Que tener creencias es algo inevitable en el ser humano y que no podemos dejar de creer, pero sí podemos elegir qué creer, es algo que nunca me cansaré de repetir.
Que muchas de nuestras creencias son como muros que nos limitan para avanzar ya lo he dicho también alguna vez (por ejemplo aquí, aquí o aquí).
Que está en nuestra mano cambiarlas por otras, y cómo hacerlo, te lo conté aquí.
De cuáles las que más daño nos hacen, tipo “valgo menos que los demás”, “la gente con éxito es gente especial” o “esto es imposible”, también habrás leído varias veces si eres seguidor habitual de Coaching to Be.
Cada uno tenemos unas creencias diferentes. Tal vez una que a uno le limite, a otro le potencia. O al revés. Para ayudarnos lo único que podemos hacer es descubrir las nuestras y saber que podemos creer otra cosa. Que no son como el color de ojos y que no tienen que acompañarte para siempre.
Pero también hay algunas creencias que, por demasiado extendidas, nos sobran a casi todos. De esas, de las creencias sin sentido que andan por ahí, es de las que quiero hablar hoy.
Ahí van diez muy potentes y limitantes:
- La felicidad tiene un tope y cuando eres muy feliz te tiene que pasar algo malo, así que si te va muy bien en algo no te emociones porque después te irá mal en otra cosa… Creer esto, en mi opinión fruto de creencias religiosas, lo que provoca es que estemos siempre con el freno echado en el camino a nuestra felicidad. Y no. Se puede ser feliz a tope, que no te va a pasar nada, te lo aseguro. Y si te pasa algo será parte del curso de la vida, no de que te hubieras excedido en el consumo de felicidad.
- Que te vas a quedar solo si no dices que sí a todo y haces exactamente lo que los demás te aconsejen. Porque ellos saben más, porque tal vez tú estés equivocado, porque mejor hacer caso de otros que asumir tus propios riesgos y encima cargar con la culpa de haber metido la pata… Pues todo lo contrario. Si alguien me pregunta de qué estoy más satisfecha en los últimos años estoy segura de que una de las cosas que diría sería de ser fiel a mí misma y de cometer mis propios errores, en vez de seguir tomando las decisiones que otros me aconsejaban y viviendo su vida en mi nombre.
- Que lo que necesitas para ser feliz es una vida cómoda y segura, con tu futuro garantizado. Para nada. Porque una vida cómoda es estar siempre dentro de tu zona de confort y las cosas mágicas suceden fuera.
- Que cuanto más te exijas mejores resultados obtendrás. Así que venga a meterte caña en plan señorita Rottenmeier. ¡Para ya! Por favor, quítate el miedo a que si te relajas algo irá mal. Deja de castigarte a ti mismo, de querer hacer mil cosas y de no disfrutar ninguna, de empeñarte en darlo todo y perderte tú en el camino… Aprende a quererte y a ser un poco complaciente contigo. De verdad que, de vez en cuando, no pasa nada.
- Ser egoísta es lo peor, tienes que estar siempre para los demás y después ya vas tú. Otra de esas creencias, en mi opinión con base religiosa mal interpretada, que lo único que consiguen es que no nos demos permiso para ponernos los primeros de la lista. Si ser egoísta es quererte, cuidarte, valorarte y darte lo que te mereces, ¡bienvenidos sean los egoístas!
- Que las palabras se las lleva el viento. Y no, las palabras se quedan: en tu mente, en tus sentimientos, en los sentimientos dañados de otros, en las cosas a las que te comprometes (contigo o con otros) y después no cumples… Así que aprende a cuidar tus palabras, porque una de las mejores formas de conocer a una persona es escuchar cómo se expresa.
- Que hay que preocuparse mucho por las cosas para que salgan bien. Así que cuanto más te impliques, más te comas la cabeza, más noches sin dormir pases y más hables de un tema que te preocupa, mejor que mejor. ¿Es eso lo que crees? Pues prueba a ocuparte de lo que te puedas ocupar y a olvidarte el resto del tiempo. Y luego me cuentas qué tal te sienta ;-).
- Que algunas emociones como la tristeza o el enfado son malas. Por lo que mejor hacer como que no existen. ¡Y qué va! De esto ya hablé aquí. Las emociones no son ni buenas ni malas. Son mensajeros que te quieren decir algo. Lo bueno o lo malo es lo que tú decidas hacer con ese mensaje que te traen. Si lo lees podrás solucionar ese tema y avanzar hacia emociones más placenteras. Si lo ignoras se quedará ahí, como una carta sin abrir.
- Hay que ponerse siempre en lo peor, porque así, pase lo que pase, estarás prevenido. ¡Nooo! Así lo que estarás es, primero, amargándote la vida. Y, segundo, enviando a tu mente el mensaje de que eso es lo que va a suceder. Y si lo crees y lo piensas facilitas que suceda. Es la profecía autocumplida. Y se cumple. En este post Francisco Alcaide lo explica estupendamente.
- Solo hay una opción correcta. Creer esto nos frena muchísimo a la hora de elegir, por miedo a elegir la otra, la equivocada. Pero es que casi nunca hay solo una correcta. Tal vez la menos correcta después te lleve a donde tenías que llegar. Y tal vez la correcta se trunque a la vuelta de la esquina. Nunca se sabe, así que confía y, si tienes dudas, sigue siempre el camino del corazón.
¿Qué me dices? ¿Se te ocurre alguna otra creencia sin sentido? ¡Te invito a que me lo cuentes en los comentarios!
Muy bien encontrados estos diez ejemplos de creencias que, para muchas personas, son limitantes. Cada día poríamos añadir otras diez y no nos acabamos en un año 😉
Aunque realmente, lo que yo acostumbro a encontrar, tanto en mis clientes como en personas de mis círculos (familares, amigos, colegas,….) , son algunas pocas creencias con mucha fuerza que se repiten. Una vez modificadas éstas, las que quedan son mucho menos limitantes y más sencillas de “soltar” por ell@s mim@s.
Muchas gracias por tu comentario, Oscar. Es cierto, no acabariamos en un año. De hecho confieso que comencé el post con veintidós y tuve que ir eliminando :-).
Y también estoy de acuerdo en que cuando se destapa el baúl de las creencias empiezan a salir una tras otra y, al menos las más limitantes, se van eliminando. Lo que queda son restos sin importancia y que la persona después irá sabiendo modificar por sí misma.
Un abrazo y de nuevo gracias por tu valioso feed-back.
Hola! Pues yo he tenido un par de estas creencias en el pasado y en un momento dado decidí volverme un poco más egoísta
Qué bien, Alexandra. Te felicito por ello. Ese momento en que empiezas a ser un poco más egoísta, en el buen sentido de cuidarte y quererte, no se olvida nunca.
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo,
Vanessa
Las de la felicidad más o menos encaminadas, por lo que tengo 5 creencias. Aunque llevo trabajando un tiempo en no creerme las palabras de la gente ( y quedarme con el comportamiento) y vas tu y me dices que si me las tengo que creer…Me has dejado muerta! ;-p
Me ha encantado tu comentario, Elena :-). ¡Muchísimas gracias!
Efectivamente en esto del lenguaje podría haber dos aspectos a trabajar. Por un lado, ser conscientes del nuestro, de cómo hablamos, de lo que nos decimos y de cómo todo eso nos influye.
Y por el otro, aprender a que el lenguaje de los demás, que tal vez no sean tan conscientes de él, no nos afecte ni nos influya negativamente.
Ambos son igualmente importantes y en ambos la toma de conciencia es el comienzo de todo.
Felicidades por tus avances, sigue asi.
Un abrazo
Gracias por contestarme. Me había quedado un poco preocupada por si no había transmitido el humor de mis últimas palabras y podían transmitir otra cosa. Me encanta como expresas y transmites…un fuerte abrazo
Muy bueno el post. En mi caso la lista es muchisimo mas larga.
Hace ya muchos años que me volvi muy pragmatico y no me creo casi ninguna de las creencias populares sin haber pensado antes un buen rato en ellas.
Pero mi favorita de todas es la de: “En una empresa no hay nadie imprescindible”.
Cada vez que la oigo me entra la risa…. Y cuando preguntas por qué, nadie sabe darte una respuesta.
¡Felicidades! Eso de no creerte nada hasta que lo has pensando bien me parece una muy buena decisión. Para mí la clave está en dudar siempre, observar mucho, hacernos muchas preguntas y no pensar nunca “yo tengo razón”.
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo,
Vanessa