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Cuando te crees que eres la única a la que le pasa eso

La única a la que le pasa eso - mujer emocionada

¿Cuántas de las cosas que te pasan, crees que solo te pasan a ti?

Cuando no te sientes bien con algo, cuando reaccionas de una manera que no te gusta, cuando tienes pensamientos que consideras “anormales”… ¿Cuántas veces piensas “esto solo me pasa a mí”?

Por ejemplo, si ante las personas que tú percibes como muy seguras de sí mismas o con mucho carácter te vuelves pequeñita y te sientes insegura, ¿piensas que eso solo te pasa a ti?

O si, cuando no sabes algo, no te atreves a preguntar por miedo a que el otro piense que “qué pregunta tan tonta” y que “eso ya te lo deberías saber”, ¿crees que eso solo te pasa a ti?

Es muy habitual ese juicio egocéntrico de creer que “lo que me pasa, me pasa sólo a mí”.

Y es como que detrás de esos pensamientos hay un juicio implícito de que “no está bien que me pase esto” (porque no le pasa a nadie más).

Ese es el problema: que muchas veces lo que nos hace sentir mal no es tanto lo que nos pasa, como creer que el hecho de que nos pase eso está mal, porque los demás no se sienten así.

Ahí es cuando empiezas a decirte que no eres normal, que tienes algún problema, que no puede ser que sigas así, que ya deberías haber superado eso…

Que hay algo malo en ti, que no deberías pensar o sentir eso, que eres rara y que a los demás no les pasa.

Pues sí. A los demás también les pasa eso. Les pasa lo mismo que a ti.

A todos nos pasa lo mismo. Y, para que lo veas, quiero contarte algo.

Llevo tres años haciendo una formación (de terapeuta Gestalt) que básicamente es una terapia en grupo, en la que cada uno cuenta sus inseguridades, sus culpas y sus vergüenzas. Es decir, cada fin de semana, a través de diferentes dinámicas, nos desnudamos ante los demás.

Y, ¿sabes cómo funciona? Uno comparte algo que le pasa y quien sienta que resuena con lo que éste dice continúa. Bueno, pues te juro que todo el rato hay alguien dispuesto a hablar, que es fluido, porque todos nos sentimos identificados con todo. En tres años nadie ha compartido nada, y te aseguro que compartimos lo más oscuro, con lo que no hubiera al menos un par de personas que se sintieran identificadas.

Por eso, por esta formación y por otras similares que he hecho antes, hace mucho que deje de pensar que lo que me pasa, me pasa sólo a mí, porque en cada grupo siempre hay alguien que confiesa alguna de esas cosas que yo antes me contaba que eran exclusivas mías, que eran mis locuras, mis debilidades y mis excentricidades.

Por ponerte un ejemplo más concreto, este último fin de semana estuvimos trabajando los miedos de nuestro ego (de esa máscara que toooodos llevamos puesta para que los demás nos acepten y nos quieran). Y cada uno leyó una carta describiendo a su ego.

El ejercicio consistía en que, cada vez que alguien del grupo se sintiera identificado con lo que otro estaba leyendo, tenía que decir en voz alta “yo también”. Bueno, pues cada vez que alguien leía su carta se escuchaba un coro constante de “yo también” en el grupo.

Tengo mucho miedo a no gustarte. Yo también. Yo también. Yo también.

Soy muy controladora porque tengo miedo a no hacerlo bien. Yo también. Yo también.

Me siento inferior a ti, pienso que tú eres mejor que yo. Yo también. Yo también.

Tengo miedo a que me hagas daño. Yo también. Yo también. Yo también.

Me esfuerzo por dar una imagen de perfecta y segura ante los demás. Yo también.

Me da miedo hacer el ridículo y que te rías de mí. Yo también. Yo también.

¿Lo ves? ¿Qué pasaría si, cada vez que te sientes rara en algo, como defectuosa o diferente a los demás, escucharas a alguien decir “a mí también me pasa eso”? ¿Qué cambiaría si supieras que a la persona que está sentada a tu lado le pasa lo mismo?

Pues te aseguro que, si todos compartiéramos sin temor lo que nos pasa, te darías cuenta de que eres un pez más en el mar de las personas a las que les pasa eso mismo.

Otra cosa es como lo interpretamos, como lo gestionamos y como respondemos, que eso sí que es distinto en cada persona.

Por ejemplo, yo puedo tener miedo a que me rechaces y, desde ahí, alejarme de ti.

Otro puede tener miedo a que le rechacen y, desde ahí, atacar.

Y tú puedes tener miedo a que yo te rechace y, desde ahí, volverte muy complaciente.

Pero el miedo al rechazo está igual en los tres.

A todos nos pasa lo mismo.

Y eso no quiere decir que seas una copia de los demás.

No, tú eres única, y no hay nadie igual que tú.

Pero las cosas que te pasan, que nos pasan, son muy, muy parecidas.

Y saber esto alivia y te ayuda a aceptarte más tal y como eres.

Es lo que les pasa a muchas de las personas que me escriben para contarme que han leído algo en el blog y que se han sentido muy identificadas. Les alivia saber que no son las únicas que se sienten así.

“Mil gracias por hacerme sentir identificada contigo, pensaba que solo me pasaba a mí y que por eso era peor persona”, que me decía una de estas personas hace poco.

Fíjate cuánta dureza en pensar que algo que le pasaba, como solo le pasaba a ella, la convertía en peor persona.

Cuánta dureza en pensar que los demás son mejores personas que yo porque no tienen estas inseguridades…

Y el problema es que creemos que sabemos lo que les pasa a los demás cuando, la mayoría de las personas, solo muestran la superficie.

Que no sabes cómo está alguien de verdad, cómo se siente y lo que piensa, si no tienes mucha intimidad con esa persona. Y, a veces, ni con esas.

Que sacamos conclusiones basándonos en lo que nos muestran los escaparates de los demás, pero no sabemos lo que hay detrás.

Y te aseguro que detrás están las mismas inseguridades y las mismas debilidades que juzgas y rechazas en ti.

Así que no, lo que te pasa a ti NO te pasa solo a ti.

Ni lo que te pasa a ti, te pasa más que a nadie.

Que esto también es muy habitual, el pensar “bueno vale, puede que a los demás les pase, pero yo soy la que estoy peor”.

Mira, recuerdo una vez en la piscina que una chica que iba nadando de espaldas se cruzó y nos chocamos. Me pidió disculpas y le dije “no pasa nada, es normal cruzarte cuando vas de espaldas”. ¿Sabes lo que me respondió? “Ya, ya, pero tanto como a mí no le pasa a nadie”.

Pues eso. Ojo con esta trampa de decir “vale, no soy la única a la que le pasa esto, pero a mí me pasa más que a nadie”.

No, tampoco te pasa más que a nadie. Hay personas a las que les pasa al mismo nivel que a ti, otras a las que les pasa más y otras a las que les pasa menos.

No vas a encontrar nada que te pase solo a ti.

Ni nada que te pase más que a nadie.

Y vuelvo a insistir en que lo importante no es lo que te pasa, sino lo que haces con ello.

Que, si es algo que te genera malestar, que te impide vivir tranquila y a gusto o que no te deja relacionarte de una forma sana, lo trabajes.

Si eso que te pasa puedes gestionarlo por ti misma, genial. Y si necesitas pedir ayuda, pues genial también (aquí puedes rellenar el formulario para tener una sesión de valoración conmigo). La cosa es que lo resuelvas.

Fíjate que seguramente eso de pensar que lo que te pasa, solo te pasa a ti, sea una de las dificultades que hacen que alguien no pida ayuda. Porque conecta con ese sentimiento de vergüenza de que “¿¿¿cómo voy a contarle a alguien que me pasa esto, si soy un bicho raro y va a pensar que estoy loca???”.

Pero precisamente el compartirlo es lo que te ayuda a saber que eres normal, que no te pasa nada raro.

Que lo que te pasa a ti, nos pasa a TODOS.

Si quieres, puedes compartir conmigo, en los comentarios aquí debajo, algo que te pase y que pienses que solo te pasa a ti. Seguro que hay alguien que te responde “yo también” 😉.

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Acerca de Vanessa Carreño

Trabajo con mujeres que se sienten inseguras, no se valoran ni tienen confianza en sí mismas, le dan muchas vueltas a la cabeza y se preocupan mucho por lo que piensen los demás.

Con mis programas de Autoestima, Relaciones Personales y Dependencia Emocional consiguen ganar confianza en sí mismas y sentirse seguras y capaces de alcanzar sus objetivos. Aprenden a valorarse, se atreven a ser ellas mismas y empiezan a disfrutar de su vida y de sus relaciones.

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6 comentarios

6 comentarios
  1. Carmen 20/04/2023

    Sufrí abusos en mis primeros años de vida. No sé lo conté a nadie. Ya de adulta, cai en un horrible sentimiento de culpa que me enfermó.
    Cuando hablé con otras personas del grupo de terapia al que fui,(porque pensaba que eso sólo me pasaba a mí), me di cuenta de que mi reacción, como persona normal que soy, fue la más común. Y que existe más gente a la que le pasaba lo mismo o muy similar. Dejé de sentirme un bicho raro y eso me alivió.
    Gracias Vanesa por tus post

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 28/04/2023

      Qué valiente, Carmen. Muchas gracias de corazón por compartirlo. Así es, tu reacción fue muy común y eso mismo les ocurre a muchas personas. Me alegro de que hayas podido sacarlo fuera de ti.
      Yo también.
      Un abrazo grande,
      Vanessa

      Responder
  2. Teresa 20/04/2023

    Hola, yo tengo un mal pensamiento desde hace un tiempo. En el año 2015 operaron a mi marido de un cáncer y, nos comunicaron que podría reproducirse en un año y que era muy malo. Afortunadamente se curó y está estupendamente. Pero yo no para de pensar en que se puede morir de un momento a otro (aunque el está mejor que yo ahora), me siento fatal por esto, creo que también puede ser debido a una malísima racha que pasamos antes en nuestro matrimonio. Siempre creo que soy una mala persona por pensar así de él. Ahora estamos jubilados, él sigue estando muy bien, y yo no paro de pensar mal, de darle vueltas a la cabeza y dormir poco. Un rollo todo!!

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 28/04/2023

      Hola Teresa,
      Muchas gracias por compartir. Son habituales esos pensamientos que compartes en una situación como la que has vivido. Seguramente haya miedo detrás, no lo sé. Si es algo que te afecta al dormir y en tu vida cotidiana, estaría bien que hicieras un trabajo terapéutico para poder tener más bienestar.
      Yo también.
      Un abrazo grande,
      Vanessa

      Responder
  3. Susana 21/04/2023

    Gran post Vanessa, muchas gracias.
    En mi caso fue un antes y un después descubrir y conocer el rasgo PAS. Siempre me sentí que yo no era “normal”. Qué importante el Autoconocimiento

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 28/04/2023

      Muchas gracias, Susana. Sí, qué importante conocerse y entendernos a nosotras mismas :-).
      Yo también.
      Un abrazo grande,
      Vanessa

      Responder

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