Hace cinco años que Maite no se enamora.
Su última relación fue muy intensa y le puso la vida patas arriba. Así que el batacazo de que no funcionara la dejó hecha polvo. Le costó casi dos años sentir que lo había superado y que, por fin, había “olvidado” a su ex.
Y se acostumbró a estar sola. Va y viene, hace sus cosas, trabaja, es independiente, tiene amigos, hace planes, va a ver a su familia, viaja, hace cursos, conoce gente…
Si le preguntas te dirá que sí, que le gusta su vida, y que ahora mismo no se le pasa por la cabeza tener pareja y poner en riesgo esa estabilidad que le ha costado taaanto esfuerzo conseguir.
Sí, Maite se ha acostumbrado a no tener pareja. Pero es que no la necesita para nada. Ni siquiera en su vida sexual lo echa en falta. Ya se alegra ella.
Total, cuando ha tenido algún rollo siempre han sido hombres muy poco atentos y nada disponibles para una relación, así que ha terminado confirmando su teoría de que ahora mismo no le merece la pena conocer a alguien.
Que mucho mejor sola que arriesgarse a volver a terminar mal acompañada.
Eso, al menos, es lo que se cuenta ella.
Y, como Maite, yo me encuentro mujeres a patadas.
Mujeres que se han convencido de que “si no voy a tener una relación como a mí me gustaría, mejor no tengo nada. Prefiero mil veces esto a volver a darme una ostia”.
Es decir, en su caso no tienen miedo a la soledad. Lo que tienen es miedo al vínculo.
Así que siguen con su vida y, como Maite, se acostumbran a ser felices sin pareja.
Pero, ¿son felices de verdad?
En algunas mujeres es una elección consciente y en otras no lo es tanto, y achacan su situación a que “tal y como está el panorama”, “si miro a mis amigas con pareja todas tienen algún problema”, “si es que así hago lo que me da la gana”…
Pero, en el fondo de los fondos, aunque ese sentimiento esté enterrado a cien metros bajo tierra, también hay un anhelo de volver a enamorarse y compartir su vida con alguien.
Lo que pasa es que les sale más a cuenta callar ese deseo, reprimirlo, mandarlo al desván, negarlo y hacer como que no está…
Por ejemplo, una mujer que me escribió hace unos días y me decía “es que yo, si no estoy segura de que no me van a hacer daño, ya no me meto en una relación”.
Buena táctica. Pero no funciona. Porque querer estar segura de que no te van a hacer daño es como querer tener garantías de que unas vacaciones en Mallorca van a ser maravillosas.
Es decir, nadie te puede asegurar que no vas a pasarlo mal. Y la única forma de que sea así es que te cierres y no te vuelvas a meter en ninguna relación. ¡Voilá! ¡¡Justo lo que hacen ellas!!
Pues eso, que cuando te han hecho mucho daño y decides que ya no más, el camino más fácil es estar sola y contarte que así estás bien.
O también las mujeres que están con el típico discurso de que “el mercado está muy mal” y “no hay hombres que merezcan la pena”…
Claro, como no podemos ver algo que no creemos que exista, ¿qué pasa entonces? Que todo lo que te encuentras es una mierda (sin darte cuenta de que el problema es que la primera que está cerrada eres tú y, desde ahí, no puedes ver a alguien que merezca la pena ni aunque venga dando saltos con carteles luminosos).
O las de “es que yo sola estoy muy bien, me gusta mi vida y no quiero que alguien vuelva a descolocarla”, porque en realidad lo que pasa es que aún no han cerrado las heridas de su última relación (apunta: para que una herida cicatrice hace falta curarla bien, y eso NO es solo cuestión de que pase el tiempo).
O las que piensan que si volvieran a tener pareja perderían su libertad, su hacer lo que les apetece, su “no dar explicaciones a nadie”… Porque cuando han estado con alguien han caído en patrones de olvidarse de sí mismas, de adaptarse, de estar pendientes del otro, de dejar de lado a sus amigos… ¿Lo típico de empezar a comer mal en cuanto te echas novio? Pues eso.
Así que, muerto el perro, se acabó la rabia… (cuando la solución, como te puedes imaginar, pasa por cambiar esos patrones que las llevan a abandonarse a sí mismas, en vez de cerrarse a tener pareja).
Claro, cuando eres de las que en el vínculo se entrega hasta desaparecer y le afloran todos los miedos del mundo, pues sentirte segura y empoderada estando soltera es mucho más fácil. ¿O conoces a alguien a quien se le active su apego ansioso estando sola? No, ya te digo yo que no.
Y por eso te niegas ese deseo, para no que no vuelvan a manifestarse todos tus fantasmas, pero no porque ya no estén ahí las ganas de enamorarte y de compartir (aunque tú las tapes contándote que estás mejor así).
Es decir, ninguna de estas mujeres se da cuenta de que su actitud esconde bloqueos, miedos y heridas que les están impidiendo entregarse y que hacen que para ellas lo más fácil sea seguir solas y sin pareja.
(Si estás pensando que tal vez este sea tu caso y quieres que te ayude a sanar esos miedos que te impiden abrirte a una relación, cuéntamelo AQUÍ).
La moneda siempre tiene dos caras
Incluso a veces lo veo en mujeres que sí que se cuentan que quieren tener pareja, y la buscan activamente, pero después le ponen pegas a todos los hombres que conocen (clásica forma de autosabotaje, sí señora).
“Porque es que a éste le veo poco centrado”, “es que éste habla mucho de su ex”, “es que éste es un poco soso”, “es que éste no hace terapia”…
Y el problema es que todo eso lo dicen desde la teoría y desde la mente (que es una especie de altavoz de nuestros miedos y nuestros bloqueos inconscientes) y que, de esa forma, no se permiten experimentar ni mojarse las bragas, porque en el fondo sigue estando ese miedo a volver a pasarlo mal.
Mira, cuando quieres evitar el dolor, el miedo o la incertidumbre, también estas evitando la vida.
Porque la vida es dolor, miedo e incertidumbre de la misma forma que es amor, placer y alegría.
Y no existe lo uno sin lo otro, ni opción de elegir solo una de las dos caras de la moneda.
Y cuando a veces te sientes sola y anhelas alguien que te abrace, que te escuche o con quien compartir, pero lo evitas porque cuando ha pasado también se te han activado todos tus miedos a hacerlo mal, a que al otro no le guste, a que te rechace o a que te abandone, ¡¡estás perdiéndote las dos caras de la vida!!
La bonita y la menos bonita.
Cuando dices “estoy mejor sola, que así no lo voy a pasar mal ni me van a hacer daño”, la parte de ti que anhela compartir y emocionarse con alguien, se queda muerta en el armario, deseando que alguien la saque de ahí.
Recuerdo a una coachee que acudió a mí porque no sabía si quería tener pareja o estaba bien así… Reconocía que añoraba algo en su vida y le daba muchas vueltas al tema, pero no terminaba de hacer nada ni de “salir al ruedo”, como decía ella. ¿Por qué? Por MIEDO.
Hasta que vimos de dónde venían esos miedos y qué necesitaba hacer con ellos para que no le impidieran VIVIR. Y empezó a moverse, a conocer gente y a tener una vida sentimental activa y sana. ¿Todo fue un camino de rosas? No, claro que no. Su primera pareja terminó siendo un chasco rotundo. La segunda fue un poco mejor, pero tampoco comieron perdices…
Y lloró y gozó. Y rió y se cabreó. Y hubo días de tormenta y días con un sol radiante. Días tranquilos y días con marejada…
La cosa es que ella, por fin, volvió a sentirse viva.
Porque, ahora sí, estaba viviendo, en vez de seguir haciéndole la cobra a la vida…
…
Si este post te ha removido algo o te ha dejado pensando, cuéntamelo en los comentarios aquí debajo. Me hará mucha ilusión ;-).
Querida Vanessa, hace mucho que te leo desde Chile y me gustaría comentarte que este post ha hecho que piense en verdad sobre lo de estar sola. Creo que somos capaces de tener una relación sana y compartir todo aquello, el problema es que no se como hacerlo, si bien me resuena lo del apego ansioso y creo que es lo que me pasa pero no tengo idea de cómo solucionarlo. Hace 5 meses que estoy sola, si bien me he sentido perfecta, pero me encantaría tener una pareja con la cual compartir lo que venga pero sanamente.
Muchas gracias, Magaly. No conozco ninguna forma de sanar las heridas que nos impiden vincularnos que no sea mirarlas e ir curándolas poco a poco con mucho amor. Y eso no es algo que se consiga leyendo o aplicando técnicas, sino haciendo un trabajo de autoconocimiento y autoestima. Por mi parte ,si quieres que trabajemos juntas, estaré encantada de acompañarte para que puedas sanar ese apego ansioso y conocer a alguien con quien compartir sanamente. Si quieres, cuéntamelo aquí.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vane, te leo desde hace 4 años, casualmente un día apareció tu página en internet, uno de esos días en el qué me sentía fatal, y agradezco mucho tus post gracias porque me han ayudado demasiado, he identificado mis heridas y sigo aprendiendo a sanarlas.
Gracias, Ivonne, preciosa. Cómo me alegro de lo que me dices, espero que te siga acompañando y sirviendo por mucho tiempo y para que sientas mucho amor a ti misma.
Un abrazo,
Vanessa
Me he sentido muy identificada Vanessa. Van a hacer 4 años que terminé mi última relación y a pesar del tiempo transcurrido no se si he superado esa relación. Digamos que me he acostumbrado a hacer las cosas sola y a disfrutar de los pequeños encantos de la vida, el cine, un café con las amigas, ver como sale una flor a tu cactus de Navidad en marzo. Posiblemente no es solo un tema de dolor, es que no todo el mundo está dispuesto a asumir una mochila de un familiar dependiente. Pero siempre ante la vida hay que mirarla al frente con una sonrisa.
Muchas gracias, MC. Es posible que algunas personas no estén dispuestas a asumir la mochila de un familiar dependiente, igual que otras no lo están a vincularse con alguien que tenga hijos o que viva en otro país. Pero somos muchos y seguro que también hay personas que sí. Lo importante es que el obstáculo no lo pongas tú (tuve a mi madre dependiente muchos años y durante ese tiempo empecé una relación, y te aseguro que con la persona adecuada y la disposición por parte de los dos es algo posible y real) cerrándote de antemano.
Un abrazo grande,
Vanessa
Vanessa, gracias por esas palabras que nos ayudan a entender un poco más nuestro interior, sin embargo, también creo que cada vez el mercado de las relaciones amorosas es más difícil para conectar y conocer.
Hola Maria Juliana,
Hay muchos factores que pueden influir en cada persona, y lo importante es que trabajes lo que tiene que ver contigo y sientas que de verdad estás abierta a conocer y a conectar con alguien y que confías que eso puede ocurrir. Sin eso, lo que pase en “el mercado” va a dar igual. Pero con eso todo es posible porque sabes que por tu parte no estás poniendo ningún obstáculo.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Vanessa, te leo desde tiempo. Sí, es miedo a vivir, miedo a sufrir de nuevo, miedo a volver a caer en dependencia. Hay situaciones en la vida que una es consciente que en la soledad se encuentra la seguridad que siempre faltó. Si eres madre soltera con una enfermedad muy seria lo que deseas es no recaer. Ya no tengo deseo de tener novio. Bastante me cuesta sanar mi codependencia, empezar de cero. A las mujeres con salud les diría que se atrevan a ser ellas mismas con todos sus defectos. Hay hombres muy buenos pero también tienen defectos.
Hola Eva,
Cuando tú estás fuerte y sabes que estás contigo a muerte y que pase lo que pase sabrás acompañarte sin volver a depender de otra persona para estar bien, el miedo desaparece. O, al menos, no te limita para abrirte a conocer a alguien.
Incluso si así estás bien y de verdad sientes que no quieres vincularte, sigue siendo importante que hagas ese proceso de aprender a quererte y a cuidarte, porque seguimos relacionándonos con otras personas, aunque no sean pareja, y en cualquier relación lo primero para que sea sana es que tú estés bien contigo misma.
Defectos tenemos todos, pero no son defectos si aprendemos a mirarlos con amor.
Espero que la salud te acompañe y que eso no sea un obstáculo. Y muchas gracias por leerme.
Un abrazo,
Vanessa