Imagínate que alguien te dice algo que le gusta de ti.
Que eres encantadora… Que eres una persona con mucha fuerza interior… Que eres alguien con quien da gusto hablar… Lo que sea.
¿Lo sabes recibir?
Con saberlo recibir me refiero a dejártelo sentir sin vergüenza, sin decir que no es para tanto y sin tener que devolverle el halago a esa persona.
Simplemente quedártelo para ti.
¿Sabes?
Hay mujeres a las que esto les cuesta muchísimo.
Porque no se sienten cómodas recibiendo.
Que si les dicen que han hecho un buen trabajo, no pueden tan solo decir “sí, gracias”.
Que si les hacen un regalo sin motivo ni cumpleaños de por medio, se sienten en deuda.
Que si les hacen un favor, tienen que devolverlo, como si le debieran algo a esa persona.
Que si alguien se preocupa por ellas, necesitan preocuparse también por el otro.
Que cuando alguien les dice “¿qué tal estás?”, responden corriendo “bien, ¿cómo estás tú?”.
Que no sostienen ser el centro de atención y que alguien las escuche, porque se sienten mejor siendo quien escucha.
En plan que quedas con una amiga y, aunque sea un día en que tú necesitas desahogarte, tienes que repartir el tiempo y que ella también hable y cuente sus cosas. No vaya a ser que salgas ganando tú.
Sí, hay muchas personas que tienen dificultad para salir ganando y para recibir más de lo que dan.
¿Te pasa esto a ti?
¿Dejas que alguien haga algo que ibas a hacer tú simplemente porque en ese momento estás cansada?
¿Dejas que te traigan un vaso de agua simplemente porque el otro está más cerca de la cocina?
¿Eres capaz de sostener un abrazo de más de cinco segundos en un momento en el que de verdad lo necesitas?
¿Te sientes cómoda si alguien cambia sus planes por ti o hacéis lo que a ti te apetece y no lo que le apetece a él?
Fíjate que, a veces, aunque lo estemos deseando, no somos capaces de esto, por miedo a que nos vean como alguien caprichoso o egoísta… Y eso a pesar de que después nos quedamos con el anhelo de haber recibido y la sensación de que el otro “no se ha esforzado tanto como lo habría hecho yo por él”…
¿Por qué? Porque nos cuesta recibir.
Yo misma, a veces, me doy cuenta de que me abrumo cuando recibo mucho.
No cuando doy. Dar se me da muy bien.
Pero, si por ejemplo estoy enferma, a veces me cuesta dejarme cuidar. Y cuando recibo un montón de cariño, mimos y apoyo, me incomodo porque me siento en deuda. Como si tuviera que correr a devolver todo lo que me han dado. Como si no pudiera simplemente quedármelo y agradecerlo.
Como si no pudiera salir ganando o ser la que más recibe.
Ya no me pasa tanto, pero todavía alguna vez, cuando recibo mucho, vuelvo a pillarme con la necesidad de devolverlo.
¿Y tú? Piénsalo. En tus relaciones, ¿eres la que más recibe o eres la que más da?
Ya sabrás que hay personas que no tienen ningún problema en pedir lo que quieren y en ser quien más recibe (seguro que conoces a alguna).
Y claro, como es lógico, suelen ir a parar con personas que piden poco y se sienten más cómodas dando.
Porque toda horma encaja con su zapato.
Lo veo cada día en las mujeres a las que acompaño a quererse porque siempre terminan en relaciones muy dependientes en las que están más pendientes de que el otro esté bien que de cómo están ellas.
Claro, quien no sabe recibir, también suele tener mucha dificultad para pedir. Por eso prefiere hacer más y esforzarse más (también como una manera inconsciente de tener el control de la relación porque, ¿quién dejaría a alguien que da mucho? Pues eso).
El problema es que, si te doy a ti, pero no dejo que tú me des a mí, no estoy permitiendo el equilibrio necesario para que nuestro vínculo sea horizontal (y para que yo deje de encontrarme a personas que solo quieren recibir).
Y, si te ocurre esto, es importante que veas qué está pasando.
Si es que te asusta recibir por miedo a que el otro se vaya y te deje en vacío, tal vez porque en algún momento de tu pasado sentiste que no había nadie para darte, y ese dolor fue tan grande que tu manera de evitarlo fue cerrarte a recibir.
Si es que has aprendido que hay que ser fuerte y no necesitar nada de nadie.
Si es porque, en el fondo, no sientes que merezcas recibir y no confías en que el otro lo esté haciendo porque de verdad quiere darte.
Lo que sea, si estás atenta y escuchas esa parte de ti que se asusta cuando recibe algo, te darás cuenta de cuál es tu miedo.
Y solo entonces podrás empezar a liberarlo.
Y dejar que el flujo entre lo que das y lo que recibes empiece a equilibrarse.
Sin importarte que hoy recibas mucho más de lo que diste.
Y sin tener que correr a devolverlo.
Porque sabes que el amor que hoy está en ti, está donde le corresponde estar.
Y ya mañana, o cuando sea, florecerá y seguirá su curso hacia otro destino.
Pero ahora es para ti. Y te lo puedes permitir. Llenarte, saborearlo y sostenerlo contigo.
Eso te deseo, que este año te dejes recibir mucho y muy bonito, y que te sientas a gusto con ello.
Que la próxima vez que alguien te abrace de verdad, te quedes ahí, sintiendo ese abrazo sin prisa y sin la sensación de que necesitas huir.
Porque es tuyo. Y en este momento es para ti.
Y, si ves que esto te cuesta, en este maravilloso curso aprenderás a quererte tanto como para sostener que otros te quieran, sin culpa y sin remordimientos.
¿Se te ocurre mejor regalo para este 2025 que aprender a recibir amor de los demás? Pues eso siempre empieza por el AMOR que te das tú. Y lo tienes AQUÍ.
A mi me dicen que soy valiosa, pero para que no me desanime, mi esposo me cuida, mi suegra es muy exigente conmigo y a veces bromea, estas joven y ya cocinas bien chingale, no me gustan sus halagos, de mi esposo estoy con consciente, de otras personas no, las personas son abusivas y falsas, el ser humano es muy egoísta y egocéntrico solo piensa en sí mismo a ver qué obtiene de otros.
Hola Yoly,
Siento que tengas esa percepción de las personas. Claro que puede haber personas egoístas, pero la mayoría no lo son. Tan solo a veces se equivocan, como lo hacemos todos. Pero se lo puedes comunicar si sientes que alguien te hace daño. Y lo importante es que elijas de quién alejarte y a quién acercarte.
Ojalá te encuentres a muchas personas bonitas en tu camino.
Un abrazo,
Vanessa
Otra alternativa es el egoísmo de quien no acepta que le den. El “yo me lo guiso y yo me lo como” y no estoy en deuda con nadie.
Al final lo importante es sentirse bien y ser coherente con uno mismo.
Gracias por tu trabajo, Vanessa, siempre aprendo algo leyéndote 🙂
Muchas gracias, Nel, me alegro mucho.
Detrás de ese “yo me lo guiso, yo me lo como” suele haber miedo al vínculo.
Y sí, lo importante es que sientas que eres coherente contigo :-).
Un abrazo grande,
Vanessa