Atención a lo que me dice esta mujer hablando de su pareja:
“Si me apetece hacer algo diferente, cedo por lo que quiere él. Por ejemplo, me he adaptado a sus comidas, en vez de comer sano como antes… Y me enfado porque siempre estoy centrada en lo que él desea y necesita… Pero después pienso que es normal que no siempre se haga lo que yo quiero”.
¿Qué hay aquí? ¿Dónde está el problema? ¿Es que ella da demasiado? ¿O es que su pareja se aprovecha?
Pues depende.
Puede ser que ella tenga mucho miedo al abandono y, desde ahí, se abandone a sí misma.
O puede ser que él dé poco y esté cómodo con que ella se adapte a él.
Y ahí va la pregunta del millón: ¿Cómo saber si lo que me está pasando en la relación con mi pareja tiene más que ver con mis heridas o con su forma de ser?
Y cuando digo “heridas” me refiero a que cuando, de niñas, nuestras necesidades emocionales no fueron bien vistas y atendidas, de adultas seguimos teniendo dentro a esa niña que busca que le den lo que entonces no le dieron.
Con lo cual, puede ocurrir que tengas unas expectativas muy altas hacia el otro, porque todavía tienes abierta esa necesidad insaciable de aquello que te faltó.
Por ejemplo, que tu necesidad de que te vean se convierta casi en exigencia, porque hay una herida muy profunda de no haber sido vista. Y que, cuando no lo recibes, te pongas ansiosa, exigente, perseguidora y obsesiva.
O, también, puede ser que, por no haber sido bien vista y querida de niña, ahora te enganches a personas que no te saben dar eso… Y, a menos te lo dan, más se abre tu herida y más lo buscas en el otro (sin darte cuenta de que esa persona es un NO rotundo).
Por ejemplo, que como de niña no te sentiste querida y valorada, ahora eliges a personas que te quieren mucho un rato y muy poco otro rato.
La cosa es que, cuando algo se repite y te hace sufrir, necesitas mirar si tiene que ver con alguna necesidad emocional tuya no cubierta o tiene que ver con el otro. O las dos cosas.
Y no pasa nada porque sea una de tus heridas sangrando. Lo importante es que lo veas (y que no te juzgues por ello).
Y, sobre todo, que te des cuenta de que el problema no es tanto que necesites X de tu pareja. El problema es cuando te quedas con alguien que no te lo puede, quiere o sabe dar. Y luchas y te esfuerzas para que tu niña reciba ahora aquello que no le dieron en su momento. ¡Ese es el gran problema!
Mucho miedo al abandono
Te voy a ir poniendo algunos ejemplos reales de mis coachees, empezando por los que podrían ser de herida de abandono, para que veas por dónde van los tiros en tu caso.
“Cuando mi pareja se enfada, se va a otra habitación y empieza a hablar en voz alta, quejándose de mí y diciendo que no me aguanta y que se larga, y yo enloquezco”.
¿Qué le pasa a esta mujer? ¿Es su miedo al abandono? ¿O es que su pareja la manipula con esa actitud? Pues pueden ser las dos cosas.
“Mi padre no trataba bien a mi madre y ella siempre estaba ahí. Entonces para mí lo normal es hablar y arreglar los conflictos. Y creo que con mi pareja soy muy tolerante y no acepto las cosas que no me gustan por eso. No me enfado porque no me gusta estar mal y, si él se enfada, necesito hablar las cosas en el momento. No puedo esperar”.
¿Es que ella ha aprendido que “si te enfadas, el otro se va”? ¿O es que su pareja no le da seguridad? Pues, de nuevo, pueden ser las dos cosas.
“Doy mucho y me decepciono cuando mi pareja no me da lo mismo. ¿No debería sentirme así?”.
Sí, sentirte como te sientes, eso siempre. La cosa es si eso que esperas es realista o viene de alguna herida. Por ejemplo, que das mucho porque tienes miedo a que te dejen si no lo haces. Y, cuando no recibes tanto como das, conectas con el miedo al abandono o con la injusticia de estar dando de más.
Tu miedo a no hacerlo bien
¿Y si tu miedo es a no hacerlo bien, porque de pequeña te sentiste poco reconocida y que, si no lo hacías bien, te dejarían de querer?
Te pongo unos cuantos ejemplos (reales y verdaderos todos):
“Cuando estoy conociendo a alguien y de repente un día esa persona no me escribe o no me ha contestado a mi último mensaje, me pongo a repasar todo lo que le he puesto a ver si es que he dicho alguna tontería o he metido la pata. Y cuando me escribe me calmo. Pero a la siguiente que vuelve a tardar en escribirme me pasa lo mismo”.
¿Es su inseguridad? ¿O es que se escribe con personas poco presentes y que aparecen y desaparecen? Depende.
“A veces mi pareja está de mal humor sin que yo sepa por qué, y necesito entender y que me dé una explicación, por si es culpa mía. No puedo parar de pensar y le insisto mucho”.
¿Es que ella es muy ansiosa y cree que todo es culpa suya? ¿O es por la forma de ser de él? Pues, ya sabes, pueden ser las dos cosas.
“Hace ocho meses que le conozco y nos vemos cuando cuadra. Me ha dicho que está a gusto, pero que no quiere una relación. Y yo pienso que sí que quiere, pero que yo no cumplo sus expectativas. Y entonces me pongo a intentar gustarle más”.
¿Es que ella no se cree suficiente y busca que él se lo haga sentir? ¿O es que él no busca lo mismo que ella, pero lo que tienen le va bien? Pues un poco de las dos cosas, parece.
Cuando tu niña se sintió muy juzgada
¿Y cuando lo que le pasó a tu niña es que se sintió juzgada, atacada o vivió algo injusto? Pues pasa esto:
(Ojo, que NO es que nuestras heridas estén así compartimentadas como en cajitas separadas y que si tienes de una no tienes de otra. Más bien, están mezcladas y puede ser que, por ejemplo, tu reacción cuando te sientes juzgada en el fondo sea miedo a que te rechacen o te abandonen. Pero te lo explico así, como si fueran diferentes, para que te resulte más fácil verte).
“Cuando voy conduciendo y mi pareja me regaña me pongo como loca. Es como cuando mi padre me comparaba con mi hermana porque ella estudiaba mejor que yo”.
¿Es que se sintió muy criticada de niña? ¿O es que su pareja la trata como a una niña? Depende.
“Salto mucho ante los ataques de mi pareja cuando siento que me trata de tonta o de loca. Me enciendo y me pongo a gritar, porque soy muy impulsiva”.
¿Es ella que no sabe controlarse? ¿O es él que telita marinera? Depende.
“Cuando el fregadero está lleno de platos o veo que no ha recogido no me puedo callar. Le agobio y estamos todo el día discutiendo y de mal rollo”.
¿Es ella que se pasa de controladora y exigente? ¿O es que él no hace nada? Ya sabes, pueden ser las dos cosas.
Una niña poco vista
Última herida de la que te voy a hablar: cuando de niña te sentiste muy poco vista y muy poco valorada. Ejemplos:
“Me empeño en que mi pareja me valore y, si no lo hace, no me siento bien”.
¿Es su necesidad insaciable porque su niña no lo tuvo? ¿O es que su pareja no la valora, y punto? Depende.
“Me adapto a mi pareja en muchas cosas, pero después no me parece justo y entro como en pedirle un premio por haber hecho eso”.
¿Es que ella no se hace responsable de sus decisiones? ¿O es que él se aprovecha? Ya sabes, A y B pueden ser correctas 😉.
“Parece que tengo un foco para atraer a perfiles tóxicos con ludopatía, adicción a la cocaína, problemas económicos… Cuando lo veo, le quiero dar una oportunidad y no irme a la primera. Y después me enamoro y confío en que puede cambiar y en que yo le puedo ayudar”.
Y otra vez: que se juntan sus heridas y un rol de salvadora que tendrá que ver con su niña, con perfiles muy poco disponibles.
De mí misma también te podría hablar, porque una de las necesidades menos cubiertas por mi madre cuando yo era niña fue la de sentirme vista y tenida en cuenta por ella.
Y, ¿qué hice yo, ya de adulta, durante años para intentar saciar esa necesidad? Necesitar que los demás me vieran mucho y me tuvieran muy en cuenta y sufrir lo que no está escrito cuando eso no pasaba, junto a engancharme a parejas que no me veían lo más mínimo.
¿Y ahora, con esas heridas un poco más curadas? 😊 ¿Ya no tengo esa necesidad? Sí, claro que la tengo. Pero, como ahora yo sí me veo y me tengo en cuenta, ya no espero tanto de los demás y ya no me gusta alguien que no me tiene en cuenta.
Y así podría seguir y seguir contándote situaciones del presente que en realidad hablan de lo que tu niña no tuvo, y también de cuando confundes eso y te crees que tooodo lo que te pasa es por tus heridas, sin ver lo que hace el otro.
Hola! Al principio no lo he entendido mucho, pero luego, ¡Si, si! Mirando hacía mis relaciones pasadas (y sobre todo a las futuras) lo he visto claro. ¡Necesito este curso!
Qué bien, Gemma. Pues espero que lo disfrutes un montón y que te sirva como necesitas ;-).
Un fuerte abrazo,
Vanessa