A ver si sabes contestar a esto:
¿Quién es el responsable de tus emociones? ¿Lo eres tú? ¿O lo soy yo porque también puede ser que yo haga algo que a ti te enfade?
Tenemos un lío bestiaaal con este tema. Y eso, no saber bien quién es el responsable de nuestras emociones, hace que muchas veces no sepamos gestionar los conflictos que tenemos con los demás.
A) Hay quien dice que cada uno es responsable de sus emociones.
B) Pero también hay quien dice que tenemos que tener responsabilidad emocional y cuidar de las emociones de los que nos rodean.
Entonces, ¿esto cómo se come? ¿Cuál es la postura correcta? ¿A o B?
Por ejemplo, suponte que tú y yo hemos quedado esta tarde a las 8. Yo voy super justa y tengo que dejar de hacer algo importante para llegar a tiempo. Pero, después, resulta que tú llegas tarde y me tiro media hora esperándote.
Y me enfado. Y me enfado mucho más pensando en lo que no hice por llegar puntual. Así que, cuando llegas, te monto un pollo impresionante y te digo de todo menos cosas bonitas.
A ver, es obvio que tú eres la responsable de llegar tarde (por más atascos o imprevistos que tuvieras), pero ¿quién es la responsable de mi enfado? ¿Tú? ¿Yo? ¿Qué crees?
Tu pareja, tu madre y tu amiga
Mira, todos los días te pasan cosas que te hacen sentir de mil formas: triste, preocupada, enfadada, asustada, rabiosa, frustrada…
Todos los días hay un millón de factores que pueden ser activadores de cómo te sientes, porque te generan emociones.
Desde un atasco, a un pensamiento, una mala palabra de tu pareja o que alguien llegue tarde a una cita.
Todo el rato estás sintiendo cosas provocadas por factores externos (lo que pasa a tu alrededor y lo que hacen los demás) e internos (tus pensamientos).
Pero una cosa es lo que activa una emoción…
Y otra muy distinta es quién es responsable de qué hace con esa emoción y de cómo la gestiona. Y de esto siempre eres tú, quien la siente, la responsable de responder (tú de las tuyas y yo de las mías).
En el ejemplo de que tú hayas llegado tarde y yo me enfade, la responsable de cómo respondo ante ese enfado soy yo. Es decir, soy yo quien elijo entre decirte “oye, me ha parecido mal que llegues tarde, ¿te ha pasado algo?” o montarte un pollo monumental.
Lo mismo que, si a mí me gustaría que mi pareja me acompañe a alguna comida con mi familia, pero siempre dice que no y yo me siento dolida, el factor desencadenante de mi dolor es la actitud de mi pareja, eso sí, pero yo soy la responsable de elegir qué hago con ese dolor.
Y si lo que elijo hacer es, por ejemplo, castigarle no haciendo yo otra cosa que sé que para él es importante, la única responsable de ese castigo soy yo. No puedo decir que él haya provocado que yo le castigue. El solo provoca mi emoción, pero soy yo quien decide responder así (en vez de simplemente haber optado por decirle que su actitud me hace daño).
Vaya, que no podemos elegir cómo nos sentimos ante lo que nos pasa, pero siempre tenemos la libertad de elegir cómo respondemos.
O si le pido a mi hijo que no haga algo y mi madre me desautoriza delante de él, y yo más tarde a solas le pido a mi madre que no lo vuelva a hacer, y ella se enfada y deja de hablarme, mi limite puede haber sido el factor desencadenante de su enfado, pero la que elige qué hacer con ese enfado es ella. ¡Y no es culpa mía que haya elegido dejarme de hablar!
El problema es que muchas personas van por ahí respondiendo cómo les da la gana ante lo que hacen los demás y culpándoles a ellos de su respuesta, en plan “yo he hecho esto porque es que tú me hiciste sentir así”. Y sí, yo te pude hacer sentir así, pero EL ÚNICO RESPONSABLE de tu respuesta eres tú.
Véase: si yo le digo a mi pareja que algo me ha molestado y él se enfada y me empieza a echar en cara cosas que no tienen que ver con lo que estamos hablando ahora (ejemplo típico en los casos de manipulación emocional), el que no está sabiendo gestionar su enfado es él. Claro que mi limite puede ser el factor desencadenante de que se haya enfadado, pero ¡yo no soy la responsable de que intente darle la vuelta a la tortilla! ¿O es que acaso tengo que dejar de decir lo que me molesta para que él no responda así? Obvio que no.
Y un último ejemplo: si le cuento a una amiga que lo estoy pasando mal por algo y no siento que ella me escuche o me comprenda, y eso me hace sentir triste, da igual que ella haya provocado mi tristeza. La cosa es qué quiero hacer yo con eso que siento y cómo quiero responder (si elijo decírselo, o si me doy cuenta de que esto ya ha pasado más veces y comprendo que tal vez ella no sabe acompañarme en este tipo de situaciones, o lo que sea).
No es QUIÉN, es QUÉ
Mira, lo que sientes siempre está bien y esto no me cansaré de decírtelo, pero el asunto no es QUIÉN tiene la culpa de que te sientas así, sino QUÉ quieres hacer tú con eso que sientes.
Claro que tienes derecho a sentirte así cuando alguien hace algo que te duele o te enfada, pero no es el otro quien ha de cuidar de que tú no te enfades, ¡eres tú quien ha de darse lo que necesite para gestionar ese enfado! (y si es romper esa relación, pues bien también).
Esa respuesta es lo que depende de ti y lo que es tu responsabilidad. Y unas veces tendrá más que ver contigo (por ejemplo, sosteniendo el dolor que sientes o entendiendo que el otro no tenía la intención de hacerte daño), y otras veces tendrá más que ver con el otro (por ejemplo, expresándole tu tristeza o poniéndole un límite firme).
En resumen, ninguna de las dos opciones que te he dado al principio es del todo cierta. Ni A ni B.
Que claro que el otro, como persona adulta, es quien ha de gestionar sus emociones, pero eso no quiere decir que puedas ir por ahí soltando todo lo que piensas o sin tener en cuenta que lo que haces tiene un impacto emocional en los demás.
Si funcionas así y crees que “el que tiene que ocuparse de cómo se siente es él”, tal vez estés teniendo poca responsabilidad emocional y necesites entender que tener en cuenta al otro no quiere decir que no puedas seguirte teniendo en cuenta a ti.
Y, en el otro extremo, claro que tu comportamiento va a generar emociones en los demás, pero eso no significa que tú tengas que cuidarles o estar pendiente de que nadie se sienta mal o se moleste por ti.
Si funcionas así y crees que tienes que evitarles cualquier malestar a los que te rodean, tal vez les estés tratando como si fueran niños pequeños, y necesites entender que tenerte en cuenta a ti no quiere decir que no puedas seguir teniendo en cuenta a los demás.
Vaya, que es imposible que los demás no nos generen emociones con sus actos y que nosotros no se las generemos a ellos, pero al final de lo que se trata es de que sepamos gestionar esas emociones y responder, sin evitar las conversaciones incómodas y sin echarle la culpa al otro.
(Si te das cuenta de que esto te cuesta, no sabes gestionar tus emociones cuando te pasa algo con los demás y terminas haciéndote cargo de lo suyo o culpándoles de lo tuyo, y sin tener claro quién es responsable de qué, rellena ESTE FORMULARIO y te ayudaré).
Así que tatúate esto donde te plazca: tú puedes influir sobre cómo se sienten los demás y tienes una parte de responsabilidad en ello, sí. Pero tu responsabilidad termina ahí, y en ningún caso la tienes sobre cómo el otro responde a lo que tú le has hecho sentir (y al revés, lo mismo).
…
¿Qué piensas sobre esto? ¿Tiendes a irte más al extremo A o al B? Ya sabes, con ganas de leerte en los comentarios aquí debajo.
Me sirvió mucho este articulo, Vanesa. (Y, como todos los que escribís, siempre me llegan en el momento justo). Mil Gracias de corazón!!!
Me alegro mucho, Miriam. Nos liamos mucho con esto y quería poner un poco de luz, encantada de que te haya llegado cuando lo necesitabas.
Un abrazo,
Vanessa
Yo le brindo todo a mi pareja y lo hago de corazón, pero no es recíproco, tiene hijos y una ex insoportable que lo manipula, obvio que lo acepté así y me hago cargo. Él cuando está con su hija siento que me descarta y no es capaz de compartir conmigo un paseo por miedo a su ex y que ella le reclame!! Pero su nena duerme cada tanto en mi casa, es un círculo enfermizo entre ellos y a mi me afecta!
Muchas gracias por compartir, Mónica. Creo que te das cuenta de lo que pasa, y eso es estupendo. Lo que él hace puede ser el detonador que te hace sentir así, pero a partir de ahí eres tú quien ha de decidir qué hacer con ello. Los límites que no ponemos hoy nos acaban pasando factura mañana, nunca caen en saco roto.
Un abrazo,
Vanessa