Antes de responder a lo loco, espera.
Que ya te digo yo que la mayoría de las personas no saben bajar el ritmo después de una temporada agotadora.
Yo antes tampoco sabía.
Y las mujeres que llegan a trabajar conmigo, buuuf, ¡ni te cuento la dificultad que tienen con esto!
Fíjate en este ejemplo:
Supongamos que vas navegando en un barquito y que el ritmo normal para ir surcando el mar es de un 5.
(Sería lo mismo que cuando, para ejecutar las tareas de tu rutina diaria, necesitas poner un esfuerzo nivel 5. Requiere energía, sí, pero no un esfuerzo monumental).
Hasta que viene una zona de fuertes oleajes en la que hay que subir el nivel de esfuerzo del barquito a un 8 o un 9.
(Pensando en tu vida, pues porque estás con unas oposiciones, con un divorcio o con problemas con los niños).
Vale. Cuando se acaba la marejada, ¿sabes bajar a un nivel de energía de 2 o 3 para recuperar fuerzas? ¿O pretendes volver directamente al 5 que requiere tu día a día?
Después de una enfermedad… O de unos meses muy duros en tu relación de pareja… O del duelo de alguien… O de una temporada estudiando un master o una oposición o lo que sea… O de dificultades en tu negocio…
¿Sabes darte un tiempo de descanso y relax para recuperarte?
Mira, en eso estoy yo ahora mismo. Después de tres años haciendo la formación de Terapia Gestalt, que me dejó agotada por el esfuerzo físico, mental y emocional que supuso, ahora mismo me escucho que necesito bajar el ritmo de deberes y conectar con el disfrute y la ilusión.
Y eso es lo que estoy haciendo.
¿Por qué tantas personas petan después de una temporada de sobreesfuerzo? Porque no saben escucharse esto.
Porque les pasa algo que les remueve un montón y les implica un gran desgaste de energía, y lo van empalmando con otra cosa, y después otra, y después otra…
Y de una mudanza paso a cambiar de trabajo, y después esto de mis padres enfermos, y después mi hermana que se separa, y después el niño que tiene problemas en el cole, y después una temporada de mucho trabajo…
Y están exhaustas, ¡pero no saben escuchar que necesitan parar!
Que necesitan coger aire. Que necesitan minimizar esfuerzos. Que necesitan hacer lo justito, para recuperar fuerzas y motivación.
No saben escuchárselo y lo que hacen es que, cuando acaba la temporada de sobreesfuerzo, pretenden estar al nivel básico. En un 5. En su rutina.
Como que aquí no ha pasado nada.
Pim, pam, pum otra vez.
Sin darse cuenta de que, en ese momento, después de todo aquel desgaste y esa sobrecarga monumental, ¡querer estar al nivel de siempre puede ser demasiado!
No puedo más, ¡necesito descansar!
Ya te conté en algún post que 2019 fue el peor año de mi vida. Y que, después de eso, necesité ralentizar y dedicarme a mí para recuperar fuerzas y volver a estar al nivel de antes.
Fue la primera vez que supe escuchar y legitimar el descanso que necesitaba.
Y ahora, cinco años después, ha venido otro momento similar. Por motivos muy diferentes y con necesidades muy distintas, porque en 2019 solo estaba en salir del pozo y sobrevivir, y ahora mismo mi necesidad es de disfrute y de expansión.
Pero, tanto entonces como ahora, necesito bajar el ritmo y cuidarme. Esa es mi necesidad.
Y da igual cuál sea la tuya, la cosa es que sepas escucharla.
Que sepas decir “ya está, no puedo más, ¡necesito descansar!”.
Sin culparte, sin juzgarte, sin entrar a valorar si es o no es para tanto, y sin medir si a la de enfrente le pasa lo mismo o no.
¿¿¿Ves la falta de comprensión y compasión cuando empiezas a cuestionarte tus necesidades y a decirte que no deberías estar tan flojita???
En vez de decir, “¡coño! ¡Es que claro que es para que me sienta así! Porque he dado mucho y me he entregado mucho. Y no soy un robot, ¡soy una persona! Y, como tal, ¡me desgasto y pierdo energía!”.
Claro, las personas nos vaciamos cuando damos mucho y, por eso, ¡después necesitamos ponernos entre algodones y balancearnos para volver a llenarnos!
Como sea, en la medida de las posibilidades de cada una, pero con mucho mimo 💕.
Lo que necesitas es Amor
Mira, la forma en la que te cuidas en los momentos en los que estás más bajita de energía o más floja de fuerzas tiene muuucho que ver con tu autoestima.
Y, cuando la relación contigo misma es de amor, si en algún momento tú te sientes mal, lo más importante para ti es volver a estar bien. Punto.
Ya no lo es seguir cumpliendo al 100% con todo. Ya no lo es ir guapa a este sitio, o terminar hoy eso del trabajo, o tener un regalo estupendo para tu suegra….
¡No! Cuando tu autoestima está bien colocada, tu prioridad fundamental es cuidar de ti hasta que vuelvas a estar bien.
Ni deberes, ni obligaciones, ni hacer lo que alguien espera de ti, ni quedar bien con todo el mundo.
Cuando estás mal, y de verdad estás a full contigo, lo más importante para ti es volver a estar bien.
Así que todo lo demás (en la medida de lo posible, que por supuesto que sigues teniendo hijos, un trabajo o lo que sea) pasa a un segundo plano, y lo primero en tu día a día son cosas que te sienten bien y que de verdad te nutran, ya sea descansar, dormir más, comer mejor o tener una agenda más relajada…
Sí, lo que es bueno para ti siempre debería ser lo primero, pero, sobre todo, en los momentos en los que te sientes mal y necesitas recuperarte.
Y sin que por ello desaparezcas, ni abandones el mundo.
Pero contigo. Incondicional. Lo que haga falta.
Si esto te suena a chino, si jamás te permites bajar el ritmo, si cuidas de todos menos de ti… necesitas AMOR.
Y en este curso vas a aprender a darte todo el amor del mundo. Si estás lista, es aquí.
PD: Aquí tienes el mensaje que me envió una de las mujeres que ya hizo el curso: “Hola! Yo también he hecho Amor y estoy muy contenta de haberlo hecho. Opino como Cristina, que hay un antes y un después de haberlo hecho. Que pases un feliz domingo. Saludos. Elisa”.



Me pasa esto y no me había dado cuenta. Pasé un invierno complicado y después he querido estar como siempre, como si no hubiera pasado nada. Gracias, es tal cual.
Rosana.
A ti. Me alegro mucho de que el post te haya servido para hacer un click. Y que para la próxima temporada complicada te des el tiempo y el ritmo que necesites.
Un abrazo,
Vanessa