a considerar menos… Algo como que tu pareja te ha dejado por otra mujer, que no sabes andar en bici o que no tienes plan para las vacaciones… Y entonces, sin que el otro haya dicho nada, sientes esa vergüenza.
…
¿Te sientes identificada? Siempre te invito a comentar aquí debajo, pero en este post te quiero pedir que LO HAGAS. Porque estoy segura de que a otras personas que puedan leer esto les servirá mucho saber que no están solas y que alguien más también siente esa misma vergüenza de ser.
Sé que somos muchas ❤️.
Vanessa, como siempre, LO HAS CLAVADO! Me da la sensacion que estas hablando de mi! 🙂
Y si, en eso estamos…en trabajarnos para podernos ver SIN vergüenza y poder decir OLE YO!
En eso estamos. Con mucha compasión y mucha ternura en la mirada ;-).
Para todas las Miriams, un abrazo cariñoso,
Vanessa
Querida Vanessa,
soy alumna tuya en el curso de Límites. Comencé con ese curso porque fue el que se cruzó en mi vida, y bendito momento en que lo hice. Estoy invirtiendo más tiempo que el que indicas porque ha fallecido mi madre y transitar el duelo es prioritario.
No obstante, lo que he aprendido hasta la lección 7 ha cambiado la forma en que miro la vida, y cómo me relaciono con ella.
Lo que muestras en este artículo sobre la vergüenza es una luz clara y nítida a muchos desconsuelos vividos a oscuras.
Con tus explicaciones agrandas la visión y das profundidad a los sentimientos, facilitas que pueda explicarme lo que siento, y ahí puedo abrazarlo.
No puedo dejar de agradecerte todo lo que me has enseñado, y me enseñas, Vanessa.
Cuando finalice Límites, estaré entusiasta por hacer el curso de Amor y seguir creciendo y aprendiendo contigo.
Un abrazo lleno de gratitud y cariño.
Esther
Qué bonito, Esther. Cómo me alegro de lo que me dices… Feliz de que te esté sirviendo, Límites es un curso estupendo para alguien que necesita hacerse valer y saber defenderse de las personas tóxicas. Y, como ese ha sido mi camino, que bien lo sabes si estás haciendo el curso, por eso para mí fue muy especial crearlo.
“Muchos desconsuelos vividos a oscuras” es una manera preciosa de hablar de la vergüenza… Y me halaga que el post le haya dado luz a eso.
Estupendo que vayas al ritmo que necesites. Ya me seguirás contando. Si Límites te está gustando, con Amor vas a alucinar de lo bonito que es :-).
Un abrazo enorme,
Vanessa
Totalmente, a mi me pasa… y no era muy consciente. Gracias por poner luz 🩷
A ti, Elisa, por dejar este comentario 💕💕
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanesa, pues es exactamente tal cual y se sufre tanto… Y me ha encantado el momento de pasarse con una copa que parece el único momento en el que conecto conmigo y me dan igual los demás. Qué genial poderse sentir siempre esa libertad.
Hola Patricia,
Si sientes que el momento de pasarte con una copa es el único que conectas contigo y te dan igual los demás seguramente sea porque esa copa te lleva a soltar el control y dejarte fluir más y ser tú misma. En sí no es algo malo, tan solo te muestra que en otros momentos estás actuando más desde el miedo. Y está bien que lo veas para que puedas trabajar en ello :-). Encantada de acompañarte si quieres sentir siempre esa libertad.
Un abrazo,
Vanessa
El tiempo va pasando, y cada vez soy más consciente de que soy el tipo de persona que no ha recibido bastante amor como para querer realmente a los demás. Siempre he estado en situaciones donde me han tratado mal y no he tenido herramientas ni apoyos para quejarme. Pero quiero pensar que a pesar de todo, me queda el arte, a quien no tengo que demostrarle nada, ni si soy “buena”, o soy amable, o si tengo aptitudes para lo que sea. Y cada uno tiene sus circunstancias y no hay que avergonzarse de las mismas si no quieres hacerle daño sin motivo a nadie.
Hola Lidia,
Entiendo lo que dices de no haber recibido amor ni apoyos para quejarte… Hay un momento en el que ya solo puedes abrazar las heridas de lo que no has recibido y elegir darte ese amor a ti misma. Desde ahí vuelven a brotar las flores en la relación contigo misma, y eso también hace florecer tus relaciones con los demás. Para que puedas sentirte en cualquier aspecto de tu vida como cuentas que te sientes en el arte, sin tener que demostrar nada, y tan solo dejarte Ser.
Un abrazo,
Vanessa
Yo siempre he sentido vergüenza de quien soy, de mi físico, de mi letra, de mi voz… Incluso a veces (muchas) hablando con gente he dicho cosas que no pensaba por encajar o hacerme ver y luego me he sentido avergonzada… Pero creo que eso ya lo estoy superando, pues llevo mucho de terapia encima (y estoy con tu curso “Amor”), y me está ayudando mucho a ser quién soy sin avergonzarme. Ahora mismo la verdad es que no me importa lo que piensen de mí, pues soy consciente de que no voy a gustar a todos, y tampoco lo necesito. Para esto recomiendo mucho también un libro que tú ya has recomendado y que a mí me está encantando porque me siento muy identificada, y es “Indomable”. Al final, somos quienes somos y lo único que de verdad nos debe importar es gustarnos a nosotras mismas.
Qué comentario tan bonito, María. Me ha gustado mucho leerte y sentirte tan conectada contigo y en ese proceso de aprender a quererte. Me gusta mucho que estés haciendo Amor, es un cursazo para trabajar lo que comentas y aprender a estar bien contigo misma. Ya sabes que puedes repetirlo si lo necesitas.
Un abrazo grande,
Vanessa