Hace años yo no tenía criterio.
Por eso, cuando algo me inquietaba, se lo contaba a alguna amiga buscando que ella me dijera qué hacer. Que ella me diera la seguridad que a mi me faltaba.
Y lo consultaba todo. En cuanto me pasaba algo, necesitaba contarlo, porque ni siquiera era capaz de validar cómo me estaba sintiendo yo con eso.
Y, si una amiga me decía “no es para tanto, no te pongas así por eso”, yo deslegitimaba mi malestar y “me forzaba” a dejar de sentirme así.
O si yo había pensado “voy a hacer esto” y a mi amiga hacer eso no le parecía adecuado, dudaba de mi criterio.
Y es posible que terminara haciendo lo que me decía ella. Pero, claro, no me quedaba bien. Al principio tal vez sí, pero después volvía el malestar. ¡Porque no me estaba escuchando a mí misma!
Claro, es imposible que te quedes bien si, en vez de seguir tu propia brújula interior, pretendes funcionar con la brújula de otra persona.
Ojo, que a veces tenía suerte y mi amiga opinaba lo mismo que yo o entendía que me sintiera como me estaba sintiendo… Y me refiero a que “tenía suerte” porque su validación hacía que yo me diera permiso para sentirme así o hacer eso que pensaba hacer.
Pero, cuando no era así, cuando la otra persona no me validaba, buuuf, me quedaba fatal.
Y lo peor es que ni siquiera me daba cuenta de lo que estaba ocurriendo, de la poca seguridad que tenía en mi criterio y de mi mucha necesidad de aprobación.
Y esto que te cuento es algo suuuuuuuper habitual en las mujeres con las que trabajo…
Por ejemplo, imagínate que llevas un año saliendo con alguien y esa persona tiene que mudarse de piso, pero no te propone irse a vivir contigo. Y tú te sientes mal, porque te gustaría que te lo hubiera pedido.
Y se lo comentas a una amiga y te dice “bueno, no pasa nada, igual le parece pronto o igual prefiere que los dos tengáis vuestro espacio”.
Y tú piensas “sí, tal vez mi amiga tiene razón”. ¿Crees que te vas a sentir bien? Pues no, porque estás validando la opinión de otra persona en vez de legitimar tu malestar.
Nadie, ninguna amiga por más que te conozca, ni nadie, puede tener más criterio para opinar sobre lo que tú sientes y lo que tú quieres que tú misma.
Y da igual que, siguiendo con el mismo ejemplo, tu malestar sea porque tú ya estás notando que tu pareja se está distanciando, y eso de que se vaya a vivir a otro piso sin proponerte vivir contigo es solo un indicio más…
O que sea porque tú quieres a alguien que al año te proponga vivir juntos, o que sean tus miedos a que eso se termine… Lo importante es que, lo que sea que te está ocurriendo, lo sepas escuchar sin dejarte influir por lo que te diga otra persona.
Todo depende de a quién se lo cuentes
Mira, les puedes contar lo mismo a diez personas diferentes, que cada una te va a responder desde sí misma: desde su historia, sus creencias, sus miedos, sus valores y su forma de ser.
Por eso me encuentro a tantas coachees con padres dominantes y autoritarios que llevan mucho tiempo escuchando de su entorno cosas como “bueno, eso te lo dice porque te quiere… Es su forma de ser”.
Claro, la otra persona te habla desde ella y desde sus experiencias…
Y si yo tengo un padre abusador que me exige y me habla mal, y llevo cuarenta años normalizando eso, va a ser muy difícil que llegues tú, me cuentes algo parecido y yo te diga “no deberías permitir que te hable así, ni tu padre ni nadie”.
Muy, pero que muuuy difícil…
O, como le pasaba a una coachee, que le cabreaba un montón que su hermana fuera tan “a su aire” y pasara “de todo lo que tiene que ver con la familia”. Y mi coachee se volvía medio loca porque unos le decían “¡pero eso no puede ser! ¡Tienes que hablar con tu hermana y ponerle las pilas!”, y otros le decían “bueno, pasa de ella, no te des más vueltas, tú a lo tuyo”.
Total, que no se quedaba bien ni cuando le montaba el megapollo a su hermana, ni cuando intentaba pasar y que el tema no le afectara. ¿Por qué? Porque en ninguno de los dos casos se estaba escuchando a sí misma y gestionando el tema de su hermana desde su propio criterio.
Así que eso, que las cosas dependen de a quién se las cuentes. Y que nadie podrá darte una respuesta mejor que la que tú resuelvas contigo misma si tienes la suficiente seguridad en ti como para hacer eso.
Y te cuento el caso de un coachee con el que acabo de empezar a trabajar: resulta que lleva ya bastante tiempo sin sentirse bien en su trabajo y pensando en cambiarse. Pero hasta ahora no se había decidido. ¿Por qué? Porque su familia y su pareja siempre le han dicho que valore la seguridad que tiene ahí y que tener un buen sueldo fijo a final de mes no es tan fácil.
Así que él ha ido tirando, diciéndose que igual ellos tienen razón y que su trabajo también tiene muchas cosas buenas. Pero sigue sin sentirse bien. ¡Lógico! Porque está actuando en base al criterio de otros, ¡y no al suyo propio!
Y esto les pasa a muchísimas personas. Que van tirando y calmando su malestar con lo que les dicen los demás, ¡pero eso son parches que funcionan solo un ratito!
Porque lo único que va a hacer que de verdad te sientas bien contigo misma, a gusto y satisfecha de ti, es que elijas con seguridad en ti misma y según tu propio criterio.
En cualquier situación en la que tú no te estés sintiendo bien con algo, que otra persona te diga que fluyas, que seas más paciente o que bailes sevillanas, NO te va a servir para quedarte tranquila.
Porque estás dejando la responsabilidad de lo que te pasa fuera de ti (“si me equivoco, al menos el error no es mío”), en vez de ponerla dentro, contigo. Donde ha de estar.
Cuando lo que buscas es la seguridad que tú no tienes
Vale, ahora te lo voy a preguntar directamente: cuando le cuentas algo a alguien, ¿qué es lo que estás buscando?
Porque no hay ningún problema en que cuentes algo como una manera de compartir, de desahogarte o de sentirte conectada a alguien.
El problema es cuando lo haces buscando que esa persona te dé la seguridad que te falta a ti.
Si es así, lo más probable es que termines comprando la versión del otro. Y eso te puede calmar en el momento, porque saber qué hacer, aunque no sea según tu propio criterio, te va a dar seguridad, ¡pero es una falsa seguridad! ¡Algo volátil e inestable!
Y no, si funcionas así es im-po-si-ble que te sientas bien en tu piel.
Por eso es tan importante que, cuando acudimos a un profesional de ayuda, ya sea un psicólogo o un coach, nos enseñe a tener esa seguridad en nosotras mismas y no a depender de su criterio ni de sus consejos. Porque, en este caso, más que resolver el problema, lo estamos perpetuando.
Y claro que puede haber situaciones en las que te apetezca saber lo que opina otra persona, pero eso es muy distinto a depender del criterio del otro para tomar tus propias decisiones o validar cómo te sientes tú con algo.
“Ahora cuando cuento algo y quiero saber la opinión del otro se la pido explícitamente. Y si solo lo cuento por compartir con esa amiga lo que me pasa, pero yo ya sé lo que siento y lo que quiero respecto a eso y no necesito que me digan qué hacer, lo digo. Y me quedo mucho mejor…
Además me doy cuenta de que ya no necesito contar tanto las cosas como antes, de que ahora muchas veces con hablarlas conmigo misma me vale”, que me decía ayer una coachee, después de hacer un precioso proceso de confianza en sí misma (si tú también quieres conseguirlo, rellena esto).
Pues eso, que es suuuper importante que construyas una mujer adulta dentro de ti, que confía en su sentir y que desde ahí elabora su propio criterio para dar los pasos que necesite dar en cada momento.
Sin eso, estás perdida.
…
¿Y tú? ¿Para qué cuentas las cosas? Si te das cuenta de que lo haces buscando la seguridad que a ti te falta, me lo puedes contar en los comentarios aquí debajo y lo comentamos ;-).
Hola Vanessa,
Pues a mí me pasa algo así. No siempre tengo que contar las cosas para decidir qué hacer, pero sí me pasa que si alguien me dice que no debería hacer algo ya directamente dudo de mí y no lo hago. Y es verdad que no te quedas bien.
Gracias por el post!
Hola Claudia,
Entonces es la seguridad en ti misma y en tu criterio lo que necesitas reforzar. Porque los demás siempre opinarán o juzgarán lo que haces, pero nunca podrán estar en tu piel para sentir lo que sientes ni valorar lo que tú valoras. Y la primera que ha de legitimar eso, incluso corriendo el riesgo de equivocarse, eres tú. Eso es lo que hará que te sientas poderosa como dueña de tu vida.
Un abrazo,
Vanessa
Yo estoy escribiendo mensajes a personas que se portaron fatal conmigo. Siento que es lo que tengo que hacer. El problema es que son tantas, que me parece a estas alturas una tarea titánica x_x Pero en ello estoy. Nunca aprendí a defenderme y gestionar estas situaciones es el camino, estoy segura, aunque ya estoy muy cansada de no dejar ciertas cosas atrás.
Hola Mar,
Si tú sientes que eso te ayuda a liberarte, está bien. Creo que es más importante el trabajo interno de soltar la rabia y la tristeza por no haberte sabido defender que el hecho de decírselo a esas personas. Y también el perdón a ti misma por lo que no pudiste hacer diferente. Pero eres tú quien ha de valorar si sientes que necesitas expresarlo y que te ayuda en tu camino.
Un abrazo,
Vanessa