Sí, soy una de esas niñas que sufrió bullying en el colegio. Y ahora lo puedo nombrar.
Antes no podía. Cuando te pasa algo así, asumes que es porque eres una mierda y simplemente te lo mereces.
Ellos lo ven, tú lo ves, y no hay más que hablar.
(Eres una niña, y esa es tu forma de razonar).
Así que te guardas el secreto en una tumba dentro de ti, porque la vergüenza es infinita.
Ahora se habla mucho de bullying. Antes no. Antes no tenía ni nombre.
Solo era que se metían contigo en el colegio. Que te gastaban bromas. Que se reían de ti. Cosas de niños, sin importancia.
¿Solo? Pues ser una de esas niñas a las que pegaban, insultaban y ponían motes no tenía ni pizca de gracia.
Pero hoy no te quiero hablar de ese infierno. Hoy te quiero hablar de lo que pasa con ese infierno cuando aquella niña se convierte en adulta (porque somos muchas, lo sé).
¿Cuáles son las secuelas de haber pasado por algo así cuando eras demasiado pequeña para entenderlo o para defenderte de ello? ¿Cómo es hoy una adulta que de niña vivió esto?
No creo que las consecuencias de haber sufrido bullying en el colegio sean las mismas para todos. Yo te puedo hablar de las mías y de las de las mujeres a las que acompaño (si tú quieres, rellena esto).
Pero el autorrechazo siempre está. Aprendes a rechazarte igual que te rechazan tus iguales. Y creas dentro de ti a una sargento implacable que no te deja ni a sol ni a sombra.
Otras secuelas pueden depender de muchos factores: de cuánto haya durado esa situación traumática, de a qué edad ocurra, de cómo sea el niño (más o menos tímido, con más o menos capacidad de defenderse, más contestón o más callado…), de si lo comparte con alguien o no, de si hay una figura adulta con la que el niño se sienta protegido… Sí, creo que eso marca la gran diferencia: que ese niño tenga un lugar seguro al que acudir, o no lo tenga.
En mi caso duró todos los años del colegio y jamás se lo conté a nadie que no estuviera allí presente. Porque no había nadie disponible para contárselo y porque yo asumí que eso era lo que me tocaba vivir. Y, cuando un niño piensa que se merece un castigo, se lo traga. Y punto.
El miedo a la gente
Además del autorrechazo, la principal secuela del bullying es el pánico a la gente y la sensación de que todo contacto con el exterior es peligrosa.
En tu cueva estás a salvo. Fuera de ella, no.
Vives en una especie de paranoia que te hace creer que caes mal a todo el mundo, que todos te rechazan, que todos se ríen de ti…
Cualquier cosa que haga alguien, crees que es por ti. Si respira, si habla, si se calla, si sonríe, si está serio… Como sientes que algo falla en ti, la culpa de lo que hacen y dicen los demás siempre es tuya.
Si tu compañera del trabajo hoy no está tan habladora, es que le ha molestado algo de ti. Si tu pareja se enfada, es que tú has hecho algo mal. Si dos amigas toman un café sin ti, seguro que te están criticando. Si tu vecina no te saluda, es que no le gustas.
Y así, con todo. Autocentrismo, que me decía mi primera psicóloga.
El calor en el cuerpo cuando dices algo y alguien te mira…, la vergüenza de ser tú y de ser como eres…, las ganas de huir a tu cueva, donde nadie te vea y nadie te juzgue…
Pero da igual, porque allí también estás tú. Y tú, que eres tu peor enemigo, vas contigo a todas partes.
Tú eres la que más se juzga y se castiga. Tú eres la primera que se rechaza a todas horas. Tú eres la que se hace la vida imposible.
Lo que piensen de ti
Y, ¿qué crees que pasa cuando tienes pánico a los demás y mucho miedo al rechazo? Pues que todo el rato necesitas controlar lo que los demás piensan de ti y, para ello, te conviertes en alguien capaz de adaptarse a lo que sea con tal de ser aceptada.
Super atenta a no salirte del guión, pero siempre encontrando algo por lo que fustigarte… Lo tendrías que haber dicho, lo que no deberías haber hecho, que se habrán pensado que eres tonta, que seguro que ahora están hablando de ti a tus espaldas…
Agotador, sí. Porque nunca eres tú. Porque no sabes ser tú. Porque la inseguridad va contigo a todas partes….
Cuando has vivido una situación traumática, el miedo está tan anclado a ti que no hay pensamiento racional que valga. Lo emocional es mucho más fuerte que la razón, y eso hace que seas incapaz de relajarte o de ser natural y espontánea cuando estás con otras personas.
En mi caso, para protegerme, algo que aprendí a hacer fue ser borde y seria. Esa era mi máscara. Eso fue lo que, inconscientemente, hice para sobrevivir. Y, durante muchos años, cuando alguien venía y me decía “antes de hablar más contigo me parecías muy borde”, yo no lo entendía. “¿Yooo? ¡Pero si yo solo quiero caer bien!”, pensaba.
Pues sí, yo. Yo daba miedo. El mismo miedo que sentía dentro, lo reflejaba fuera. Aunque por dentro me sintiera pequeña y aterrada, el pánico a la gente me bloqueaba tanto, que parecía todo lo contrario.
Te puedes imaginar que, con este percal que te cuento, todos tus esfuerzos por pertenecer muchas veces son en balde. Porque no estás. Porque no te muestras. Porque vives contenida… Justo lo que más anhelas es lo mismo que tú, sin darte cuenta de ello, no te permites tener.
La indefensión aprendida
Cuando asumes que algo que te está pasando es culpa tuya y es lo que te corresponde, una consecuencia natural es que no te defiendes.
Como una especie de “esto es lo que hay, y nada puedo hacer”.
Por eso no dices las cosas, ni expresas lo que te molesta, ni pones ningún límite a cualquier ataque o abuso que puedas recibir.
Eso, sumado a tu necesidad tan grande de aprobación, hace que jamás te enfades y que hagas lo que haga falta por evitar un conflicto.
Entonces, ¿cómo te proteges? Pues de ninguna forma.
No te proteges porque no sabes, no puedes y no crees que lo merezcas.
O lo que me decía una coachee que también había vivido bullying: “cuando me siento atacada o rechazada por alguien, me sale ser muy simpática o amable con esa persona, como si así fuera a dejar de atacarme”.
Pues eso, que antes ponerte de rodillas, que defenderte.
¿Y pedir? Pedir nunca. Porque el que pide puede molestar. Además, si tú sientes que no mereces que te den o que si pides no te van a dar, ¿pedirías algo? Pues eso, blanco y en botella.
¿Y decir que no? Jamás. Primero porque, si no quieres que te rechacen, tienes que ser buena y hacer lo que te piden. Y, segundo, porque el miedo a que el otro se pueda sentir rechazado por ti es infinitamente peor que hacer algo que no quieres hacer. Así que lo haces, y santas pascuas.
¿Alguna secuela positiva? Todas las personas que he conocido que habían sufrido bullying me nombran la misma: la capacidad de empatía con el que sufre y la sensibilidad a las injusticias. Claro, lo que no pudiste hacer contigo, te desvives por serlo para otros.
Tres cosas que te quiero decir
Si has llegado hasta aquí supongo que es porque viviste algo parecido y, entonces, te quiero decir tres cosas:
1. No fue por ti. Tu no fuiste la culpable, fuiste la víctima. Y la responsabilidad de lo que pasó es de otros.
No hay nada que te puedas reprochar a ti, porque una niña NO tiene que tener herramientas para gestionar esto. Tiene que tener adultos que la cuiden. Punto.
2. Nómbralo. El principal motivo de querer escribir este post fue que TÚ también lo pudieras nombrar.
Sí, antes, cuando yo no era capaz de nombrarlo, era porque, en el fondo de mí, aun sentía que aquello me había ocurrido por ser defectuosa.
Y no. No lo soy. Y tú tampoco. Así que, a poquitos, a alguien muy cercano y de mucha confianza, cuando te apetezca, ¡cuéntaselo!
3.Cúralo. Para que puedas sentir, de verdad y desde tus entrañas, que aquello no fue por ti, que no hay nada malo en ti y que no tienes nada de lo que avergonzarte, necesitas sanar esas heridas.
Por mi parte, encantada de acompañarte (si quieres, es aquí).
Muchas de las mujeres que acuden a mí para aprender a quererse y a mirarse bonito, vienen de experiencias como éstas. Y te aseguro que el cambio cuando haces un proceso profundo de amor a ti misma es BRUTAL. A las pruebas me remito, que todo esto de lo que te hablo ya lo puedo nombrar en pasado. Y olé.
Y, por último, si quieres contarme algo de tu experiencia, feliz de leerte aquí debajo en los comentarios. Sin vergüenza, y a mucha honra.
Yo no sufrí bullying en el colegio. Pero en mi familia biológica vivi un infierno parecido a lo que describes y años más tarde me sentía culpable de todo. Creía que era una mierda, y mil cosas más.
Gracias a dios y a mi tesón eso ya es pasado.
Hola Carmen,
Sí, lo que vivimos en la familia de origen es lo que más nos condiciona, y muchas veces también es traumático, por no haber recibido el cariño, el cuidado, la mirada y el reconocimiento que una niña necesita para crecer en un lugar seguro y nutritivo. Siento que haya sido así y me alegro de que hayas sanado esas heridas.
Un abrazo grande,
Vanessa
Me encanta cómo explicas todo… siempre que te leo me siento representada. Soy tu fan.
Ahora una duda… siento que tengo las consecuencias que describes, pero no recuerdo el trauma en si, ¿cómo se puede contar algo que no se sabe?
Agradezco tus post, son muy buenos.
Cariños.
Hola Klau,
Muchas gracias por tus palabras hacia mí :-).
Si sientes esas secuelas puede ocurrir que no estés viendo de dónde vienen. Para eso son los procesos de autoconocimiento, para ir entendiendo cuál es el origen de esto que me pasa. A veces solas no somos capaces de comprenderlo, y con la mirada de alguien que nos haga de espejo lo vemos claro. Y hay muchas técnicas y herramientas para trabajar lo que no se recuerda y poder cambiar cómo nos condiciona a día de hoy.
Desde luego, si algo te pasa, es porque algo te pasó.
Un cariñoso abrazo,
Vanessa
Me he sentido totalmente identificada con todo lo que dices en este post. Me ha parecido brutal la frase del aspecto positivo: la capacidad de empatía con el que sufre y la sensibilidad a las injusticias. Y entonces es cuando me he dado cuenta de que lo que yo he sufrido de niña en mi “grupo de amigas” fue bullying. Nunca le había puesto ningún nombre.
A día de hoy me seguía diciendo que era que a dos de ellas no les caía bien y me tenían mucha envidia, y todas las demás les seguían, pero realmente era bullying. Y a día de hoy lo sigo padeciendo cada vez que voy a mi pueblo, pero ya estoy más lejos de ello, pero porque me he aislado en mi “cueva” desde hace años. Aunque con la madurez, en esa cueva han entrado otras personas que me acompañan y ya me siento más plena.
Pero hasta hoy no le había puesto nombre a lo que yo había pasado en toda mi niñez y adultez joven.
Qué bien, Ana Isabel. Me alegro de que te haya servido para entender que lo que viviste fue acoso y que es lógico que eso haya dejado secuelas en ti. Fueron muchos años los que dices y es lógico que te haya marcado y se manifieste en algunos momentos, como cuando vuelves a tu lugar de origen.
Un abrazo,
Vanessa
Lamento mucho todo lo que cuentas, Vanessa.
Yo sufrí bullying que me hacía vomitar por las mañanas del miedo, y tomando tus palabras, a mucha honra.
Hace poco escribí en tus post para hablar de la situación de acoso que he vivido en el trabajo. He conseguido que me trasladen, pero no he seguido adelante con la queja porque no tenía pruebas. Mis compañeras de equipo se burlaban y reían de mí todos los días y tenían juegos para asustarme. Han intentado castigarme por existir. No me extiendo sobre personas que viven aterradas, carecen de moral, y lo pagan con otras.
Desde el primer bullying que sufrí jamás he coincidido con gente tan lejos de ser personas reales.
Muchas gracias por tu post, Vanessa, como todo Coaching to Be arroja mucha luz. Un abrazo fuerte y mucha más luz.
Quisiera añadir que desde que puse la queja y se me ocurrió pedir el traslado al ver que me tenían en espera porque la inspectora estaba de vacaciones…Al final he estado un mes completo más en ese ambiente. Hay que reaccionar a tiempo ante estas situaciones y proteger a aquellos a quienes nos arrastran a ellas.
Muchas gracias, Ariel. Sí, el cuerpo es sabio y siempre manifiesta lo que está pasando a nivel emocional de alguna forma, a través del vómito en tu caso.
Qué bien, me alegro de que te hayan trasladado y puedas trabajar a gusto en otro lugar. Fuiste muy valiente y espero que te vaya muy bien en tu nuevo destino.
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Muchas gracias por tus palabras de apoyo y ánimo, Vanessa. El cambio ha sido una mejora, sin duda. Un abrazo fuerte 🙂
Me alegra mucho saber eso, Ariel.
Otro abrazo para ti,
Vanessa
AL leerte me ha pasado como a Ariel. Que análisis tan valioso. Gracias por tu luz en sentimientos tan profundos, Vanessa.
Tus artículos, tus pots, tus cursos son auténtica medicina para el sentimiento de insuficiencia, del sentimiento de carencia, ya sea de afecto, de respeto, de confianza, de amor propio. Hay que empezar de a pocos para ir descapando. Un trabajo arduo, pero tan necesario como gratificante.
El regalo es conocernos y amarnos. El principio de lo bueno.
Qué bonito lo dices, MariE. Muchas gracias por tus palabras tan cariñosas.
Sí, conocernos es necesario y es un regalo, además de condición indispensable para poder amarnos. Y el verdadero principio de la vida, en mi opinión.
Un fuerte abrazo,
Vanessa
Muchas gracias Vanessa! Me encanto leerte y me sentí muy identificada con todo lo que escribiste porque también sufrí bullying en el colegio y nunca supe porque durante casi toda mi adolescencia y ahora de adulta vivía con esa sensación de miedo ante los demás, con terror al rechazo y con una autocrítica enorme. Sentía mucha vergüenza de contar todo lo que me había pasado, las cargadas y burlas que recibí de niña y adolescente. Lo sepulte dentro mío como algo normal, creyendo siempre que había algo malo en mí, que la fallada era yo.
Gracias por ayudarme a pensar y devolver luz a esas partes que deje escondidas y que desde lo más profundo me estaban lastimando.
Un abrazo muy fuerte!
Ay Mariana, entiendo perfectamente lo que dices y me alegro mucho de que hayas leído el post. Ya ves que no hay nada malo en ti y que ese sentimiento tan profundo es solo la consecuencia de lo que viviste. Y no, eso que te pasó no es normal, y es lógico que te haya generado mucho daño. Es importante que seas consciente de ello y lo trabajes, para que puedas separar esas heridas de que lo que tú eres y de lo que tú vales.
Un abrazo grande,
Vanessa
VALIENTE y Magnificamente contado!! Eres muy muy especial. Felicidades
Un abrazo!
Muchas gracias por tus palabras, Susana. Eso que ves en mí es porque está también en ti, bonita ❤️.
Un abrazo grande,
Vanessa