Imagínate que un día duermes con alguien, un amigo o amiga, y esa persona empieza a roncar.
¿Qué haces? ¿Le despiertas y le dices que está roncando y que así no puedes dormir? ¿O te quedas media noche en vela por no despertarle?
Si eres de las que despierta al otro sin problema, no hace falta que sigas leyendo.
Si eres de las que se aguanta, espera y sigue intentando dormirse, pero no dice nada, entonces necesitas seguir leyendo…
Mira, muchas mujeres prefieren fastidiarse ellas antes que molestar a la otra persona.
Que si alguien tiene que estar incómodo, mejor lo estoy yo.
Que si alguien se tiene que sacrificar, a mí no me importa.
Que si a ti te apetece esto y a mí lo otro, ya me adapto yo.
No me gusta hacer generalizaciones de género, pero en este caso de verdad creo que tiene mucho que ver con ser mujer.
Que hemos aprendido, de nuestras madres, de nuestras abuelas y de la cultura en general, que la que se tiene que esforzar y sacrificar en el vínculo es la mujer.
Y de esto te podría poner ejemplos a patadas (aunque lo que más me interesa es que tú localices los tuyos).
Véase, que mi hermana siempre me llama a esta hora que a mí no me va nada bien y yo necesitaría que me llamara un poco más pronto. Pero, por no decírselo, lo que hago es aguantarme yo.
O que viene un amigo a mi ciudad y a mí no me va bien que se quede a dormir en mi casa, pero, por no incomodarle y que se tenga que buscar otro sitio, pues ya me fastidio yo (incluso le dejo mi cama y yo duermo en el sofá. Oye, que lo importante es que él esté a gusto, que a mí no me cuesta nada dormir incómoda un día).
O que estamos en la oficina y me está matando el aire acondicionado, pero ya me aguanto yo, porque mi compañero es muy caluroso y lo pasa mal sin el aire (vaya, que ni me planteo buscar una opción que nos pueda venir bien a los dos, ¡es que directamente lo que hago es callarme y aguantarme!).
“Porque a mí tragarme el malestar o estar incómoda no me cuesta. Así que yo puedo sacrificarme. No pasa nada. No es para tanto”… Y demás sarta de justificaciones que nos contamos porque nos resulta más fácil aguantarnos y pasarlo mal que incomodar al otro o que el otro lo pase mal.
¿Te suena? ¿Con quién te pasa esto? Quien ha aprendido a sacrificarse y a sostener su propio malestar para no hacer sentir mal a los demás suele funcionar así en varias de sus relaciones, así que, si a ti te pasa, seguramente te pase con diferentes personas.
Por ejemplo, tal vez tienes un conflicto recurrente con tu pareja porque hay algo de él que te molesta, pero, como cada vez que se lo dices te dice que se pone muy nervioso con ese tema y que no quiere estar hablando siempre de lo mismo, pues lo que haces es aguantarte tú para que él no esté incómodo.
O tal vez sea con unas amigas, que te das cuenta de que eres tú la que tiene que organizarlo todo para que os veáis. Que tú tienes que ver qué días les va mejor, buscar el sitio que les venga bien, reservar… “Pero no pasa nada, que a mí no me cuesta. Ya me esfuerzo yo por ellas”.
O comes con alguien y a ti te va mejor pagar lo tuyo por separado, pero, como al otro le va mejor pagarlo con su tarjeta, pues nada, que “ya me fastidio yo”.
¿Lo ves?
Vale, con quien sea que te estás dando cuenta de que te pasa esto de que “ya me fastidio yo”, “ya me aguanto yo” o “mejor que me duela a mí a que te duela a ti”, ¿para qué? ¿Para qué lo haces? ¿Para qué te fastidias tú?
Las respuestas pueden ser infinitas: para que piensen bien de ti, para que te quieran, para evitar el malestar de decir lo que querrías tú, para no sentirte culpable pensando que no lo has hecho bien…
Y ni siquiera tiene que ser una sola opción, sino que lo más probable es que haya mucho mondongo y motivos varios por los que terminas teniendo más en cuenta el malestar de los demás que el tuyo propio.
Incluso es posible que estés tan, tan, taaan desconectada de tus emociones que, cuando hagas esto, ni siquiera te enteres de que en el fondo tú no te quedas bien.
De lo que puedes estar segura es de que hay algo en el amor a ti misma y en tu autocuidado que NO está funcionando correctamente.
Así que, si quieres que te acompañe a ajustarlo trabajando tu autoestima, rellena este formulario y te contaré cómo puedo ayudarte 😊.
Soy muy insegura y no le digo nada a mi pareja cuando hace algo que no le gusta por qué se enoja, hay veces que no puedo opinar sobre algo que se esté hablando con otras personas por qué no tengo razón o simplemente por que es mejor que me quede callada y eso me da mucha ira, pero a pesar de todo me callo para no discutir con él. Me siento muy impotente ante situaciones de esa clase y más bien me retiro y me pongo a llorar donde no me vean
Hola Maria Nelly,
Cuando tenemos muchas inseguridades tendemos a relacionarnos con personas que tampoco nos hacen sentir seguras. No sé si ese puede ser tu caso, pero es lógico que no te sientas segura en una relación en la que no puedes expresarte. Y también que eso te haga sentir ira e impotencia. ¡Todo lo que cuentas es normal!
Si quieres saber si el problemas lo tienes tú o lo tiene tu pareja y cómo solucionarlo, mira este curso. Te dará la claridad que necesitas.
Un abrazo,
Vanessa
A mí en el trabajo me han dicho que no puedo acusar de acoso poniendo límites mediante un mensaje, porque eso es una prueba que podrían usar en mi contra como difamación. Han hablado de “mi percepción” de la realidad, y acciones que yo he señalado como malintencionadas, han ido de negarlas (diciendo cosas después como “el trabajo no te lo da tu compañera, te lo doy yo”). Y que además no puedo grabar el acoso, por derechos de autor. Creo que ni me voy a despedir de mis jefes, total, como es un trabajo sin posibilidad de renovación…
Hola Vero,
Muchas gracias por compartir. Así es, el otro no siempre va a aceptar tus límites. Pero eso no significa que no tengas derecho a ponerlos. La primera que ha de cuidar de ti eres tú.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa, muchas gracias por tu respuesta. Sigo sintiendo malestar y estoy muy frustrada y enfadada por esta respuesta de mis jefes. Cuatro contra una me parece un poco intenso para gestionarlo yo sola: a veces se necesita ayuda (si no fuera porque es el trabajo, ninguna ayuda necesitaría, debo decir.) Sin embargo, la conversación con mis jefes me deja más tranquila. Yo estoy allí para trabajar y para ganar dinero. Si el propio trabajo me dice que no puedo hacer nada, seguiré yendo a mi bola y protegiéndome lo mejor que pueda y ya está. Yo no soy responsable de que me acosen, y no voy a estar detrás de nadie que no quiera ayudarme.
El problema que tiene la gente que acosa (aparte de su vida miserable e infeliz) es que subestima a quien desprecia. Un abrazo.
Si sientes que hay mucho resentimiento por tu parte, que es normal que lo haya, haz algo para trabajarlo y que puedas estar tranquila. Seguramente lo que te está pasando te habla de algo tuyo, de tu historia, y está bien ponerle luz. Por mi parte encantada de acompañarte si quieres, en ese caso rellena este formulario.
Un abrazo,
Vanessa