Hay personas que siempre van por ahí sonriendo y de buen humor, como si no tuvieran problemas. Como si tuvieran mucha suerte y todo les fuera bien. Y lo que pasa es que con su pensamiento positivo atraen lo que desean: sueños cumplidos, retos superados y nuevas oportunidades. El mundo les devuelve lo que ellas irradian. Parece magia, pero no lo es.
Los críticos del pensamiento positivo dicen que es cosa de la genética o de que los optimistas son personas incapaces de ver la realidad y viven en picameflor.
Pues bien, respecto al primer argumento, resulta que la genética no es para nada determinante. Se calcula que sólo un 40% de nuestro pensamiento positivo depende de nuestros genes. Y ni siquiera ese 40% determina que vayamos a ser optimistas, sino sólo que seremos más o menos influenciables por lo que sucede a nuestro alrededor.
Desmontado el primero, vayamos con el segundo. ¿Los optimistas son realmente personas tontas e ilusas? Tal vez lo serían si creyeran que algo va a salir bien simplemente por tener un pensamiento positivo. Pero no. Una persona optimista también ve los problemas, simplemente se enfoca más en las oportunidades. Es decir, hace lo posible por que algo salga bien y no pierde el tiempo en pensar que puede salir mal. Eso le lleva a tener iniciativa, a perseverar y a no bloquearse por el miedo.
Por lo tanto, si no depende de tu genética ni está reñido con ser realista, ¿será que todos podemos ser optimistas? Pues sí. Yo pude y tú también puedes. Depende de ti. De que decidas tener un pensamiento positivo y aprendas a ver lo que funciona en ti, en tu vida y en tus relaciones. De que cambies tu manera de mirar, de pensar y de comunicarte contigo mismo.
Porque en tu cerebro hay como un músculo del optimismo que, como todos los músculos, se desarrolla usándolo. Poniéndolo a hacer pesas en el gimnasio del pensamiento positivo, que te aseguro que es el más efectivo para cambiar tu estado de ánimo de una vez por todas.
No se logra de un día para otro, pero desde luego que merece la pena el esfuerzo. Sólo tienes que ver las diferencias entre un optimista y un pesimista:
Lo que consiguen
Una persona optimista tiene más probabilidades de conseguir sus objetivos porque se hace responsable de su futuro y de sus resultados. Decide lo que quiere y se lanza a por ello porque entiende que su destino está en sus manos.
Y ahí surge una de las creencias más limitantes para tener un pensamiento positivo: pensar que nuestro futuro no depende de nosotros. Si piensas eso es lógico que te falte confianza y te sientas incapaz, porque crees que hagas lo que hagas siempre puede suceder algo que cambie tu destino, ¿no? Tal vez, pero siempre podrás decidir cómo respondes ante ello.
Por eso, ser optimista hará que te muevas, que seas proactivo, que tengas y mantengas la ilusión y que seas muchísimo más capaz de superar los obstáculos y dificultades que puedan surgirte.
Cómo actúan y responden ante los obstáculos
Un optimista sí que ve los inconvenientes, pero se enfoca en cómo podría solucionarlos porque sabe que son algo pasajero. No piensa, como el pesimista, que es culpa suya, que es una señal de algo o que van a seguir ahí siempre. Simplemente cambia lo que tenga que cambiar y continúa.
En cambio el pesimista habla mucho de lo negro que lo ve todo, pero hace poco para cambiarlo. El motivo es que no se atreve porque le da miedo fallar y piensa en lo malo que podría pasar o en todo lo que podría perder.
Y cuando no piensa que es cosa del destino, cree que es cosa suya, que el fallo está en su interior, en cómo es, y que eso no se puede cambiar. Otro gran error. Porque nada en nuestro interior es inamovible. Por eso, en vez de decir “claro, no me ha salido bien porque soy muy insegura”, es mucho más útil “me saldría mejor si tuviera más seguridad en mí misma. ¿Qué necesito para eso?”. Y a por ello.
Por eso nunca oirás a un optimista decir “yo soy así” desde la resignación y la imposibilidad de cambiar.
A qué le dan importancia
Mientras que el pesimista le da importancia a todo y se pasa el día criticando y hablando desde la negatividad, el optimista le quita importancia a la mayoría de esas cosas y se la da a su bienestar y a las cosas que realmente la tienen. Disfrutando, divirtiéndose y abordando los problemas con un pensamiento mucho más amable.
Cuál es su estado de ánimo
Y así es como una persona pesimista termina dejándose llevar por la desesperanza, el estrés y el mal humor, mientras el optimista gana seguridad, confianza en sí mismo, ganas de dirigirse hacia sus objetivos y muchas papeletas para conseguirlos.
Así que, si te he convencido de las ventajas de ser optimista, aquí tienes unas cuantas claves para conseguirlo:
- Observa cómo miras las cosas y a qué prestas atención. Nuestra forma de mirar condiciona lo que vemos y eso, a su vez, condiciona cómo nos comportamos. Por ejemplo, en vez de fijarte en que alguien no ha hecho lo que esperabas, fíjate en las cosas buenas de las personas que te rodean. En vez de hablar de las cosas malas de tu trabajo, valora las que te gustan. En vez de pensar en que esa persona te va a rechazar, piensa en todas las cosas buenas que tienes y que pueden encantarle y muéstraselas.
- Empieza por ser optimista hoy, aquí y ahora. Tener un pensamiento positivo cuando mires hacia tu futuro y ser capaz de ver las cosas buenas de tu pasado empieza por cambiar la forma en la que percibes tu presente.
Por ejemplo, un ejercicio muy sencillo y muy útil si lo haces todos los días es que cada noche antes de acostarte escribas dos o tres cosas buenas que te hayan sucedido. Cosas sencillas y pequeñas del día a día, como la sonrisa de un desconocido o esa llamada a una amiga con la que hacía mucho que no hablabas.
- Date cuenta de que en cada situación tú eres quien decide la respuesta. Eliges tus palabras, tus pensamientos, tu respiración y cómo te sientes con todo eso.
- Mantente alerta. Cuando haces una crítica, cuando te pones en plan pesimista, cuando dices algo negativo, estás atrayendo a tu vida todo lo que no quieres. Así que te propongo que instales una especie de radar que te haga darte cuenta de cuando estás quejándote o hablando en negativo, ya sea hacia afuera o en tu diálogo interno. Y, en cuanto te pilles in fraganti, dale la vuelta.
Dudo mucho que te haya contado algo nuevo en este post. Todo esto es de cajón. Casi nadie lo duda. Pero lo importante no es si lo sabes o si crees en ello. Una vez más, lo importante es si lo haces.
Si quieres ser el responsable de tu felicidad.
Y si necesitas ayuda estaré encantada de guiarte para que saques al optimista que tú también llevas dentro. Puedes ponerte en contacto conmigo aquí.
Gracias, la verdad es que me hizo reflexionar bastante.
Me alegro mucho, Any.
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola Vanessa. La verdad, me encanta como te explicas y con la sencillez que pones los ejemplos. Creo que sin buscarte te encontré en un momento de mi vida en el que mi autoestima estaba por los suelos y mi estado anímico era bastante malo. Soy de esas mujeres que piensan que no valgo nada, que las personas más guapas, bonitas y preciosas son todas menos yo, y me hundo, Vanesa. Cuando leo tus post siempre me suben mi ánimo, pero cuesta tanto… Bueno, te doy las gracias por estar ahí ayudándome a mí y a tantas personas como yo.
Muchas gracias, Pepita. No dejes de dar pasos para creer en ti y en lo que vales y para sentirte merecedora de lo mejor. Por mi parte encantada de seguir acompañándote en ese camino :-).
Un abrazo grande,
Vanessa