¿Cómo reaccionas tú cuando das algo y no lo recibes de vuelta?
Ya sea que haces un favor a alguien. O que te preocupas por alguien. O que le ayudas a resolver un problema. O lo que sea.
Y, más tarde, cuando esa persona tiene la oportunidad de devolverte lo que hiciste, no lo hace.
¿Cómo vives este tipo de situaciones?
¿Te enfadas y dejas de dar?
¿Generalizas, piensas que todo el mundo va a lo suyo, y te cierras?
¿Sigues dando porque “así eres tú y a ti te sale dar”, independientemente de lo que haga el otro?
Dos extremos que vienen a ser lo mismo
Mira, hay personas que no dan hasta que no reciben.
Que no tienen un gesto cariñoso, que no se muestran interesadas por alguien o que no le ofrecen ayuda si esa persona no les ha demostrado algo antes.
Muchas veces esto es respuesta a algún momento de su pasado en el que dieron y se sintieron traicionadas, así que “como yo ya he dado mucho y paso de que me la vuelvan a liar, pues ahora no doy hasta que no me des a mí primero”.
Éste podría ser un extremo.
Y el otro extremo podría ser el de esas personas que dan y dan sin ningún tipo de filtro, como una coachee que me decía “siempre estoy pendiente de todo y de llamar a todo el mundo”.
O quien me cuenta “si me piden un favor y no tengo una excusa super justificada, soy incapaz de decir que no, aunque no me venga bien” (si tú también quieres trabajar conmigo, es aquí).
Y siguen dando y dando, porque “es que yo soy así y no quiero cambiar mi forma de ser”, que me decía otra coachee empeñada en tener una conversación honesta y sincera con un tipo que la había tratado fatal y que no se merecía ningún tipo de deferencia.
Pues NO, perdona que te lo diga. Si eres de las que siempre da porque “es que yo soy así”, no estás actuando desde una forma de ser genuina, sino desde alguna herida.
Porque cuando algo lo hago como norma y no me permito ser flexible conmigo y elegir en cada momento qué quiero hacer, estoy actuando desde una rigidez interna que me obliga a dar (aunque yo no me dé cuenta de eso).
Vaya, que un dar autentico es ese en el que lo hago con quien de verdad lo siento y cuando de verdad lo siento, y no lo hago cuando no lo siento.
Pero, cuando es algo genérico, sin valorar quién es el otro o qué quiero yo, no es auténtico, sino que es desde una necesidad de ser vista, reconocida, valorada, o lo que sea. ¡Y es esa herida lo que necesitas trabajar en ti!
¿Está bien sentirte mal cuando no recibes lo mismo?
Entonces, ¿hay que dar esperando que te lo devuelvan? ¿Está bien sentirte mal cuando no lo recibes de vuelta?
Si, por ejemplo, le haces un favor a alguien y en otro momento esa persona no está para ti, ¿es correcto sentirte mal? ¿O no deberías sentirte mal porque es que, entonces, eres una interesada que solo da para recibir?
Pues mira, es que cuando tú das porque de verdad quieres hacerlo y es con alguien con quien sientes que hay una relación recíproca, esto NI TE LO PLANTEAS.
Es como un baile en el que das y te dan, y das y te dan. Y a veces das dos, pero te quedas bien porque lo hacías desde un lugar auténtico y porque sientes que esa persona estará ahí si necesitas recibir.
En cambio, cuando no quieres dar para no quedarte en bragas si no te dan, la primera que está cortando el flujo de ese baile eres tú.
Si te han hecho daño y no das por miedo a volver a sentirte poco tenida en cuenta, en plan “hasta que no me des, yo no te doy”, ¡estás haciendo al otro responsable de lo tuyo!
Pero es que, en el otro extremo, ¡es lo mismo! Cuando siempre lo das todo porque “es que tú eres así”, y te cuentas que no deberías sentirte mal si no recibes, ¡tú también cortas el flujo natural de dar y recibir!
Y cuando das y después acusas al otro de que no te lo dé de vuelta, tampoco te estás haciendo responsable de tu decisión previa de dar. ¿O alguien te obligó a dar eso? Pues no.
O sea, si yo doy o no doy, si hago un favor o no lo hago, si cuido de alguien o no le cuido, debería ser algo que nazca de mí. De escucharme en ese momento y valorar si, de forma genuina, quiero hacerlo, o no.
En las relaciones, si no te arriesgas, siempre pierdes
¿Estoy queriendo decir que deberías dar sin esperar nada a cambio y sin que te moleste si el otro no te devuelve lo mismo? ¡Noooo!
Claro que está perfecto dar confiando en que también te darán cuando lo necesites.
Y claro que está perfecto no querer seguir dando a quien no te da.
Pero, en las relaciones, tiene que haber un momento en el que te arriesgues a dar y que no te devuelvan. De lo que se trata es de que, si no te devuelven, ¡dejes de echar piedras en un saco roto y te hagas valer!
Lo que quiero decirte es que, el hecho de que tú, en un determinado momento, decidas darle algo a alguien, NO significa que ese otro esté obligado a devolvértelo.
Lo sano es que el otro vea si te da o no te da en función de lo que sienta, igual que deberías haberlo hecho tú.
La clave es que tú también eres libre de dejar de dar si no recibes o si no te sientes cómoda ahí. ¡Y justo eso es hacerte responsable de ti!
Si, por ejemplo, invito a una amiga a dormir en casa cuando viene a mi cuidad, eso NO significa que ella tenga que invitarme cuando yo vaya a la suya. Podrá hacerlo o no, y sigue siendo tan libre de elegir como antes de que yo la invitara.
O, si mi hermana está mal y yo estoy ahí pendiente de ella, porque en ese momento lo siento así y me nace de dentro, pero después en algún momento en el que yo estoy mal siento que ella no está, ¿significa eso que ella es una egoísta?
Pues, depende. Porque hay personas que están más en las necesidades del otro y otras que están menos, y esto, en sí, no es ni bueno ni malo. Es lo que es.
La cosa es, ¿yo le estoy pidiendo a mi hermana lo que necesito? ¿O estoy presuponiendo que ella debería darse cuenta? Que vale que a mí me gustaría que ella se diera cuenta sola, y que pueda sentirme mal si eso no pasa, pero ¡lo más importante es que yo sepa pedir y vea si el otro sabe responder a mi petición o no!
Vaya, que ni es sano el que no da nunca, ni es sano el que lo da todo y espera que los demás lo hagan igual.
Y cuando alguien da mucho para que el otro no se vaya, o para asegurarse de que después le den de vuelta, o para tener el control de la relación, y sin que haya un deseo genuino de dar, ¡es lógico que después se enfurezca cuando no recibe! Pero esa rabia no es tanto por no haber recibido, sino por NO haber dado desde un deseo auténtico.
En cambio, otra persona que dé porque de verdad desea hacerlo y se haga responsable de su elección, si después no está a gusto con lo que recibe, escuchará que se siente mal y dejará de dar. Punto.
En resumen: el baile de las relaciones es un baile arriesgado que no funciona controlando cuánto te dan o te dejan de dar o qué hace el otro para entonces calcular cuánto das tú.
Funciona haciendo lo que sientes y sabiendo cambiarlo cuando dejas de sentirte bien con ello.
Eso, sí, es bailar contigo y con el otro.
…
¿Qué piensas tú? ¿Estás de acuerdo con lo que he contado o no? Te espero en los comentarios aquí debajo.
Yo no tenía por qué dar confianza si no la sentía realmente. Mi padre tiene una forma asquerosa de dar dos besos, da dos besos de verdad en lugar de solo poner la mejilla y hacer el ruido del beso, que es lo que hace todo el mundo. Aún así le invité a un acto de trabajo e incomodó a dos de mis jefas, siendo una la más importante, porque le dio dos besos de esta manera. Pensé en decirle “no beses” pero no lo hice. Aparte mi padre es un baboso y lo de tener actitud profesional queda fuera de su rango de realidad, así que no sé por qué le he invitado si me temía este tipo de comportamiento. Ahora estoy muy preocupada de que mis jefas se resientan conmigo o me la guarden, o que me tachen de rara. Si es un baboso y lo sé, ¿¿¿por qué le pongo enfrente mujeres de las que dependo??? Como mínimo se “distanciarán” porque a nadie le gusta que invadan su espacio de esta manera.
Hola Silvia,
Gracias por compartir. Te estás apropiando de lo que hizo tu padre, y eso es suyo. Si ellas se sintieron molestas, fue con él, no contigo. Tu parte es, por ejemplo, elegir no invitarle en otra ocasión. Pero no eres responsable de sus actos.
Un abrazo,
Vanessa