Cuando te sientas cansada, agobiada y que ya no puedes más…
Cuando algo te salga mal, te frustres o te machaques y te digas que la culpa es tuya…
Cuando te entre miedo a que ocurra algo horrible o a que eso no salga bien…
Cuando te sientas triste, sola o que nadie te entiende…
… Siempre que te invada algún sentimiento o algún pensamiento que no te guste, y sabiendo que en esos momentos duele mucho estar ahí, ten muy presente este cuento…
BUDA, ANANDA Y EL RIO
Un día, cuando caminaban por una región montañosa, Gautama Buda ya mayor, bajo el sol de mediodía le dijo a su discípulo Ananda:
―Estoy sediento, Ananda. Cuando atravesamos las montañas, pasamos un arroyo.
¿Puedes retroceder el camino y traerme un poco de agua?
Ananda, deshaciendo el camino, regresó hasta el arroyo. Pero una vez allí se dio cuenta de que unas carretas acababan de atravesarlo, embarrándolo todo. Las hojas muertas que antes yacían en el fondo ahora flotaban sobre el agua. Ésta ya no era bebible y por supuesto no podía llevársela a Buda.
Decidió entonces regresar junto a Buda. Además, sabía que unas millas más allá del sitio donde habían parado, corría un gran río de agua cristalina.
Pero Buda, que era muy estricto, le dijo:
―Vuelve otra vez, porque recuerdo que cuando pasamos esa agua era pura y cristalina.
Ananda protestó:
―Entiéndelo: entre que llegamos aquí, pasaron unas carretas por el riachuelo y el agua ya no es bebible.
―Lo sé ―dijo Buda―, pero ve y siéntate en la orilla, lleve el tiempo que lleve. Ve y siéntate. No te metas en la corriente, porque si te metes en ella, la ensuciarás de nuevo. Simplemente espera, observa y no hagas nada. Esas hojas muertas desaparecerán, el barro se asentará. Entonces, llena mi cuenco y regresa.
Ananda fue al riachuelo de nuevo porque no podía desobedecer a Buda y allí se sentó a esperar. Y esperando, vio cómo el barro y las hojas muertas se iban asentando despacito, dejando el agua clara y pura, tal cual es su naturaleza.
Llenó su cuenco y de regreso entendió lo que Buda trataba de enseñarle:
―Ananda, no te metas en el río, no sigas la corriente de tu mente, espera en la orilla y simplemente observa. La naturaleza verdadera de tu mente es esa claridad cristalina, ensuciada por pensamientos y emociones que son pasajeros.
Adoro este cuento, tal vez sea uno de mis preferidos.
Porque implica aceptación de lo que te está pasando y de lo que estás sintiendo en este momento (y ya sabes que soy una fan absoluta del poder de la aceptación ;-), porque lo que sientes siempre está bien.
Porque te invita a observar el malestar y a comprenderte desde fuera, sin dejarte llevar por su fuerza.
Porque te recuerda que todo pasa, que solo tienes que esperar hasta que las aguas se aclaren, y que siempre vuelve la calma…
Me parece fundamental tener esta capacidad de aceptación, de observación y de espera, porque cuando algo duele se nos suele dar bastante mal aceptar y desde ahí lo transformamos en sufrimiento… Ya ves, lo que podía haber sido fácil, doloroso pero fácil, lo hacemos difícil. Mucho más doloroso y difícil…
¿Te resuena lo que te cuento? Pues si quieres saber cómo llevarlo a la práctica, cómo aprender a gestionar tus emociones desde el amor y la compasión contigo misma, y cómo llegar a aceptarte y a quererte como eres, para sentirte segura y orgullosa de ser tú, AMOR es lo que estás necesitando (aquí te cuento más detalles sobre este curso de autoestima).
El pasado febrero de este año me diagnosticaron espondilitis anquilosante en grado 3, y mis allegados me recomendaron que no me informase por la enfermedad que es una enfermedad que afecta a la columna vertebral, y es grave. El caso es que decidí desde primer momento conocer plenamente qué tipo de enfermedad tengo y sé que la esperanza de vida es muy corta en mi caso y que tendré dolores que irán aumentando las 24 horas de los 365 días. Lo he aceptado sin dramas, ni depresiones (vivo solo) y me ha supuesto cambiar mi vida totalmente, me he apuntado a clases de deporte para aminorar el dolor y vivo el día a día y me ha servido para reconciliarme con mi pasado y sé que la medicación que me aplicarán biológicos puede provocarme como efectos secundarios desde cáncer, hasta enfermedades como la enfermedad de Crohn y que dicha enfermedad provoca sí o sí problemas gástricos (úlceras) y uveítis e incluso en muchos casos cáncer y problemas cardiológicos. Mi aceptación es plena y mi vida aunque ha cambiado totalmente me ha hecho ver que puede hacerme mejor persona y purificarme emocionalmente e interiormente con el dolor constante. He preferido no auto engañarme o esconder el ala como los avestruces y conocer la verdad.
Manuel Alejandro, acabo de leerte y estoy flipando: menudo tío valiente y optimista! Menuda lección me has dado. Yo me considero una persona fuerte, porque la fe me da una fuerza interior que a veces no sé explicar, pero me veo una pigmeo a tu lado. Gracias por tu testimonio. Espero que te vaya muy, muy bien. Creo en el poder de la oración, porque he visto sus efectos, así que lo haré encantada. Gracias de nuevo!
Mar
Sinceramente no sé quién me está dando tantas fuerzas, creo que Dios, he pasado por presenciar el fallecimiento de mis padres de manera horrible (fallecieron de cáncer los dos), en 2018 mi madre, me afecto en su día mucho, y el de mi padre en 2020 (estuve con él en el hospital en plena pandemia, durante 45 días con un cáncer de vejiga bestial, cualquier otra persona hubiese acabado con depresiones o en el manicomio y yo con flema aguanté con total estoicismo y eso sí me aumentó mi fervor religioso) y con valentía al comunicarme que tenía un mes de vida aproximadamente y sin desfallecer le acompañé y le di durante todo ese tiempo y durante el lapso de tiempo de 22 de octubre de 2018 día de fallecimiento de mi madre, hasta su fallecimiento el 30 de julio, todo el amor que un hijo puede dar y no me arrepiento, viví y me sacrifiqué por ellos por propia voluntad y sin pedir a cambio nada ya que siempre tenía claro desde niño el de mantenerme soltero y virgen siendo heterosexual toda mi vida y no me arrepiento para nada y desde el fallecimiento de mi padre. Si tuviese mil vidas y mil juventudes hubiese hecho lo mismo. Y después de su fallecimiento me sobrevinieron más pruebas operaciones hernia inguinal bilateral y fimosis y ahora la espondilitis anquilosante, lo acepto y sé que en el más allá Dios me espera con los brazos abiertos por una eternidad.
Muchas gracias, Mar, preciosa. Yo también creo en el poder de la oración y de la energía que nos enviamos unos a otros. Me apunto también a enviarle la mía a Manuel Alejandro.
Un abrazo,
Vanessa
Gracias por compartir tu sabiduría y mucha fuerza para andar este sendero, Manuel Alejandro.
Muchas gracias, Belén :-).
Un abrazo,
Vanessa
Hola Manuel Alejandro,
Mil gracias de corazón por compartir, qué maravilloso ejemplo que Vida que nos das. Me he emocionado al leerte y me ha hecho recordar que no hay una única manera de vivir, que cada uno ha de sentir la suya escuchando su corazón y sus miedos, y siempre desde la aceptación de lo que está siendo y el aprendizaje constante. Tu historia es un precioso ejemplo de esto. Espero que puedas seguir encontrando esa Luz y esa Paz en tu camino de sanación. Que así sea. Namasté.
Un abrazo cariñoso,
Vanessa
Gracias por tus palabras, soy creyente y hay que superarse ante la adversidad y aceptarla en uno y en los seres que uno ama. Desde mi punto de vista hay que aceptar la enfermedad, superarse y es en mi caso de caballeros, aceptar la decadencia física mía por la edad y aceptar los fracasos, pérdidas y desgracias, pero sin lamentarse y teniendo en cuenta que toda como pienso yo, plagiando la frase de Federico II de Prusia “ninguna cosa es tan grave que sea susceptible de empeorar”.
Conclusión hay que mirar que otras personas están peor que uno y no quejarse nunca. Como dice san Agustín: “Conócete, acéptate, supérate” y sobre todo si tienes dolores e infortunios ofrecer tus dolores y contrariedades por los seres a los que amas, e incluso con aquellas personas que sabes que no te sientes bien por ellos para que mejoren como personas.
Hola Manuel,
Gracias a ti, es una maravilla leerte. Solo animarte a que también te quejes cuando lo necesites, que no hace falta ser fuerte todo el rato y también está bien dejarnos caer en algún momento. Eso no significa que no seas agradecido, tan solo que eres humano.
Un abrazo grande,
Vanessa
Manuel Alejandro, es admirable cómo puedes ver (en el más complicado de los escenarios) el bien entre lo que está mal. Con tu testimonio me has dado una lección de vida, gracias por tu compartir. Ánimo. Un fuerte abrazo,
Sandra L
Sandra, muchas gracias por tu comentario para Manuel.
Un abrazo,
Vanessa
Primero que todo, Manuel, tienes mi admiración y eres un gran ejemplo de fe de que se puede seguir adelante con la ayuda de DIOS, y la ayuda de personas como Vanessa que tiene ese don de brindar luz mediante sus consejos. Gracias a ella, cada post que escribe me identifico con ellos y me ayudan en los momentos oportunos. Gracias Vanessa. Un abrazo.
Gracias a ti también, Martha. Encantada de que te ayuden.
Un abrazo,
Vanessa