Atención. Suponte que estás con un grupo de personas y están hablando de un tema de política o de algo de actualidad…
¿Te pasa que te callas tu opinión porque tienes la sensación de que tú sabes menos?
¿Te comparas pensando que tú no te explicas tan bien y que no tienes tanto criterio como esa persona que está hablando?
¿Te dices qué no eres tan lista, tan culta o tan inteligente?
Vale, entonces parece que una de tus inseguridades tiene que ver con lo que sabes (y lo que no sabes).
Con la exigencia de que “deberías saber más” o con la sensación de que “no sabes suficiente”.
¿Te das cuenta?
Ni te imaginas la cantidad de mujeres que acuden a mí para trabajar su autoestima y me cuentan que se sienten inferiores respecto a lo que saben, como si no supieran tanto como su pareja, su amiga o su cuñada.
Como si tuvieran menos conocimientos que el resto… Menos cultura general y menos criterio a la hora de hablar de política, de literatura o de cosas que, según ellas, “cualquiera sabe más que yo”.
Y, claro, desde ahí, aunque tengan una opinión, les resulta muy difícil compartirla, hablar o confiar en que su criterio es tan válido como el de cualquiera.
Es lo mismo, y seguro que esto te ha pasado alguna vez, que cuando tienes una duda y no te atreves a preguntar porque piensas que es una tontería y que lo mismo hasta se ríen de ti.
En plan que alguien está contando algo y hay una cosa que no entiendes, pero te lo callas por vergüenza.
O que estás en clase de algo y te pierdes con una cosa que explica el profesor, y piensas “¿para qué voy a decir nada? Si no tiene importancia”, pero en el fondo lo que pasa es que no te atreves a preguntarlo.
(Hasta que un rato después, para tu sorpresa, resulta que alguien más que también se quedó con la misma duda que tú lo comenta en alto, y tú piensas “jaja vale, no es que yo fuera tonta por no haberlo entendido” :-).
La niña que aprendió a no saber
Cuando nos pasa esto suele tener que ver con esos momentos en los que, de pequeñas, en casa o en el colegio, preguntabas algo y los demás se reían, te ridiculizaban o te decían que eso ya lo deberías saber. Y tú terminabas pensando que eras tonta y que no sabías razonar.
Claro, de aquellos polvos vienen estos lodos…
Por ejemplo, en mi casa, de pequeña, no me preguntaban mi opinión sobre nada. Era una niña, y las niñas no tienen criterio ni opinión válida, porque “solo son niñas”. Y si en algún momento se me ocurría decir lo que pensaba de algo, la respuesta que escuchaba era “anda calla, que tú no sabes de esto” o “cuando seas mayor, ya opinarás”.
Situaciones similares a las que han vivido muchas de las mujeres a las que acompaño…
¿Qué conclusión crees que va a sacar una niña que vive esto? ¿A la que no escuchan, a la que no preguntan y cuya opinión no es tenida en cuenta? Pues la que sacamos muchas de nosotras: YO NO SÉ.
Por eso, que cada vez que alguien no le ha dado valor a tu opinión, cada vez que has escuchado “tú no sabes” o “a ti no hay quien te entienda”, cada vez que has dicho algo y alguien ha menospreciado tu parecer, cada vez que alguien se ha reído de ti, cada vez que no te has sentido importante para hablar…
Todas y cada una de esas experiencias han ido acumulándose y te han marcado con la suficiente fuerza como para que ahora tengas la sensación de que tú no sabes, de que deberías saber más o de que no sabes suficiente… Y de que los demás saben más que tú.
(Siempre que alguien no se valora lo suficiente es porque en algún momento ocurrió algo que le impidió valorarse bien o porque le faltó quien le enseñara a hacerlo con amor).
Así es la vida de la que cree que no sabe
Vale, ¿qué crees que habrá pasado con aquella niña y aquella adolescente que aprendió que no sabía? ¿Cómo será la adulta en la que se hayan convertido? Pues, pueden haber pasado dos cosas:
O bien te exiges tener que saber tanto como el otro para poder opinar y, si no te sientes super segura, no compartes tu criterio o lo haces con muchas dudas… Como si tuvieras que estar todo el rato demostrando cuánto sabes y necesitando que los demás te lo reconozcan…
O bien sueles sentir mucha vergüenza de no saber, de no ser suficiente, de no ser tan lista o tan culta, incluso de ser un poco tonta… Callándote y quedándote en un segundo plano, pequeñita, para que nadie te vuelva a avergonzar.
Y, ¿cómo dirías que se va a traducir esto en tu vida y en tus relaciones? Pues con la constante sensación, que puede aparecer en diferentes entornos, de que tú no sabes y de que los demás saben más que tú.
Por ejemplo, puede ser que si tu pareja opina diferente respecto a vuestras vacaciones, tú te calles, cedas y no insistas, porque “como tú no sabes tanto”… Y claro, si tu pareja es de los que cree que saben mucho o de los que necesita tener la razón para sentirse seguro, pues su exceso de saber tendrá que compensarse con tu creer que no sabes, y lo más probable es que, poco a poco, termines anulándote a ti misma.
O, en el trabajo, esa sensación de que no sabes hará que no opines con seguridad, que no des una idea distinta a la que ha dado otra persona porque crees que tú sabes menos y que ni loca te atrevas a proponer algo que sea muy disruptivo…
Que mires cómo lo hacen otros y te coma la rabia de sentir que tú no sabes tanto, o que alguien te discuta algo que has hecho y no sepas defender tu decisión con seguridad…
Y, por supuesto, todo esto te mantendrá en la retaguardia y te impedirá posicionarte, destacar o crecer…
“Cuando me tengo que enfrentar a algo de responsabilidad, me bloqueo porque pienso que yo siempre sé menos que los demás… Y no me sale, o si me sale sigo teniendo la sensación de que soy una impostora”, que me contaba una coachee de este perfil hace poco.
Incluso, puede ser que en algún momento alguien te felicite por una idea que has aportado y tú te quedes perpleja porque pensabas que era una tontería (obvio, como tú no sabes, pues solo puedes aportar tonterías 😉).
O en casa, con tu padre (que seguramente sea de las personas que más te conecta con la sensación de no saber), puede ser que comentes algo y veas que menosprecia tu opinión o hace algún comentario despectivo tipo “¡no he visto una cosa igual que tú!”, y tú vuelvas a sentir que no sabes y que eres tonta.
O si estás con un grupo de amigos (por whatsapp o en persona) y en muchos momentos te callas porque piensas que todo lo que están diciendo es más inteligente, más culto o más acertado de lo que podrías aportar tú. Y casi es como que desapareces, porque es mejor eso que decir algo que te deje al descubierto y los demás vean que no sabes tanto.
Vaya, que no es solo que no puedas disentir, es que muchas veces ni siquiera puedes dialogar o participar en la conversación de manera fluida y espontánea, como ves que lo hacen los demás.
Y si te preguntan algo te quedas cortada y dudas tanto de tu respuesta que parece que no tienes criterio, y después te quedas varias horas repasando lo que has dicho y preguntándote qué habrán pensado de ti.
¿Te suena algo de esto?
Cuando te pasa esto lo más obvio es que hay una dificultad para no saber, porque has relacionado lo que sabes con lo que vales o porque en algún momento alguien te hizo creer que eras tonta y que no sabías suficiente.
Así que, por un lado, eres incapaz de valorar y reconocer lo que sabes y por el otro te sientes inferior por no saber tanto como los demás.
En vez de, como le pasa a una mujer segura de sí misma, poder reconocerte lo que sabes, poder mostrarlo, poder expresarlo y poder valorarlo ante los demás (sin necesitar que sean los demás quienes te lo reconozcan para sentirse segura).
Y, por supuesto, una mujer que de verdad se siente segura de sí misma no tiene ningún problema para decir que no sabe de algo, porque su sentimiento de valía es mucho más incondicional y está por encima de todo eso…
¿Te gustaría ser una de esas mujeres? Genial. Sé los pasos que necesitas dar y tengo un curso justo para eso (para que ésta sea la definitiva en que aprendas a quererte y te sientas segura de ti misma).
Se llama AMOR.
Mira lo que dice Patricia, una de las mujeres que ya lo han hecho: “Por lo que llevo de curso, te puedo decir que es lo mejor que he hecho hasta ahora por mi autoestima. He hecho terapia, cursos, leído libros…pero nada me ha ayudado tanto como tu curso”.
¿Preparada tú también? Tienes toda la información y cómo apuntarte AQUÍ.
Me pasa sobre todo cuando estoy con grupos grandes o con la familia de mi marido. Y noto que me pasa más si de antemano yo ya estoy rayada y preocupada por algo… Como que según vaya yo de ánimo, pues me atrevo a opinar más o me quedo más callada pensando eso de que “no sé”.
Saludos
Sí, es lógico que cuando hay una necesidad abierta (cuando ha pasado algo que te ha afectado emocionalmente y que necesitas atender dentro de ti), estés más susceptible a lo que ocurra en tu entorno. Por eso hay personas que, como nunca se atienden, tienen mucha carga emocional y muchas necesidades sin satisfacer, y están en una especie de malestar permanente… Por esto también es importante que sepas gestionar lo que te va pasando y que no dejes que se acumule (además de trabajar esa creencia de que tú “sabes menos”).
Un abrazo,
Vanessa