Descárgate GRATIS la guía Cómo Defenderte cuando Alguien Traspasa tus Límites

¿Te molesta mucho que alguien te corrija?

Mujer seria

¿Cómo reaccionas tú cuando alguien te corrige en algo?

Mira, hay personas a las que les entra por un oído y les sale por el otro. Pongamos que estas son las A.

Otras que son capaces de separar lo que ha dicho el otro de su propio criterio. Vaya, que escuchan la crítica, la comparan con su propia opinión, valoran si están de acuerdo o no y responden de forma asertiva. Pongamos que estas son las B.

Y hay otras que saltan y se encienden. Tal vez lo expresen o tal vez se callen, pero por dentro sienten como un fuego arder. Una mezcla de rabia y de vergüenza. Y mucha, mucha impotencia (éstas son las C).

Vale. ¿Qué es lo que está pasando en el caso de las C? ¿Te lo imaginas? Pues que esa crítica está tocando algo suyo, una herida.

Sí, cuando alguien te corrige y eso te molesta y te enciende mucho, es porque te está metiendo el dedo en una herida tuya.

Por ejemplo, suponte que estás en el parque dándole la merienda a tu hijo y otra madre te dice que no deberías darle eso para merendar porque es muy malo para los niños comer eso.

Y tú te quedas cortada y te sientes fatal, rabiosa y avergonzada. Y dejas de estar en la conversación con esa madre porque te quedas bloqueada. Sientes mucho calor en el cuerpo y ya solo puedes pensar en defenderte y en demostrarle a esa madre que se equivoca. Y tienes que decir algo, pero no sabes qué decir.

Intentas seguir con la conversación, pero dentro de ti no puedes desconectar de su comentario. ¡No puedes dejarlo así!

Y tal vez esa otra madre ya ha cambiado de tema y no está en eso, pero tú sigues en la lucha. Es como que, sin darte cuenta, ha empezado una batalla dentro de ti, y necesitas que ella vea que lo estás haciendo bien y que tienes razón.

Y no te quedas a gusto hasta que, de alguna forma, se la devuelves.

Porque, si alguien se pasa contigo, tú tienes que defenderte con uñas y dientes.

¿Te suena esto? ¿Te ha pasado algo así alguna vez?

Vale, pues. de alguna manera. esto tiene que ver contigo, con que se te está despertando algún miedo o abriendo alguna herida emocional.

Puede ser que en tu historia de vida se te haya escuchado poco y que sientas que no le han dado voz a tu opinión. Y que, por eso, hayas aprendido que para que no vuelvan a abusar de ti ni a tratarte de manera injusta, tú tienes que ponerte altiva y hacerte ver. Lo que sea con tal de que no te vuelvan a ningunear ni a dejarte por debajo.

Es lo que le pasaba a una coachee con sus hermanos. Era la pequeña de siete hermanos y siempre se había sentido poco vista y poco tenida en cuenta. Así que ahora se defendía yéndose al otro extremo.

“Me doy cuenta de que necesito imponer mi opinión, demostrar que tengo razón y que vean que a mí no me toman más el pelo”, me contaba.

Claro, cuando se te ha dado poco la razón, la consecuencia puede ser que tengas mucha necesidad de tener razón.

Pero, detrás de eso, lo que hay es mucho miedo a lo que el otro pueda pensar de ti y mucha inseguridad (aunque tú lo sientas como rabia).

Es curioso, porque las personas que reaccionan así cuando alguien les corrige no suelen parecer inseguras a los ojos de los demás. Al revés, parecen muy seguras de sí mismas.

Pero, en realidad, es una máscara de seguridad que se han construido para tapar su miedo a la imagen que los demás puedan tener de ellas.

(Recuerda: si no hay miedo, ni inseguridad, ni es que la crítica del otro te toque ninguna herida, responderías como A o B, y a otra cosa, mariposa).

Tengo que hacerlo todo bien

¿Qué más hay detrás de alguien que se siente fatal cuando otra persona le corrige? Pues mucha autoexigencia.

Sí, suelen ser personas que de pequeñas se sintieron muy cuestionadas y muy exigidas por sus referentes. Como que siempre tenían que ser más y que hacer más y mejor. Como que nada era suficiente.

Y, claro, de niñas tal vez podían sentir esa rabia cuando las corregían, pero no podían expresarla ni defenderse.

Así que, por un lado, ahora la rabia sigue ahí, y conectan con ella cada vez que se sienten corregidas por alguien.

Y, por el otro, esa misma exigencia que recibían de fuera ahora es suya, y son ellas quienes se exigen y para quien nada es suficiente. Así que el recibir una crítica les conecta con su propia autocrítica interna. Porque han aprendido a tratarse de la misma forma que las trataban sus padres.

“No soporto que cada vez que mi madre viene a vernos siempre me está corrigiendo en todo. Que esto lo debería hacer así, que ella siempre lo hizo de otra forma, que a este paso mis hijos van a mandar sobre mí… ¡Es como que no hago nada bien!”, me contaba otra coachee.

Claro, cuando quien te corrige a día de hoy es tu padre o tu madre, los mismos que te hicieron sentir así de pequeña, el malestar es mucho mayor, y la herida se abre en carne viva.

En el caso de esta coachee, como ella misma dudaba mucho de su criterio y se cuestionaba si hacía bien las cosas, los comentarios de su madre la conectaban con eso y hacían que se sintiera atacada. Porque ella era la primera que siempre se exigía más y más y que nunca se quedaba contenta con lo que hacía.

Vaya, que como tú misma te exiges no equivocarte, pero a la vez sientes que no haces nada bien, si alguien opina distinto a ti eso te conecta con tu propia inseguridad.

Y sí, también puede ser que te moleste porque venga de alguien que siempre te está corrigiendo. Pero, en ese caso, si no toca nada tuyo, sabrás responder defendiéndote y poniendo un límite. Y sentirás el malestar, pero no te encenderás ni te quedarás dándole vueltas.

Tres imprescindibles para que no te pase eso

Sí, cuando alguien ha recibido muchas críticas, a menudo se vuelve incapaz de recibir un feedback o de aceptar una opinión diferente.

Es como si vivieras alerta porque tienes la sensación de que los demás están pendientes de lo que vas a hacer mal para corregirte. Como si todos fueran tus enemigos, te juzgaran todo el tiempo y en cualquier momento alguien te fuera a atacar.

Y, como te preocupa mucho quedar bien ante los demás y que no se den cuenta de cómo te estás sintiendo, en cuanto alguien te dice algo, saltas.

No te das tiempo a pensar ni a observar lo que está pasando y entras en modo ataque. Porque has aprendido que, para defenderte de las injusticias, tienes que competir.

Como a esta coachee: “El otro día una amiga me estaba diciendo algo que le había molestado de mí. Pero no fui capaz de escucharla, y antes de que terminara de hablar ya le había dicho cuatro cosas que me molestan a mí de ella”.

Pues eso, que cuando alguien no soporta que otro le corrija también suele ser porque interpreta las intenciones del otro y piensa que lo hace para fastidiar, para molestar o para quedar por encima. Así que entra en el “¡pues ahora te vas a enterar!” y en esa lucha de egos de “¡no te consiento que tú a mí me digas esto!”.

(Ojo, cuando te colocas así ante el otro no siempre es fácil verlo ni admitirlo. Tienes que estar muy despierta, o muy dispuesta a despertar, para poder reconocer que te pasa esto).

Y, así, es imposible que seas capaz de escuchar lo que le está pasando al otro ni su opinión. Porque crees que, si escuchas lo que dice o le das algún tipo de validez, tú pierdes la tuya.

Y porque no toleras la inseguridad y no soportas que alguien te pueda ver insegura. Y, como para ti la seguridad es tener razón y hacerlo todo bien, si viene alguien y te lleva la contraria o te corrige, conectas con esa inseguridad que tanto rechazas.

Así que tu manera de reaccionar es hacerte grande ante el otro (cuando podría ser que otra persona, en la misma situación, se volviera pequeñita) y que nadie te vea dudosa o insegura.

Pero, cuidado, porque el problema no es que esa crítica te moleste porque tengas heridas.

El problema es cómo lo dices. Cómo respondes. Cómo te colocas ante esa persona.

No son tus heridas lo que te genera fricción en tus relaciones.

Es cómo interpretas lo que está pasando y que, sin darte cuenta, para que no pasen por encima de ti, terminas pasando por encima del otro.

Por eso, ni te vale solo con hacerte consciente de tus heridas, ni te vale solo con cambiar la manera en la que interpretas lo que hace el otro, ni te vale solo con saber poner límites bien. Necesitas las tres cosas.

Y de eso va mi curso de relaciones LÍMITES. Para que consigas las tres.

(Súper efectivo si lo aplicas para mejorar la relación con tu padre o con tu madre, por cierto).

Es muy práctico, para que notes los resultados de verdad, y te llevará unos cinco meses hacerlo, así que, si aprovechas el verano, en octubre habrás dejado de sentirte mal por lo que hacen los demás, y sabrás defenderte y hacerte valer.

Si estás dispuesta a despertar, es AQUÍ.

¿Quieres más consejos?

Apúntate GRATIS y recibe cada semana herramientas y recursos para tener Más Seguridad, Más Felicidad y Más Bienestar.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

Acerca de Vanessa Carreño

Trabajo con mujeres que se sienten inseguras, no se valoran ni tienen confianza en sí mismas, le dan muchas vueltas a la cabeza y se preocupan mucho por lo que piensen los demás.

Con mis programas de Autoestima, Relaciones Personales y Dependencia Emocional consiguen ganar confianza en sí mismas y sentirse seguras y capaces de alcanzar sus objetivos. Aprenden a valorarse, se atreven a ser ellas mismas y empiezan a disfrutar de su vida y de sus relaciones.

¿Quieres que te ayude a ti también? Solicita una sesión de valoración gratuita conmigo rellenando este formulario.

4 comentarios

4 comentarios
  1. Susana 20/06/2024

    A mí una chica iba de fulminarme con la mirada en eventos, de juzgarme en grupito y de portarse despectiva conmigo. Supuse que era porque la había corregido en un grupo de WhatsApp y le había sentado mal. Le dije por mensaje que si algo le había molestado me lo podía decir directamente. Primero me dijo que no sabía quién era y que sentía la confusión.

    Cuando le insistí, me dijo que lo que pasaba era que me parecía a su expareja maltratadora, y que por eso le daba asco al verme. Luego dijo que es que se asustaba, pero cuando se daba cuenta de que era yo dejaba de mirarme. Mentira.

    Llegó a decirme “tú no tienes la culpa de parecerte a mi expareja, ni yo de asustarme al verte”. A mí sus mensajes me parecen una mentira como una catedral y no tienen sentido. Me faltó decirle que hiciera el esfuerzo de no echarme la mierda que sentía hacia su ex, pero no creo ni que su ex exista.

    Para mí es agotador que no admitan cuándo se portan mal conmigo y lo nieguen, y ya no sé qué hacer para defenderme de este comportamiento. ¿Dejarlo ir?

    Responder
    • Vanessa Carreño Andrés 01/07/2024

      Hola Susana,
      Fíjate cuánto poder le estás dando a una persona que no es de tu círculo íntimo. ¿Para qué necesitarías que ella admita lo que hace? Es posible que en algún momento de tu pasado, seguramente de niña, te sintieras traicionada, engañada o mal tratada por alguien, y que te faltara que esa persona reconociera el daño que te hizo. Tal vez esto tiene que ver con aquello, no lo sé. Pero seguro que el quedarte en paz tiene más que ver contigo que con esa chica :-).
      Un abrazo grande,
      Vanessa

      Responder
      • Susana 01/07/2024

        Hola Vanessa, muchas gracias por tu respuesta. La verdad es que era lo que necesitaba que me dijeran, porque mi entorno no se pone de mi parte nunca en estos temas.
        Sí, no necesito que admita lo que hace. Pero las luces de gas a mí me sientan fatal. Por eso me afectó y me enfadé tanto.

        Y si yo me doy cuenta de que estoy tratando mal a alguien por un asunto que ni tiene que ver con ella, pediría yo misma disculpas en primer lugar. En lugar de seguir repitiendo mi comportamiento y ponerme chulita cuando me lo dicen, además de “pedir disculpas” como si estuviera haciendo un favor. Yo también he sufrido maltrato, sí, y eso no es una excusa para maltratar a alguien.

        La última vez que la volví a ver se portó igual, por supuesto. Además una de sus amigas le dijo “¿estás bien?”. En fin. Que le den tequila.

        Muchas gracias otra vez y un abrazo, Vanessa.

        Responder
        • Vanessa Carreño Andrés 05/07/2024

          De nada, Susana. Me alegro de que te haya servido.
          Un abrazo,
          Vanessa

          Responder

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicado. Los campos obligatorios están marcados como *



Vanessa Coaching to Be

Únete a los más de 20.000 suscriptores, ¡con regalo incluido!

Apúntate GRATIS y te enviaré ahora mismo el audio "Cómo Evitar que Alguien Te Haga Sentir Mal".

Sí, acepto la Política de protección de datos.

No te enviaré nada de spam y puedes darte de baja cuando te apetezca

Los post más leídos

¿Quieres trabajar conmigo?

Rellena este formulario para tener una sesión de valoración gratuita”.

Buscar

¡Hey!

no te vayas sin tu regalo

¿Quieres empezar a confiar en ti, sentirte segura y disfrutar de tu vida y de tus relaciones?
Apúntate gratis y llévate el audio “Cómo Evitar que Alguien Te Haga Sentir Mal" de regalo.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA.

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA

Sí, acepto la Política de protección de datos.

NO TE ENVIARÉ NADA DE SPAM Y PUEDES DARTE DE BAJA CUANDO TE APETEZCA