Descárgate GRATIS la guía Cómo Defenderte cuando Alguien Traspasa tus Límites

Cuando eres tú quien siempre escribe a una amiga

Dos amigas riendo - cuando eres tú quien siempre escribe a una amiga

¿Te ha pasado alguna vez eso de que siempre eres tú quien escribe a una amiga para ver qué tal está, y que ella nunca se acuerda de ti?

Es algo que les escucho a muchas coachees, esa sensación de que, en una relación, ellas son quienes más contactan y están más pendientes del otro, y el otro simplemente se deja hacer.

Vaya, que cuando escriben a ese amigo o a esa amiga, les responde y sí que está ahí. Pero después pueden pasar meses sin saber nada de él o de ella. Hasta que vuelven a escribir.

¿Te suena esto?

Pues te quiero contar mi propia experiencia al respecto, por si te sirve.

En mi caso, es cierto que tengo facilidad para acordarme del otro y contactarle para ver cómo está. Pero hay personas que no son así, que son más evitativas, o están más a sus cosas, o, por lo que sea, tienen menos habilidad para cuidar el vínculo en ese aspecto.

Por ejemplo, hace poco una amiga me agradeció que fuera yo quien siempre le escribía y me acordaba de ella. Me dijo que ella también se acordaba muchas veces de mí, pero no ejecutaba la acción de escribirme.

¿Significa eso que no le importo? Depende. Pero, en este caso, yo no lo siento así.

Es alguien que me cuida de otras formas. Que me ve que tengo una erupción en la piel y me regala una crema de cera de abejas que ha hecho ella misma. O que me trae a casa una planta de aloe o me envía un vídeo que piensa que me puede gustar.

Y sí, es cierto que no suele ser ella quien me escribe. Pero, cuando yo la escribo a ella, me siento querida y bien recibida. Es decir, siento que ella es un lugar en el que yo estoy a gusto.

O sea, sí me siento vista por ella, aunque no sea exactamente de la misma forma en la que yo la veo a ella. Que igual ella no es tanto de contactar, lo mismo que yo no soy tan detallista, porque no caigo o porque esa no es mi forma de estar con el otro.

Ese es el tema: sentir que hay un equilibrio y una reciprocidad, aunque no sea de la misma forma.

Otra cosa sería quien no sientes que te cuide o te dé de ninguna manera. O quien siempre que le escribes te deja sin contestar. O quien acude a ti cuando te necesita, pero después no está si le necesitas. O quien solo te suelta su rollo y parece que no le interesa lo más mínimo como estés tú.

El blanco o negro no funciona

Con esto te quiero decir que en las relaciones no es todo blanco o negro. Y que no siempre que alguien no te escribe significa que NO le importas (igual que no siempre que alguien te escribe significa que SÍ le importas).

En cualquier caso, lo importante y lo que te va a sacar de dudas es escuchar cómo te sientes tú con el otro.

Pero valorando el conjunto de lo que recibes en esa relación y entendiendo que no tiene que ser que, en todos los aspectos, recibas exactamente lo mismo que tú das.

Que no todos damos amor de la misma forma y, por ejemplo, a unos les resulta más fácil darlo en palabras y a otros en gestos o en regalos.

Y, por supuesto, pudiendo expresar también eso con lo que no te sientes bien (ojito cuando, con alguien, sientes que no puedes expresarte).

Pero sin juzgar o poner la cruz (o dejar de escribir) porque alguien no hace algo como tú o como crees que hay que hacerlo.

Que, más que ser perfectas en nuestras relaciones, se trata de saber escucharnos a nosotras mismas, de escuchar al otro y de comunicar lo que nos pasa.

Porque todos, en algún momento, dejamos de ver a alguien como esa persona necesita.

TO-DOS (aunque no sea esa nuestra intención).

Mira, yo misma, así como te digo que tengo facilidad para acordarme de las personas que me importan, también te digo que hace poco caí en una amiga de mi madre que siempre es ella quien se acuerda de mí y me escribe para ver cómo estoy.

¿Significa eso que ella no me importa? No, para nada, pero es cierto que me contacta más. Porque tendrá más tiempo, porque lo piensa y lo hace o por lo que sea.

La cosa es que, darme cuenta de eso, me conectó con todas esas situaciones en las que yo he sentido que me interesaba más por el otro que el otro por mí. O que yo cuidaba más la relación de lo que la cuidaba una amiga.

Y fue una buena cura de humildad para caer en que todos podemos despistarnos, o equivocarnos, o ser más pasivos en algo o con alguien.

Y que es muy difícil ver al otro siempre y exactamente como esa persona necesita (más bien, solemos ir por ahí viendo al otro como nosotros necesitamos ser vistos y, a veces, ni eso).

Pero que, solo el hecho de que alguien no escriba, no habla de cuánto le importas a alguien. 

Que hace falta mirar más aspectos de la relación.

Hace falta mirarlos con una mirada lo más limpia posible de prejuicios, heridas y creencias de cómo deberían ser las cosas.

Por ejemplo, hace poco un amigo se disculpó conmigo porque se daba cuenta de que siempre era yo quien le escribía y me preocupaba por él. Y yo, ¡ni había caído en esto hasta que no me lo dijo!

¿Hace años? Hace años estaría super pendiente de que él no me escribía y, o bien pensando que igual me siente pesada por escribirle más que él a mí, o bien pensando que tal vez no le caigo bien y por eso no me escribe.

¿Lo ves? Ahí estaría mirando lo que estaba pasando desde mis heridas.

Ahora, en cambio, no me vino nada de eso. Sencillamente, cuando me acuerdo de él, le pregunto como está. Sin más. Y me siento a gusto y querida cuando me responde, sin necesidad de medir cuánto está dando cada uno.

Pues eso, que esta vez ya no he mirado lo que estaba pasando desde mi niña herida, sino desde una adulta que se hace responsable de cuidar una relación porque le apetece y lo siente así.

Eso es lo más importante: que aprendas a escucharte y a validar cómo te sientes en ese vínculo con el otro.

Entonces es cuando sabrás distinguir en qué casos toca ser más comprensiva y menos exigente y en qué casos legitimar tus expectativas y expresar lo que te está pasando.

Y si, cuando lo haces, sigues sin sentirte escuchada, cuidada o vista en esa relación, poder soltarla o, al menos, soltar la necesidad de que esa persona lo haga como lo harías tú, y recolocar esa relación en un lugar diferente.

Por eso, si lo que te cuesta es distinguir cuanto es tuyo y tiene que ver con tus heridas y cuánto es del otro y está bien que te sientas así…

Si lo que te cuesta es expresarlo desde un lugar de mujer adulta que cuida de sí misma, sin reproches y sin hacerte pequeña…

Y si lo que te cuesta es poner un límite claro cuando sientes que por ahí no pasas… lo que necesitas (para que todo esto deje de costarte) está en LÍMITES.

Límites es un curso muy práctico para que dejes de sentirte mal por lo que hacen los demás y te hagas valer. Lo haces online por tu cuenta en 5-6 meses, y tienes acceso a la plataforma para siempre.

Estoy aprendiendo muchísimo y aplicando práctica inmediata. Te estoy muy agradecida porque ya no callo mis sentimientos, puedo poner límites sin enfadarme, puedo parar a respirar y desde ahí contactar con mi sentir, y decido qué me viene bien en cada oportunidad que plantea contrariedad. Me siento confiada y validada por mí”. Esther.

Si tú también quieres que te pase lo que a Esther, es AQUÍ.

¿Quieres más consejos?

Apúntate GRATIS y recibe cada semana herramientas y recursos para tener Más Seguridad, Más Felicidad y Más Bienestar.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

Acerca de Vanessa Carreño

Trabajo con mujeres que se sienten inseguras, no se valoran ni tienen confianza en sí mismas, le dan muchas vueltas a la cabeza y se preocupan mucho por lo que piensen los demás.

Con mis programas de Autoestima, Relaciones Personales y Dependencia Emocional consiguen ganar confianza en sí mismas y sentirse seguras y capaces de alcanzar sus objetivos. Aprenden a valorarse, se atreven a ser ellas mismas y empiezan a disfrutar de su vida y de sus relaciones.

¿Quieres que te ayude a ti también? Solicita una sesión de valoración gratuita conmigo rellenando este formulario.

2 comentarios

2 comentarios
  1. Susi 26/09/2024

    Me pasa esto, me pasó la semana pasada con una amiga de hace años. En mi caso lo que suele ocurrir es que voy dejando pasar el tiempo y al final se pierde la relación.

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 09/10/2024

      Bueno, es algo que has de dejarte sentir tú. A veces, si somos muy rígidos con algo, terminamos perdiendo a personas que no merecía la pena perder. Entonces es importante mirar más aspectos de la relación y cómo te sientes cuando hablas con esa persona, aunque no sea ella quien te suela contactar.
      Un abrazo,
      Vanessa

      Responder

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicado. Los campos obligatorios están marcados como *



Vanessa Coaching to Be

Únete a los más de 20.000 suscriptores, ¡con regalo incluido!

Apúntate GRATIS y te enviaré ahora mismo el audio "Cómo Evitar que Alguien Te Haga Sentir Mal".

Sí, acepto la Política de protección de datos.

No te enviaré nada de spam y puedes darte de baja cuando te apetezca

Los post más leídos

¿Quieres trabajar conmigo?

Rellena este formulario para tener una sesión de valoración gratuita”.

Buscar

¡Hey!

no te vayas sin tu regalo

¿Quieres empezar a confiar en ti, sentirte segura y disfrutar de tu vida y de tus relaciones?
Apúntate gratis y llévate el audio “Cómo Evitar que Alguien Te Haga Sentir Mal" de regalo.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA